sábado, 31 de agosto de 2019

Rabos de Lagartija


Marsé, Juan. 2000. Rabos de Lagartija. Editorial Lumen, SA.

Es difícil no relacionar la novela con el relato central de Obabakoak, de Bernardo Atxaga, en el que un niño introduce un lagarto en la oreja de otro, produciendo consecuencias insospechadas. Aquella deliciosa colección de relatos donde se confunden la realidad con la fantasía tiene varios puntos en común con esta obra maestra de Marsé: los lagartos y las lagartijas, las orejas por donde se cuelan bichos que terminan afectando al cerebro, y el límite impreciso entre realidad y ficción en la mente de los niños y los adolescentes.

Ya hemos comentado aquí otros libros y películas donde se explora ese límite: Léolo, El Espíritu de la Colmena, El Laberinto del Fauno o Industrias y Andanzas de Alfanhuí, donde un niño también juega con lagartijas. En todos ellos, los niños o los adolescentes se enfrentan a una dura realidad y solo su imaginación y su fantasía les permite comprenderla de alguna forma y sobrevivir a ella. Por supuesto, sabemos que esta incursión en la irrealidad es algo también absolutamente necesario para los adultos, pero indudablemente la frontera es mucho más difusa e imprecisa cuando la mente aún no está del todo formada. Las ensoñaciones y desvaríos que consideramos naturales en el caso de la infancia son considerados síntoma de enfermedad mental en la edad adulta.

Dos niños son los narradores de Rabos de Lagartija. Uno de ellos aún no ha nacido, y narra desde el vientre de la madre, y el otro es su hermano David, el personaje central, con el cual se comunica abiertamente. Vemos el mundo desde su perspectiva, el mundo de los terribles años cuarenta en Barcelona donde la pobreza, la supervivencia, y la persecución policial y represiva son la realidad diaria y gris de la que las películas son una de las pocas escapatorias: El Ladrón de Bagdad, La Carga de la Brigada Ligera o Tierra de Audaces (Jesse James). David ve alimentada su fantasía por estas películas, que le proporcionan munición para su propia imaginación, donde visualiza películas de forma permanente.

Estas películas que David recrea en su mente se basan en la realidad, pero transformada, de la misma forma que todos los guiones y todas las novelas. Algunas quizás procedan de conversaciones oídas sin querer, o de memorias que se pierden en el subconsciente; otras nacen de fotografías que adquieren vida y otras son simples fabulaciones creadas de tal forma que se viven como si fueran realidad. En todas ellas aparecen fantasmas que para David tienen la misma consistencia que personas de carne y hueso: su padre desaparecido con su raja en el culo, que le visita en el barranco; su hermano  mayor muerto con su pierna de menos; el piloto de la RFA que aparece en una portada de la revista Adler con su impoluta cazadora de cuero; el otorrino al que pertenecía la consulta que utilizan como casa, que se le aparece con su bata blanca y montera de torero; su perro sacrificado con su venda y su agujero en la frente. Todos ellos son alucinaciones vividas como si fueran reales; no hay ninguna diferencia en la mente de David, y así se nos transmiten de manera genial en la novela, por lo que vamos permanentemente de la realidad a la fantasía sin ser advertidos. Este continuo y sorpresivo traspaso de frontera es la sal de la novela.

La obsesión de David no es huir de la realidad, sino conocer y comprender la verdad, pero el camino para llegar a esta no puede ser la realidad, pues la realidad la oculta y la disfraza. Para que su abuela lo reconozca y deje de ser invisible, David ha de disfrazarse de niña y hacerse pasar por el fantasma Amanda; también urde toda un trama falsa con el objetivo de atrapar al inspector Galván en lo que él cree que es la verdad. Solo es posible llegar a la verdad a través de la mentira. En más de una ocasión David nos recuerda a Hamlet, en primer lugar porque ambos hablan con los espectros de sus respectivos padres, y en segundo lugar por el odio que le tiene al policía, porque lo considera cómplice de la desaparición de su padre y porque está convencido de que el "guripa" quiere ocupar el lugar de su padre, cortejando incesantemente a su madre, lo mismo que le ocurre a Hamlet con su tío. Debido a todo esto, y a lo que David cree que ha hecho el inspector con su perro, hace lo posible por destrozar la relación entre el policía y su madre. David quiere demostrar la culpabilidad y maldad del inspector y para ello inventa una trama que saque a la luz lo que él cree que ha hecho, tal y como hace Hamlet con su obra de teatro para poner en evidencia a su tío usurpador del trono.

