miércoles, 29 de agosto de 2018

El Lápiz del Carpintero


Rivas, Manuel. 2018 (4ª ed). El Lápiz del Carpintero. Alfaguara

Se han cumplido 20 años de la primera edición de esta novela, y Alfaguara la ha reeditado en una edición especial. El argumento es una bella historia de amor entre el médico republicano Daniel da Barca y Marisa Mello, hija de una familia de derechas, con el trasfondo de la guerra civil. Está basada en la verdadera historia del doctor Comesaña, al que Manuel Rivas admiraba. Es un excelente retrato de las dificultades y trabas que una guerra civil impone en la vida de las personas, y una reflexión sobre la acechanza de la muerte y la forma en la que a veces la esquivamos o nos enfrentamos a ella.

Dejando aparte la línea argumental principal, lo que aquí nos interesa es la filosofía que dice seguir el médico Daniel da Barca en el primer capítulo: la teoría de la realidad inteligente, expuesta por el doctor Nóvoa Santos: "La realidad  inteligente, sí, señor. Todos soltamos un hilo, como los gusanos de seda. Roemos y nos disputamos las hojas de morera, pero ese hilo, si se entrecruza con otros, si se entrelaza, puede hacer un hermoso tapiz, una tela inolvidable" (p.16).

Roberto Nóvoa Santos fue un médico, pensador y político gallego que destacó en la práctica de la medicina en Galicia a principios del siglo XX, que además supo trascender esta práctica y fue un humanista en el más amplio sentido de la palabra. El protagonista de la novela se declara seguidor de su doctrina, que expone con más claridad un poco más adelante: "¡Un momento! Yo no soy materialista. Sería una vulgaridad por mi parte, un desaire a la materia que tanto hace por salir de sí para no aburrirse. Yo creo en una realidad inteligente, en un ambiente, por así decirlo, sobrenatural. A ras de tierra, el mutante erecto le devolvió la risotada al chimpancé. Reconoció el escarnio. Se sabía defectuoso, anormal. Y por eso también tenía el instinto de la muerte. Era a la vez animal y planta. Tenía y no tenía raíces. De ese trastorno, de esa rareza, surgió el gran ovillo. Un segunda naturaleza, otra realidad. Eso que el doctor Nóvoa Santos llamaba la realidad inteligente" (p.30)

He estado indagando sobre esta teoría por la curiosidad que me produce eso de la "segunda realidad". El lugar donde mejor la he encontrado explicada es en el artículo que Domingo García-Sabell publicó en EL PAIS el 27/9/1983 bajo el título "Nóvoa Santos, o las dos fidelidades". Domingo García-Sabell fue también un médico, escritor y político gallego admirador de Novóa Santos, por lo que ya tenemos en fila a cuatro personas o personajes ( tres reales y uno de ficción) que en el fondo son uno solo: la figura del médico humanista, escritor y con compromiso político, una persona de una pieza, íntegro, con mente racionalista e inquieta, enamorado de su profesión, y buscador de curas no sólo del cuerpo sino también del alma.

García-Sabell nos transmite en su artículo la inquietud del médico humanista que no consigue aceptar que somos solo materia, sino que sigue  buscando en algún recóndito lugar algo parecido a lo que se viene llamando el "alma". Dice en su artículo: " Le preocupó a Nóvoa Santos la incógnita del engarce entre el cuerpo y el alma. Y la incógnita de la muerte. Y la de la vejez. Y la de la significación última de la saudade, esa compleja realidad del alma gallega y portuguesa...el gallego confiaba, inquieto y al tiempo esperanzado, en la existencia de tres realidades humanas. Una, la realidad inteligente: los contenidos de la conciencia, los engramas, que está íntimamente ligada al cuerpo, esto es, a la organización. Una segunda realidad, la extracorpórea, ya desasida, con la muerte del soporte orgánico. Ésta es como el testimonio actuante e impalpable de las gentes muertas. Es, en suma, la primera forma del más allá de la organización. Es lo que puede sobrevivir, lo que, ciertamente, sobrevive. Pero, en última instancia, cabe preguntar si por ventura existe una tercera realidad espiritual. Algo "con fuerza autóctona, genéticamente distinta de la inteligencia que se manifiesta en el mundo organizado."

En el fondo, esta doble realidad nos lleva al dualismo de Descartes, que creía que vivimos en dos realidades diferentes, la del cuerpo y la del alma, lo contrario de Spinoza, que pensaba que todo es una unica realidad, una única sustancia. La necesidad de inmortalidad de Nóvoa Santos le lleva a negarse a aceptar que somos solo materia: "Nóvoa Santos fue un atormentado ante el problema de la pervivencia más allá de la muerte. En esto se empareja con don Miguel de Unamuno. Pero así como el vasco pedía á gritos la inmortalidad concreta, la de su persona, "con mi chaqueta y mi chaleco", le oí decir un día -y no recuerdo si hasta así lo escribió-, el gallego confiaba, inquieto y al tiempo esperanzado, en la existencia de tres realidades humanas... La vida de la segunda realidad, testimonio existencial y profundo de otra realidad inasequible. La realidad lejana que los sabios de hoy sospechan y, en el fondo, acatan". 

Daniel da Costa, Novóa-Santos: médicos, científicos, que apelan a otra realidad. Los relaciono con una figura como la de Carl Jung, que partiendo de la medicina, continuó por la psicología y terminó en el misticismo, la alquimia, el gnosticismo y el espiritismo y el ocultismo. ¿Cómo es posible que se fundan en una misma persona la ciencia y el ocultismo, la pasión por conocer la realidad de manera objetiva, y la creencia en lo sobrenatural? Daniel da Costa cree en esa otra realidad, y vive en ella, a pesar de su sólida formación científica. Así, cuando le preguntan si cree en la Santa Compaña, responde: "Creo en la Santa Compaña porque la ví"(p.31).

