miércoles, 4 de agosto de 2021

Despedida

 


Los límites imprecisos entre la realidad y la ilusión, entre la realidad y el deseo, entre la realidad y la ficción son, desde mi punto de vista, uno de los más hermosos y a la vez dolorosos territorios de la vida humana, zona de arenas movedizas que nos regala la evolución de un cerebro que se resiste a comportarse como un ordenador. Seguimos siendo niños que nos dejamos embaucar por historias, anhelos y deseos, a  pesar de que sabemos que la primera condición para la supervivencia es el conocimiento certero y lúcido de la realidad. 

A lo largo de las páginas de este blog he intentado navegar por esas aguas embarradas, disfrutando de las torrentías, los rápidos y los meandros de lo que es y lo que no es, de lo que no es pero lo parece y de lo que es pero no lo parece, a través de libros y películas que me acompañaron durante una época y a los que me apeteció asomarme desde esta perspectiva. 

Esta lista no se debe a ningún plan concreto, sino al puro azar de los días, que me llevaban de una portada a otra sin más brújula que el capricho o la sorpresa. Este tema es un pozo sin fondo que siempre me seguirá acompañando, pero al que alguna vez tenía que poner fin, al menos desde estas páginas. Aquí queda el recuerdo de horas de placer vividas entre páginas y fotogramas, pobladas de seres de carne y hueso y también de fantasmas, del pan nuestro de cada día y de unicornios azules. 

¿Debemos dejar de soñar con paraísos y ceñirnos a lo real? ¿O debemos permitirnos la ensoñación?

lunes, 12 de julio de 2021

Llamadme Ismail

 


García López, Miguel. 2021. Llamadme Ismail. Extravertida Editorial. 

Llamadme Ismail, mi primera novela, es una novela de aventuras, en el sentido más profundo del término. Aventura, del latín "aventura", del verbo "advenire", lo que está por venir, la incertidumbre de lo no acontecido. De ahí su título, que inmediatamente nos transporta a una de las más importantes novelas de aventuras de todos los tiempos, Moby Dick, con sus terribles peripecias marinas. Hoy en día, si hay una aventura digna de ser llamada así, en toda la extensión de la palabra, es la que emprenden los refugiados al abandonar sus hogares por la fuerza y emprender la búsqueda de un lugar donde vivir en paz. Esa aventura también fue narrada en la Odisea, otro libro de aventuras, donde se narra el periplo de Odiseo para volver a casa tras la guerra de Troya. La mezcla de todas estas historias se funde en Llamadme Ismail, la historia de un refugiado que huye de la guerra de Siria e intenta alcanzar Europa y un lugar donde emprender una nueva vida, pero primero debe volver para salvar a su familia. 

La novela se desarrolla en forma de conversaciones, la primera la mantenida entre Germán, un profesor sevillano, y María, una periodista cordobesa. La segunda, la que se establece entre Germán y Hamza, el hijo de Ismail, que ha emprendido la búsqueda de su padre desaparecido. La tercera, la que se lleva a cabo entre Germán y el mismo Ismail, la más larga, en la que éste le cuenta todo su periplo. La cuarta, la que transcurre en Izmir entre Ismail y los miembros de la casa de acogida que le recibe en Turquía. Las conversaciones se van superponiendo, abriendo y cerrando a lo largo de la novela. La inspiración para darle esta estructura a la novela la tomé de Conversación en la Catedral, de Vargas Llosa, donde el personaje principal, Santiago Zavala, se hace la famosa pregunta: "¿En qué momento se jodió el Perú?", de la misma forma que Llamadme Ismail empieza con la pregunta: ¿"En qué momento se jodió Europa?".

La novela está profundamente apegada a la realidad, y se basa en los terribles acontecimientos provocados por la guerra de Siria iniciada en 2012 y la crisis de los refugiados que provocó y que alcanzó su punto álgido en 2016, cuando Europa decidió dar un portazo y terminar con los más elementales derechos de refugio y acogida. Los refugiados se debaten entre la cruel realidad que les empuja a huir y la esperanza de encontrar un lugar donde ser acogidos. Esa búsqueda de la tierra prometida es otro de los temas recurrentes de la novela:  

"Este lugar, llamado de muy diferentes formas en todas las culturas, Paraíso, Edén, Reino de los Cielos, Tierra Prometida, Campos Elíseos, El Dorado, Utopía, Xanadú, Shangri-La, Shambala… no está en realidad en ningún sitio, pero a la vez está en el fondo de todos nuestros corazones, y tenemos la ocasión de vislumbrarlo en los mosaicos de la Mezquita de Damasco" (p.154). 

Para más información sobre la novela, se puede visitar el blog: 

https://llamadmeismail.blogspot.com/



domingo, 4 de julio de 2021

La Vida Pequeña

 

González Sainz. J.Á. 2021. La Vida Pequeña. El Arte de la Fuga. Anagrama. 

González Sainz reivindica en este ensayo la búsqueda de un lugar donde amar, un lugar donde contemplar y un lugar donde sentir, incluso el dolor. Para ello es necesario aprender a mirar, pararse ante las cosas y reparar en ellas, y en definitiva, asistir a la realidad y asombrarse de todo lo que existe. 

Cuando sabemos mirar y apreciar, surge la verdadera alegría. González Sainz es un defensor de esta alegría, la misma que siempre ha valorado Clement Rosset: la alegría que proviene del amor a lo real. En un principio, la realidad puede producir desengaño, desfallecimiento o desgaste. Puede dejarte derrumbado pero hay que quedarse en ella y huir de las ilusiones y del engaño, huir "a donde se está, huir de lo que nos impide estar donde estamos" (p. 57)

Esto es difícil, porque "somos insensibles y parecidos a sombras, sentenció Hölderlin, y nuestra propensión es al engaño" (p. 58). En muchas ocasiones, el ser humano, se refugia en la ensoñación, no quiere ni siquiera rozar la realidad; solo desea soñar a su antojo, viviendo en una abstracción de belleza y justicia. 

González Sainz quiere huir  justamente hacia el lado contrario: 

"Huir -- antirrousseaunianamente -- a lo real, desbrozar las fantasmagorías y la inacabable filfa del barullo de nuestros días para escabullirse a la ligereza del asiento de lo real" (p. 64). 

 Se trata, pues, de vivir, de vivir con conciencia, deteniéndose, haciendo un pausa para buscar "el fondo duro y rocoso que podamos llamar realidad, la reducción a lo más elemental" (p. 74). Para ello hay que estar en vela, despierto, y buscar la sencillez y la confianza en las horas corrientes de la vida diaria. González Sainz reivindica a Machado y Thoreau. "Solo amanece el día para el que estamos despiertos", decía Thoreau en Walden. 

Ese permanecer despierto y esa conciencia lúcida nos ayudará a mantener la calma porque la realidad está siempre cambiando de rumbo, a su antojo. 

"Todo es a veces su contrario; la felicidad tuerce en el momento menos pensado hacia la desdicha y los dolores que se nos hacían más insoportables franquean de repente sus lindes hacia un consuelo insospechado" (p. 81) "Lo más paradisíaco se vuelve infernal a renglón seguido" (p.82). 

Por ello, es necesario apearse de las Mayúsculas, de triunfo del Espíritu, del reino de la Idea, del Paraíso y la Tierra Prometida. Ya está bien de buscar islas inexistentes. 

"El mundo es sus entuertos y sus tropiezos, igual que uno mismo mal que nos pese.  O los tomas o los dejas, y sanseacabó. ¿Qué sería uno sin sus entuertos?, ¿qué sería el mundo? No seríamos; ni uno ni otro seríamos nada. Hasta Dios, al hacerse hombre, se apeó de su Mayúscula" (p. 85). 

González utiliza muchos verbos para indicar el camino: habitar el instante, templar, ajustar, reducir, sintonizar. Es algo tan difícil y tan sencillo como tener la mente en el lugar y el momento en el que estamos, y no en otro distinto. Liberarse de las ataduras de la Identidad y disfrutar de la alegría. De nuevo, Hölderlin: "la heroicidad que consiste en ser capaces de gustar la alegría" (p. 101). Y para ello, la mejor herramienta es la gratitud. Esa es la manera de preservar la gracia y saber distinguir lo que es bueno y darle valor, de afinar el criterio y el juicio: tener como guías la alegría y la gratitud

Como Montaigne, nuestra vida ha de transcurrir por un continuo estudio de uno mismo, pues en uno mismo está toda la humanidad. Auscultarse con atención, estudiarse, meditar, asombrarse, sorprenderse, decepcionarse. 

González Sainz también acude a Simone Weil, para quien la alegría es la plenitud del sentimiento de lo real. Hablando de Simone Weil, llega el párrafo que con más fuerza he subrayado en el libro: 

"Unos y otros, personas y momentos verdaderamente alegres, asientan sus reales en una aceptación de lo que las cosas son en cuanto que son lo que son y ya está. Lo aceptan y se llenan de ello, lo siente plenamente. La plenitud de ese sentimiento --recordemos-- es la alegría. Pero la alegría no acepta solo lo grato real, que eso lo aceptamos todos; hasta en el dolor, en los peores dolores o duelos y penurias, conservan los verdaderamente alegres el sentimiento de lo real, lo aceptan y asumen y encuentran siempre algo que lo hace más llevadero. La alegría hace llevadero o por lo menos más llevadero lo que es difícil de sobrellevar. Acepta lo lleno, y sobre todo, acepta el vacío. Y quien soporta el vacío ama la verdad; ya no tiene miedo... Saben además las personas verdaderamente alegres que en cada momento de realidad, sea cual sea, ya está todo; está tan lleno que su medida ya está colmada. A la alegría no le falta de nada; ya lo tiene todo, por eso irradia, la alegría se irradia" (p. 131) 

Desgraciadamente, frente a la realidad preferimos la ilusión y las creencias. En lugar de discernir y fijarnos, creemos, "en lugar de huir de los fantasmas nos refugiamos en ellos, encontramos refugio en la virtualidad a nuestro miedo a lo real" (p. 135). Preferimos vivir en la irrealidad y la retórica, en el espectáculo y la fantasmagoría. Hemos de hacer un esfuerzo por volver a lo bajo, a lo común y a lo cercano, al interior de uno mismo, al silencio. Aminorar el ritmo, bajar el volumen, quitarse las máscaras, adquirir la serenidad de una seta. Esa es la sabiduría: no buscar el Edén, sino habitarlo. 


