martes, 31 de julio de 2018

The Sheltering Sky


Bowles, Paul. 1990. The Sheltering Sky. Paladin

Clément Rosset menciona el cuadro de Pietro Longui "El Rinoceronte" como ejemplo de la perplejidad que causa la realidad y la existencia cuando se extrae de su contexto habitual y se enfrenta a su propia extrañeza y sensación de absurdidad (Principios de Sabiduría y Locura, p. 76).


Esta es la situación a la que llegan los personajes de esta novela, occidentales ricos que se empeñan en acceder al corazón de África como viajeros intrépidos que en realidad nunca dejan atrás el lastre de su equipaje. A medida que el desierto se hace más eterno y el cielo más plomizo, van desapareciendo todos los espejismos que esperaban encontrar en el camino, para encontrarse desnudos, atónitos, impotentes, humillados por la inabarcable e incomprensible realidad que los envuelve.

Son varios los espejismos o ilusiones que caen por el camino. La primera ilusión: creer que el Viaje con mayúsculas es posible. "He did not think of himself as a tourist; he was a traveller... whereas the tourist hurries back home at the end of a few weeks or months, the traveller, belonging no more to one place than to the next, moves slowly, over periods of years, from one part of the earth to another" (p.13). Port se cree superior, un Viajero con mayúsculas, ¿pero acaso es posible el Viaje? ¿Llegamos a conocer el corazón de la realidad de los lugares a los que viajamos? ¿No nos llevamos una ilusión de su apariencia, y rasgamos tan sólo unos milímetros más allá de su superficie?

La segunda ilusión: creer que podemos encontrarnos a nosotros mismos en otro lugar que no sea aquél en el que ya estamos. Port y Kit huyen de su realidad habitual, sin saber muy bien hacia dónde van, creyendo que pueden encontrar el corazón de sí mismos en algún sitio diferente. Pero esa es una búsqueda fútil, pues aquel a quien buscamos en ese otro lugar no será otro que un doble o un espejismo: "she remained awake, the nascent light invading her eyes, and still no corresponding aliveness awoke within her; she had no feeling o being anywhere, o being anyone" (p. 269-70).

La tercera ilusión: creer que la falta de comunicación en la pareja o entre los seres humanos en general puede solucionarse cambiando las circunstancias externas. Port y Kit se buscan el uno al otro, pero a la vez viven en mundos opuestos, y el entorno cada vez más agresivo y la realidad cada vez más descarnada no hace sino dejar en carne viva todos su continuos desencuentros: "Kit, Kit. I'm afraid, but it's not only that. Kit! all these years I've been living for you. I didn't kow it, and now I do. I do know it! But now you are going away" (p.193).

La cuarta ilusión: creer en nuestro poder ilimitado, en que somos invencibles, incluso que podemos dominar la misma muerte. Pero la realidad siempre vence, y solo una actitud de aceptación de la misma tal cual es nos puede salvar: "Death is always on the way, but the fact that you don't know when it will arrive seems to take away from the finiteness of life... How many times will you watch the full moon rise? Perhaps twenty. And yet it all seem limitless" (p.212).

La quita ilusión, la mayor, creer que hay algo más allá que nos proteja que no seamos nosotros mismos: "Before her eyes was the violent blue sky -- nothing else. For an endless moment she looked into it. Like a great overpowering sound it destroyed everything in her mind, paralysed her. Someone once had said to her that the sky hides the night behind it, shelters the person beneath from the horror that lies above" (p. 280).

Todas las ilusiones van deshaciéndose conforme se avanza en la realidad del desierto para comprender que la certidumbre es el mayor espejismo: "Life is amazing. Nothing ever happens the way one imagines it is going to. One realizes that most clearly here; all your philosophic systems crumble. At every turn one finds the unexpected" (p.224).

Solo hay un lugar donde encontrar la paz: en el centro de uno mismo. Hay un momento en la novela, en el que Kit ya se encuentra absolutamente sola, en el que se relaja y ya no quiere ir a ninguna parte, y se abandona en el momento presente. Esa es la única salvación posible, la apreciación de ese instante de soledad absoluta y la vez unión con todo: "'Whenever I'm about to be happy I hang on instead of letting go.' She kicked off her sandals and stood naked in the shadows. She felt a strange intensity being born within her. As she looked about the quiet garden she had the impression that for the first time since her childhood she was seeing objects clearly. Life was suddenly there, she was in it, not looking through the window at it. The dignity that came from being a part of its power and grandeur, that was a familiar sensation, but it was years ago that she had last known it" (p.220).

He releído el libro yendo hacia Merzouga, siendo testigo de la inmensidad del desierto. No se podía haber elegido un mejor lugar como telón de fondo de esta historia: el mayor creador de espejismos.


Review (The Guardian)

Review (The Independent)

Review by Tennessee Williams (New York Times) 

The Sheltering Sky map tour  

Interview to Bernardo Bertolucci

Film review



martes, 17 de julio de 2018

Elogio del Olvido


Rieff, David. 2017. Elogio del Olvido. Las Paradojas de la Memoria Histórica. Debate.