Quizás sea Galicia la que vive desde tiempo inmemorial una especial relación con la Muerte, con los muertos y con el Más Allá (ver abajo el artículo "El agridulce laberinto de la muerte", donde también se cita a Nóvoa Santos). Quizás todos sus habitantes estén imbuidos de esta segunda realidad, y por eso ni los científicos ni los escritores escapan de ella. Pero en la novela, quien más vive en esa segunda realidad es el guarda Herbal, que odiaba y admiraba a la vez al doctor Da Barca (de la misma manera que Salieri lo hacía con Mozart), con celos patológicos y un profundo complejo de inferioridad. Este personaje, que es el doble en negativo del doctor, con personalidad esquizofrénica, es el que mejor parece conocer la "segunda realidad", pues en su mente habitan el pintor, que le habla a través de su lápiz, y el Hombre de Hierro: "A veces, el difunto descabalgaba de la montura de la oreja, se le iba de la cabeza y tardaba en volver... La del crespúsculo era, por alguna razón, la hora preferida por el pintor para visitar la cabeza del guardia Herbal. Se le posaba en la oreja con firme suavidad, a horcajadas, como el lápiz del carpintero... Durante las ausencias del difunto, el Hombre de Hierro pugnaba por ocupar el lugar en la cabeza del guarda" (capítulo 13).

¿Son entonces los locos los que mejor pueden comprender la llamada "segunda realidad"? Al principio del libro, el pintor va a un manicomio a pintar a los locos, atraído por una "fascinación abismal": "El miedo ante el loco precede a la compasión, que a veces nunca llega. Quizás, creía él, porque intuimos que esa enfermedad forma parte de una especie de alma común y anda por ahí suelta, escogiendo a uno u otro cuerpo según le cuadre... el pintor quería retratar las heridas invisibles de la existencia" (p. 41). Puede que esa "segunda realidad" no sea otra cosa que una locura, una invención para soportar la existencia de la verdadera y única realidad.

Reseña 

Amnistía Internacional premia El Lápiz del Carpintero

Entrevista a Manuel Rivas

Más información sobre Manuel Rivas, la guerra civil y su libro

Novóa Santos, o las dos fidelidades

La realidad inteligente vista desde el lenguaje poético de Rivas (ensayo)

El agridudulce laberinto de la muerte



A Mind of its Own


Fine, Cordelia, 2006. A Mind of its Own. How Your Brain Distorts and Deceives. Norton.

El libro no está traducido al español, pero su título podría ser "Una mente muy suya", o "La mente va por libre", pues el objetivo es hacernos conscientes de todas las artimañas de nuestro cerebro para hacer lo que le da la gana, independientemente de nuestra supuesta voluntad o libertad. Se revisan decenas de experimentos psicológicos que llevan a la autora a calificar a nuestro cerebro con nueve adjetivos diferentes: vanidoso, emocional, inmoral, iluso, cabezón, misterioso, indeciso, perezoso, fanático y vulnerable, dando título estos nueve adjetivos a los capítulos del libro.

El libro es una fascinante ventana al funcionamiento del cerebro, esa parte de nuestro cuerpo que utilizamos para intentar comprender la realidad. Es un prodigio de la evolución, pero esa misma evolución lo ha llevado por caminos que es importante conocer si no queremos ser continuamente engañados. No podemos hacer nada contra su naturaleza, pero podemos intentar investigarla, conocerla y comprenderla para intentar contrarrestar el engaño y la ilusión que nos produce.

El primer paso, por lo tanto, es reconocer esta realidad y, humildemente, aceptar que nuestra visión de la realidad puede estar siempre mediatizada por estas distorsiones.

El segundo paso para no ser engañados por este vanidoso "artefacto" es hacernos muy conscientes de sus tretas y aumentar nuestra atención el máximo posible, estando alerta permanentemente para no ser manipulados una vez más: "On a more hopeful note, recognizing and ackowledging our vulnerability to the many common machinations of the brain provides modest scope to guard against them. Some sources of mental contamination, as it has been called, can be sidestepped by simple avoidance... Remaining mindful of our susceptibility to polluting influences can only compensate against them" (pp. 207-209). Aunque no podemos desprendernos de todos los velos que el cerebro nos coloca por delante para distorsionar la realidad, podemos hacer una esfuerzo por aumentar el espacio de conciencia y precisión, enfocar con una luz potente esa realidad a la que intentamos aproximarnos: "While the veil our brain stealthily drapes over reality can never be whipped away entirely, there are other reasons for us not to be completely disheartened. We can be encouraged by the fact that determined efforts on our part to see the world accurately can help counteract distortion. If precision is important enough to us, we are capable of greater consciousness in gathering an considering our evidence" (p.208)

En tercer lugar, podemos entrenar a nuestro subconsciente para que trabaje en nuestro favor, de manera que tras un entrenamiento constante llegue a trabajar en la línea que deseamos y no en la que él disponga o se empeñe: "We can recruit the brain's freelance mind and use it in our advantage, as when we consciously train the mental butler of our unconscious efficiently and effortlessly to fulfill oir aspirations. With some exertion on our part, the unconscious can come to automatically respond to certain situations in a manner that is in line with our conscious wishes" (p.208).

Todo ello exige esfuerzo, dedicación, paciencia: estar atento, aumentar la conciencia, vigilar el subconsciente, estos son los caminos, y sobre todo ser lo suficientemente humildes para no creer jamás que ya controlamos por completo la situación: "Above all, we should try to remain alert always to the distortions and deceptions of our wayward brains. For they are always with us" (p.209).

Y hay un último camino, que no aparece citado de manera explícita en el libro, pero que Cordelia Fine predica constantemente con el ejemplo: el sentido del humor. El sentido del humor está presente a lo largo de todo el libro, y hay ocasiones en las que el lector se rie a carcajadas. Ante una "mente tan suya", tan caprichosa y vanidosa en unas ocasiones, tan pueril y traviesa en otras, no hay más remedio que aceptarla como es y reirse de sus propias contradicciones. El sentido del humor es una de las mejores herramientas que tenemos para bregar con la realidad.

Review

Extracto del libro de Cordelia Fine

Entrevista a Cordelia Fine en el programa REDES

lunes, 27 de agosto de 2018

Pinocho


Disney, W. 1940. Pinocho.

He elegido esta película entre todas las de la factoría Disney porque representa a la perfección la idea central de la marca: "cree en tus ilusiones y deseos con fuerza y con fe, porque si lo haces, se harán realidad". Una creencia que, una vez instaurada en la infancia, puede llegar a ser muy peligrosa para la salud mental si continúa durante la edad adulta.