 Reseña (MUÑOZ MOLINA) 

miércoles, 30 de junio de 2021

Los Mares del Sur

 


Vázquez Montalbán, Manuel. 2001. Los Mares del Sur. Biblioteca el Mundo 

Tras leer El Paraíso en la Otra Esquina y The Moon and Sixpence, he querido completar la trilogía sobre la figura de Gauguin y el paraíso de la Polinesia con esta novela de Vázquez Montalbán. 

Los Mares del Sur es también la novela sobre un hombre de negocios, Carlos Stuart Pedrell, que lo deja todo para supuestamente perseguir el mito de Gauguin, con quien se encuentra obsesionado. Desaparece durante un año hasta que aparece muerto. El detective Pepe Carvalho recibe el encargo de averiguar qué ha ocurrido, y sobre todo qué ha estado haciendo durante ese año que le ha conducido a la muerte. 

De Stuart Pedrel sabemos que proyectaba una y otra vez la película Soberbia, basada en el relato de Somerset Maugham. Y que entre sus papeles conservaba los siguientes: el verso de Eliot "I will show you fear in a handful of dust", del poema The Waste Land; el poema de Pavesse Los Mares del Sur, en el que un muchacho adolescente interroga a un marino sobre este paraíso soñado pero el marino le contesta desencantadamente; o el endecasílabo de un poeta italiano, Salvatore Quasimodo, que dice:  Più nessun mi porterà nel sud. (Ya nadie me llevará al Sur)

El amigo de Carvalho, Beser, un "Mefistófeles pelirrojo con acento valenciano" en cuya casa solo hay libros y una cocina, se lo explica así al detective: 

"Todo un ciclo de desencanto: la esperanza intelectualizada de leer hasta entrada la noche y en inverno ir hacia el sur, burlando el frío y la muerte. El temor de que tal vez ese sur mítico sea otra vez propuesta de rutina y desencanto. Y finalmente la desilusión total... Ya nadie le llevará al sur..." (p.91)

"Vaya perra ha pillado la gente con lo del sur. Tal vez tuviera sentido antes de los vuelos charter y los tour operators, pero ha dejado de existir. El sur no existe" (p. 93).

Como Gauguin en la novela de Vargas Llosa, como Strickland en la de Maugham, como Murnau o Quirós en la de Raquel Taranilla, o como los exploradores que buscaban la estrella de los magos en el ensayo de Juan Gil, Stuart Pedrell sufre el mismo dolor: la angustia de no poder soportar la realidad que le rodea y la necesidad de buscar la ilusión en otro lugar que ni quiera sabe si existe de verdad. Y por último, al final, la desilusión. Pero al menos, la satisfacción de haberlo intentado. Porque quizás los mares del sur  consistan simplemente en eso, en querer estar en un lugar diferente al que uno habita.

Le dice Carvallho al hija de Stuart Pedrell, refiriéndose a su padre: 

" -- Nunca llegó a los mares del Sur"

Y esta le responde: 

"-- ¿Usted qué sabe? ¿Dónde están lo mares del Sur? 

-- Cuando su padre se le aparece, ¿le dice dónde estuvo durante todo este tiempo? 

-- No es necesario. Yo sé dónde estuvo. En los mares del Sur. En un lugar maravilloso donde pudo empezar de nuevo"  (p.47)

 Quizás el sur es simplemente la otra cara de la luna, como se dice en otro lugar de la novela, aquello que no podemos ver, pero que nos imaginamos, y ahí reside su encanto, en su irrealidad. 


Reseña (Club Virtual de Lectura) 

Reseña (Blog de Nacho Zubizarreta) 



martes, 29 de junio de 2021

Los Jueves, Milagro

 


García Berlanga, Luis. 1957. Los Jueves, Milagro

Se cumple este año el centenario del nacimiento de Berlanga. Todas sus películas merecen ser revisadas, pero aquí le homenajearemos con ésta, por tratar el tema de los milagros, que ya hemos visto en otras películas como Milagro en Milán y La Canción de Bernadette. En las tres aparece, tratada de formas muy diversas,  la necesidad humana de creer en lo sobrenatural, en algo que nos consuele de la realidad. En este caso, las fuerzas vivas de Fuentecilla se confabulan para hacer creer que se ha producido un milagro en el pueblo para sacarlo de su estancamiento económico y llevan a cabo su plan con más o menos éxito, hasta que finalmente se deciden a dar a conocer su mentira. Pero un extraño que aparece en el pueblo, con dotes de comercial "vendehúmos" y aires de mago de barrio, hace renacer la fe en todos. Nadie en el pueblo quiere creerse que todo fue una gran engañifa. Entonces los milagros comienzan a producirse de verdad: tan solo hace falta una verdadera fe en ellos. 

Da igual quién es finalmente el extraño, si un farsante (como prefiero creer yo) o el verdadero San Dimas (según el final del guion que obligó a colocar la censura de la época). ¿Qué más da? Lo importante es que la gente se lo cree, prefiere tener fe en ello y vivir en esa creencia antes que darle al asunto una explicación racional o investigar lo ocurrido. Es la fe, el hambre de irrealidad, la esperanza, la utopía, la solución a todos los problemas, la ilusión de que todo es posible; esa es la fuerza que arrastra a un pueblo entero a ver lo que no existe, la que mueve montañas. 

Berlanga escuchó la noticia del milagro que se produjo unos años antes en el pueblo valenciano de Cuevas de Vinromá, donde se apareció la Virgen y se organizaron peregrinaciones de miles de personas a ver unas "lucecitas" (1). Raquel Roca, la niña a la que se apareció la Virgen, se convirtió en una nueva Bernadette. Por lo visto, el milagro se produjo después de que la criatura viera la película sobre el milagro de Lourdes, lo cual seguramente la puso en trance. Esta fue la inspiración para Berlanga, que ya había tratado el tema de la increíble capacidad para ilusionarse de todo un pueblo en Bienvenido Mister Marshall.  

Qué ser tan frágil, crédulo y digno de compasión es el ser humano, tan fácil de ilusionarse y engañarse. La procesión / manifestación del pueblo de Fuentecilla corriendo hacia la fuente milagrosa para recoger agua, y posteriormente llevándola a las casas para que se produzcan las sanaciones, es una escena para ver una y otra vez y quedarse perplejo ante la condición y la naturaleza humana: así corremos siempre, en pos de una ilusión, de un milagro. Como dijo Paul Valery: "¿qué sería de nosotros sin aquello que no existe?"


"Es más fácil engañar a la gente que convencerlos de que han sido engañados"

Mark Twain


(1) Gómez Rufo. 1990. Berlanga. Contra el Poder y la Gloria. Ediciones Temas de Hoy (p. 261) 

Análisis (ENCADENADOS)

Análisis (LA MADRAZA)




sábado, 26 de junio de 2021

La Fragilidad del Mundo

 


Mèlich, Joan-Carles. 2021. La Fragilidad del Mundo. Ensayo sobre un Tiempo Precario. Tusquets.

Mèlich nos advierte en este ensayo acerca de la necesidad de humildad ante la realidad, frágil y huidiza, que escapa a nuestro poder, que no está sometida a nuestra voluntad ni a nuestros intereses. El ser humano necesita sentir que lo tiene todo bajo control, pero debe asumir su finitud, su contingencia, "que no hay un sentido metafísico que nos dé cobijo, que nunca podemos cruzar las puertas del paraíso..." (p. 15). Pero el ser humano se resiste e inventa sistemas simbólicos que le den sentido y coherencia a lo que no lo tiene. Para ello se agarra a la teología, a la política y a la economía, que al crear apariencia de seguridad y verdad, pueden derivar en la violencia de su imposición. Cuando estos sistemas se ponen en marcha, crean herejes, adversarios, rivales: son sistemas en esencia totalitarios, no soportan la duda ni la disidencia. La tecnología es el otro gran asidero para soportar el vértigo que sentimos ante la inestabilidad de la realidad, pero cuya seducción también termina en una nueva forma de totalitarismo, ya que llegamos a creernos que podemos subyugarlo todo. Según Mèlich, el panóptico es el símbolo de la estructura de poder de nuestro tiempo: estamos hipnotizados por la lógica y el yugo de lo útil y lo eficaz, porque nos crea sensación de seguridad frente al caos del mundo; tratamos de controlarlo todo, de no dejar nada al azar. 

"En el año 1791, Jeremy Bentham diseñó la cárcel perfecta, el panóptico. La idea era sencilla y original. Se trataba de organizar un lugar en el que la visibilidad fuera constante, ilimitada y, al mismo tiempo, incomprobable. Consistía en una espacio circular con una torre situada en el centro. Para que pudiera funcionar bastaba con colocar un solo vigilante oculto en el centro. Los reclusos sabían en todo momento que podían ser vistos, pero no sabían si eran de facto vistos en ese momento" (p. 140). 

