domingo, 29 de diciembre de 2019

Fresas Salvajes


Bergman, Ingmar. 1957. Fresas Salvajes. (Snultronstället)

Esta obra maestra de Ingmar Bergman retrata como ninguna otra la viveza y realismo de los sueños y las ensoñaciones, sin duda la fuente principal de nuestras fantasías, nuestros fantasmas, nuestros deseos, nuestros anhelos y nuestros miedos. Los sueños se encuentran en la imprecisa frontera que separa la cordura de la locura, pues en ellos desaparecen todos los mecanismos de defensa y barreras que levantamos para protegernos de la realidad (1). Son fuente de inspiración y creatividad, y a la vez, fuente de horror y estremecimiento. Los vivimos como si fueran realidad, son pura realidad virtual. Creados por nuestra mente para cumplir funciones aún no aclaradas del todo por la ciencia, son necesarios para nuestra supervivencia.

Fresas Salvajes comienza con un sueño y termina con una ensoñación, y contiene otra ensoñación y otro sueño en la mitad de la película. El primero es una pesadilla de tipo surrealista en la que el protagonista, Isak Borg, anciano doctor de 78 años, se encuentra con su doble muerto (su doppelgänger, el doble fantasmagórico en la mitología germánica), lo cual constituye un augurio de muerte. Sin duda, el primer lugar de aparición de los fantasmas son los sueños, y quizás se encuentren ahí los orígenes de todas las creencias ancestrales en la vida de ultratumba y la pervivencia del alma y el espíritu después de la muerte.

La siguiente es una ensoñación que se produce durante una visita del protagonista a la casa de su juventud: "No sé cómo sucedió, pero el hecho es que la palpable realidad del día se eclipsó tras las vivísimas imágenes de mi memoria que aparecieron ante mis ojos con toda la fuerza de lo que existe realmente". No se trata de un flashback, pues las escenas que contempla el viejo Isak no pudieron ser vividas por él. Las crea su imaginación. Allí, observa a su joven prometida Sara, siendo cortejada por su hermano, y posteriormente entra en una fiesta de cumpleaños en el interior de la casa. La forma en la que se nos muestra el sueño es inolvidable: Isak se cuela por la casa como si fuera un fantasma, ocultándose tras las paredes y las puertas para no ser visto por los que la habitan, que permanecen allí como en un presente eterno, siendo él el único que ha envejecido y los contempla con nostalgia. En los sueños el pasado es tan presente como el presente real, la cronología desaparece y se nos permite viajar en el tiempo. Por eso permiten elaborar fantasías imposibles en las que se retorna al pasado y éste se revive con la misma fuerza que si fuera presente.

En el tercer sueño, Isak se encuentra de nuevo con la que fue su prometida, hablando esta vez con ella, y escuchando de sus labios con crudeza que no va a casarse con él, sino con su hermano. Ella le muestra sin compasión en un espejo su vejez y su soledad. Ahí no termina el vía crucis. El doctor se enfrenta a continuación a un examen de reválida de su profesión en la que termina siendo declarado incompetente, y además se le muestra el adulterio de la que fue su mujer (él ya es viudo) y las opiniones que ésta tenía sobre él, tachándolo de pusilánime, frío e insensible. De nuevo, él ve la escena oculto tras un árbol, como un fantasma que se protege de ser visto. En este sueño aparecen sus frustraciones, sus más íntimos temores con respecto a su vida profesional y marital, libres de restricciones y censuras. Los sueños son la caja de Pandora con la que a veces la realidad nos sacude y nos muestra todo lo que habitualmente nos negamos a ver en ella, mirando para otro lado: nuestros defectos, frustraciones, engaños, mentiras y máscaras.

Finalmente, la película termina con Isak en la cama en el momento justo antes de quedarse dormido, cuando tiene una ensoñación. En ella, es llevado por Sara hacia sus padres jóvenes, en un lugar de extrema placidez y felicidad, una escena bucólica y apacible de su infancia, posiblemente no real sino idealizada, que es la única que le trae verdadera paz y sensación de felicidad. La escena es claramente irreal, también creada por su imaginación, como todas las demás. En este caso, en lugar de monstruos, la mente divaga permitiendo la recreación en los anhelos y los deseos. El paraíso de la niñez, el espejismo de la infancia es el último cobijo donde el ser humano encuentra refugio, y es también revivido y recreado en los sueños, lugar donde la realidad puede ser vencida.

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(1) Ver capítulo dedicado a ellos en el libro ¿Enferman las Mariposas del Alma? 

Enlace a la película

Reseña en la página oficial de Ingmar Bergman

Introducción a la película (FILMAFFINITY)

Reseña (CINE DIVERGENTE)

Reseña (CINE Y PSICOLOGÍA)

Review (THE GUARDIAN)

Enlace al debate en QUÉ GRANDE ES EL CINE



viernes, 27 de diciembre de 2019

El Mundo Feliz


Martín, Luisgé. 2018. El Mundo Feliz. Una Apología de la Vida Falsa. Anagrama.

Para el autor, la realidad es "un sumidero de mierda". La única forma de sobrevivir a ella es a través del engaño, lo que él llama la "suspensión voluntaria de la incredulidad". Es lo que hacemos cuando leemos una novela o vemos una película, el único mecanismo que nos evita enloquecer, pues la realidad es insoportable, y necesitamos dotarla de sentido y trascendencia: por ello inventamos la religión, la justicia, la belleza, la mística, la literatura, la posteridad, los sueños. El ser humano necesita soñar para escapar del sinsentido: "El hombre es un dios cuando sueña y un mendigo cuando reflexiona", citando a Hölderlin.