Pinocho no funcionó muy bien al principio, pero llegó a convertirse en uno de los buques insignia de la compañía Disney. Su canción When you wish upon a star se consolidó como el tema musical de la compañía: al entrar en Disneyland, es la música que te recibe y te envuelve para darte la bienvenida al mundo de la ilusión, pues su mensaje principal es que allí todos tus deseos se harán realidad. Así son ya algunas ciudades en Estados Unidos, una especie de Disneylandia pulcra, con césped perfecto e hilo musical, como por ejemplo Celebration, la ciudad ideal (1). Aquí, no hay sueño inalcanzable, como en la propia película Pinocho, que comienza con el viejo Geppetto, que tras fabricar un muñeco de madera, le pide a una estrella un deseo imposible: que el muñeco cobre vida y se convierta en un niño de verdad. Y finalmente esa ilusión se hace realidad, porque no hay deseo, por extremo que sea, que no pueda cumplirse, si lo pides con la suficiente fuerza, según dice la canción:



When you wish upon a star
Makes no difference who you are
Anything your heart desires
Will come to you
If your heart is in your dream
No request is too extreme
When you wish upon a star
As dreamers do 
Fate is kind
She brings to those to love
The sweet fulfillment of
Their secret longing
Like a bolt out of the blue
Fate steps in and sees you through
When you wish upon a star
Your dreams come true




Si en la nocturnal quietud
ves brillar la estrella azul
todo lo que pidas se realizará.
Si es muy grande tu ilusión
pídela de corazón
y la estrella te sabrá así escuchar.
Al seguir tu sino volverán
las horas que hablarán de tiempos idos.
En un rayo de ilusión
viene a ti la estrella azul
lo que pidas al soñar lo hará su luz.


Pero el Pinocho de Disney tiene poco que ver con el Pinocho original, de Collodi, que reflejaba "un mundo satírico, divertido, con un realismo de buen cuño, con un niño de carne y hueso vestido con su ropaje de madera"(2). Al Pinocho original "lo anima un hombrecillo de madera, que vive en un mundo de pobres y de ricos, de amargura y de belleza, en una palabra, en el mundo real. El irreal hombrecillo no está elegido aquí para encarnar un poético mundo de ensueño, como Peter Pan. Por el contrario, es el símbolo del ingenio y de la saludable razón humana y un medio popular e infantil para revestir un relato, sacado de un mundo próximo a la realidad, con un argumento cordial" (3).

En la historia original, en ningún momento se menciona ese deseo de Gepetto de que Pinocho se haga un niño de verdad, ni tampoco esa conversión final estuvo originalmente en la mente del autor, que en una primera versión terminó incluso ahorcando al muñeco. Es cierto que Collodi se vio obligado a resucitarlo por exigencias editoriales y la obra continuó en una segunda parte que sí termina con el muñeco convirtiéndose en niño de verdad (final repentino que parece ser fue impuesto por el editor, que quiso colocar moraleja final). Esta metamorfosis final, de cualquier forma, no aparece en ningún momento previo ni como algo anticipado ni deseado. Gepetto, a lo largo de toda la narración, siempre ama a su muñeco de madera tal cual es, es decir, de madera, y de la misma forma es querido por los lectores. Para Rafael Sánchez Ferlosio, "Pinocho sigue siendo aceptado, acogido, celebrado y amado entre nosotros, en toda su diferencia y singularidad, en toda su auténtica identidad de verdadero niño de madera" (4). Sólo al final, en el último capítulo, ocurre el "milagro", pero sin haber sido nunca deseado previamente.

Disney le dio la vuelta al cuento, y convirtió la historia del deseo hecho realidad en el tema principal de la película. Por encima de la moralidad del cuento, lo que caracteriza a la versión Disney es ese deseo de Gepetto, un adulto, de que Pinocho no sea de madera, sino de verdad. Así comienza y termina la película, con ese deseo inicial cumplido al final:  "Si en la nocturnal quietud ves brillar la estrella azul, todo lo que pidas se realizará". "When you wish upon a star, your dreams come true": el principal eslogan de la marca Disney, y quizás también por extensión, la creencia subyacente de la posmodernidad y el capitalismo de ficción.


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(1) Oí hablar de Celebration gracias a Vicente Verdú, pero cuando él escribió sobre la misma aún no habían ocurrido los acontecimientos que la sacaron de su estatus de ciudad de cuento de hadas (ver The Guardian).

(2) Nota preliminar de la edición de Alianza Editorial de Las Aventuras de Pinocho (1983) (3ª ed), p.23

(3) Prólogo de Rafael Sánchez Ferlosio a la edición mencionada arriba.

(4) Hurlimann, B. 1982 (2º ed.) Tres Siglos de Literatura Infantil Europea. Editorial Juventud, SA

Pinocho de Disney versus Pinocho de Collodi





domingo, 26 de agosto de 2018

El Estilo del Mundo


Verdú, Vicente. 2003. El Estilo del Mundo. La Vida en el Capitalismo de Ficción. Anagrama.

Ha muerto Vicente Verdú y como homenaje he rescatado y leído este libro que escribió hace 15 años. El análisis de la posmodernidad que en él se hace sigue estando plenamente vigente, es más, se ha acentuado por un fenómeno que aún no habia explosionado en aquél momento: el smartphone y su ubicuidad y omnipresencia. Es el único elemento que no aparece en el análisis, pero todo lo demás no ha perdido ni un ápice de actualidad.

Me ha recordado este libro el de Vicente Serrano La Herida de Spinoza, por su análisis de la posmodernidad y por ofrecer ambos un capítulo dedicado a la ciudad de Las Vegas como ejemplo perfecto de la nueva realidad creada por el mundo capitalista. Ambos libros tienen en común varias referencias bibliográficas, siendo quizás la más notoria la de Jean Baudrillard y su obra en torno a la hiperrealidad, que es el lugar donde la ficción supera a la realidad.

El capitalismo de ficción, frente al capitalismo de producción y al capitalismo de consumo, es la tercera fase del capitalismo que comenzó tras la caída del muro de Berlín. Su principal característica es que pone el énfasis en las sensaciones, las emociones, el bienestar psíquico, y para ello produce una nueva realidad: "una segunda realidad o realidad de ficción con la apariencia de una auténtica naturaleza mejorada, purificada, puerilizada. Esta segunda realidad gestada como un doble es la última presentación del sistema" (p.11). Este doble de la realidad, que no es más que una ilusión, es el mismo doble del que habla Clément Rosset en su obra (filósofo que también aparece en la bibliografía): "para vencer ese fastidio de lo real, nace la oportuna figura del doble, con una doble función: de una parte enaltece lo real con su remedo; de otra, produce una imagen por donde se puede circular sin el penoso obstáculo de lo temporal... De la realidad a secas no crece apenas nada, pero de la realidad doblada, de su recreación, se obtiene un espacio recreativo. El mundo tal como es vale menos que su copia" (p.39).