Pero es necesario aceptar nuestra vulnerabilidad, pues es parte de nuestra condición finita. Somos seres que vivimos en una tensión constante entre lo vivido y lo anhelado, entre la realidad y el deseo, que avanzan a ciegas, sin brújula y sin carta de navegación, en una realidad imprevisible y a la que somos indiferentes. "El mundo pone un límite a la voluntad humana de dominio... No queda más remedio que aceptar que existir es inventarse y asumir cada día el riesgo de precipitarse al vacío" (p.28). 

Es necesario comprender que no hay salida al laberinto, que no hay nada que hacer, para no caer en la angustia, la melancolía o el pánico. 

"Habitar el mundo es intentar establecer un lazo cordial con él, significa aprender a vivir en la vida y el sinsentido, en la inquietud y la extrañeza" (p. 31) 

Debemos adoptar una "razón desvalida", que sospeche del "mito del progreso" y de las utopías; aceptar que la ambigüedad y el sufrimiento son ineludibles, que no hay posibilidad de redención. Para ello, es imprescindible la ética, que es lo que nos permite habitar esa fragilidad. El totalitarismo de los sistemas simbólicos y de la tecnología necesita de la moral, pero la "razón desvalida" necesita de la ética. 

"Un poder es absoluto, o totalitario, cuando no permite la exterioridad o la alteridad, cuando lo explica todo a partir de un único aspecto, cuando no tolera el secreto o el misterio, cuando es onmipresente o ineludible" (p. 182). 

Nuestra sociedad vive bajo el imperio de la prisa y la negación del dolor o el duelo. No quiere que nos detengamos a meditar sobre el silencio, el sufrimiento, el vacío, la enfermedad, la pérdida, la ausencia, la muerte. Pero aceptar la realidad pasa por aceptar que hemos de envejecer y morir (1). En nuestra época, la muerte se ha convertido en tabú y ha sido colonizada por la tecnología. 

Mèlich, en definitiva, propone lo siguiente para habitar la fragilidad del mundo:

"Frente a la razón ilustrada, la razón desvalida; frente al bien, la bondad; frente a la dignidad, la compasión; frente a la conciencia tranquila y el deber cumplido, la vergüenza" (p. 212). 

El sistema quiere educarnos en las competencias, como si fuérámos máquinas; pero sólo somos educados de verdad cuando se promueve una relación con el mundo que nos enseñe a convivir con nuestras emociones, que nos haga conscientes de que no podemos disponer del mundo, que no todo es posible, que nos aleje de la arrogancia.  

"Ya va siendo hora de que darse cuenta de que habitar el mundo es habitar una duda, un respeto y una indisponibilidad, un laberinto del que no se sale y que yace oculto en la claridad del mediodía. Para habitar el mundo hay que aceptar el vértigo del devenir y la fragilidad del ritmo disonante de las cosas. Para habitar el mundo hay que desconfiar de los que prometen convertirlo en un idílico paraíso en el que todo encaja y en el que reinan el orden y la justicia. Para habitar el mundo hay que persistir en las carencias, en las pérdidas y en los deseos, y olvidarse de tantas utopías y heterotopías, que no dejan de ser dispositivos que fabrican los sistemas simbólicos para que estemos sosegados y no importunemos" (p. 214). 

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(1) Mèlich menciona dos interesantes relatos sobre la muerte: La Muerte de Iván Illich de Tolstoi y Los Muertos de Joyce.                                                                                                                                                                                                                                                                              

Reseña (BABELIA) 

Reseña (THE NEW BARCELONA POST) 


martes, 15 de junio de 2021

The Moon and Sixpence


 Maugham, W.S. 1995. The Moon and Sixpence. Dover Publications, Inc. 

La lectura de la novela de Vargas Llosa El Paraíso en la Otra Esquina me ha generado un gran interés por la vida de Gauguin, por tratarse de una personaje tan peculiar que abandonó su vida burguesa de una forma radical para dirigirse en busca de un sueño y un posible paraíso. Somerset Maugham también abordó la vida de este pintor desde un punto de vista muy personal, pues en este relato corto nunca cita a Gauguin de manera expresa, pero las coincidencias de la vida de un supuesto pintor inglés llamado Charles Strickland son indudables con la vida de Gauguin, por lo que en cierta manera es otra especie de biografía novelada de la vida del pintor, con las licencias literarias que Maugham quiso tomarse. 

Maugham pone el énfasis en un hombre poseído por una especie de demonio del que no sabe ni quiere liberarse. "I got again more strongly the impression of a man possesed. He did not seem quite sane... He lived in a dream, and the reality meant nothing to him" (p.57). 

Strickland / Gauguin es una hombre con dos obsesiones. Por un lado, pintar lo que ve: "I only want to paint what I see" (p. 58). Y por otro, el  sueño de un paraíso perdido en una isla remota: "Sometimes I've thought of an island in a boundless sea, where I could live in some hidden valley, among strange trees, in silence. There I think I could find what I want" (p. 58). 

El narrador de la novela persigue a Strickland / Gauguin, por un lado aborreciendo a alguien dotado de un egoísmo sin límites que no tiene escrúpulos morales de ningún tipo con tal de conseguir su sueños y por otro lado fascinado por la psicología de un personaje poseído por una ambición tan fuerte y a la vez tan insondable. 

"I do not know what infinite yearning possesses you, so that you are driven to a perilous, lonely search for some goal where you expect to find a final release from the spirit that torments you. I see you as the eternal pilgrim to some shrine that perhaps does not exist. I do not know at what inscrutable Nirvana you aim" (p. 114) 

Strickland / Gauguin es una persona que no acepta su realidad y necesita escapar de ella, en permanente fuga. Esa huida necesita valor y coraje, y esa es la parte del personaje que nos atrae. Por otra parte, esa necesidad de huir a toda costa, le hace llevarse por delante lo que haga falta sin reparar en daños, y eso nos escandaliza y repugna. Esta mezcla de sentimientos lleva al narrador finalmente a la compasión, porque ve a una persona esclava del ansia que la consume. Estos sentimientos ambivalentes me ha recordado al personaje de Madame Bovary

"I have an idea that some men are born out of their due place... Perhaps it is this sense of strangeness that sends men far and wide in the search for something permanent , to which they may attach themselves" (p. 135). 

 "He was eternally a pilgrim, haunted by a divine nostalgia, and the demons within him was ruthless. There are men whose deisre for thuth is so great that to attain it they will shatter the very foundation of the world. Of such was Strickland, only beauty with him took the place of truth. I could only feel for him a profound compassion" (p. 147) 

Finalmente, en la Polinesia, Strickland / Gauguin encuentra el paraíso que buscaba y lo pinta en las paredes de su casa. 

"It was strange and fantastic. It was a vision of the beginnings of the world , the Garden of Eden, with Adam and Eve -- que sais-je? -- it was a hymn to the beauty of the human form, male and female, and the praise of  Nature, sublime, indifferent, lovely, and cruel" (p. 158) 

¿Por qué decide quemar su obra una vez encontrado el paraíso? Esta necesidad de quemar el sueño una vez conquistado me recuerda al Libro de las Ilusiones de Paul Auster. Quizás al artista que busca en el arte simplemente la necesidad de una realización personal y una forma de expresar su inquietud le da exactamente lo mismo lo que posteriormente pueda ocurrirle a su obra, pues ya ha cumplido su función: la consecución de un sueño. 

"He had achieved what he wanted. His life was complete. He had made a world and saw that is was good. Then, in pride and contempt, he destroyed it" (p. 159). 


lunes, 7 de junio de 2021

El Paraíso en la Otra Esquina


 Vargas Llosa, Mario. 2003. El Paraíso en la Otra Esquina. Alfaguara. 

"Tenemos que obligar a la realidad a que responda a nuestros sueños, hay que seguir soñando hasta abolir la falsa frontera entre lo ilusorio y lo tangible, hasta realizarnos y descubrir que el paraíso perdido está ahí, a la vuelta de todas las esquinas". 

"Jugaban al Paraíso, ese juego que, según tu madre, habías jugado en los jardines de Vaugirard con amiguitas de la vecindad, bajo la mirada risueña de don Mariano. ¿Te acordabas, Florita? "¿Es aquí el Paraíso?" "No, señora en la otra esquina." Y, mientras la niña, de esquina en esquina , preguntaba por el esquivo Paraíso, las demás se divertían cambiando a sus espaldas de lugar... Bueno, qué tenía de raro, ¿no era una aspiración universal llegar al Paraíso? "

La primera cita es de Cortázar, la segunda pertenece a la novela de Vargas Llosa. ¿Es una casualidad que en ambas se hable del Paraíso y de esquinas? En la cita de Cortázar, se nos impele a buscar el paraíso, asegurándonos que lo encontraremos a la vuelta de cualquier esquina. En la cita de Vargas Llosa, la búsqueda no es más que un juego, una ilusión: cada vez que creamos haber encontrado el paraíso, no está ahí, sino en otro lugar, como el final del arco iris. 

Entre ambas citas se encuentra encerrada la tensión entre nuestras ilusiones y sueños y la realidad. Cortázar cree que podemos vencer a la realidad, que podemos doblegarla y hacer que se rinda a nuestros sueños. Vargas Llosa cree que aunque es humano empeñarse en ello, la realidad siempre nos vencerá y cuando creamos haber llegado al paraíso, éste se evaporará como un espejismo. Es una tensión subyacente en la vida de todo ser humano. Cada uno nos encontramos más cerca de uno u otro extremo dependiendo del momento de la vida en el que estemos, más ilusionado o más realista. Las dos citas tienen una idea en común, aunque parezcan contrapuestas: ¿quién no aspira al paraíso? 