Partiendo de estas premisas y parafraseando a Camus en El Mito de Sísifo, la tesis del libro es la siguiente: el único problema políticamente serio es el suicidio colectivo como especie. No tenemos remedio, la naturaleza humana es imperfecta por definición, estamos condenados a la infelicidad. Hemos de emplear la ciencia y la tecnología para escapar de esta realidad impuesta, transformándola radicalmente. No debemos dejarnos atrapar por las ideas preconcebidas de libertad, igualdad, fraternidad, heroicidad, autenticidad, entrega; tenemos que liberarnos de una moral que nos encadena, y dar el salto a una realidad diferente que ya nos ofrece la tecnología. Martín nos propone abrazarnos sin complejos al transhumanismo y la realidad virtual. Para él, el Mundo Feliz de Huxley, Matrix, el San Junípero de Black Mirror (1)  no son distopías de las que debamos huir y escandalizarnos, sino que son precisamente la única salida posible.

Dejemos de querer estar atados románticamente a nuestra memoria; aceptemos la implantación de falsos recuerdos; dejémonos ayudar por la farmacología y la ingeniería genética. Demos la bienvenida al soma y a la singularidad, si podemos acabar así con el sufrimiento. Es mejor una servidumbre feliz que una libertad dolorosa. Modifiquemos los componentes defectuosos de nuestra imperfecta condición humana, dejemos de creer ingenuamente en la posibilidad de redención pues nuestra naturaleza no tiene remedio tal y como es. Somos infinitamente estúpidos, nuestra imbecilidad es absolutamente irremediable, nuestro egoísmo incorregible, nuestras contradicciones irresolubles. La religión, la literatura, el arte, son solo bálsamos pasajeros. "No nos salvan la inteligencia ni la educación. No nos salva tampoco la bondad, ni la honestidad, ni la lucidez ética. Tal ve lo único que puede salvarnos es la mentira, el engaño. Matrix. El mundo feliz de Huxley" (p.95).

Martín plantea lo opuesto de Vergely en La Destruction du Réel o Gabriel en Yo no soy Mi Cerebro o El Sentido del Pensamiento, que se manifiestan completamente contrarios al transhumanismo y la realidad virtual. Para Martín, en cambio, esa el la única salida. Todo lo demás es "ilusión: invención, ensueño, espejismo. Para poder volar sin que el sol derrita nuestras alas de cera es necesaria la mentira, la hechicería, la prestidigitación. Por eso las libertades falsas --si son perdurables en le tiempo-- son la únicas libertades posibles" (p. 114).  Siempre hemos estado creando mundo ilusorios, dejémonos llevar por esta última ilusión que nos liberará de nuestra naturaleza , pongámonos en manos del Big Data y los algoritmos. Sísifo nunca podrá ser feliz.  Vivamos en Matrix, la última ilusión.

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Reseña (TODO LITERATURA)

Rehusando el mundo feliz que propone Luisgé Martín (Mundiario) 

Las obras detrás del último ensayo de Luisgé Martín (Librotea)


(1) Capítulo de la serie Black Mirror (cuarto episodio de la tercera temporada)


miércoles, 18 de diciembre de 2019

Verdades, Mentiras e Incertidumbres


Varios autores. 2019. Verdades, mentiras e incertidumbres. Comprender el mundo en tiempos de confusión. Investigación y Ciencia.

Este número de Investigación y Ciencia se presenta con el objetivo de aclarar nuestros mecanismos de aproximación a la realidad y la facilidad con la que la puede ser falseada, asunto especialmente importante hoy en día en que tan fácil es ser víctima de la desinformación y las mentiras convertidas en verdades.

George Musser se pregunta si la física puede realmente facilitarnos la comprensión del mundo. Como cualquier otra disciplina, también se encuentra con barreras para describir objetivamente los hechos. Le mecánica cuántica y la teoría de cuerdas proponen realidades alternativas que coexisten y universos paralelos. "Las leyes de la física corren el peligro de derivar en una anarquía: ya no nos dicen que una cosa sucede en lugar de otra, sino que ambas tienen lugar y lo que observamos es el resultado de un azar ciego. La diferencia entre hecho y ficción depende por tanto de donde estemos" (p.21). "Cuanto más penetran los físicos en la estructura de la realidad, más parece evaporarse ésta"(p.22). La física va llegando a un terreno de arenas movedizas, donde parece que no hay sustancia sino puro acontecimiento, no hay nombres, sino verbos. Musser termina consolándose de la siguiente forma: "Aunque la mecánica cuántica sea desconcertante, podemos usarla para construir una imagen sólida del mundo. Y aun cuando pueda preocuparnos no experimentar la realidad fundamental, sin duda experimentamos nuestra realidad, y en ella hay mucho que estudiar... Tampoco debemos olvidar que nuestras teorías no hacen sino atrapar vientos. Nos recordaría que debemos ser humildes... Nadie dijo nunca que encontrar la verdad fuera una tarea sencilla" (p.23).

Housto-Edwards se pregunta si las matemáticas son reales, si se descubren o se inventan. Para ello pone en cuestión la postura filosófica del realismo matemático, según la cual las entidades matemáticas son reales y existen con independencia de la mente humana, en una especie de mundo platónico. Inmediatamente surge la pregunta: ¿Cómo es posible interaccionar con objetos abstractos? Ante esta duda sin respuesta, aparece el formalismo, que apunta a lo contrario: las matemáticas no son más que un juego desarrollado en un mundo ficticio e inventado por los matemáticos, sin significado real fuera de él. Pero, si son una ilusión, ¿cómo es posible que la ciencia se base de una forma tan necesaria en ellas? Paradojas sin solución, salvo esta: "El tipo matemático en activo es platónico los días laborables y formalista los domingos" (p.28).