En esa nueva realidad creada por el capitalismo de ficción todo es posible, todos los deseos, todos los sueños, todas las ilusiones. Es una nueva realidad que nos mima, nos protege, nos sana, nos trata como a un niño; una realidad liviana, como un juego, atemporal, donde se puede ser muchas cosas a la vez, vivir muchas vidas, atesorar todas las experiencias, una realidad fabricada a nuestra medida, individualizada por completo: "un universo, en fin, donde se puede ser destructor y reconstructor bélico al mismo tiempo, criminal y humanitario a la vez, obrero y capitalista, católico y budista, hombre y mujer, Todo ello sin que a nadie le importe si estás vivo o muerto" (p.12). Un universo donde todo es blando, cautivador, infantil, transparente, como el de Disneyland o El Show de Truman: "el capitalismo de ficción trata con la realidad para desprenderla de la peste de lo real, compone --como se dice en la tele-- una "realidad formateada", una realidad controlada y chic, desprovista del olor de la edad, libre del pringue histórico" (p.33).

En eso se están convirtiendo nuestras ciudades: "La misma urbe se ha convertido en objeto "encantado", versión soñada de sí misma que transporta hacia una segunda y encarecida realidad. Ciudades enteras que se autoexaltan en forma de parques temáticos" (p.40)... Los espacios donde compramos, a donde viajamos, donde vivimos van camino de convertirse en un teatro donde somos ya actores y espectadores, clientes y artistas". Todo es diversión, show, espectáculo. (No puedo evitar recordar el momento en el que presencié este verano la iluminación de la Torre Eiffel desde Trocadero, momento en el cual llegaron decenas de autobuses que vomitaron cientos de turistas que enloquecidamente se hicieron miles de selfies del momento, para, segundos después volver a montarse en los autobuses camino de la siguiente parte del show).

El capitalismo de ficción se encarga de alimentarnos continuamente con estas  "ficciones realísticas que traducen el mundo real en otra realidad, aunque de orden más leve" (p.61), como por ejemplo el fútbol y el deporte en general, los museos, el arte, la moda, los robots, las marcas, el sexo, la pornografía, la cosmética, las copias y falsificaciones de todo: "lo singular, lo original (el pecado original) nos mata, pero la copia, la clonación, la especulación elude la ruina. La copia no crea nada distinto y en vez de hacer crecer una nueva realidad tiende a convertir la realidad preexistente en una flotante vibración" (p.90). Incluso se crea una copia falsa de la democracia, que Verdú denomina "democracias pirata": "el destrozo de la democracia real y su reemplazo por copias falsas, versiones simuladas dentro del sistema general de la ficción" (p.98).

La televisión se encarga de darnos noticias que inmediatamente son seguidas por spots publicitarios; presenciamos imágenes de una catástrofe que son seguidas, sin solución de continuidad, por anuncios que nos recuerdan nuestros deseos y derecho a la felicidad. De esta forma, nada llega a tener sentido, y nos movemos en una realidad ficticia en la que ya nos sabemos qué es real y qué no lo es: "La vida resultará así "un cuento contado por un idiota... y que no significa nada", la noticia nunca nos atará hasta amargarnos, la visión de la hecatombe no cambiará el punto de vista, el relato de la miseria no alcanzará a sublevarnos por que, en realidad, no son nada. O bien, para ser justos: son distracción, programación" (p. 115).

El capítulo dedicado a las marcas recuerda a Sapiens, de Yuval Harari, cuando analiza el poder simbólico de las corporaciones (el capítulo dedicado a The Legend of Peugeot. p.28). Las marcas y las corporaciones son los pilares (ficticios) de la nueva realidad (imaginada) que nos aportan seguridad, paz, valores, confianza, auto-estima: "El contagio indiscriminado es posible porque la marca se comporta como un soplo espiritual. Su condición intangible posee un poder simbólico que se insufla aquí y allá como un espíritu santo del capitalismo capaz de convertir los productos en ideologías, de manera que relacionarse con unas determinadas marcas es optar por una ilusión de la vida" (p.125)... Las marcas pueblan la tierra como venidas del cielo para contrarrestar los tediosos males de este mundo. La marca es nuestra oportunidad de exaltación y hasta de afirmación moral; ella aspira a ser un trozo de nuestra felicidad, viene a querernos y a ser querida, a condensarse en una lovemark" (p.128)

En esta nueva realidad de ficción no ser feliz es el el peor de los fracasos. Cuando Verdú escribió el libro aún no estaban los móviles y las redes sociales en plena efervescencia, pero a pesar de ello escribió: "Nunca como hoy se había vivido una maquinaria envolvente tan empeñada en mostrar una felicidad al alcance de nuestras manos. No ser feliz en este mundo es hoy el auténtico pecado o, como decía Borges, "un error sin excusa". Antes éramos perdonados gracias a haber sufrido, pero ahora es injustificable o imperdonable no pasarlo bien" (p.208). Esta obligación ha sido llevada al paroxismo por los selfies y las redes sociales como Facebook o Instagam, los mayores escaparates de felicidad ilusa y feria de las vanidades de la historia.

La Posmodernidad tiene a la Mujer como canon de referencia. Ya no estamos ante un capitalismo hostil, duro, impuesto, agresivo. El capitalismo de ficción quiere envolvernos en un realidad suave, emotiva, cariñosa, dúctil, comprensiva. Cada uno puede renacer, reinventarse, reprogramarse, en todos los sentidos. Una nueva realidad a la que ya no hemos de doblegarnos, sino que es ella la que nos obedece. Por ejemplo, ya no estamos limitados por la estricta visión un mundo de dos sexos; ya no hay solo dos sexos, sino muchos, y sobre todo, se ensalza lo queer, lo incatalogable, "la contigüidad del sexo múltiple o el monosexo imaginario que inspira mil gradaciones del sexo interminable. Sexo infinito dentro de un solo sexo, la realidad o el imaginario de la sexualidad global curiosamente asociado al movimiento antiglobalización" (p. 185).