Es difícil, tras ver Shoah, leer un libro cuyo título es Elogio del Olvido. ¿Es un deber moral mantener viva la verdad o es necesario olvidar para sobrevivir?

Rieff comienza con el Eclesiastés: "No hay memoria de lo que precedió, ni tampoco de lo que sucederá habrá memoria después" (p.17). También cita a Karl Lowith en su obra maestra El Sentido de la Historia: "Preguntar seriamente por el sentido fundamental de la historia nos quita el aliento. Nos traslada a un vacío que sólo la esperanza y la fe pueden colmar" (p.19). Por eso, "la ilusión de que nada de lo que nos importa a los que vivimos ahora será olvidado por la posterirdad a lo largo de los milenios tiene, desde luego mucho futuro" (p.22). Esperanza, fe, ilusión: estos son los clavos ardiendo a los que nos agarramos para creer que lo que ha ocurrido será recordado.
Estas son las razones a largo plazo que Rieff esgrime para hacernos conscientes de lo fútil y vano de la creencia en la permanencia de la memoria histórica. Tal y como dice Kipling en su poema "Fin de Oficio" (p.23):

"El narciso de temporada
nunca se entera
qué cambio, qué azar o qué frío
segó los del año anterior;
pero su semblante atrevido
y poca idea
supone que sus siete días continuos
serán perpetuos."

Estos son los razonamientos a largo plazo, imposibles de rebatir: toda memoria desaparecerá finalmente. Pero  ¿y a corto plazo? En este caso, Rieff da la razón a Nietzsche: "No hay hechos, solo interpretaciones" (p. 52). La memoria histórica tiende a envolver la verdad y la historia de mitos que se alejan de la realidad y "ha conducido con demasiada frecuencia a la guerra más que a la paz, al rencor y al resentimiento (que parece cada vez más la emoción que caracteriza nuestra época) más que a la reconciliación, y a la determinación de vengarse en lugar de comprometerse con la ardua labor del perdón" (p. 57)

Rieff expone entonces la duda central de su libro: "¿Y si a largo plazo el olvido fuera inevitable, mientras que en un plazo relativamente breve el recuerdo de un caso de mal radical, hasta la Shoá misma y sin excluirla, no lograra ni siquiera proteger a la sociedad de sus futuras ocurrencias?" (p. 76) Y más adelante vuelve a preguntarse: "¿Y si el sacrificio moral y humano, al menos en algunos lugares y en algunas ocasiones históricas, que implica el imperativo moral de recordar es demasiado aflictivo para que merezca la pena recordarlo?" (p.77).

Según Rieff, tanto Margalit como Todorov son plenamente conscientes de que se puede abusar de la memoria colectiva, ya que hoy en día, todo el mundo, ya sean fascistas o multiculturalistas, reivindican la misma (p.82). Rieff, por ejemplo, critica el Museo del Holocausto de Estados Unidos, donde al principio y al final de la visita se ven los estandartes estadounidenses como liberadores y las imágenes de Ben Gurión proclamando la independencia de Israel (p.103). Rieff está a favor de la verdad histórica (p.105) pero sin los aderezos, mitos y ropajes que le añade la memoria colectiva. La memoria colectiva es siempre subjetiva y víctima de los prejuicios de su tiempo, tal y como demuestra el hecho de que la película de Max Ophuls Le Chagrin et la Pieté estuviera prohibida durante 12 años en Francia, debido a la manera descarnada en la que mostraba el colaboracionismo francés con los nazis durante el régimen de Vichy (p. 107).

Se mencionan los casos de Juana de Arco, William Wallace, Robin Hood o las Cruzadas como ejemplos de cómo la historia se manipula según las conveniencias del presente. Rieff afirma que existe la memoria colectiva, pero sólo metafóricamente, y por tanto, llena de distorsiones. "Por lo general -- y con razón-- nos referimos a la metáfora como una irrupción del deseo, concretamente el deseo de transformar la vida reinterpretándola, dándole un relato distinto. Expresa un deseo de libertad y de reemplazar el mundo dado por otro imaginario de creación propia" (Danis Donoghue)(p.142). Es cierto que el mito y la leyenda se cuelan siempre en el imaginario colectivo de los seres humanos, ¿pero eso nos cierra la puerta hacia la búsqueda de la verdad histórica y la justicia? ¿No es una aspiración digna, por ejemplo, recordar lo ocurrido con Víctor Jara 40 años después?

Rieff cita casos como el perdón de Pinochet (argumenta que si Baltasar Garzón hubiera actuado antes, quizás la transición democrática en Chile no se habría producido, p.85) o el pacto del olvido en España tras la muerte de Franco, como ejemplos en los que el olvido ha sido promovido en aras de la paz. Según el autor, "los que afirman que no puede haber paz sin justicia se ciegan a ellos mismos y no ven la realidad. El hecho lamentable es que la historia está repleta de casos en los que el desenlace trajo la una negando la otra" (p.114). Rieff no sostiene que "el olvido sea una respuesta adecuada en los casos en los que la justicia o el perdón (o ambos) constituyen una opción realista, que son muchos" (p. 124). Pero hay otros muchos casos en los que no es posible, y es cuando hay que darle al olvido una oportunidad (p.125).