La novela de Vargas Llosa vuelve a centrarse en la búsqueda de las utopías, tema que ya aparece en la novela La Guerra del Fin del Mundo o en el ensayo La Llamada de la Tribu. Narra en paralelo la vida de dos personas idealistas, cada una a su manera, que lo dejan todo en pos de su búsqueda personal del Paraíso: Flora Tristán, luchadora por los derechos de la mujer y los obreros, y Paul Gauguin, que abandona su vida burguesa por la pintura y el paraíso que cree existe en la Polinesia. 

Escrita con una perfeccionada técnica que alterna la tercera persona con la segunda, en aquellos casos en los que entramos en las mentes de los protagonistas para hacernos partícipes de sus diálogos interiores consigo mismos, la novela es un impresionante estudio de la psicología de sus personajes y de las razones y emociones que les llevaron a emprender, cada uno a su manera, una búsqueda a muerte del paraíso. 

El Paraíso de Paul Gauguin: 

"Su cabeza ya no parecía discriminar entre fantasía y realidad...decía que allá, el pueblo maorí seguía siendo el de antes, el orgulloso, libre, bárbaro, pujante pueblo primitivo en comunión con la naturaleza y con sus dioses, viviendo todavía la inocencia de la desnudez, del paganismo, de la fiesta y la música, de los ritos sagrados, del arte comunicativo de los tatuajes, del sexo colectivo y ritual y el canibalismo regenerador... llevaba un cuarto de siglo siguiendo el rastro de ese mundo paradisíaco sin encontrarlo. Lo había buscado en la Bretaña tradicionalista y católica... tampoco lo encontró en Panamá, ni en la Martinica, ni aquí, en Tahití..." (pp.208-209)

El Paraíso de Flora Tristán: 

"Lo que más irritaba a Flora era la estupefacción recelosa, a veces la abierta hostilidad, con que la escuchaban hablar contra el dinero, decir que con la revolución desaparecería el comercio y hombres y mujeres trabajarían, como en las comunidades cristianas primitivas, no por acicate material, sino por altruismo, para satisfacer las necesidades propias y ajenas. Y que en ese mundo futuro todos llevarían una vida austera, sin esclavos blancos ni negros. Y ningún hombre tendría queridas ni sería bígamo ni polígamo, como tantos marselleses" (p. 222). 

Ambos se empeñaron, como fieles discípulos de Cortázar, en hacer realidad sus ilusiones, y estuvieron a punto de hacerlo, pero el paraíso siempre estaba en la otra esquina, nunca en la que creían que se encontraba. ¿No es posible que el paraíso no esté jamás escondido detrás de una esquina, sino aquí mismo, en el centro de nosotros mismos, pero no sepamos verlo?

Estudio de Luis Quintana Tejera




lunes, 31 de mayo de 2021

Poder migrante

 


Serrano, Violeta. 2020. Poder Migrante. Ariel. 

Violeta Serrano analiza la migración desde varios puntos de vista, entre ellos el sociológico y el psicológico. Desde la perspectiva sociológica, incide en una de las características de nuestra era digital, en la que las redes sociales han favorecido que nos refugiemos en nuestras burbujas en las que creamos una cómoda segunda realidad para sentirnos protegidos y a gusto, pudiendo olvidar el resto. De esta forma, terminamos relacionándonos solo con los que piensan igual que nosotros. "Tu huella digital convierte tu entorno en una cámara eco de la que ni siquiera eres consciente" (p.168). Todo lo que ocurra fuera de nuestra burbuja, lo diferente, lo extraño, nos resulta incómodo. Esto siempre ha sido así, pero indudablemente esta huida de la realidad es propiciada por las redes sociales. 

Esta facilidad para expandir fake news también ha fomentado los populismos  y los discursos excluyentes que definen lo extranjero como corruptor de pretendidas esencias que no deben ser adulteradas: "el villano es el adversario externo inculcado en la figura del migrante, extranjero o refugiado, no español en todo caso" (p. 176). La falsedad de los mensajes no importa, lo importante es alimentar el odio a lo diferente y desconocido, aunque para ello haya que confundir ficción con realidad.  

"El sujeto ideal de la dominación totalitaria no es ni el nazi convencido ni el comunista convencido, sino la gente para quien la distinción entre hecho y ficción (es decir, la realidad de la experiencia) y la distinción entre verdadero y falso (es decir, las normas del pensamiento) ya no existen" (p, 176; cita de Hannah Arendt en su obra Los Orígenes del Totalitarismo). 

Hay un capítulo dedicado a la vertiente psicológica, titulado "Neuronas y prejuicios", basado en una entrevista al investigador Fernando Giráldez en el que aparecen citas muy interesantes como las siguientes: 

"Operamos como un ingeniero que tiene que resolver un problema y nuestro obstáculo principal es lidiar con la realidad... El cerebro tiene unos esquemas previos donde trata de encajar lo que percibe: por eso somos prejuiciosos por naturaleza... Decía Hanna Arendt que cada especie animal vive en un mundo propio, y así es... No podemos aprehender la totalidad de lo que nos rodea, así que vivimos en una ilusión , en un sueño generado por nuestro cerebro con ocasión de los estímulos... Esta es la forma natural en que los seres humanos nos enfrentamos a la realidad: hemos de confiar en lo que percibimos, aunque no sea la realidad total. Por eso necesitamos creer... Dice Giráldez que los artistas son neurocientíficos intuitivos porque logran instrumentar las historias como si fueran realidad adivinando las reglas que nos introducen en la ficción, en la creencia" (pp.185-187). 

Es la misma idea base de Sapiens de Harari: somos ante todo consumidores de historias que son el marco de referencia a través del cual aprehendemos la realidad. Los relatos populistas persiguen exactamente eso: crear un relato aprovechando nuestros prejuicios, sabiendo que somos emoción mucho antes que razón. 

Pero como dice el título de otro capítulo, "la única verdad es la realidad". Para ello hay que ir a sitios como Melilla y ver la realidad de los que intentan saltar la valla y vienen engañados por "el paraíso ficcional que las mafias recrean en la miseria de las tripas de África (p.211). No podemos negar esa realidad, la de los que vienen huyendo de la miseria, del hambre, de las guerras, del cambio climático. 

"El desafío que tenemos en un siglo XXI abocado a la mixtura de todo tipo es la de comprender de qué manera podemos lograr entendernos sin eliminar nuestras identidades particulares y grupales, y sin provocar odios exacerbados... hay que reconvertir el relato del odio hacia lo desconocido y empezar a amigarse con la idea de que la extranjerización de nuestra realidad no es una posibilidad, sino un hecho, y que nosotros mismos no somos más que identidades en tránsito constante" (p. 218). 

Efectivamente, los migrantes no son una rareza, sino la regla del nuevo mundo global. Son quizás los que más pueden enseñarnos cómo afrontar la realidad de nuestro mundo actual, un mudo inestable, en continuo movimiento, en perpetuo cambio. Su resistencia a la adversidad, su adaptación al cambio, su resiliencia, pueden ser las principales virtudes que debemos potenciar, en lugar de encerrarnos en nuestro castillo de falsa seguridad. No son un peligro, sino una riqueza. Ese es el "poder migrante".

"¿Por qué continuar pelando por parar una avalancha que ya forma parte de nuestra misma esencia como seres de un mundo global? No hay mayor riqueza que aprender a vivir con costumbres divergentes, que nos emplacen constantemente a repensar nuestras propias afirmaciones"  (p. 227)


Reseña (INFOLIBRE) 




viernes, 7 de mayo de 2021

Utopía. Historia de una Idea


Claeys, Gregory. 2011. Utopía. Historia de una Idea. Siruela. 

Título original: Searching for Utopia. The History of an Idea.  

Claeys realiza un recorrido por el pensamiento utópico que tiene muchos puntos en común con el monumental estudio de Bloch El Principio Esperanza. Es un recorrido por los ideales y sueños del ser humano, una de cuyas principales características es la imposibilidad de conformarse con la realidad, y la necesidad de crear paraísos donde acudir y agarrarse para sobrevivir a la dureza del camino. 

Claeys divide el pensamiento utópico en tres etapas: la mítica, la religiosa y la positiva o institucional. Las dos primeras enlazan esta vida con otra posterior, mientras que la tercera intenta conseguir la utopía en esta vida. Claeys comienza por delimitar el concepto de utopía, circunscribiéndolo a aquello que consideramos deseable pero también plausible, distanciándolo así de los deseos, los sueños, la esperanza o la ciencia ficción. 

Para Claeys, la utopía "explora el espacio entre lo posible y lo imposible... Es un lugar en el que hemos estado y del que a veces hemos huido, y un lugar todavía ignoto que aspiramos a visitar. Sin él, la humanidad  nunca habría avanzado en su lucha por mejorar. Es una estrella polar , una guía, un punto de referencia en el mapa común de una búsqueda eterna de la mejora de la condición humana " (p.15). 

Comienza el viaje por la era clásica, con los mitos y las edades de oro, como la que cita Hesíodo en Los Trabajos y los Días, Homero en la Odisea, u Ovidio en las Metamorfosis. Visitamos la Atlántida, la Arcadia, o la República de Platón. Después viene el cristianismo, con el Edén como cuna de la humanidad y fin del creyente, y las creencias milenaristas: la Ciudad de Dios de Juan, la Tercera Edad de la Humanidad de Joaquín de Fiore, Thomas Munzer y los anabaptistas. Dante retrata el paraíso en la Divina Comedia y Milton su pérdida en El Paraíso Perdido

Pero no solo Europa crea paraísos. La Epopeya de Gilgamesh también habla de una mítica edad de oro, o el Libro de los Muertos, de la época egipcia clásica. El Taoísmo tiene su Tierra Pura, el Corán su Jardín, Confucio y Lao zi diseñan sociedades ideales, y el hinduismo hace referencia a las eras védicas en el Mahabarata

Un capítulo completo está dedicado a la Utopía de Tomás Moro, preguntándose cuáles eran las intenciones del autor, si una mera crítica social de tono pesimista o un intento esperanzado de diseño de sociedad ideal. 