Porque todo, absolutamente todo, todo lo lúdico y lo revolucionario, lo reivindicativo y lo juvenil, el feminismo, la liberación sexual y la elección de sexo, el animalismo, el ecologismo, el reciclaje, el deporte de riesgo, el viaje de aventura, los videojuegos, los macro-conciertos, los maratones solidarios y filántropos, hasta las manifestaciones anti-globalización...todo lo que parece anti-sistema es acogido, abrazado, comprendido, incluso potenciado por éste; todo lo que nos crea la ilusión de rebeldía y libertad, siempre y cuando estemos entretenidos y sigamos consumiendo. Incluso cuando creemos que estamos construyendo nuestra propia realidad y combatiendo la ficción del capitalismo, estamos nadando en ella. Estamos, como Truman, inmersos en un mundo de ficción.


Verdú también habla de la religión que mejor casa con esta posmodernidad: aquella que preconiza la lasitud y el aporte de paz, por ejemplo la espiritualidad New Age o el budismo: "en todos los casos, la componente más querida de estas espiritualidades es aquella que provoca una circunstancial y sosegante ausencia del yo" (p.217). "La cultura de la intuición, la interrelación corporal difusa, la inundación emocional recíproca, los humus son del orden de la feminidad y en buena medida el budismo, la búsqueda del Oriente serían, dando la vuelta la mundo, un rescate del lado femenino" (p.219).

¿Quién se resiste a esta nueva realidad creada por el capitalismo de ficción? Por fin, ha llegado un sistema que le pide a sus seguidores que sigan sus deseos, que persigan su felicidad, que no se planteen otra cosa que la satisfacción de sus ilusiones: "La vida sacralizada pesaba como un muerto, mientras la nueva vida, desprendida de destino, es liviana como un filme. Parece, de hecho, una película. Es, sin duda, más superficial, pero ¿por qué habría de ser más profunda? Parece más falsa, ¿pero quién prefiere "toda la verdad"?" (p.268)


Reseña de El Cultural

Reseña de EL PAIS

Reseña de Sphera Pública (PDF)

Obituario del EL PAIS




martes, 21 de agosto de 2018

De l'autre Côté du Désespoir


Comte-Sponville. 1997. De l'autre Côté du Désespoir. Introduction à la Pensée de Swâmi Prajnânpad. Éditions Accarias L'Originel.

Para la mayoría de las personas, la palabra "esperanza" tiene un significado positivo. Según la RAE es el "estado del ánimo en el cual se nos presenta como posible lo que deseamos"  y es una virtud teologal. La ilusión está muy unida a ella, ya que según la segunda acepción de la RAE (la primera es la relativa al engaño), la ilusión es la "esperanza cuyo cumplimiento parece especialmente atractivo". ¿Cómo podría ser algo negativo?

Para algunos filósofos y sabios, sin embargo, la esperanza es algo que nos aleja de la realidad y el presente y nos instala en el reino de la ilusión, que finalmente conduce al desengaño y que está intrínsecamente unida al miedo. Comte-Sponville (1)  nos acerca en este libro a la manera de entender el mundo y el pensamiento de Swâmi Prajnânpad, sabio indio  cuyas raíces están por un lado en la tradición hinduista y budista y por otro en Freud y el psicoanálisis, conocido en Francia gracias a Arnaud Desjardins. Comte-Sponville llega a él a través de la idea de la desesperanza, que sí considera algo positivo y es una de las claves de su filosofía: "Le désespoir. Il faut prendre le mot a la lettre: le désespoir, au sens où je le prends, c'est moins la tristesse que l'absence totale d'espérance, et c'est en quoi il consiste l'etat normal du sage. Celui qui a tout, qu'irait-il espérer? Et pourqoui, puisque rien ne lui manque? Le réel, ici et maintenant, lui suffit" (p.25).

Dice un refrán español: "el que espera, desespera". Por eso, tanto Comte sponville como Prajnânpad afirman que la clave de la sabiduría está en aceptar la realidad tal cual es, y actuar sobre ella, pero sin esperar nada, sin dejarse llevar por la ilusión de lo que no es o no existe o lo que nos gustaría que fuera. Se trata de eliminar cualquier vía que nos desvíe de la realidad, pues solo así podremos vivir la vida de verdad:  "Avez-vous besoin de religion, de Dieu, d'enfer, de paradis, etc?. Tout ceci est la création d'un mental insatisfait et divisé" (p.17)

Tal y como dice Clément Rosset, se trata de no buscar ni crear dobles ni creer que existe algo que no sea lo que vemos: "Il n'y a rien d'autre: tout ce qui n'est pas réel est irréel; tout ce qui n'est pas présent n'est pas... Seul le présent est; rien d'autre existe. Seul le réel est présent; le présent seul est réel" (p.28).

Por supuesto, el primer paso consiste en  estar dispuesto a ver la realidad tal cual es, lo cual ya es un gesto de valentía. El segundo paso es aceptarla. Y el tercero es actuar sobre ella, sin espera, sin ilusión, sin nostalgia. En esa visión, en esa aceptación y en esa acción reposan la sabiduría y la felicidad: "Espérer quoi? Vou devez accepter ce qui est arrivé, ce qui arrive. Il n'y a pas de place pour l'espoir!" (p.30)... "Restez dans le présent: aggisez, aggisez, aggisez. Le sage est un homme d'action; c'est où il trouve le bonheur: parce qu'il a cessé de l'espérer" (p. 31)... "Seul le désespéré est hereux; car l'espoir est la plus grand torture qui soit, el le désespoir, le plus grand bonheur" (p.34)..."L'angoisse? La nostalgie? Ce ne sont que de formes de refus, que la résistance de l'ego devant l'impermanence qu'il ne sait accepter" (p.45)