Los diálogos de David con el fantasma de su padre son todos especialmente memorables. Hay una ocasión, en la que David le cuenta que vio caer un bombardero Marauder B-26 de la RFA en la playa de Mataró, algo que nadie creyó. Su padre, a su vez, estaba pergeñando una mentira que contarle a la madre de David para consolarla con respecto a su inagotable afición a la bebida. David le hizo ver que esa mentira no era creíble en absoluto. En ese momento, el padre le mencionó la siguiente frase, un latinajo que le había enseñado su mujer, que es quizás el motor oculto de toda la novela: "Fortis imaginatio generat casum" (p. 187). Es decir, una fuerte imaginación hace que las cosas sucedan (1) . La imaginación puede llegar a hacerse realidad, la mentira puede llegar a convertirse en verdad, la fantasía puede destronar a lo real y hacerse dueña de la situación.

Terminamos con dos citas imponentes sobre la realidad y la verdad que aparecen en el libro. La primera sale de la boca del padre de David, refiriéndose a las tretas de éste para desenmascarar a Galván y demostrar lo que él cree que es la verdad:

"...tú crees que es un hecho consumado. Pero por el momento, más que un hecho es una apariencia, y eso es lo que te enfurece. Tu impostura es peligrosa, la conozco, la he sufrido en mis carnes. No es que mientas para enterrar la verdad, ya lo sé, lo haces precisamente para desenterrarla, pero en cualquier caso, mientes... Los hay que piensan que una cosa es la realidad y otra la verdad, y tú eres uno de esos. Eres un peligro, hijo mío..." (p. 306).

La segunda pertenece a los pensamientos de su hermano no nacido aún, refiriéndose a la lucha de David por poner orden en la realidad:

"A su modo, David había asumido esa contradicción: como si supiera que la verdad no existe, que solo existe el deseo de encontrarla, luchaba no contra ella, sino contra la fragilidad de su apariencia" (p.336).
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(1) "Una imaginación robusta engendra por sí misma los acontecimientos", según la traducción de la edición de Gonzalo Torné de los Ensayos de Montaigne (2014, Penguin Random House). Con esta frase comienza el capítulo XX, "De la fuerza de la imaginación".


Reseña (REVISTA DE LIBROS)

Reseña (EL MUNDO)

El espacio narrativo en Rabos de Lagartija (Natalia Álvarez Méndez)

Análisis literario (Universidad de Estocolmo)

Fortis imaginatio generat casum



martes, 20 de agosto de 2019

El Impostor


Cercas, Javier. 2019. El Impostor. Penguin Random House

La novela de Cercas está muy relacionada con el libro de Vargas Llosa La Verdad de las Mentiras. De hecho, Vargas Llosa aparece como un personaje en la novela y publicó un artículo sobre el caso Marco titulado "Espantoso y genial". Vargas Llosa es quien empuja a Cercas a escribir la novela, según cuenta el narrador, pues en sus libros suele explorar los límites entre la verdad y la mentira: "para llegar a la verdad, hay que mentir" (p.19). Esta es una de las ideas básicas de la novela: el incierto límite entre la verdad y la mentira, entre la realidad y lo falso: "como sabe cualquier buen mentiroso, una mentira sólo triunfa si está amasada con verdades" (p. 69).

El otro tema recurrente es la necesidad de escapar de la realidad para sobrevivir, refugiándose en la ficción, la imaginación y la invención de una segunda realidad: "la realidad mata, la ficción salva" es otro de los mantras de la novela. "Enric Marco es pura ficción. ¿No te das cuenta? Todo él es una ficción enorme, una ficción, además, incrustada en la realidad, encarnada en ella. Enric es igual que don Quijote: no se conformó con vivir una vida mediocre y quiso vivir a lo grande; y, como no la tenía a su alcance, se la inventó" (p.29).