La pregunta que se hace el lector es: ¿Y quién decide cuándo estamos ante un caso o ante otro? ¿El poder? ¿Los que cometieron la injusticia? ¿Los que la sufrieron? ¿Cuándo hacer borrón y cuenta nueva? En un país donde las heridas de una terrible guerra civil y cuarenta años de dictadura no se han cerrado en absoluto, aún siguen siendo muchos los que reivindican justicia para poder realmente sentirse en paz. ¿Tenemos el deber de olvidar?


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Donogue. D. 2014. Metaphor. Harvard University Press
Lowich. K. 1956. El Sentido de la Historia. Aguilar.
Margalit, A. 2002. Ética del Recuerdo. Herder.
Todorov. 2013. Los abusos de la memoria. Paidós Ibérica.


Presentación del libro en Madrid

Cumplir con el deber de olvidar (artículo de David Rieff en EL PAIS)

Reseña en EL CULTURAL 

Reseña de Muñoz Molina

Desmemorias (Muñoz Molina)

La memoria histórica se convirtió en un negocio (Javier Cercas)

Muñoz Molina: elogios al olvido (Asociación para la Memoria Histórica)

Baltasar Garzón inicia investigación sobre desaparecidos del régimen de Franco

Baltasar Garzón (Memoria Histórica) 

Entrevista a Baltasar Garzón

Contra los comisarios del olvido (Juan Gelman)

Justicia al fin para Víctor Jara

Condena asesinos de Víctor Jara




martes, 10 de julio de 2018

Shoah


Lanzman, Claude. 1985. Shoah.

Ha muerto Claude Lanzmann, y no hay mejor homenaje que la visión de su película, que se ve igual que se lee un libro, por sus casi 10 horas de duración.

El documental es una de las formas de acercarse a la realidad e intentar comprenderla. Shoah es un buen ejemplo de ello. Sin artificio, sin narrador, sin música. Solo testigos recordando ante la cámara uno de los más crueles momentos de la historia. Realmente, al verla, solo cabe el silencio, el espanto, la perplejidad, el estupor:

¿Cómo es posible tolerar una realidad así?
¿Cómo sobrevivir habiendo sido testigo de ello?
¿Cómo sobrevivir habiendo estado implicado y sido cómplice?
¿Es la esperanza necesaria y posible?
¿Es el disfraz de la realidad aconsejable?
¿Es el olvido la única manera de seguir viviendo?


En la primera parte, un testigo cuenta lo que se les decía a los que iban a ser gaseados: "We need all trades... We need nurses for our soldiers... we need all of you... But first, undress... you must be disinfected... We want you healthy". A continuación de este discurso de bienvenida, el testigo cuenta cómo se sentían los recién llegados: "I could see the people were calmer, reassured by what they had heard, and then they began to undress. Even if they still had doubts, if you want to live, you must hope".

En la segunda parte, otro testigo narra la historia de una mujer recién llegada al campo de exterminio que, gracias a un conocido, conoce la verdad de lo que le va a ocurrir. Ella se lo cuenta a sus compañeros, pero ellos prefieren no creerla y deciden que había enloquecido, apartándola para no escucharla.

La esperanza inocente, la negativa a ver la realidad tal cual es... ¿son a veces las únicas formas de sobrevivir y seguir adelante? ¿Es necesario en determinadas circunstancias, como en la película La Vida es Bella, disfrazar la realidad, engañar y engañarse, para poder seguir viviendo?




Shoah (Wikipedia) 

Mort de Claude Lanzmann: l'artiste et le néant (David Rieff) 

Muere Claude Lanzmann, cineasta de la memoria (EL PAIS)

En la muerte de Claude Lanzmann (DIARIO DE SEVILLA)

Entrevista (DIARIO DE SEVILLA)

Reseña 








lunes, 9 de julio de 2018

Principios de Sabiduría y de Locura


Rosset, C. 2008. Principios de Sabiduría y de Locura. Marbot Ediciones (Traducción de Alberto E. Espinosa con la colaboración del autor)


"Hay que decir y pensar que lo que es es,
pues lo que existe existe, 
y que lo que no existe no existe: 
te invito a meditar sobre esto.
Nunca forzarás a existir lo que no existe."

Este texto de Parménides sirve a Clement Rosset para reivindicar una nueva lectura de este filósofo, totalmente opuesta a la que se ha hecho habitualmente. ¿Por qué se ha hecho una interpretación "platónica" de Parménides? Por la siguiente razón: "Estas sentencias tropiezan con un sentido común, o con una sensibilidad común que, en los hombres, están mucho más dispuestas a admitir que lo que existe no existe del todo, y que lo que no existe posee un vago crédito en relación con la existencia" (p.13).