Otro capítulo está dedicado a los Viajes al Nuevo Mundo y más allá: Avalón, la Amazonia, las tierras fabulosas del Preste Juan, las minas del Rey Salomón, el Dorado o el Pacífico (ya comentamos aquí el interesantísimo libro sobre los Mitos y Utopías del Descubrimiento de Juan Gil). 

Continuamos el viaje por la era de Defoe y Swift, titulado "Sátiras e isla desiertas". Con los Viajes de Gulliver comienza un giro escéptico y pesimista hacia la distopía, al ser cada vez más evidente la distancia entre el primitivismo y la vida sencilla y la creciente complejidad de la civilización europea. La idea de que la modernidad trae consigo desasosiego e infelicidad está cada vez más extendida, y la fascinación por el primitivismo y el culto al "buen salvaje" crece. 

Con la Ilustración, la utopía toma un carácter secular y se orienta hacia el progreso y deja de mirar con nostalgia al pasado. La revolución francesa da lugar posteriormente al Terror, evidenciando uno de los mayores peligros de las utopías que se quieren imponer por la fuerza. 

Hay un capítulo dedicado a la arquitectura y su contribución al diseño de ciudades ideales, desde Camelot a la Nueva Jerusalén, pasando por la Ciudad del Sol de Campanella, Cristianópolis de Andreae, Icaria de Étienne Cabet o ciudades futuristas como Brasilia. Por otro lado, está la utopía como comunidad, pasando revista a los menonitas, los shakers, los zoaritas, los amish, los MORMONES, las comunas de Robert Owen y de Charles Fourier, o los hippies. 

Llega la segunda era revolucionaria con pre-marxistas como Henri de Saint-Simon o positivistas como Auguste Comte, y por fin Karl Marx  y su Manifiesto Comunista, ideales que terminarían en el totalitarismo staliniano, otro ejemplo del terrible fin de las utopías implantadas como un rodillo. El anarquismo también tuvo una enorme fuerza como movimiento utópico, especialmente en España.  

Finalmente, llega la invención del tecnología y la fe ciega en el progreso, la fascinación por las máquinas, la eugenesia, el optimismo radical del cientificismo y la vez la aparición de miedos y distopías como Frankenstein de Mary Shelley, o Un Mundo Feliz de Aldous Huxley. Hay una reacción utópica a este progreso desmedido con Thoreau (Walden o La vida en los Bosques) o pintores como Gauguin y su fuga al supuesto paraíso de la Polinesia. 

Los últimos capítulos están dedicados a la ciencia-ficción (Verne, H.G. Wells), las distopías (Huxley, Orwell) y el papel del cine y el imaginario creado por películas como Metrópolis de Fritz Lang hasta la Guerra de las Galaxias de Lucas pasando por 2001: Una Odisea del Espacio de Stanley Kubrick o Blade Runner de Ridley Scott. 

Terminamos con un párrafo incluido en el último capítulo, sobre el propósito general del libro: 

"En este libro hemos trazado una distinción entre la tradición de imaginar visiones finales, paradisíacas o en ocasiones apocalípticas del destino último de la humanidad, y la tradición en la cual la naturaleza humana, si se mejora, se asemeja a la conducta humana real lo bastante como para que su descripción idealizada siga siendo verosímil. El segundo de estos dos ámbitos, que está entre lo posible y lo imposible, es la utopía: no es la perfectibilidad ni tampoco es impecable, completa, final o total; no exige virtud pura y constante; no anuncia la salvación ni alguna forma de "emancipación" definitiva o de "fin de la Historia". Cuando la utopía aspira a tales metas, deviene cada vez más intolerante y forzosa y se transforma en distopía. Y es que entonces demanda la salvación en vez de la mejora, y luchar por la salvación en esta vida conduce inevitablemente a la impaciencia y por ende a la violencia contra los herejes y los fracasados. En una visión así, los refugiados de la utopía pronto superan en número a sus habitantes" (p. 204) .  

martes, 20 de abril de 2021

Yoga

 


Carrère, Emmanuel. 2020. Yoga. Anagrama.

La autoficción (término creado por Serge Doubrosvsky) es un género donde las fronteras entre ilusión y realidad se difuminan especialmente. Yoga, el último libro de Emmanuel Carrère, se encuentra en ese territorio incierto. ¿Estamos ante un libro de memorias? ¿Ante una novela? ¿Un diario? ¿Un ensayo? Podemos decir que es una novela por la forma; en realidad se trata de un diario con la forma de una novela. 

"Tengo una convicción, una sola, relativa a la literatura, bueno, al género de literatura que yo practico: es el lugar donde no se miente. Es el imperativo absoluto, todo lo demás es accesorio, y creo haberme atenido siempre a ese imperativo. Lo que escribo es quizá narcisista y vanidoso, pero no miento" (p.157)

Carrère escribe sobre su propia vida dándole apariencia novelística, asegurando que no miente. Pero ya sabemos que la memoria en sí misma es equívoca y mentirosa, que inventa y destruye, que falsea y crea. Aún intentando decir la verdad, la memoria miente porque atraviesa la realidad a través del tamiz del tiempo. No podemos estar seguros al cien por cien de lo que recordamos. Ese lastre ya lo lleva la memoria de por sí, por naturaleza, incluso cuando queremos ser fieles a la realidad y prometemos decir la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad. 

Javier Cercas también escribe sobre estos terrenos inciertos donde la realidad y la ficción se fusionan (Soldados de Salamina, El Impostor), así como otros autores que escriben diarios novelados (como son los casos de Andrés Trapiello o Emilio Renzi) o autobiografías noveladas (como por ejemplo Ordesa de Manuel Vilas o A Corazón Abierto de Elvira Lindo). ¿Qué ocurre si a lo recordado le otorgamos además el ropaje de la narración novelesca? ¿Cómo saber entonces qué es verdad y qué es inventado? 

Creo que esta pregunta no tiene respuesta, es imposible saberlo; quizás ni el mismo autor lo sabe por completo. Por eso la única opción posible es contemplar a estas obras y a Yoga como obras de ficción en su totalidad, y tratar al narrador como un personaje de ficción más, como al narrador en primera persona que podemos encontrar en cualquier novela convencional. A partir de ahora, daremos ese paso, y olvidaremos al Carrère real, a su personal lucha con la enfermedad mental, a su divorcio, a su experiencia con los refugiados griegos. Consideremos que estamos ante una novela, pura ficción. De cualquier forma, la literatura en general, incluso la que es ficción pura, siempre intenta llegar a la verdad aunque para ello se arrope de mentiras (ver La Verdad de las Mentiras, de Mario Vargas Llosa). 

Una vez dentro del terreno de la ficción y ciñéndonos a él, al leer el libro acompañamos al narrador en su intento de calmar su atormentada mente con la práctica del yoga y la meditación budista vipassana.

"La única tarea a la que debe dedicarse un hombre sensato es intentar salir del samsara, esa ruedas de cambios y sufrimientos que es la condición humana, para acceder al nirvana, que es la vida finalmente real, exenta de ilusión, la vida en que se ven las cosas como son" (p. 36) 

¿Pero es realmente el nirvana la realidad, o no es sino otra forma más de intentar escapar de la realidad? El narrador hace todos los esfuerzos posibles por encontrar paz mental y acercarse al final del camino, el nirvana, pero la realidad termina por colarse en la burbuja de ilusión creada en unos artificiales días de retiro. Querer aislarse de la realidad es imposible, querer acceder al nirvana no es más que otra ilusión, pues la realidad siempre termina por imponerse. Esos retiros pueden dar una sensación transitoria de paz, pero finalmente la realidad arrasa sin compasión. 

Los terribles atentados yihadistas cometidos en Francia contra Charlie Hebdo irrumpen en el retiro del narrador como el sobresalto provocado por la alarma del despertador que nos saca fulminantemente de un apacible sueño. No hay más remedio que salir del estado de iluminación y volver al mundo real. Y el mundo real es atroz y problemático, y encamina al narrador a un laberinto de depresión asfixiante que solo la psiquiatría más dura y radical con todo su cargamento de farmacología y electroshocks es capaz de aplacar. Aquí ya no cabe la meditación, ni el yoga. Estos valían cuando las piezas encajaban más o menos, cuando la mente no había entrado en un terreno donde la química es más poderosa que el espíritu y las conexiones neuronales fallan estrepitosamente, haciendo imposible un mínimo de paz, lucidez y calma. Llega un momento en que querer arreglar el alma solo a través de su propia observación es como querer arreglar un ojo con miopía a base de mirar.

"¿Hay una salida de este aprieto que llamamos el mundo, la condición humana, el samsara? ¿Es posible despojarse de esta condición? ... La buena noticia es que, siempre según ellos (Patanjali, Hervé), la respuesta es sí. Es posible librarse de esa condición" (p.64)

El narrador está a punto de convencerse y convencernos de que es posible, de que existe un camino para llegar ahí, y la primera parte del libro es un excelente manual de meditación. Pero cuando uno está a punto de llegar al nirvana y empieza a levitar... se produce una caída estrepitosa y con el mismo ímpetu que un tsunami, llega la realidad y lo estropea todo, acabando con el nirvana de un sopetón. 