Anil K. Seth comienza su artículo "La construcción cerebral de la realidad" con una interesante cita de Anäis Nin en La Seducción del Minotauro: "No vemos las cosas como son, las vemos tal y como somos" (p.28). El autor insiste en todos los engaños a los que nos lleva la percepción, que "nunca ha sido una ventana directa a la realidad objetiva. Todas nuestras percepciones son construcciones activas, conjeturas elaboradas por el cerebro acerca de la naturaleza del mundo, que siempre aparece desdibujada tras un velo sensorial" (p.30). Se pasa revista a todas las teorías que apuntan en esta dirección, desde la caverna de Platón a Kant, pasando por el sabio árabe Alhacén, y deteniéndose especialmente en el fisiólogo alemán Hermann von Helmholtz, que propuso ya en el siglo XIX que "la percepción es una proceso de inferencia inconsciente" (p.30). El autor incide en esta línea a lo largo del artículo: "La percepción se erige como un proceso de construcción activa, una alucinación controlada" (p.31). "Tal vez lo que definimos como real sea el consenso de nuestras alucinaciones" (p.35). Elegimos los datos que mejor se adaptan a nuestro modelos de realidad, datos siempre sesgados, y eso llamamos realidad. Nos ocurre constantemente, con los periódicos que leemos y las redes sociales que visitamos. Entender esto puede que nos haga más comprensivos con "la diversidad de realidades que experimentan los miles de millones de cerebros que pueblan el planeta" (p.35).

En la sección dedicada a las mentiras, Barbara J. King da interesantes ejemplos del fraude en el mundo animal, abundantísimo: no somos la única especie mentirosa. O'Connor y Weatherall analizan las razones psicológicas tras la propagación de información falsa, basadas en el conformismo y la tendencia a actuar dentro de la comunidad con la que nos identificamos. Ariel y y García-Rada estudian la forma en la que la corrupción se expande por contagio en las sociedades humanas. Helena Matute, autora de Nuestra Mente nos Engaña, profundiza en el apasionante campo de los sesgos cognitivos;: el sesgo de familiaridad, la ilusión de causalidad, la ilusión de control. "Nuestra mente nos engaña porque es fruto de muchos años de evolución y adaptación en un ambiente muy distinto al que plantea la vida moderna. Una respuesta que en el mundo de las cavernas resultaba ventajosa puede que en el mundo actual sea poco adecuada, por lo que nos induce a cometer fallos" (p. 57).

Finalmente, en la sección dedicada a las incertidumbres, Baruch Fischhoff  incide en cómo nuestro conocimiento parcial de la realidad nos lleva a querer agarrarnos a creencias. Necesitamos soluciones reales en un mundo incierto, por lo que nos apoyamos en esquemas mentales más que en datos objetivos. Michael A. Hogg escribe sobre la incertidumbre de nuestra época, producida por fenómenos como "la globalización, la inmigración, la revolución tecnológica, el ilimitado acceso a la información, la volatilidad sociopolítica, la automatización del trabajo y el cambio climático" (p.75). Este vida líquida, siguiendo la terminología de Zigmunt Bauman, nos lleva a situaciones alienantes y "las personas se ven impelidas a mitigar su sensación de incertidumbre" (p.76), y en esta necesidad se basa el populismo, en la necesidad de identidad y seguridad. Finalmente, Claire Warden analiza el caos en las redes sociales, y cómo "nuestra inclinación a compartir contenido de forma irreflexiva se explota para compartir desinformación" (p.78).  Sobre todo se detiene en aquel tipo de desinformación que encierra una dosis de verdad, pues es la más eficaz. Los "memes" (palabra acuñada por Richard Dawkins en El Gen Egoísta), de rápida distribución en las redes, contribuyen a afianzar las mentiras a fuerza de hacerlas familiares. "No hay soluciones permanentes para los relatos nocivos: debemos adaptarnos a la nueva situación" (p.83).

Quisiera terminar con una reflexión de Stuart Firestein sobre el papel de la ciencia en la comprensión de la realidad: "La ciencia no busca la verdad, como muchos creen. Su verdadero propósito consiste en formular mejores preguntas... En ciencia siempre hay cabos sueltos y callejones sin salida. Cuando podríamos creer algo, siempre surge algo nuevo e inesperado. Pero la incertidumbre resulta valiosa. No debería crear ansiedad. Supone una oportunidad" (p. 76).

Índice del número

domingo, 15 de diciembre de 2019

El Cine o el Hombre Imaginario


Morin, Edgar. 2001. El Cine o el Hombre Imaginario. Paidós.

(Original en francés: Le cinéma ou l´homme imaginaire, publicado en 1956 por Les Éditions de Minuit.