Según Rosset, estas palabras de Parménides son "aterradoras porque confrontan al hombre con una realidad de la que no hay escapatoria ni alternativa posible" (p.14). "Ninguna realidad ha estado nunca sujeta a la alteración, al pasado o al devenir. Existir equivale a ser uno mismo y a serlo ahora -- no otro, ni antes, ni después, ni en otra parte: inalterable, inalterado, imperecedero, inmóvil" (p.23)

Esta afirmación, siguiendo a Rosset, no tiene nada que ver con la teoría platónica de las Ideas, según la cual lo real ha sido siempre real y lo verdadero siempre verdadero. Debemos quitar el ropaje platónico a Parménides, pues éste habla sólo del presente absoluto, que es en realidad lo único que existe.

Se utilizan ejemplos literarios sacados de Moliere (Trapacerías de Scapin) o de Joseph Conrad (Juventud),  películas como Besos Robados de Truffaut , óperas como Carmen de Bizet para mostrar la dificultad de los personajes en admitir que la existencia existe y aferrarse al pasado o a la alucinación de un futuro que se considera necesario. Cada uno de ellos es un "valioso ejemplo de la frenética curiosidad de nuestra naturaleza, que se divierte en ocuparse de las cosas futuras, como si no tuviera bastante con digerir las presentes" (Montaigne, p.45)

Rosset combate a Heidegger y a Rousseau , a los que acusa de "alucinación filosófica" (p.51) o "disociación fantasmal" (p.52) cuando intentan separar la existencia mística de la presencia de la realidad, de la misma forma que según él, también lo hacen los estoicos: "Esta distinción, casi esquizofrénica, entre una existencia buena por esencia y unas cosas existentes más o menos malas estaba ya presente, como es sabido, en la moral estoica" (p.55).

A continuación, Rosset analiza tres modos especialmente intensos de vivir afectivamente el sentimiento de la existencia: la náusea, el júbilo y la sorpresa, deteniéndose especialmente en este último: la extrañeza, el asombro, el estupor (yo también añadiría la palabra perplejidad) ante lo que existe. "Toda existencia, percibida en cuanto tal, en la extrañeza del propio hecho de existir, es en buena medida desconcertante y provoca un efecto de estupor pasajero, comparable al que nos relata Freud*, quien percibe bien que se asombra por la existencia de la Acrópolis" (p.81). Esta sensación de sorpresa, extrañeza y asombro por nada puede ser mejor representada que por la música: "Música y mundo tiene en común el no encomendarse a ninguna causa exterior a ellos mismos... esa es la razón de que Schopenhauer percibiera precisamente la música como la quintaesencia de la realidad, el modelo de existencia que evoca de la manera más aguda el misterio de toda existencia" (p.73).

Posteriormente Rosset analiza las bases de la locura: "Tomar en consideración lo que no existe, actitud característica de la sensibilidad romántica, si se la considera en un sentido muy amplio e intemporal, es también y ante todo el principio general de toda locura" (p. 83). Esta actitud o propensión no es algo característico de unos pocos, sino que es lo común en el ser humano: "El gusto por lo irreal constituye una chifladura que afecta a la mayoría de los seres humanos" (p.84). Este interés por lo que no existe ya fue analizado por Montaigne: "el vínculo que une la "diversión" y la incapacidad de desear, el marcado interés por lo que está en otro sitio es el exacto y triste reflejo de la escasez del interés que suscita lo que está aquí... la preferencia que se da al fruto imaginario con respecto al fruto que se come es el índice certero de una falta de apetito" (p.98). ¿Por qué no podemos aceptar, conformarnos, gozar con lo real? ¿Por qué no podemos dejarnos guiar por el cuerpo, como aconseja Montaigne?

De nuevo Rosset repasa ejemplos literarios de esta "pasión absoluta por codiciar un objeto absolutamente irreal" (p.104): Don Casmurro y El Alienista (Machado de Assis), Otelo y el Cuento de Invierno (Shakespeare), El Perro del Hortelano (Lope de Vega) o los personajes de las Memorias de Saint-Simon para demostrar "la necesidad de alimentarse de bienes imaginarios nacida de una incapacidad de satisfacerse de los bienes reales"(p.115).

Por último, Rosset analizar otra forma de tergiversar la verdad, que es la crápula, la existencia desdoblada, el doble: "el ser existe, pero es doble, posee tal plasticidad que puede, sin dejar de ser lo que es, set también totalmente otro" (p.117). Este tema, ya tratado por Rosset en Lo Real y su Doble, se centra aquí en la utilización crapulosa del doble, cuando se utiliza una forma de hablar contradictoria para recusarlo. Por ejemplo:  "En La Oreja Rota, el bandido Ramón ordena a su cómplice que ejecute a Tintín, pero se siente obligado a añadir: "Hazlo rápido, alonzo. Ya sabe' que detesto las ehecucione' capitale" (p. 119). Un tema íntimamente unido a la moral (Rosset asimila la moral kantiana a la de los truhanes o terroristas, p.165)

Se añaden varios apéndices de los cuales el más interesante es el llamado "El espejo de la muerte", donde tras identificar a nuestro cadáver como "un doble absoluto, perfecto, irrecusable, las imagen más fiel que pueda obtener de mí mismo" (p. 152), analiza la dificultad de aceptarlo, y esta no aceptación es "lo principal de la sustancia de la que están hecho los fantasmas. Nada más necesario, en efecto, si se desea mantener una diferencia entre el hombre y su cadáver, que la existencia de los fantasmas" (p. 155)

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* Freud, S. 1984. Psicología de las Masas. Más Allá del Principio de Placer. El Porvenir de una Ilusión. Alianza

Reseña

domingo, 8 de julio de 2018

Habitaciones de Soledad y Miedo


Romero, V. 2016. Habitaciones de Soledad y Miedo. Akal.