El narrador realiza una dura crítica a la meditación cuando ésta se vuelve autocomplaciente: recuerda cuando vivió el tsunami de Sri Lanka y todo el mundo ayudaba excepto los practicantes de yoga ayurvédico "que a lo largo de esos días siguieron ocupándose del cuidado de sus cuerpos y sus almas como si nada hubiera sucedido... seguíamos oyendo sus mantras, transportados por la brisa cálida de los trópicos , sobre el poder del instante presente y la gracias de la compasión" (p.140). 

¿Hay mayor acto de narcisismo egocéntrico que querer seguir llegando al nirvana a toda costa aún cuando el sufrimiento y la destrucción te rodean por doquier? El narrador llega a la siguiente conclusión: 

"Por definición, todo lo que es real es verdad, pero algunas percepciones de la realidad poseen un mayor contenido de verdad que otras, y no son las más optimistas. Pienso, por ejemplo, que ese contenido es más grande en Dostoievski que en el dalái lama. Resumiendo, estaba un poco jodido con mi libro risueño y sutil sobre el yoga" (p.147) 

Se lo advirtieron al narrador: la interrupción de las sesiones vipassana puede ser catastrófica y tener consecuencias imprevisibles. Y ahí comienza su descenso a los infiernos. Es una ilusión querer habitar en el nirvana. El nirvana no existe como entidad aparte: solo si comprendemos que es lo mismo que el samsara, podremos sobrevivir. Ya lo dijo Najarjuna: "Si haces una diferencia entre el nirvana y el samsara, ya estás en el samsara". El samsara, el infierno, se encuentra dentro de uno mismo. 

Tras su cura con electroschocks, el narrador decide abandonar la situación privilegiada de los afortunados del mundo, y sumergirse en una realidad aplastante, urgente, imperiosa: la terrible situación de los refugiados creados por la guerra de Siria y la vergonzante actitud europea de rechazo ante su situación. Entonces comienza su aventura en la isla de Leros. Allí conoce a una serie de refugiados que proceden del campo de refugiados de Moira, en Lesbos, que le cuentan historias de sufrimiento que le hacen salir de la espiral egocéntrica en torno a su ombligo y comprender que hay una vida real más allá del regodeo en las propias neuras. La otra ayuda proviene de su amistad con Erica y de su pasión mutua por la música, en concreto por una pieza específica: la Polonesa heroica de Chopin tocada por Vládimir Hórwitz primero y por Martha Argerich después. Con la amistad de Erika y la interpretación de Martha, por fin, el narrador comprende que "existe la Sombra pero también la alegría pura, y quizás no puede haber alegría pura sin Sombra y que entonces vale la pena vivir con la Sombra. El regalo de Erica consiste en decirme que al alegría pura es tan verdadera como la Sombra. No más verdadera, no, sino tan verdadera ..." (p. 277). 

Los otras muletas para seguir sobreviviendo a la realidad son la ficción pura, representada por el personaje de Frederica ("un personaje novelesco" p. 308), la sal de litio y el amor y la belleza de una joven haciendo yoga. 

Reseña (EL PAÍS)

Entrevista (EL CULTURAL) 

Entrevista Carrére - Cercas (ELPAÍS) 


domingo, 11 de abril de 2021

El Sueño de Bécquer. Somnografía de Ricardo Martín Reina

 


Escobar, Juan R. y Martín Reina, Ricardo. 2021. El Sueño de Bécquer. Somnografía de Ricardo Martín Reina. Punto Rojo Libros. 

Es la primera vez que leo una novela en la que conozco al personaje principal, y ha sido muy emocionante verlo revivir en estas páginas, el mayor regalo que podríamos pensar los que disfrutamos de la amistad de Ricardo. Las páginas del libro destilan amor puro hacia él, sin caer en absoluto en la sensiblería y la lágrima fácil. Si amar es aceptar a las personas tal y cual son, eso es lo que hace el autor cuando describe los últimos días de Ricardo, tras su primera muerte y su resurrección. 

Ricardo vivó entonces una ensoñación que le contó al narrador y que éste describe en capítulos que se corresponden con las fases del sueño (el adormecimiento, el sueño ligero, la transición, el sueño delta y el sueño paradójico). El autor toma la postura del descreído, el poseedor de una mentalidad científica que a todo le da una explicación racional, frente a Ricardo, éste siempre acompañado "de su bendita locura o de su coraje por seguir teniendo los pies cerca del suelo pero nunca posados en él, y también de su idealismo o romanticismo u otras acepciones que en  boca de sus allegados sonaban a veces huecas" (p. 226). En el libro asistimos a la progresiva conversión del narrador, que no tiene más remedio que aceptar que la verdad es algo que va mucho más allá de los límites de la realidad. 

El poeta de Ricardo era Bécquer, y con él pasó sus ultimas horas, en lo que fue una alucinación, un sueño o una realidad para su mente encerrada entre los tubos de la UCI. El libro termina resultando ser otra leyenda de Bécquer, continuación del rayo de luna, algo que el narrador termina por creer y abrazar amorosamente. 

"Si alguien demandara mi opinión, le diría que Ricardo Martín estuvo verdaderamente con Bécquer o con su espíritu cuando tuvo una experiencia excesivamente cercana a la muerte, que soñó con él en esos momentos y en otros posteriores, que a veces creyó verlo estando en estado de vigilia ya que no consiguió dilucidar entre los estímulos percibidos aquellos que fueron verdaderos de los que resultaron falsos, los reales de los irreales, los que eran un cuento o los que eran una historia. Pero que en todos ellos se escondía una verdad, tan grande y tan enorme que no podía ser vista si no adoptabas cierta distancia y divisabas su horizonte entrecerrando los párpados, como él se alejó de su enfermedad y su penuria y la convirtió en período lírico" (p. 232) 

Pocas veces he comprendido con tanta claridad la necesidad de aferrarse a una ilusión para aceptar la realidad cuando la vida termina, quizás porque en esta ocasión conozco perfectamente a la persona que luchaba por aferrarse a un sueño. De la misma forma que el protagonista de la leyenda del rayo de luna de Bécquer iba siempre en pos del milagro, Ricardo se dejó llevar por ese rayo para hacer más tolerables los días en los que volvió a despedirse de la vida, ya que ésta le dio una segunda oportunidad. 

"Todos esperamos algo, a veces nos llevamos esperando ese algo toda la vida y no se produce nunca, y si se produce lo cambias por otra ilusión, porque no sabemos vivir si no es detrás de algún reflejo de luna, ya lo sabes bien" (p.236). 

El final del libro no puede ser más bello, a la orilla del río Guadalquivir, frente al monasterio de los Jerónimos. No voy a desvelarlo, por supuesto, pero sí he de decir que me ha hecho revivir todo el espíritu de las leyendas de Bécquer y que no se me ocurre mejor despedida para el alma soñadora de Ricardo, un momento mágico en el que la ilusión y la realidad se confunden y en el que hasta la mente más racional se dejará arrastrar por la magia de los cuentos de hadas. 

Cada vez que vaya a pasear por los alrededores de la cruz de Bécquer me detendré a charlar contigo, Ricardo, y luego me tomaré una cerveza en tu nombre. DEP.


jueves, 1 de abril de 2021

El Padre

 


Zeller, Florian. 2020. El Padre. Co-producción Reino Unido-Francia. 

La fuerza de la película radica en que el espectador ve la realidad a través de los ojos del octogenario Anthony y su terrible andadura a través de una demencia senil que le va arrinconando poco a poco. Es el mismo recurso que ya fue utilizado en Una Mente Maravillosa, en la que asistíamos al deterioro que la esquizofrenia provoca en la mente de un matemático: durante una parte de la película lo que creemos que es real no es más que la alucinación del protagonista. 

La interpretación de Anthony Hopkins es perfecta, así como la de Olivia Colman, la actriz que hace el papel de una hija abrumada por las circunstancias de un monstruo arrasador que ha llegado para apoderarse de la mente de su padre y con el que no sabe como lidiar. Es una realidad que cada vez aparece en más películas y novelas (como la última de Jesús Carrasco): la problemática del hijo que en la madurez de la vida se encuentra con la difícil situación de hacerse cargo del cuidado de unos padres que han llegado a una edad y un estado en el que se han vuelto dependientes, tarea para la que nunca ha sido preparado. 

La película adquiere en algunos momentos apariencia de película de miedo, y es que esto es realmente lo que siente el protagonista cuando se enfrenta a una realidad que no entiende y se le torna amenazadora, ya que él ve fantasmas, suplantaciones de personas, desapariciones, y una soledad aterradora ante la que se vuelve como un niño asustado que busca el abrazo de su madre, en un intento desesperado de volver al único cobijo seguro de la infancia, la época de los miedos incomprensibles. 

Una película para entender que la realidad no es lo que parece y las trampas que la vejez le tiende al cerebro. 

Reseña (EL PAÍS)

Reseña (EL MUNDO)


miércoles, 24 de marzo de 2021

El Olvido que Seremos


 Abad Faciolince, Héctor. 2017. El Olvido que Seremos. Alfaguara.

¿Qué queda tras la muerte? Durante un tiempo, el recuerdo instaurado en el corazón de los que amamos y nos amaron. Esta es la única pretensión de este libro, prolongar un poco más ese recuerdo, sabiendo que a largo plazo la guerra está perdida, y la ganará el olvido. 