Al leer este libro, he recordado otros que leí hace muchos años sobre la relación del cine con la realidad, como Teoría del Cine (La Redención de la Realidad Física) de Siegfried Kracauer o ¿Qué es el Cine? de André Bazín. Edgar Morin hace un estudio antropológico y psicológico del fenómeno cinematográfico y analiza la evolución del "cinematógrafo" al "cine": lo que comienza siendo un instrumento aparentemente perfecto para atrapar la realidad, se convierte en una máquina creadora de irrealidad y sueños. Morin enlaza con la religión, la magia y el arte para hacer una teoría antropológica del cine: la linterna mágica, la fantasmagoría, la antigua magia, los juegos de sombra, los cultos griegos de misterios son los precedentes que llevarán al cine por una camino apartado de la realidad. El hambre de irrealidad y de sueños del ser humano gana la batalla al conocimiento objetivo y científico: Meliès triunfa sobre Lumière, y así nace el cine. "Lo fantástico surge inmediatamente de la más realista de las máquinas, y la irrealidad de Meliès se despliega tan flagrante como la realidad de los hermanos Lumière. Al realismo absoluto (Lumiére) responde el irrealismo absoluto (Meliès). Admirable antítesis que hubera gustado a Hegel, de donde debía nacer y desarrollarse el cine, fusión del cinematógrafo Lumière y de la hechicería Meliès" (p.52)(1).

Tanto Meliés en Francia como George Albert Smith (Escuela de Brighton) en Inglaterra introducen los fantasmas, los dobles, la sobreimpresión, los trucos y el cine empieza a distanciarse de la realidad: "El film se ha lanzado, cada vez más alto, hacia un cielo de sueño, hacia el infinito de las estrellas --de las stars--, bañado de música, poblado de presencias adorables y demoníacas, escapando de la tierra de la que debía ser, según todas las apariencias, servidor y espejo" (p.14)

Ya le ocurrió lo mismo a la fotografía, que fue pronto aprehendida por el ocultismo, y se pensaba que captaba el alma y tenía una cualidad mágica de doble, de espectro y de inmortalidad, tal y como ya ocurría con las sombras y los fantasmas:  "El objetivo confiere a todo lo que se acerca un aire de leyenda, transporta fuera de la realidad todo lo que cae en su campo. ¿No es asombroso que la cualidad "legendaria", "surrealista","sobrenatural" sea resultado inmediato de la imagen más objetiva que se pueda concebir?" (p.24)

Morin también enlaza el cine con los espectáculos de sombras: "las sombras fundamentales del universo de los dobles se encuentran animadas, fascinantes, desde las cavernas de Java, las de los misterios helénicos y la mítica de Platón, hasta las salas oscuras" (p.41). Siguiendo la misma línea, vemos como el cine también conecta inmediatamente con el mundo de los muertos y de la inmortalidad. Obras como como La invención de Morel de Boy Casares (novela que "propone el mito cinematográfico final: la absorción del hombre en el universo desdoblado para que la eternidad le salve" (p. 47)), o La Eva Futura , de Auguste Villiers de L'Isle-Adam (que se centra en le tema de doble o copia perfecta), tratan el tema del poder del cine para crear la ilusión de la inmortalidad.

Por otra parte, el cine también encaja con el animismo, esa tendencia primitiva del ser humano que concede a todo un alma. En el cine todo cobra alma, todo objeto posee espíritu, y esa cualidad es la que ha hecho que el cine haya ido despegándose de la realidad y acercándose a la ficción. De la misma forma, la relación del cine con lo onírico y el mundo de los sueños, también ha impulsado ese viaje. "Las estructuras del filme son mágicas y responden a las mismas necesidades imaginarias que las del sueño; la sesión de cine revela caracteres parahipnóticos (oscuridad, hechizo por la imagen, relajación confortable, pasividad e impotencia física)" (p. 136)

Morin demuestra el fracaso de los intentos del cinematógrafo total (relieve, 3D, etc), que supone una superposición de aditamentos innecesarios, pues el cine ya ha conseguido solo con sus dos dimensiones simular nuestros sueños y deseos. Los personajes de la película "viven de la vida que nos es absorbida. Nos han tomado nuestras almas y nuestros cuerpos, los han ajustado a sus dimensiones y pasiones. Más bien somos nosotros quienes, en la sala oscura, somos su fantasmas o ectoplasmas espectaculares. Muertos provisionalmente, miramos a los vivos..." (p. 134)

Todo lo dicho previamente, ha provocado que el cine haya encontrado su destino en esa mezcla de ilusión y realidad. "Las originalidad revolucionaria del cine es la de haber disociado y opuesto, como dos electrodos, los irreal y lo real.... Esta irrealidad no destruye la realidad: la realidad aparente no se ve debilitada por saber que no es más que una ilusión. Esta realidad no disipa la irrealidad. Más aún: esta realidad está fabricada por las potencias de la ilusión, de igual modo que esas potencias de la ilusión han nacido de la imagen de la realidad" (p.141). "Ese es el extraño destino del cine: fabricar ilusión con seres reales, fabricar realidad con ilusión de cartón piedra" (p.143). "Esas transmutaciones y esos remolinos, en los que se sueldan sueño y realidad, uno renaciendo de la otra, son la especificidad del cine" (p. 151)

El último capítulo del libro se centra en la realidad semiimaginaria del hombre. Morin insiste en que somos inseparables de nuestras fantasías y nuestros delirios, de nuestras mentiras y nuestros sueños. Esas proyecciones imaginarias nos acompañan desde siempre, son parte de nuestra naturaleza: "Llevan todos los sueños imposibles, todas las mentiras que el hombre se dice a sí mismo, todas las ilusiones que se forja (espectáculos, artes). Los mitos y las religiones están allí para testimoniar su increíble irrealidad" (p.184). Morin concluye que la realidad del hombre es semi-imaginaria y por esa razón el cine también ha sido atrapado por lo imaginario.