La raiz de muchos de nuestros problemas es la creación de ilusiones y falsas expectativas, porque esa actitud es la que nos separa de la realidad y nos invade de intranquilidad y falta de paz: "C'est mâyâ, l'illusion, ou le principe de toutes. Où est la racine de l'illusion? Dans: je suis quelqu'un, je suis une entité separée, c'est là que se trouve la racine de l'illusion" (p.47)... "L'espérance me sépàre du réel, du présent, de tout. Ell me sépare du bonheur même qu'elle poursuit! C'est pourquoi l'espoir est le plus grand ennemi de l'homme, c'est pourqoui la peur est le plus grand ennemi de l'homme" (p.51)..."Voir la vie comme elle est, comme elle ne peut pas ne pas être, et l'accepter. Paix, grande paix du réel. La joie? Le bonheur? C'est quand je n'espère rien d'autre que ce qui est, ce qui n'est plus espérer mai aimer" (p.55)

Hemos de estar bien atentos para ser capaces de detectar el propio auto-engaño, pues cuando no nos gusta la realidad, creamos una segunda realidad, falsa, un doble, que solo nos puede llevar a la decepción: "Quand la vie est décevante (elle est toujours pur qui espère), nous pensons que cèst la vie qui a tort. De la ce que Prajnânpad appelle le mental (mind), qui est comme un double du réel --on est à nouveau très proche de Clémet Rosset -- que le désir s'invente pour se protéger de l'original" (p.57)..."Il s'agit de faire un avec le réel... Tout le reste est faux. Tout le reste est illusion ou dénégation" (p.58)

Esta aceptación de lo real no implica conformismo, ni pasividad, ni resignación; todo lo contrario. La aceptación de la realidad es lo que nos hace lúcidos y nos templa para poder acometer su transformación, pero sin utopías ni idealismos, sino con realismo y con los pies en el suelo:

"L'acceptation du réel suppose l'evacuation de tous les arrière-mondes, de tous les idéaux, de tous les valeurs prétendument absolues. Mefiez-vous de l'dealisme, parce qu'il vous divise contre vous-même. Le réel doit être l'idéal... Pour Prajnânpad comme pour Clément Rosset, le réel a toujours raison, et c'est donc l'idéal qui a tort" (p.60)..."C'est qui est entre oui et non est une illusion. Accepter. Cèst la verité... Toujours... Cèst qui est arrivé... ici.. Rien de plus. Quoi que ce soit qui arrive: Oui, c'est bien" (p.65)..."N'est-ce pas se résigner a l'horreur, baisser les bras devant l'injustice, capituler devant la misère ou la barbarie? Prajnânpad (très proche l'a encore des stoïciens) montre aun contraire que l'acceptation du réel, loin d'empecher l'action sereine et lucide, la permet: il s'agit non de renocer à combattre oa a transformer la societé, mais de le faire sans haine et, si possible, sans trop d'illusions" (p. 99)

Comte-Sponville relaciona a Prajnânpad con Spinoza, con Heráclito, con los estoicos, con Etty Hillesum y, por supuesto, con Clément Rosset. La conclusión final: hemos de hacernos uno con la realidad, amarla, que en definitiva significa aceptarla tal cual es con alegría."Le seul but de la vie humaine, écrit Swâmiji, est d'aimer de maniere si totale que l'on arrive a voir tous comme un" (p.87).

Se trata de una máxima tal sencilla, tan lógica, tan obvia, tan clara, que cuesta trabajo entender qué mecanismo evolutivo nos lleva a hacer lo contrario. El sabio tal vez lo consiga, pero al ser humano corriente, ¿por qué le cuesta tanto aceptar la realidad? ¿Por qué le cuesta tanto verla y digerirla, y continuamente la disfraza, la dulcifica, la embellece, la sublima, la adorna, la esconde? ¿Por qué espera, se ilusiona, sueña, inventa, quiere estar en otro sitio, se agarra a la esperanza? ¿Por qué prefiere la mentira, la verdad a medias, el cuento chino, lo ficticio, lo irreal, lo imposible, lo invisible? ¿Por qué inventa el mito, el cuento de hadas, la religión? ¿Por qué crea un doble de lo real con el arte, la literatura, la ficción? ¿Por qué cree en fantasmas, espíritus, dioses, leyendas, milagros? ¿Por qué le cuenta a sus hijos cuentos de hadas y les hace creer en los Reyes Magos, Papa Noel y el ratón Pérez? ¿Por qué esa huida constante de la realidad hacia mundos ilusorios y ese empeño en construir castillos en el aire?

Una explicación puede ser que ese inconformismo, esa tensión permanente entre la realidad y el deseo es la que nos ha hecho avanzar como especie y llevado a donde estamos. Otra razón puede ser la inseguridad que da la ignorancia, la necesidad de entender, explicar y dar sentido: la ficción, la ilusión y la esperanza otorgan atajos que, aunque falsos, tranquilizan y ordenan el mundo. O quizás todo se reduzca al miedo, al puro miedo a lo desconocido, a lo incierto, y sobre todo, a la muerte. El miedo puede paralizarnos, inmovilizarnos, matarnos. Pero la esperanza y la ilusión, aunque sea por el camino equivocado, al menos nos ponen en movimiento.
Y una última duda: realmente podemos acceder a lo real, tenemos la capacidad para aprehenderlo o esa es, en definitiva, nuestra mayor ilusión?

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(1) André Comte-Sponville tiene a la desesperanza como la idea central de toda su filosofía. La desarrolla principalmente en dos de sus libros:

1984. Traité du Désespoir et de la Beatitude (Le Myhte d'Icare et Vivre). Presses Universitaries de France
2000. La Bonheur, Désespérément. Editions Pleux Feux

Ambos están traducidos al español:

2011. (2ª ed). Tratado de la Esperanza y la de la Felicidad (El Mito de Ícaro y Vivir). Mínimo Tránsito.
2001. La Felicidad, Desesperadamente. Paidós


domingo, 19 de agosto de 2018

Bienvenido Mister Marshall


García Berlanga, L. 1953. Bienvenido Mister Marshall.

Este clásico del cine español es una de las más agudas y divertidas reflexiones sobre la creación de falsas ilusiones y la necesidad de soñar y evadirse de la realidad, una realidad que finalmente termina como siempre por imponerse.

La promesa de la ayuda económica norteamericana desata todas las ilusiones de los habitantes de Villar del Río, que dan rienda suelta a su imaginación. A cada habitante del pueblo se le concede la posibilidad de pedir un deseo, de hacer realidad su mayor ilusión, como si estuvieran escribiendo la carta a los Reyes Magos.



El pueblo entero se pone en marcha para recibir a los americanos como se merecen. Entre todos, construyen un falso pueblo de cartón piedra para que los americanos estén contentos, de la misma forma que los niños dejan caramelos en los zapatos la víspera del 6 de enero.