Es un libro sobre la muerte, pero a la vez un canto a la vida. Un canto sobre todo, al amor, el único camino para superar la dura realidad. Es un libro sobre un hombre bueno, en el buen sentido de la palabra bueno, y la forma en que intentó cambiar la terrible realidad de un país sumido en la más atroz de las violencias, sin utopías ni revoluciones, sino con el trabajo diario basado en las cinco As que necesita toda persona para tener una vida digna: Aire, Agua, Alimento, Abrigo y Amor. Nada más y nada menos. 

Es un libro sobre el amor de un hijo hacia su padre y de un padre hacia su hijo. Sin tratar de dar consejos pedagógicos, es un derroche de sentido común sobre la educación que podría servir como manual de cabecera sobre el arte de ser padres. 

Desarrollado en forma de novela, está basado en la propia experiencia vital del autor, que en un acto de valentía, expone la vida de su familia para intentar que el ejemplo que dio su padre no caiga en el olvido. Héctor Abad no quiere venganza, pero sí quiere recordar. De la misma forma que Hamlet utiliza el teatro para exponer la realidad, el escritor utiliza la novela para revivir y dar testimonio de una realidad terrible, pero que a su vez tiene un reverso: el amor, la generosidad, el heroísmo, la valentía, la alegría, el compromiso. 

De una forma siempre contenida y opuesta a la lágrima fácil, deja claro desde el principio que no asistiremos a un final feliz. O quizás sí, quizás el final no está en la historia contada, sino en el continuo renacimiento del recuerdo de un hombre que, incluso después de muerto, gracias a este libro escrito por su hijo, sigue dando ejemplo de cómo actuar dignamente como ser humano frente a la cruda realidad, sin paños calientes y sin mirar para otro lado. 

De la misma forma que Antonio Machado, otro hombre bueno, el padre de Héctor Abad llevaba unas líneas copiadas a mano en el bolsillo de su chaqueta cuando murió, este poema de Borges. 


Ya somos el olvido que seremos.

El polvo elemental que nos ignora 

y que fue el rojo Adán y que es ahora

todos los hombres y que no veremos. 

Ya somos en la tumba las dos fechas

del principio y el término. La caja, 

la obscena corrupción y la mortaja, 

los ritos de la muerte y las endechas. 

No soy el insensato que se aferra 

al mágico sonido de su nombre; 

pienso con esperanza en aquel hombre

que no sabrá que fui sobre la tierra. 

Bajo el indiferente azul del cielo

esta meditación es un consuelo.


Jorge Luis Borges


Reseña de Mario Vargas Llosa 

Reseña (EL CULTURAL)

Diálogo 'Del libro al cine' sobre la película El olvido que seremos


 

miércoles, 17 de marzo de 2021

Nada

 


Laforet, Carmen. 2004. Nada. EL PAÍS (Clásicos Españoles) 

Hace 75 años que Carmen Laforet escribió esta novela, y hace mucho tiempo que quería leerla. Me ha sobrecogido y no comprendo cómo pudo escribir con tal maestría con sólo 23 años. Es un documento imprescindible acerca de la sombra negra que lo ensuciaba todo en la España de posguerra y la forma en que carcomía la vida de los que sobrevivieron a la desgracia. La novela habla de las ilusiones perdidas, los sueños rotos, las relaciones agriadas por la ausencia de esperanza, el maltrato recíproco, la desconfianza anidada en los corazones, la violencia incrustada en las familias. 

Una mujer joven quiere abrirse paso en ese bosque oscuro poblado de fantasmas, en el momento en el que su vida se supone que es un libro en blanco por escribir con anhelos e ideales, entusiasmada por el espejismo que le ofrecía la llegada a una gran ciudad como Barcelona, donde va a estudiar mientras se aloja en la casa de unos parientes.  

"El olor especial, el gran rumor de la gente, las luces siempre tristes, tenían para mí un gran encanto, ya que envolvía todas mis impresiones en la maravilla de haber llegado por fin a una ciudad grande, adorada en mis ensueños por desconocida" (p.23). 

"Sin abrir los ojos sentí otra vez una oleada venturosa y cálida. Estaba en Barcelona. Había amontonado demasiados sueños sobre este hecho concreto para no parecerme un milagro aquel primer rumor de la ciudad diciéndome tan claro que era una realidad tan verdadera como mi cuerpo..." (p.31) 

La realidad de un país oscuro y triste, de almas rotas, se interpone ante todos esos sueños de juventud. Andrea, la protagonista, se hace mayor en solo un año, el tiempo en el que transcurre la novela, y al despedirse de la casa donde ha estado viviendo, lleva una maleta muy diferente a la que trajo. 

"Bajé las escaleras, despacio. Sentía una viva emoción. Recordaba la terrible esperanza, el anhelo de vida con que las había subido por primera vez. Me marchaba ahora sin haber conocido nada de lo que confusamente esperaba: la vida en su plenitud, la alegría, el interés profundo, el amor. De la casa de la calle de Aribau no me llevaba nada. Al menos, así creía yo entonces" (p.286). 


Carmen Laforet, Nada es demasiado  (LA VANGUARDIA)

Nada, una extraordinaria novela para releer el Día de la Mujer (CADENA SER)

Presentación de la película de Edgar Neville en RTVE




jueves, 4 de marzo de 2021

Un Amor

 

Mesa, Sara. 2020. Un Amor. Anagrama. 

La imposibilidad de comunicación y, como consecuencia, de poder entender una realidad diferente a la que estamos acostumbrados es el tema central de muchas novelas, especialmente cuando esa realidad es la perteneciente a una cultura que no es la nuestra, y cuyos códigos y pilares fundamentales nos causan tal confusión y perplejidad que hacen inviable el acceso a la misma. Hemos visto esta situación en novelas como Mimoun o The Sheltering Sky, en las que un occidental se queda en las puertas de un mundo que le resulta indescifrable en el otro lado del estrecho. 

En esta novela de Sara Mesa, el personaje principal, Nat, no visita el extranjero, pero es como si lo  hiciera; se autoexilia a La Escapa, una pequeña población en la mitad de ninguna parte, aislada del mundo. Nat es traductora, y de la misma forma que lucha por encontrar el camino adecuado entre el bosque de palabras de una lengua extranjera, lo hace por entender a los habitantes de este islote perdido en el corazón de una comarca en el fin del mundo. 

La Escapa es un universo autosuficiente con sus propias leyes, como Obaba. Al intentar entrar en ella, pasamos al otro lado del espejo, como Alicia, y una continua sensación de irrealidad nos envuelve. El primer muro que Nat intenta sobrepasar es el de los hombres. Aludiendo al título del conocido best-seller, podemos decir que en La Escapa los hombres son de Marte y Nat procede de Venus, pues ésta es la primera barrera que la protagonista no consigue superar. Tan sólo Píter se salva, y no del todo, de la pertenencia a un mundo opaco y hostil, de una realidad impenetrable para ella: el hosco, áspero e incomprensible universo masculino.

Una novela sobre la incomunicación, sobre la inutilidad del sexo como medio del conocimiento del otro, sobre la inaccesibilidad al universo de los que nos rodean, donde uno siempre será un extraño, como siempre lo es el último reducto de una lengua extranjera. 

Reseña (EL QUINTO LIBRO)

Reseña (DIARIO DE SEVILLA)


lunes, 1 de marzo de 2021

Llévame a Casa

 


Carrasco, Jesús. 2021. Llévame a Casa. Seix Barral. 

Intemperie, la primera novela de Jesús Carrasco, nos conectaba directamente con la realidad, con una realidad seca, desnuda, sin ropajes. Nos llevaba a una época reciente de la historia de España, los terribles años de postguerra. Lo narrado en esta nueva novela nos lleva a una realidad mucho más cercana y actual, una realidad a la que más tarde o más temprano debemos enfrentarnos todos: la vejez y la etapa en la que nuestros padres se hacen dependientes y necesitan de cuidado. 

La novela contrapone las ilusiones de Juan, el protagonista, un hombre joven que se encuentra poniendo en marcha sus aspiraciones y sueños, con la dureza de la muerte de su padre y el Alzheimer de su madre, que llegan para ponerle entre la espada y la pared. Juan no ha querido afrontar lo que ocurre hasta ahora, y no ha cesado de mirar hacia otro lado, sabiendo que había acontecimientos que estaban a punto de llegar, pero que era mejor no mirar de frente porque suponían tener que renunciar a la vida que deseaba y que estaba comenzando a disfrutar. 

Nos creemos libres; nos han hecho creer que tenemos vía libre para cumplir nuestras aspiraciones y sueños, que cumplirlos solo depende de nosotros, que quien quiere lo consigue, que sólo nuestro optimismo y nuestra tenacidad son la vía para que se cumplan nuestras ilusiones. Nadie quiere advertirnos que la realidad no cuenta con nosotros, que nuestra libertad está condicionada por los recovecos del laberinto de la vida y que ésta termina siendo la dueña y señora. 

Llévame a casa es un recorrido magistral por ese proceso de bajada del limbo de las ilusiones a la tierra de la realidad, de forma realista, sincera y nada lacrimógena. Una novela sobre la familia, los lazos que nos atan, los golpes de la vida, los condicionantes del destino. 

Reseña (EL PERIÓDICO) 

Reseña (LA VANGUARDIA) 

Reseña (DIARIO VASCO) 

Reseña (RTVE)


martes, 9 de febrero de 2021

Circe

 


Miller, Madeline. 2018. Circe. Bloomsbury Publishing. 

(Publicado en español por Alianza Editorial)

El ser humano ha necesitado siempre de la ficción para poder entender la realidad (1). La ciencia es el camino que utilizamos actualmente para ello, pero es un camino que llevamos usando durante un periodo diminuto de tiempo en comparación con toda nuestra vida como Homo Sapiens. Las historias, las religiones y los mitos han cumplido durante miles de años esa misión de intentar explicar el mundo. 