"Como todo onirismo, los filmes son proliferaciones de la espera, ectoplasmas para mantener el alma en calor; eso es el cine: imagen desordenada, entregada a los deseos impotentes y a los temores neuróticos, su estallido canceroso, su plétora mórbida. La verdadera vida está ausente. El mundo al alcance de la mano, el hombre sujeto del mundo no es más que un programa de ilusión. El hombre sujeto del mundo no es aún, y tal vez no será nunca, otra cosa que una representación, un espectáculo del cine" (p. 187)

"Ha habido que esperar al cine para que los procesos imaginarios sean exteriorizados original y totalmente. Al fin podemos visualizar nuestros sueños porque se han lanzado sobre la materia real" (p. 193)

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(1) Esta misma dicotomía la analiza Kracauer en su libro, citando a Morin: "Si el cine surge a partir de la fotografía, también en él deben operar las tendencias realista y formativa... Y sus prototipos fueron Lumière, un realista estricto, y Meliés, quien dio rienda suelta a su imaginación artística. Los filmes que hicieron son algo parecido, por así decir, a la tesis y la antítesis en el sentido hegeliano" (p.53).

Bazín, A. 1990. ¿Qué es el Cine?. Ediciones RIALP
Kracauer, S. 1989. Teoría del Cine (La Redención de la Realidad Física). Editorial Paidós


Reseña (MAGAZINEMA)

La réalité semi-imaginaire de l'homme (L'OBSERVATOIRE)



viernes, 13 de diciembre de 2019

Nutshell


McEwan, Ian. 2016. Nutshell. Vintage.

(Publicado en español como Cáscara de Nuez por Anagrama)

La ventaja del narrador elegido por McEwan para contar esta historia es la misma que la del hombre invisible: es testigo de todo lo que ocurre sin que nadie sepa que está allí, empapándose de todo. Es decir, tiene acceso pleno a la realidad que le rodea, sin falsedades ni engaños. Es un testigo imposible, pues es un no nacido que aún se halla en el vientre de su madre y que conoce a la perfección los planes de ésta y su tío para deshacerse de su padre. A diferencia de Hamlet, aquí no hay dudas acerca del crimen, ni hace falta ningún espectro que venga a comunicar la verdad de lo sucedido, ni obra de teatro utilizada para revelar lo oculto: aquí el narrador lo conoce todo, pues todo lo escucha sin que nadie, por supuesto, lo imagine.

El espectro del padre muerto aparece, como en Hamlet, pero dejando claro que es producto de la imaginación del narrador, cuya mente se libera debido al whisky escocés ingerido por la madre embarazada. El espectro se venga del asesinato, que es lo que el no nacido desea, aunque siendo muy consciente de que no se trata más que de una fantasía:

"And that's what I wanted. A childish Halloween fantasy. How else to commission a spirit revenge in a secular age? The Gothic has been reasonably banished, the witches have fled the heath, and materialism, so troubling to the soul, is all I have left. A voice on the radio once told me that when we fully understand what matter is we'll feel better. I doubt that. I'll never get what I want" (p.188).

"Y esto era lo que quería. Una fantasía de Halloween. ¿Cómo, si no, encargar a un espíritu venganza en una época laica? El gótico ha sido razonablemente abolido, las brujas han huido del brezal, y el materialismo, que tanto trastorna el alma, es lo único que me queda. Una voz en la radio me dijo una vez que nos sentiremos mejor cuando comprendamos perfectamente qué es la materia. Lo dudo. Yo nunca conseguiré lo que quiero". 

No hay magia, ni fuerzas sobrenaturales, ni fantasmas que lleguen del más allá: el narrador lo sabe, y sabe que la ciencia tampoco terminará por ofrecernos consuelo. La única fantasía posible, la única vía de escape de la realidad que puede permitirse es la alucinación pasajera producida por el alcohol. Tanto este narrador no nacido como el de Rabos de Lagartija (Marsé ya utilizó antes esta licencia literaria) llegan a un mundo hostil y terrible, a una realidad cruel a la que bien podría aplicarse el título de la obra de Ciorán: "del inconveniente de haber nacido".


Review (THE GUARDIAN)

Review 2 (THE GUARDIAN)

Review (POST MAGAZINE)

Reseña (EL PAÍS)



miércoles, 11 de diciembre de 2019

¿Enferman las Mariposas del Alma?


Mora, F. 2004. ¿Enferman las Mariposas del Alma? Cerebro, Locura y Diversidad Humana. Alianza Editorial.

Las mariposas a las que se refiere el título son "el vergel de la sustancia gris, células de formas delicadas y elegantes, las misteriosas mariposas del alma, cuyo batir de alas quién sabe si esclarecerá algún día el secreto de la vida mental", según una cita de Ramón y Cajal. El libro se adentra en los misterios del cerebro y sus enfermedades; la esquizofrenia, la depresión, la epilepsia, el Alzheimer y sus conexiones con la genética, la inteligencia animal, los sueños, el arte, la genialidad, la religión y el misticismo. Es uno de esos libros que mezclan ciencia y humanismo siguiendo la mejor tradición de Oliver Sacks.

Una de las principales ideas mantenidas en el libro es que los genes no nos determinan, sino que somos un producto de la interacción de nuestros genes y nuestro medio ambiente: "El ser humano nace con un proyecto indeterminado, abierto, como si fuera un libro que está por escribir. En ese libro, es cierto, venimos con las páginas programadas y aun algunas arrugadas (los genes y sus mutaciones), pero hay que escribir en él para que suceda el devenir de cada ser humano)" (p.16). Es la concepción del ser humano de la epigenética, frente a otras visiones más deterministas como la de Eagleman en su libro Incognito. Mora, curiosamente, no utiliza la palabra epigenética en su libro, pero sí enfatiza esta idea uniendo a la palabra genoma la palabra "ambioma" para referirse a los elementos ambientales que se unen a los genéticos para definirnos como humanos.