Cada persona vive esa llegada de una manera, según los estereotipos que cada uno tiene de Estados Unidos. Para uno, es el lejano Oeste. Para otro, el Ku kux klan. Para otro, los indios salvajes. Para otro, los todopoderosos Reyes Magos. La imagen deformada de la realidad se une a la ilusión de la realización de los deseos para crear el espejismo del milagro que nunca llega a producirse.

Porque tras la ilusión, siempre aguarda la realidad.




 Enlace a la película completa

Desmontando a Mister Marshall





La Gran Desilusión


Gómez, J. 2018. La Gran Desilusión. Cómo Caímos en la Época de la Incertidumbre... y Cómo Saldremos de Ella. Círculo de Tiza.

No podía dejar pasar un libro con este título, del que me ha interesado sobre todo el ensayo central, donde analiza las "las siete desilusiones". Javi Gómez, periodista, enmarca de la siguiente forma lo que él denomina "La Gran Desilusión": "Ya tenemos los tres vértices del malestar contemporáneo: nostalgia, emoción y eterna adolescencia. Nos ha quedado un mundo definido por el miedo al futuro, el dominio de los sentimientos sobre la razón y una sustitución de la responsabilidad por el deseo. El triángulo del desasosiego que delimita el área de La Gran Desilusión" (p.24)

El autor parte de la fórmula de la felicidad enunciada por el ingeniero de Google Mo Gawdat: "La Felicidad es igual o mayor a los eventos que se produzcan en tu vida menos tus expectativas sobre cómo la vida debería ser" (p.22). Por decirlo de otra manera, la felicidad es la concordancia entre tu realidad y tus ilusiones. Nuestra sociedad ha creado una discordancia abismal entre lo primero y lo segundo. Se nos han creado unas expectativas infinitas que han chocado de lleno con la cruda realidad que se hizo patente con la crisis financiera de 2007, y que nos han llevado al "lamento puro de la contemporaneidad: necesidades autocreadas, conexiones invisibles y males intangibles que no podían confluir más que en el etéreo robo del alma" (p.48).

Hemos creado una realidad paralela: "Vivimos diariamente de las vidas de los otros, a través de los medios de comunicación y las redes sociales. La hipercomparación es uno de los aguijones de nuestra autoestima. Como ver ya es sinónimo de creer -- una ilusión que explica la magia y el éxito de la televisión-- hemos terminado por convencernos de que esa felicidad del Instagram ajeno es tangible. Y aún peor: que es real" (p.53) Y esta falsa realidad, cuando se compara con la verdadera realidad, da lugar a las siete desilusiones que, según el autor, definen nuestra época: la desilusión política, la desilusión económica, la desilusión periodística, la desilusión con la libertad de expresión, la desilusión de las pequeñas cosas, la desilusión cultural y la desilusión tecnológica. Citemos un párrafo para entender someramente cad una de estas desilusiones.

La desilusión política: " Las expectativas y las demandas del público frente al sistema político se han hecho tan directas, tan intensas e irrealistas que las quiebra de la democracia está prácticamente asegurada... Exigimos que nos hagan promesas y las cumplan, para después quedar sistemáticamente decepcionados cuando sus límites se muestran evidentes" (p.65)

La desilusión económica: "Nos guía una ideología que tiene como prioridad la complacencia inmediata y los resultados a cortísimo plazo. Somos consumidores narcisos de una sociedad de la tentación" (p. 83)

La desilusión periodística: "La gente prefiere a Trump por lo mismo que consume antes un youtuber que un diario, por una falsa sensación de cercanía debido a la ausencia de intermediarios y un lenguaje más simple y popular... La razón ha dejado el sillón central del salón al sentimiento, y la verdad a la emoción. ¿Qué son si no las redes? Un conjunto de comportamientos emotivos a golpe de tecla" (p. 89)

La desilusión con la libertad de expresión: "Nos esforzamos por eliminar la negatividad estética de nuestro entorno. Un síntoma de nuestra debilidad colectiva. Una fuente de donde brota a chorros la desilusión. No entendemos que el mal -- como la risa, la crueldad o los ronquidos--, es inseparable de nuestra existencia" (p.108)

La desilusión con las pequeñas cosas: "Que la felicidad sea una obsesión, como ocurre hoy, es algo inaudito en la historia de la Humanidad. Nunca el hombre ha sido tan banal como para perseguir solo el disfrute... Cuanto más nos acercan esa narcisístico tarro de la plenitud, cuanto más preocupación nos despierte, más infelices e incompletos nos sentiremos. Y esa es quizás la más honda de todas las ilusiones del mundo contemporáneo: cuando más deseamos la felicidad, más antidepresivos compramos" (pp. 112-3).

La desilusión cultural: "Las sociedades avanzadas gastamos hoy un alma esencialmente lúdica, obsesionada por el confort y la ausencia de sufrimiento, por borrar todo rastro de tragedia en la existencia. Hemos cancelado a Hegel y nos hemos echado en manos de Platón" (p. 129)

Y, finalmente, la desilusión tecnológica: "El 64% de los españoles aseguramos sentir ansiedad si nos quedamos sin batería en el móvil y reconocemos acudir a la pantalla líquida unas 150 veces al día... Empiezan a despuntar síntomas de un hartazgo mesurable en forma de datos... Ya hay sentencias que reconocen el derecho a desconectar el móvil en vacaciones" (pp.134-5)

Como resumen de todo este proceso de desilusión, estos párrafos que lo explican todo: "Nos angustia la parte azarosa indisolublemente ligada a la existencia, porque hemos querido eliminar de nuestra mente la posibilidad de que las cosas salgan mal. Nuestra ilusión ha superado a nuestra consciencia. El marketing ha barrido por goleada al realismo" (p.140). "Esa sociedad profiláctica de hoy que anhela amputarse el mal, la vejez, la muerte, la fealdad, la enfermedad, la suciedad, la mezquindad... Nunca antes coincidió que, creyendo nuestro mundo tan perfecto, nos diésemos cuenta de nuestra crudad imperfección" (p. 148)

A lo largo del libro hay múltiples referencias muy interesantes, desde Daniel Kahneman hasta Yuval Harari pasando por Michel Houellebecq, pero me quedo con dos de obligada lectura: La Expulsión de lo Distinto de Buyng Chul-Hang, y la novela El Palacio de los Sueños, de Ismaïl Kadaré.