Hay una tercera idea que se repite a lo largo del libro: todos somos en realidad unos impostores, nos inventamos a lo largo de nuestra vida un personaje para ir sobreviviendo a las vicisitudes y zarpazos de la realidad. Embellecemos y adornamos lo bueno y ocultamos y falsificamos lo malo, para salvar nuestra dignidad y hacernos merecedores del cariño y el amor de los que nos rodean. "Marco se parece a don Quijote o a Emma Bovary, otros dos grandes mentirosos que, como Marco, no se conformaron con la grisura de su vida real y se inventaron y vivieron una heroica vida ficticia; en ese sentido hay algo en el destino de Marco, como en el del Quijote o la Bovary, que profundamente nos atañe a todos: todos representamos un papel; todos somos quienes no somos; todos, de algún modo, somos Enric Marco" (p. 40).

El libro, a pesar de ir desvelando las mentiras de Marco una a una y exponernos a su última verdad de forma metódica, detectivesca, no consigue que el personaje nos caiga mal, sino todo lo contrario: es el narrador el que se va haciendo progresivamente antipático por su crueldad, su minuciosidad, su insistencia salvadora. Hay un momento crucial, cuando Marco le dice a Cercas: "Por favor, déjame algo" (p.348) en el que el lector siente una compasión infinita por Marco y quisiera decir: "déjalo ya, déjalo en paz, no te ensañes más", porque todos sabemos que una disección pormenorizada de nuestras vidas dejaría al descubierto multitud de invenciones y mentiras. No queremos ser salvados por la verdad, hemos construido un personaje que se ha salvado a sí mismo por la ficción. ¿Por qué tiene nadie que venir a exponer pornográficamente la cruda realidad de nuestra biografía? Si el mismo narrador una y otra vez nos recuerda que la verdad mata y la ficción salva, ¿por qué se obstina en destrozar toda la ficción creada a lo largo de una vida?

El único capítulo del libro que no se basa en la realidad, sino que es ficción, es un supuesto diálogo entre Marco y Carcas (capítulo de 8 de la tercera parte), desde mi punto de vista el mejor del libro. En él , el personaje Marco se rebela contra su autor, Cercas, y le echa en cara su obstinación por salvarlo. Le hace ver que el novelista es el mayor mentiroso de todos, pues él inventó un personaje, el republicano Miralles, en Soldados de Salamina, que muchos se tragaron como real. Marco le recrimina no haber buscado al Miralles real, sino haberse inventado uno falso. Cercas se justifica: "La poesía (o sea, la ficción, y para el caso, la novela) es un engaño en el que quien engaña es más honesto que quien no engaña, y quien se deja engañar más sabio que quien no se deja engañar" (p. 375), siguiendo a Gorgias (siglo IV aC). A lo que Marco le responde: "Y una mierda: no lo buscó porque a usted la verdad le importaba un pito, lo mismo que a mí; lo que a usted le importaba era escribir un buen libro para forrarse y salir en la foto y que le quisieran y le admiraran" (p. 376). Cercas hace terapia personal con este capítulo en el que permite a Marco decirle todo aquello que su propia conciencia le recrimina por haberse dedicado con tanta tozudez a desenmascarar sus mentiras.

El lector sabe que un novelista no se enzarza con su personaje como si lo odiase; ni Cervantes odia a don Quijote ni Flaubert odia a Emma; un novelista entiende la necesidad de mentir de sus personajes y les permite vivir su ficción, porque sabe que ésta es la que los salva. En este caso, ocurre lo contrario, en vez de crear ficción, el novelista la destruye concienzudamente para llegar a la verdad, casi hasta llegar a destrozar al personaje, que se resiste a morir con uñas y dientes, y el lector no puede sino sentir simpatía por él, pues no quisiera verse sometido a la misma tortura.

Una novela fascinante por estar hecha al revés, buscando la destrucción de la ficción en vez de construirla.