La filosofía, la literatura, el cine pueden ser instrumentos de aproximación a la realidad. Pero sin duda el medio más directo para acercarse a ella es el periodismo de campo, el del reportero. Este libro es un monumento del periodismo, un baño de realidad. En una época en la que peligra una profesión tan fundamental para la búsqueda de la verdad, una época dominada por la distorsión permanente de la realidad, en la que las redes sociales han sustituido al periodismo serio y comprometido, la lectura de un libro como este es un regalo.

Vicente Romero nos invita a recorrer con él las habitaciones de hoteles donde se ha alojado a lo largo de su vida profesional para ejercer su oficio de reportero: Mozambique, Siria, Kosovo, Chad, Iraq, Tanzania, Guinea Conakry, Sierra Leona, Bosnia, Somalia, Chechenia, Argelia, Ruanda, Zaire, Colombia, Vietnam, Camboya, Uganda, República Centroafricana, Guatemala, Paraguay, Sudán, Kenia, Tíbet, Haití, Argentina, Chile, Nicaragua, Filipinas, Singapur, Kenia, USA (Las Vegas y Nueva York), Angola, Congo, Etiopía, Guatemala, El Salvador, Liberia, Rusia (Moscú), Perú, Hong Kong, Afganistán, Guantánamo...

La introducción es un ejercicio de honestidad y sinceridad, de humildad ante el vértigo de la realidad:

"El único estado de lucidez posible es la perplejidad... La realidad puede ser tan contradictoria que resulte incomprensible. Los instantes que de ella percibimos y describimos los periodistas sobre el terreno suelen reducirse a aproximaciones fragmentarias e imágenes desenfocadas... siempre intuí que era imposible "entender el mundo" cuyos acontecimientos puntuales tenía que explicar en mis crónicas... la vida --nuestra realidad inmediata, sigue inalterada e inalterable después de haber resido o llorado frente a la pantalla... la continua sensación de impotencia intelectual conduce a un territorio vecino de la bipolaridad o la esquizofrenia... tal ves, simplemente, haya que admitir la "inevitabilidad del absurdo" y aplicar una cierta "lógica de la locura" al trabajo de contar la realidad" (pp.7,8,9).

Quizás, como le pasa a Don Quijote, sean la perplejidad y la locura las única salidas ante la dificultad para aceptar y digerir la realidad, ante el reconocimiento de la impotencia al que conduce la lucidez.
Los únicos que no se dejan vencer por la impotencia son los misioneros a los que llama ángeles , y sus misiones los únicos lugares donde encontrar algo de humanidad entre tanta sufrimiento: "Sé desde hace tiempo que los milagros no existen. Y que los hacen los hombres, a fuerza de tesón. Después del misterio de los Reyes Magos, a los niños habría que revelarles que los ángeles son los hombres" (p.124).  "Incluso para un viejo agnóstico como yo, algunos relatos (de estos misioneros) son infalibles medicamentos para el ánimo" (p. 64).

En cambio, las ONGS internacionales no salen bien paradas en el libro: "Frente a los esfuerzo de la Cruz Roja local, la desidia de CICR y de ACNUR se traducía en que los refugiados fueran tratados como ganado, sin recibir apenas información sobre su destino y sometidos a un trato vejatorio" (p.69). "La negligencia de los funcionarios de ACNUR, que ni siquiera censaron a los refugiados, se sumó en Zaire a la complicidad de la tiranía de Mobutu" (p.166). "Esa inseguridad era la razón de fuerza mayor con que ACNUR justificaba que ninguno de sus funcionarios se desplazara hasta la frontera para recibir a los refugiados... ¡menos mal que los bomberos no dicen lo mismo cuando hay un incendio!" (pp. 294-5).

Vicente Romero tampoco permanece complaciente ante el que es, según él, el verdadero objetivo de la ayuda humanitaria: "La verdad imposible de reconocer es que la ayuda alimentaria internacional nunca ha pretendido acabar con el hambre en el mundo, sino tan solo evitar que los hambrientos lleguen a morirse...su objetivo es evitar escándalos que evidencien la absoluta desigualdad del reparto mundial de la riqueza" (p.433).