Precisamente por creer en la posibilidad de actuar y moldear nuestros genes, queremos "desempeñar el papel de Epimeteo al abrir la caja de Pandora" (p.22), pues nuestro cerebro es la definitiva caja de Pandora, donde habitan todos nuestras ilusiones y todos nuestro temores. Intentar averiguar los secretos de la mente y sus fantasmas es una aventura que necesariamente lleva a la compasión por el ser humano, sus grandezas y sus miserias, sus esperanzas y su horrores. Mora cita El Idiota de Dostoievski para recordar que la compasión constituía "la ley principal, quizá la única, de toda la existencia humana que podía dar sentido a la vida" (p. 18).

El cerebro es nuestro libro sagrado, el único libro verdaderamente sagrado, "una antorcha encendida que el hombre ha paseado sobre sus hombros a lo largo y ancho de nuestro mundo, no curiosamente iluminando trozos de "realidad" o proporcionando "conocimiento abstracto y objetivo", sino detectando y discriminando estímulos del entorno con el único propósito de seguir vivo" (p.22). Nuestro cerebro es el instrumento que utilizamos para aprehender la realidad, y es un instrumento imperfecto. Mora utiliza otras dos citas de clásicos para introducirnos en las enfermedades e imperfecciones del cerebro. Según Hipócrates, "a través del cerebro pensamos, soñamos, sentimos... estamos locos, delirantes o presa de aprensiones y temores en mitad de la noche o cuando amanece" (p.35). El mismo instrumento que nos acerca a la realidad nos lleva al delirio, pues esa realidad es un misterio al que solo podemos aproximarnos cuando se admite que estamos enajenados de ella: "Es preciso que el hombre conozca que está separado de la realidad y que conocer de verdad qué es cada cosa es un enigma" (Demócrito, p.35).

Una buena parte del libro está dedicada a la esquizofrenia, la locura por excelencia, una enfermedad propiamente humana por estar intrínsecamente relacionada con las redes sociales complejas, la inteligencia y el lenguaje, sobre todo con este último. Curiosamente, lo que nos hace humanos es a la vez lo que nos vuelve locos. Una ventana a esa locura a la que todos podemos asomarnos es el mundo de los sueños, "una ventana a través de la cual se puede intuir algo de lo que sucede en el cerebro cuando irrumpe la enfermedad mental" (p.55). El sueño y las psicosis están íntimamente conectadas, por basarse ambas en la falta de control consciente del sujeto: "las psicosis y sus síntomas son producidos como los ensueños, por el desequilibrio en la coordinación de diferentes áreas del cerebro distantes entre sí" (p.61).

La esquizofrenia es, básicamente, "una interpretación errónea de la realidad" (p. 70). De ahí el miedo íntimo que todos sentimos ante esta enfermedad, porque, ¿quién no interpreta erróneamente la realidad? Por supuesto, la esquizofrenia va más allá del simple error, e incluye pensamientos aberrantes, alucinaciones, voces extrañas y retraimiento social, provocados por una multitud de factores de índole genético y ambiental. Cuando las conexiones del cerebro que coordinan las áreas más racionales con las más emotivas sufren desarreglos, nuestra visión de la realidad se ve alterada y se producen conductas airadas y violentas. Esto, que también ocurre en las personas que llamamos "normales", pero llevado al extremo, es lo que ocurre en la mente de sociópatas y psicópatas.

Las enfermedades de la mente se han intentado curar de las maneras más inverosímiles, como utilizando la electricidad de pez torpedo, extrayendo "la piedra de la locura" (el cuadro del Bosco figura en la portada del libro), a base de electroshocks, con operaciones invasivas como la lobotomía o actualmente con todo tipo de fármacos, de los cuales nuestra sociedad actual es una consumidora compulsiva.

Mora también se adentra en las relaciones entre genio y locura, mencionando los casos de personas geniales como Demócrito o Sócrates, de los cuales hay bastantes indicios de que padecían trastornos mentales. De la misma forma, también son muy interesantes las conexiones entre arte, literatura, locura y depresión, analizándose los casos de Van Gogh, Goya, Gaudí, Lord Byron, Hemingway o Nietzsche. Estos artistas y escritores "han hecho una llamada profunda a lo más íntimo de nosotros mismos. Precisamente esa es nuestra "humanidad" y lo que nos proporciona un cerebro enfermo son atisbos desconocidos de ella. Este cerebro "enfermo" nos abre las puertas de un conocimiento o de una apreciación estética "nueva" que no podría abrir por sí mismo ningún otro ser humano "normal" (pp.166-7). Las relaciones de lo onírico con el arte y con la locura son evidentes, pues las tres son ventanas que nos muestran una realidad diferente a la que percibimos normalmente.

La locura puede ser liberadora, en concreto aquella de la que habla Erasmo en su libro cuando menciona la parte positiva de ilusionarse, alejarse del mundo, cambiarlo con la imaginación, soñar con utopías y paraísos, perderse en las ensoñaciones del arte, lo irreal y lo sublime. La religión también participa de esta forma de locura. Las relaciones entre la epilepsia y los trances místicos está bien documentada. citándose los casos de Dostoievski, Juana de Arco o Santa Teresa de Ávila. La experiencia de lo divino en el cerebro humano fue ya estudiada por William James en su clásico La Variedad de la Experiencia Religiosa.