Entrevista a Javier Gómez 


lunes, 13 de agosto de 2018

Rayuela



Cortázar, J. 2017 (32ª ed.). Rayuela. Cátedra (Edición de Andrés Amorós)

Hay muchos temas en Rayuela, y uno de ellos es, sin duda, el de la realidad y la ilusión: la búsqueda de algo que no se sabe muy bien qué es, si una utopía, o el amor, o uno mismo quizás, algo que no se sabe cómo aprehenderlo y se escapa de las manos, algo que uno se obstina en encontrar en otro lugar, en otro cuadro del tablero de juego menos en el que uno está, y que nunca se alcanza: "Desde que te conozco no hacés más que buscar, pero uno tiene la sensación de que ya llevas en el bolsillo lo que andás buscando" (p.330).

Horacio Olivera es ese angustiado buscador, que siempre tiene la ilusión de estar a punto de alcanzar su kibutz, su paraíso, pero éste se desvanece continuamente como un espejismo por no saber estarse quieto. Nunca se llega al final del arco iris por más que uno se empeñe, querer llegar alli solo puede llevar a la locura: "Terrible tarea la de chapotear en un círculo cuyo centro está en todas partes y su circunferencia en ninguna, por decirlo escolásticamente. ¿Qué se busca? ¿Qué se busca? Repetirlo quince mil veces, como martillazos en la pared. ¿Qué se busca? ¿Qué es es esa conciliación sin la cual la vida no pasa de una oscura tomadura de pelo?" (p.674).

El protagonista intenta llegar alli, a esa ilusión en la que cree, a través del amor (la Maga), a través de la música (el jazz) a través de la filosofía oriental (el zen) y a través de la literatura (su alter ego, Morelli), pero nunca llega, porque es un espejismo, "la última casilla, el centro del mandala, el Ygdrassil vertiginoso por donde se salía a una playa abierta, a una extensión sin límites, al mundo debajo de los párpados que los ojos vueltos hacia dentro reconocían y acataban" (p.482).

El contrapunto de Horacio es la Maga en París y sus amigos Traveler y Talita en Montevideo, personas con los pies en la tierra y en los cuales Horacio sabe que se encuentra aquello que él busca. Dice Horacio de la Maga: "Hay ríos metafísicos, ella los nada como la golondrina está nadando en el aire, girando alucinada en torno al campanario, dejándose caer para levantarse mejor con el impulso. Yo describo y defino y deseo esos ríos, ella los nada. Yo los busco, los encuentro, los miro desde el puente, ella los nada. Y no lo sabe, igualita a la golondrina...Ah, dejame entrar, dejame ver algún día como ven tus ojos" (p.234). Y después dice de Talita, el "doble" de la Maga en Montevideo: "Su amor por Traveler está hecha de cacerolas sucias , de largas vigilias, de una suave aceptación de su fantasías nostálgicas y su gusto por los tangos y el truco... Talita es muy feliz con Traveler, con el circo, poniendo al gato calculista antes de que salga a escena, llevando las cuenta del Director" (p.376). Dos mujeres que saben sumergirse en el río de la vida tal cual es, sin buscar ningún paraíso en la otra orilla. Esa es la capacidad y la paz que busca Horacio, pero que al no llegar, le conduce a la locura.

Hay múltiples citas sobre la realidad en el libro, pero los capítulos 28 y 99 están especialmente dedicados en gran parte a ella y la dificultad para aprehenderla tal cual es. Los amigos de Horacio lo consiguen en determinados momentos de lucidez, y así se lo intentan transmitir. En el capítulo 28 le dice su amigo Ronald: "Escuchá, Horacio: negar esta realidad no tiene sentido. Está aquí, la estamos compartiendo. la noche transcurre para los dos, afuera está lloviendo para los dos. Qué se yo lo que es la noche, el tiempo y la lluvia, pero están ahí y fuera de mí, son cosas que me pasan, no hay nada que hacerle" (p.312).  Y en el capítulo 99 le dice su amigo Etienne: "Lo que llamamos realidad, la verdadera realidad que también llamamos Yonder... esa verdadera realidad, repito, no es algo por venir, una meta, el último peldaño, el final de una evolución. No, es algo que ya está aquí, en nosotros. Se la siente, basta tener el valor de estirar la mano en la oscuridad. Yo la siento mientras estoy pintando" (p.618)

Pero Horacio no consigue entrar en la realidad; su mente cabalga siempre sobre la ilusión y el deseo, temas continuamente presentes en la novela:

"El deseo cada tantas horas, nunca demasiado diferente y cada vez otra cosa: trampa del tiempo para crear las ilusiones" (p.164)
"Oliveira, un poco borracho él también, sentía ahora que la verdad estaba en eso, en que Bessie y Hawkins fueran ilusiones, porque solamente las ilusiones eran capaces de mover a sus fieles, las ilusiones y no las verdades" (p.179)
"¿Por qué hemos tenido que inventar el Edén, vivir sumidos en la nostalgia del paraíso perdido, fabricar utopías, proponernos un futuro?" (p.311)
"Consintió en deplorar el espacio insalvable que le separaba de su kibbutz. Puesto que la esperanza no era más que una Palmira gorda, ninguna razón para hacerse ilusiones. Al contrario, aprovechar la refrigeración nocturna para sentir lúcidamente, con la precisión descarnada del sistema de estrellas sobre su cabeza, que su búsqueda incierta era un fracaso y que a lo mejor en eso precisamente estaba la victoria" (p. 355) 
" Se moriría sin llegar a su kibbutz pero su kibbutz estaba allí, lejos pero estaba y él sabía que estaba porque era hijo de su deseo, era su deseo así como él era su deseo y el mundo o la representación del mundo eran deseo, eran su deseo o el deseo, no importaba demasiado a esa hora" (p. 356)

He leido el libro en París. Era una de esas asignaturas pendientes en mis lecturas, y al ser tantas la expectativas, no sabía si me defraudaría. No lo ha hecho, las ha superado todas. Es un libro de esos que se quedan para siempre. 


Aniversario de Rayuela en EL PAIS (2014) 

Rayuela, 50 años tirando la piedrita

El bulevar donde Cortázar jugó a la rayuela