¿Cómo quedarse quieto ante la presencia de la realidad? Vicente Romero asegura que cuando la realidad explota ante los ojos, es imposible la objetividad. "¿Quién es ese personaje siniestro y frío, incapaz de conmoverse ni de sentir la necesidad de intervenir en auxilio de un ser indefenso, y que apunta con detalle los hechos atroces que presencia? Se trata de un periodista en ejercicio de sus funciones pero gravemente afectado por el "síndrome de de la objetividad informativa""(p.193) " Los hechos han de contarse con palabras que reflejen la rabia, la impotencia, la solidaridad del ser humano que ejerce el periodismo. La objetividad implica complicidad y cobardía" (p. 194)

El autor hace suyas las palabras de Ziegler: "La primera tarea del hombre de Occidente, heredero de los principios de solidaridad internacional y de ayuda entre los pueblos, es conservar el sentido del horror" (p. 492). El horror, el horror del corazón de las tinieblas.

"Bertold Bretch describió así su propia perplejidad: 
"Me dicen: "¡Come y bebe, goza de cuanto tienes!
pero, ¿como puedo comer y beber
si al hambriento le quito lo que como 
y al sediento le falta mi vaso de agua? 
Sin embargo, como y bebo"  (p.8)

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Libros citados por Vicente Romero que merecen ser leídos:
El Hambre en el Mundo Explicada a mi Hijo (Jean Ziegler)
Ante el Dolor de los Demás (Susan Sontag)
El héroe Inexistente (Ramón Lobo)
La Resistencia (Ernesto Sábato)
Cambiar el Mundo sin Tomar el Poder (John Halloway)
Nadie es Neutral en un Tren en Marcha (Howard Zinn)


Reseña de la editorial

Artículo de Vicente Romero sobre su libro

Página web de Vicente Romero

Las tinieblas del poder 

El orden criminal del mundo


viernes, 6 de julio de 2018

La Herida de Spinoza


Serrano, V. 2011. La Herida de Spinoza. Felicidad y política en la Vida Posmoderna. Anagrama

"Al principio de este libro, describí a Spinoza como a la vez brillante y exasperante. Las razones por las que lo considero brillante son evidentes, pero una razón por la que lo considero exasperante es la tranquila certeza con la que se enfrenta a un conflicto que la mayoría de la humanidad todavía no ha resuelto: el conflicto entre la opinión de que el sufrimiento y la muerte son fenómenos biológicos naturales que hemos de aceptar con ecuanimidad (pocas personas cultas pueden dejar de ver la sabiduría de hacerlo así) y la inclinación no menos natural de la mente humana a chocar con dicha sabiduría y sentirse descontento con ella. Queda una herida, y me gustaría que no fuera así. Y es que prefiero los finales felices".

Este es el párrafo del libro del neurocientífico Antonio Damasio Looking for Spinoza que motiva este magnífico ensayo. La principal característica de la filosofía de Spinoza es su aceptación serena de lo real, de nuestros límites, de nuestra finitud, de nuestra naturaleza. Damasio, que concuerda en todo lo demás con Spinoza, no consigue encajar esta aceptación. Vicente Serrano utiliza esta rendija, esta discordancia, para analizar la forma en la que la posmodernidad concibe la realidad: la preponderancia del deseo y de la voluntad de poder, de un poder sin límites, que no reconoce ninguna servidumbre a la realidad ni se humilla ante ella.

En el fondo, es el mismo tema que desarrolla Harari en Homo Deus: creemos que la realidad está a nuestro servicio y no al revés, que podemos moldearla y domarla a nuestro antojo; tal es el espejismo de nuestra civilización, dentro de la cual, son por supuesto la Ciencia y la Tecnología las nuevas Diosas, y dentro de este parámetro es donde se encuentran también las neurociencias, y por tanto Antonio Damasio como neurocientífico. La aceptación de la realidad se ve como una humillación ante la cual nunca hay que rendirse: el aumento constante de poder, el crecimiento del dominio sobre todo, esa es la guía: "la palabra clave de la ética y la política moderna es crecimiento, crecimiento hasta el infinito, indetenible o sostenible, da igual" (p.107).

"El pragmatismo es la escuela que mejor resume y condensa el principio moderno con arreglo al cual la acción es todo y por tanto la naturaleza ha sido ya suprimida definitivamente... Saber es poder no tanto en el sentido de la que la técnica es ideología o instrumento de dominación, que también. Su significado es más radical: la técnica, poiesis, es la realidad y como tal absorbe todo lo que no es ella, todo lo que le ofrece resistencia, irremisiblemente, hasta el infinito y más allá" (pp. 120-121).

Vicente Serrano hace un repaso de esta dicotomía de aceptación de la realidad frente a dominio y poder sobre la misma, comenzando por Spinoza y Descartes, siguiendo por Hume, Kant, Ruosseau, Marx,  hasta llegar a la posmodernidad, deteniéndose sobre todo en el concepto de biopolítica acuñado por Foucault y desarrollado por otros como Ambagen o Esposito: "la biopolítica aparece como un corolario de la modernidad cuando los distintos velos que han ocultado su rostro han caído y nos encontramos de frente con la omnipotencia como su principio y con el límite como el pecado fundamental" (p. 144). Es decir, "el objeto último del poder es la vida misma en su sentido biológico" (p.145).