Todas estas conexiones de la locura con visionarios, artistas y pensadores nos hace pensar sobre el valor de algo que en principio solo es considerado negativo. En cambio, "lo paradójico es que son estos "locos" y estos "herejes" los que han hecho avanzar las sociedades humanas y con ello impedido su anquilosamiento y su desaparición" (p. 197). ¿No son muchas veces las personas adelantadas a su tiempo tomadas por locos? Se dice que el sabio es el que ve la realidad tal cual es, y se adapta a ella, aceptándola. En cambio, el loco, por verlo todo desde otro punto de vista, distorsiona la realidad y pretende adaptarla a su visión particular. ¿Dónde reside el genio, en el sabio o en el loco? Mora incluye la siguiente cita de Bernard Shaw: "...el hombre razonable se adapta al mundo, el que no lo es persiste y trata de adaptar el mundo a sí mismo. Por tanto, el progreso depende del hombre poco razonable" (p.197). Es la misma idea del Principio Esperanza, de Bloch, según el cual el mundo se mueve por la obstinación esperanzada, loca y utópica de los soñadores.

Finalmente, Mora nos hace ver la imprecisa línea que separa cordura de locura, lucidez de delirio. Todos nos novemos en esa cuerda floja y tenemos atisbos del vértigo que da el fino precipicio que separa la ilusión de la realidad. El autor termina preguntándose con su admirado Demócrito (1) si acaso no estamos todos locos: "¿Serán todos nuestros anhelos, nuestras luchas, nuestras ilusiones y sentimientos de continuidad al fin y a la postre, un acto colectivo de locura?" (p. 204)


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(1) Esta admiración nació a raíz de la lectura de la novela Átomo de Schenzinger, por los diálogos entre Demócrito y Leucipo que aparecen en ella.


jueves, 5 de diciembre de 2019

El año pasado en Marienbad


Resnais, Alain. 1961. L'Anne Dernière a Marienbad.

He revisado esta película tras leer La Invención de Morel, porque se dice que está emparentada con ella. De entrada, hay una diferencia fundamental: la novela de Bioy Casares pertenece al género de la ciencia ficción y tiene una trama perfectamente explicada y desarrollada en una narración lineal donde cada detalle es minuciosamente analizado. En cambio, en El Año Pasado en Marienbad asistimos a la filmación de una especie de sueño o estado onírico en el que todas las interpretaciones quedan abiertas, de la misma forma que los sueños pueden ser interpretados. Su punto en común, es cierto, es que ambas obras están habitadas por fantasmas que parecen vivir en un bucle de tiempo que se repite indefinidamente y en un espacio acotado del que parecen no poder salir, esclavos de una eternidad impuesta.

En La Invención de Morel esa situación repetitiva está producida por un artificio tecnológico y conocemos la forma en que se genera y se reproduce indefinidamente, sirviendo como reflexión acerca del doble y la realidad virtual generados por la fascinación de la imagen. Sin embargo, en ningún momento hay ciencia ficción ni explicación ni artificio alguno en Marienbad. Marienbad es el intento de recreación de nuestros estados de ánimo, de los enrevesados laberintos de la memoria, de la confusión entre ilusión y realidad, de la represión de nuestros anhelos y pasiones, de las vías de escape de la mente a nuestros miedos y temores. Se trata de cine psicológico en estado puro, un intento de captar el estado de ensoñación. Por todo ello, la película de Resnais está más cerca de Portrait of Jennie de William Diertele o del surrealismo en general.

¿Cuántas veces hemos tenido un sueño recurrente que se repite de forma obsesiva, sin saber de qué forma salir de él? Eso es Marienbad. Estamos atrapados en un lugar extraño, habitado por fantasmas, y nosotros somos otros fantasmas más. No sabemos si lo que ocurre en el sueño es presente, pasado o futuro, porque ya lo hemos vivido en otras ocasiones con pequeñas diferencias. No estamos seguro de si la memoria nos traiciona, si los demás son los que nos mienten, si somos nosotros los que nos mentimos a nosotros mismos por miedo a reconocer la realidad, por el horror que supondría tener que admitir lo que nunca querríamos que hubiera ocurrido.

Ese estado onírico angustiante puede estar cercano a la esquizofrenia o la locura, pues podemos llegar a sentir la claustrofobia de un laberinto del que no sabemos como salir, un laberinto que nos obsesiona porque desconocemos si lo que ocurre allí dentro es realidad o es pura fantasía. Ese estado es el que refleja de forma magistral la película, y es el tipo de literatura y de cine que se proponían hacer Alain Resnais y Alain Robbe-Grillet con el movimiento literario denominado noveau roman, en el que la cronología convencional se rompe y la secuencia narrativa responde más a estados psicológicos y experiencias emocionales que a una trama con una continuación lógica.

Las imágenes de las personas se quedan detenidas como congeladas en el tiempo, la pareja de protagonistas son comparados con una estatua de mármol, el hotel donde se alojan tiene un estilo barroco sobrecargado y sobrecogedor que nos abruma, el jardín con su laberinto rectilíneo parece indicar una imposibilidad de salida. Los gestos de los personajes son lentos e hieráticos, como detenidos en el tiempo. Todo contribuye a una apariencia fantasmal similar a la de los sueños, una representación perfecta de la confusión entre la realidad y la ilusión.