Los mitos siguen vivos y prueba de ello es que son revisitados permanentemente; cada generación vuelve a hacerlos suyos pues tratan de temas eternos inherentes a la condición humana. A lo largo de la historia, Circe ha sido reinterpretada y reinventada de múltiples maneras: la encarnación de la tentación y la embrigaguez, el epítome de la brujería malvada y demoníaca, el ejemplo paradigmático de la mujer fatal y depredadora. Son todas versiones masculinas. En esta ocasión, la historia de Circe es reescrita es toda su complejidad, y desde el punto de vista de una mujer y una óptica feminista. Es una excelente ocasión de revisitar el mito desde una perspectiva contemporánea.

Madeline Miller recrea a Circe, la hechicera de la Odisea, y nos ofrece la misma historia que ya conocemos desde otro ángulo. En la Odisea es la bruja que convierte a sus enemigos en animales y los atrapa gracias a sus conocimientos de herboristería y magia. De la mano de Madeline Miller atravesamos el espejo y lo vemos todo desde el punto de vista de Circe, en una narración en primera persona en la que es ella quien cuenta la historia. Y su historia es la de una mujer que tiene que sobrevivir sola en un mundo de hombres, y que vive en un territorio incierto entre los dioses y los seres humanos. Circe toma de esta forma otra dimensión, lejana a la mera caricatura que nos ofrece la Odisea, transformándose en una mujer fuerte y valiente que ha tenido que salir adelante en un mundo hostil. 

El mito sigue siendo útil para entender la realidad y comprender la naturaleza humana. 

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(1) Eliade, Mircea. 1999. Mito y Realidad. Kairos.  

Entrevista (EL PAÍS) 

Reseña (EL CONFIDENCIAL)

Madeline Miller's webpage


domingo, 7 de febrero de 2021

El Nadador en el Mar Secreto

 

Kotzwinkle, William. 2014. El nadador en el Mar Secreto. Navona (Los Ineludibles). 

Título original: The Swimmer in the Secret Sea (1975). 

Ian McEwan rescató esta pequeña joya del olvido al citarla en su libro Sweet Tooth (Operación Dulce). William Kotzwinkle nos ofrece una narración sorprendente, clara, diáfana y fresca como una noche en pleno invierno norteamericano. Es un chapuzón en las aguas heladas del mar de la realidad más pura y cristalina. No hay titubeos, ni lágrimas, ni rodeos. Es un viaje al corazón palpitante de un acontecimiento de lo más normal y corriente pero a la vez extraordinario por la honda dimensión humana que posee. Un viaje al nacimiento y la muerte. 

La novela narra tan sólo (y ahí es nada) el parto y la muerte del primer hijo desde el punto de vista del padre: el momento de mayor ilusión de la vida seguido de la mayor desilusión. La guadaña feroz que siega la vida recién comenzada sorprende por su golpe certero, puro y limpio. Esa guadaña está siempre al acecho y nos espera tras cualquier esquina, y lo normal es que nos coja desprevenidos. El libro es una lección de cómo afrontar el golpe. Libre de ropajes, de sentimentalismos, de disfraces, Laski, el padre, se enfrenta a lo sucedido abrazando el hecho como es, en toda su dimensión, sin autoengaños ni paños calientes, sin desfallecer ni mirar para otro lado. Me ha recordado a Jenofonte, el filósofo griego que al serle comunicada la muerte de su hijo, respondió con un escueto "Yo ya sabía que lo había engendrado mortal". 

Laski sintió primero aturdimiento, después dolor y a continuación se puso a digerir la realidad de lo ocurrido. En el camino de vuelta a casa tras lo sucedido vivió en su imaginación una vida completa, en uno de los pasajes más hermosos de la novela. 

"Laski circuló por el puente y salió de la ciudad. Al cruzar las vías del tren que atravesaban el barrio pobre en los límites de la ciudad, sus ojos repararon  en una delicada capa de luz, como si un velo traslúcido y reluciente cubriera la mañana , y supo que se trataba del espíritu de su hijo, que viajaba con él. Entonces se vio corriendo con su hijo por el campo, saltando viejas vallas rotas. Caminaban hacia el arroyo y se zambullían en él, luego se ponían a bailar, corrían hasta los árboles y trepaban para quedar por encima de la niebla" (p. 51)

Fue un viaje corto que en su mente pareció durar años, ya que en unas horas vivió toda la vida que debería haber vivido con su hijo, hasta que sintió " que se disolvía en algo remoto, expandido más allá de su propia capacidad de perseguirlo. Ya se va. Ha madurado y me abandona. Adiós, adiós, se despidió mirando hacia el hermoso cielo del este, donde el sol encandilaba los árboles. El viento te hace libre. Los vientos y el sol te hacen grande" (p. 52) 

La forma en la que vive la muerte como una vuelta a la naturaleza tiene resonancias de la sabiduría de las tribus norteamericanas primitivas que acogían la vida y la muerte con la misma naturalidad, como hechos inevitables de la existencia. 

Tras ese viaje imaginario, Laski se pone manos a la obra; ahora su misión es construir el ataúd, lijar maderas, unir piezas, taladrar agujeros, atornillar remates. 

"Construí nuestra casas, con una habitación para él, y ahora le estoy haciendo su ataúd. En nada difiere el trabajo, Solo hemos de seguir adelante, con los ojos abiertos, contemplando con atención lo que hacemos, sin pensar en nada ajeno a la tareas. Entonces, fluimos con la noche" (p. 67) 

Es difícil no recordar el ataúd de la madre de As I Lay Dying, y al personaje de Cash, el hijo que se encarga de fabricarlo, quizás el personaje más cuerdo de toda la novela de Faulkner. La construcción de un ataúd es probablemente la forma de no volverse loco, de permanecer con los pies en la tierra ante la catástrofe que puede llevar a la enajenación si uno se descuida. Laski notó que su mente podía avanzar en direcciones múltiples, y supo que en ese momento no había más remedio que elegir la realidad y acatarla, si no quería perder la razón. 

"Laski bajó la tapa de la caja y de nuevo le pareció estar en un sueño que podía avanzar en la dirección que él quisiera. Pero entonces notó que la realidad se movía en una sola dirección. El bebé nació y murió y yo estoy cerrando la tapa de su ataúd" (p. 85) 

Esa aceptación serena permite que el dolor natural ante lo ocurrido no se transforme en un sufrimiento insoportable, y que todo permanezca envuelto en una capa de ternura y dulzura, la única vía posible de sobrevivir a la crudeza de la realidad. 

"Sintió que Diane estaba a su lado en el silencio profundo y extraño y, aferradas a éste, habitando aquella quietud, vio fundirse la vida y la muerte en un mar calmo y brillante que no tenía fin" (p. 85).  


Reseña (EL CORREO) 

Reseña (EL CULTURAL) 

Reseña (OTRA PARTE) 


domingo, 31 de enero de 2021

A Beautiful Mind


 Howard, Ron. 2001. A Beautiful Mind

Una Mente Maravillosa (en español) es una apasionante historia sobre los recovecos de la mente humana y las formas en que nuestro cerebro puede llegar a distorsionar la realidad. 

La mente de los "sabios autistas" (1)  (que durante mucho tiempo han sido conocidos como "idiot savants"), es un espejo deformado de la mente de cada uno de nosotros. Son personas con altas capacidades cognitivas o artísticas que parecen concentrar todas sus energías en un campo limitado, no dejando recursos suficientes para todo lo demás. Su mente puede llegar a estar tan enfocada exclusivamente en un aspecto concreto, que llega a perder el contacto directo con el resto de la realidad, observándola tan sólo desde un punto de vista. Esta condición cerebral ha sido retratada en otras películas como Rain Man o en libros como Un Verdor Terrible (Benjamín Labatut), que ahonda en la mente de matemáticos que sobrepasan la frontera de la realidad para sumergirse en terrenos metafísicos y realidades paralelas.  

En el caso de de Johm Fober Nash Jr, el matemático en el que está basada la película, el problema también se complica con una de las más enrevesadas enfermedades mentales: la esquizofrenia. Esta enfermedad, padecida por personas que han destacado en todos los campos (Einstein, Van Gogh, Edgard Allan Poe, John Kerouac, Virginia Wolf, Zelda Fitzgerald, Edward Munch, etc), consiste en interpretar la realidad de manera anormal, haciendo caer a quien la padece en alucinaciones y delirios que pueden llegar a ser incapacitantes. 

La película nos engaña haciéndonos ver la realidad desde el punto de vista del protagonista sin avisarnos, y he ahí donde está su fuerza y atractivo, pues consigue ponernos en la piel de la persona que padece una brutal distorsión de la realidad. Me quedo con la escena en la que su mujer le intenta hacer consciente de lo que le ocurre y para ello le pregunta: "¿cómo podemos distinguir lo que es real de lo que no lo es? Quizás la respuesta no esté aquí (le dice señalándole la cabeza) sino aquí (y le pone la mano en el corazón)". Efectivamente, el cerebro puede ser nuestra más perfecta máquina para entender la realidad pero a la vez el más sutil tejedor de engaños, por lo que habremos de usar también la intuición, la corazonada o el pálpito para poder entender lo que realmente sucede.  

(1) Strauss, J. 2014. "Idiots Savants, Retarded Savants, Talented Aments, Mono-Savants, Autistic Savants, Just Plain Savants, People with Savant Syndrome, and Autistic People Who Are Good at Things: A View from Disability Studies". Disability Studies Quarterly 34,3. En https://dsq-sds.org/article/view/3407/3640