Esta visión de la realidad llega por supuesto al mundo de los afectos, y en última instancia, al amor mismo: "El reconocimiento del otro sólo es compatible en la medida en que no resta nada de la posibilidad omnipotente... en un universo en el que lo que prima es la lucha por el poder, el amor sólo puede tolerarse si alimenta las relaciones de poder o al menos si no las daña ni un ápice" (p.199)

El autor termina analizando la película Leaving Las Vegas por considerar esta ciudad como símbolo de la felicidad biopolítica: "Las Vegas representa el universo posmoderno en los términos que hemos descrito porque es la negación y la huida de lo real, o si se prefiere la afirmación de eso que Baudrillard llamó hiperreal" (p.210). Yo añadiría otro lugar emblemático de este poder omnipotente: Silicon Valley y la Singularity University, con científicos como José Luis Cordeiro que afirman que la inmortalidad está a la vuelta de la esquina.


Damasio, A. 2003. Looking for Spinoza. Harcourt.
Foucoult, M. 2003. El Nacimiento de la Biopolítica. Akal.
Harari, Y. 2016. Homo Deus. A Brief History of Tomorrow. Vintage.

Reseña de la editorial

Reseña de EL PAIS 

Conferencia de Vicente Serrano

José Luis Cordeiro 

miércoles, 4 de julio de 2018

Breve Tratado de la Ilusión

Marías, Julián. 2018. (3ª ed). Breve Tratado de la Ilusión. Alianza Editorial.

Ha sido una suerte que Alianza Editorial haya vuelto a editar este libro de 1984, que en algunos aspectos ha quedado desfasado, sobre todo en todo lo referente a los aspectos de género, pues incluye apreciaciones que hoy en día, más de 30 años después, pocos se atreverían a repetir.

Dejando esto atrás, su lectura me ha aclarado un importante matiz de la palabra "ilusión", que desde hace tiempo me venía causando problemas, al notar que su uso tanto en inglés como en francés nunca se encontraba envuelto en la acepción positiva que en español también tiene esta palabra.

La lectura del primer capítulo del libro aclara esta interesante diferencia. En un principio, la palabra "ilusión" en castellano tenía solo el significado negativo: engaño, burla, aprehensión errada, falsa aparición, alucinación, que es el único sentido que sigue teniendo en las demás lenguas: "Con una excepción: en español, desde un momento que será menester precisar, aparece un sentido completamente distinto, positivo, valioso, que alcanza la más alta estimación. Es el que tiene en expresiones como "tener ilusión" por algo o por alguien; hacer una cosa "con ilusión"; una cosa es "hacerse ilusiones" y otra bien distinta "estar lleno de ilusión". No es lo mismo "ilusorio" que "ilusionante"; en nada se parece "ser un iluso" a "estar ilusionado" (p. 17).

A partir de aquí, Julián Marías deja a un lado el significado negativo, y se interesa por el positivo: "esa es la ilusión por la que vale la pena preguntarse" (p. 17). En primer lugar, hace un interesantísimo recorrido filológico por los albores de la nueva acepción, para continuar preguntándose por qué ésta solo aparece en nuestro idioma y llegando a enraizarla con nuestro carácter e idiosincrasia.

El ser humano tiene una condición que Marías califica de futuriza: "siendo real y por tanto, presente, actual, está proyectada hacia el futuro, intrínsecamente referida a él en la forma de la anticipación y la proyección. Esto, claro es, introduce un "irrealidad" en la condición humana, como parte integrante de ella, y hace que la imaginación sea el ámbito dentro del cual la vida humana es posible" (p.43).  "La ilusión significa anticipación. Afecta primariamente a los proyectos y, naturalmente, a sus términos. El título de Pedro Salinas, Víspera del Gozo, conviene admirablemente a la ilusión (p.44). Como ejemplo perfecto de esta víspera del gozo, se cita la forma en que es vivida la noche de Reyes Magos en la infancia.

Una definición tan bella, no obstante, contiene el problema de que "el futuro no es real, sino que será; y habrá que agregar: acaso" (p.44). Es por ello que Marías concede que el nuevo significado, el positivo, no se ha desprendido nunca del viejo y el negativo: "Lo que nos ilusiona puede resultar ilusorio; el objeto de la ilusión puede fallar; a la ilusión la acecha la posibilidad de la desilusión" (p. 44)

Una ves definido y acotado el término, el autor analiza en qué consiste esta ilusión y su relación con la imaginación, con la niñez, con  la anticipación, con la impaciencia, con la desilusión:

"Ningún goce es comparable al que es cumplimiento de una ilusión... pero la vida no se detiene... como una sombra, se proyecta sobre la ilusión realizada la inquietud por su fugacidad... de ahí que la alegría y la melancolía sean inseparables dentro de la ilusión... por eso la ilusión, lejos de ser un fenómeno psíquico, un mero estado de ánimo, es un acontecimiento dramático de la vida humana" (pp.54-55).

Continúa Marías analizando la relación entre ilusión y deseo, ilusión y vocación, ilusión y amor paterno-filial, ilusión y amistad, ilusión y relación maestro-discípulo, ilusión y belleza, ilusión y enamoramiento, ilusión y futuro, ilusión y pasado, y finalmente, ilusión por lo que el llama el "Gran Ausente" (Dios).