Enlace a la película

Reportaje en Días de Cine

Reseña (EL ASOMBRARIO)

Tiempo, espacio, cine y arquitectura (35 MM)

Reseña (CINEMA ESENCIAL)

Reseña (LA REPÚBLICA CULTURAL)

Reseña (LA FILMOTECA DE SANT JOAN)

Ensoñación (DICCINEARIO)


miércoles, 4 de diciembre de 2019

La Invención de Morel


Bioy Casares. 1940. La Invención de Morel. Editorial Losada.

¿Quién no ha revivido con nostalgia una época o un momento feliz al ver una fotografía o un video antiguo, cuyo poder evocador resucita a las personas que ha captado y vuelve a darles vida en nuestra imaginación? ¿Quién no ha recreado en su fantasía una escena a partir del poder mágico de las imágenes, que parecen recobrar vida propia como si fueran fantasmas animados? El sueño se compone básicamente de imágenes, y esa es también la materia prima del cine. Esa capacidad de nuestra mente de conceder realidad viva a lo que es una simple imagen es la base de La Invención de Morel.

Bioy Casares fue un visionario que con esta novela ya anticipó la hiperrealidad de la que tanto hablaría luego el postmodernismo y en especial Baudrillard, o toda la filosofía en torno al doble de Clement Rosset. El poder de la imagen, tanto en la fotografía como en el cine, para crear la fantasía del doble y generar fantasmas revolucionó el imaginario del hombre del siglo XX, como se explica en libros como El Cine y el Hombre Imaginario de Edgar Morin, en el que se menciona en varias ocasiones la novela de Bioy Casares: "El Invento de Morel nos propone el mito cinematográfico final: la absorción del hombre en un universo desdoblado para que la eternidad le salve" (p.47). En los años 40 estaba también en ciernes el invento de la holografía, muy relacionado con el argumento de esta novela. La holografía perfecta inventada por Morel/Bioy va más allá y sueña con alcanzar la eternidad incluyendo a la conciencia, de la misma forma que en los primeros tiempos de la fotografía se creía que las fotos de los muertos conservaban de alguna forma el alma de los mismos.

La novela, a pesar de su brevedad, contiene múltiples conexiones con temas universales y obras maestras de la literatura. Así, nos recuerda a Fausto, Frankenstein o El Doctor Jekyll y Mr Hyde por la búsqueda de la inmortalidad a costa de vender el alma y la cordura, por negarse a aceptar nuestra limitación humana. También tiene conexiones con El Retrato de Dorian Gray por la obsesión por la belleza y la obstinación por fijarla en el tiempo sin que se vea agredida por el paso del tiempo que la oxida y maltrata, aunque ello suponga un lucha angustiante contra la realidad, que siempre termina venciendo. Por supuesto, también tiene conexiones con las novelas y películas de ciencia ficción que crean una realidad paralela, virtual, que pretende escapar de las limitaciones de la  realidad verdadera, como Matrix. La novela también nos trae recuerdos de la novelas que transcurren en islas, el lugar perfecto para idear y crear un mundo nuevo y utópico diferente al mundo real que nos encadena (como por ejemplo, La Isla del Dr Moreau).

Sin duda, la novela también está relacionada con las novelas y películas de fantasmas, pues fantasmas son los que la pueblan, recordándonos especialmente a la película Los Otros por la angustia continua de no saber quiénes son los fantasmas, nosotros o los otros. De la misma forma, conecta con las historias en las que dudamos de nuestra propia locura, y no sabemos si los locos somos nosotros o los que nos rodean (como en Shutter Island, que también transcurre en una isla). Otra película con la que guarda relación es La Rosa Púrpura del Cairo, por fantasear con la posible vida propia de las imágenes y los personajes de las películas. Es también una novela de suspense, por lo que tiene de investigación y misterio, y en cierto modo kafkiana, por la claustrofobia y estupor que se siente al verse atrapado en una situación absurda e inverosímil que no tiene ni pies ni cabeza. Por otro lado, tiene conexiones con aquellas novelas y películas que juegan con el laberinto del tiempo y su retorno infinito, y la sensación de prisión en bucle constante que se repite como una pesadilla interminable (El Año Pasado en Marienbad).

Finalmente, es una historia de amor imposible, un amor platónico con todas las de la ley, en la que el empeño por eternizar la imagen del amado/a y su contemplación sin fin es superior al propio afán de supervivencia ("vivo sin vivir en mi, y tan alta vida espero que muero porque no muero"). El protagonista de la novela, enamorado irremisiblemente de una imagen espectral, reza por entrar alguna vez en el cielo de la conciencia de Faustine para poder ser salvado, de la misma forma que don Juan de Zorrilla es salvado por el espectro de doña Inés. Es impresionante que una novela tan corta pueda tocar tantos temas que nos conciernen; por ello quizás Borges la calificara de "perfecta".



Reseña (EL CULTURAL)

Reseña (LA MENTE ES MARAVILLOSA)

Para entender La invención de Morel

Bioy Casares y la percepción privilegiada del amor (CERVANTES VIRTUAL)

La invención de Morel: la renovación fantástica y la influencia del cine (CERVANTES VIRTUAL)


Hay dos versiones cinematográficas del libro: una versión francesa para la televisión de 1967 dirigida por Claude-Jean Bonnardot (https://www.dailymotion.com/video/x17uyyq) y una película italiana de Emidio Greco de 1974.  Se dice que la película El año pasado en Marienbad de Alain Resnais (1961) también está inspirada en la novela.