De la misma forma que empieza por una capítulo lingüístico, termina con otro dedicado a la diferencia entre el verbo "ilusionar" o "ilusionarse", que "significa la acción o proceso por los que se llega a la ilusión o se provoca en otro"(p. 146), y aquel otro verbo que indica el estado de la vida del que está ilusionado, dominado por la ilusión: "Es maravilloso que ese verbo exista, y que sea precisamente otro de esos prodigiosos hallazgos de la lengua española, otro de los secretos de esa manera de instalarse y proyectarse que es la nuestra. Ese verbo es el extrañísimo desvivirse" (p.147).

Julián Marías termina uniendo las dos palabras para concluir con una absoluta defensa de ambas: "La forma plena y positiva de desvivirse es tener ilusión: es la condición de que la vida, sin más restricción, valga la pena ser vivida" (p. 150)

Surgen  tras la lectura del libro las siguientes preguntas: ¿es realmente posible despojar a la ilusión de su originario sentido negativo? ¿Merece la pena correr el riesgo de la ilusión?¿Debemos confiar en ella y desvivirnos por lo que nos ilusiona? ¿Cuál es la relación entre la ilusión (en el sentido positivo) y la realidad? ¿Hasta qué punto puede esta ilusión alejarnos de la realidad o por el contrario, ser realmente necesaria para enfrentarnos a ella?




domingo, 1 de julio de 2018

Historia de la Estupidez Humana


Voltes, P. 1999. Historia de la Estupidez Humana. Espasa Bolsillo

¿A qué se debe nuestra falta de lucidez para ver la realidad tal cuál es? ¿Es un problema de capacidad o de voluntad? ¿Cuales son los velos que nos impiden ver las cosas como son? Este tema es clave en nuestra condición humana, yo diría que central para nuestra dignidad y felicidad, por ser la fuente de la mayoría de nuestros errores y angustias. Un libro como este puede iluminar muchas de las causas que provocan esta incapacidad o esta falta de voluntad.

¿Cómo es posible que los troyanos se dejaran embaucar con el caballo? ¿Cómo es posible que el sistema sideral de Ptolomeo estuviera vigente durante dos mil años? ¿Cómo es posible que el sabio Pitágoras se dejara hipnotizar por los significados esotéricos de los números? ¿Cómo es posible que la esclavitud fuera vista con normalidad en tantas épocas y por personas tan sabias? Pedro Voltes analiza estos y muchas otros ejemplos de estupidez que durante siglos y milenios quedan estancados como virus parásitos en la mente de los seres humanos.

Los milagros de los vendedores de la falsa juventud, las fantasías y supersticiones de los libros medievales, los inventos para mover masas como las cruzadas, los horóscopos, las profecías, la interpretación de los sueños, las locuras del amor, las promesas de los afrodisíacos, el fin del mundo, los juicios por ordalías, la alquimia, los procesos a animales, los fraudes de la ciencia y la medicina, los embaucadores y falsificadores, las locuras de reyes y gobernantes, la difusión de noticias falsas, el uso de la propaganda... todos estos y muchos más aparecen como el muestrario de la falta de límites en la imbecilidad humana.

Libro cómico y trágico a la vez, pues nos pone cara a cara con nuestras debilidades, ante las cuáles no sabemos si llorar o reir, o si nos despiertan compasión o ira. Una de las principales razones de tanta idiotez es sin duda "la veneración a la idea de estabilidad, el mismo rechazo a las innovaciones disruptivas por muy ilustradas que fueran" (p. 23) que ha habido siempre a lo largo de la historia.  Otra es la obstinación por "posponer y hasta omitir la observación simple de la realidad y preferir explicaciones religiosas, místicas o académicas a las noticias que los sentidos corporales le dan a cualquiera"(p.33).

El libro contiene un sinfín de anécdotas e historias increíbles que son un retrato fascinante de la condición humana. Por elegir una entre tantas, citemos la historia del caballero austriaco Ulrich von Lichtenstein, enamorado hasta la médula, y cuyo ciego amor le hizo operarse un labio con terribles sufrimientos (pues no era del agrado de su amada) o cortarse un dedo para demostrarle su valor.
¿Hasta qué punto somos capaces de sufrir e incluso dar nuestra vida por algo intangible, inexistente, falso? ¿Por qué nos cegamos y no somos capaces de ver lo que está delante de nuestras narices? ¿Qué mecanismo evolutivo ha dado lugar a la estulticia y que ésta esté tan extendida?

El tema es inagotable, y entran ganas de asomarse a algunos de los los títulos mencionados en la bibliografía como La Historia de la Estupidez Humana de Ráth-Vétgh de 1950, The Natural History of Stupidity de Paul Tabori de 1993, The Story of Stupidity de James Welles de 1996, Allegro ma non tropo de Cipolla de 1991, o el Tratado de la Tontería Humana de Horst Geyer de 1961.


Locos o tontos