Espantoso y genial (Vargas Llosa)

Reseña (EL PAÍS)

Reseña (EL CULTURAL)

Entrevista a Enric Marco en la Cadena SER


 

domingo, 11 de agosto de 2019

Blade Runner


Scott, Ridley. 1982. Blade Runner.
Villeneuve, Denis. 2017. Blade Runner 2049.

Blade Runner y su secuela del 2017 son quizás las películas más emblemáticas, junto con la saga de Matrix,  de lo que llamamos posmodernismo, con todo lo que ello implica de hiperrealidad, transhumanismo, inteligencia artificial y realidad virtual. La película de Ridley Scott grabó en nuestra conciencia colectiva una de las más extendidas distopías de nuestro tiempo. El año del futuro en el que transcurre la acción es justo nuestro 2019, y en lugar de quedarse anticuada se ha visto confirmada en muchos aspectos, como hemos podido ver en libros como Homo Deus, La Destruction du Réel, La Herida de Spinoza, El Estilo del Mundo o los tres volúmenes del filósofo alemán Peter Gabriel: una sociedad donde el hombre se ve superado por la tecnología y pierde las riendas de la misma; donde el medio ambiente está envilecido hasta tal punto que apenas queda naturaleza;  donde la realidad virtual ocupa el lugar de la realidad, de forma que todo parece un gigantesco holograma.

Las dos películas, tanto la original como la secuela, revelan todos estos miedos, pero en esta ocasión queremos detenernos en uno especialmente: la pérdida de la identidad por la manipulación de nuestros recuerdos. Una de las claves que se repite en ambas películas es la construcción artificial del pasado de los replicantes: éstos han sido imbuidos de recuerdos falsos, de forma que creen tener un pasado y una historia personal. Por eso, para ellos, dudar de estos recuerdos es una de las mayores heridas que se pueden infligir en su autoestima. Necesitan creer que son verdaderos y reales. Por eso Rachael, la replicante experimental, llora cuando se le hace consciente de que sus recuerdos no son verdaderos, sino implantados.

El caso es que nosotros, seres humanos y aún no transhumanos, tenemos la misma inseguridad que los replicantes: ¿hasta qué punto son reales nuestros recuerdos y no han sido construidos y reconstruidos a lo largo de nuestra vida? (1). Somos conscientes de que no lo recordamos todo, afortunadamente, pues eso sería insoportable como bien sabemos por Funes el Memorioso, el relato de Borges, y que muchas veces albergamos dudas sobre la veracidad de nuestros recuerdos. Construimos nuestra identidad utilizando los recuerdos que seleccionamos, de forma que es nuestra memoria autobiográfica la que da coherencia y sentido a nuestra vida. Gracias a un mecanismo perfeccionado por la evolución, olvidamos lo que nos desgradada y tendemos a embellecer lo que nos causó placer y felicidad. Lo que recordamos es siempre una distorsión de la realidad, afortunadamente, adornada en unos aspectos y censurada en otros. Vamos construyendo un relato personal, convirtiéndonos de esta manera en novelistas de nosotros mismos. Los recuerdos terminan uniendo la realidad con la ficción construida, confundiéndose con ilusiones, esperanzas, sueños, miedos, frustraciones, por lo que siempre están teñidos de emociones.

Las investigaciones sobre la memoria autobiográfica demuestran que con el paso del tiempo, tenemos una tendencia a admitir como ciertos aquellos hechos que nos resultan verosímiles o queremos creer aunque no hayan ocurrido en la realidad, y viceversa. Las investigaciones de Elizabeth Loftus (2) sobre los falsos recuerdos o las de Julia Shaw (3) sobre las distorsiones de la memoria nos informan sobre la facilidad con la que falseamos la realidad borrando recuerdos reales o creando otros inexistentes.

Por otra parte, las neurociencias van teniendo cada vez más acceso a los lugares del cerebro donde se seleccionan y guardan estos recuerdos. Gracias a los estudios sobre los casos de amnesia y de la enfermedad de Alzheimer y a las últimas técnicas de resonancia magnética o tomografía por emisión de positrones, se va perfeccionado el conocimiento del mapa de los lugares donde los guardamos. De la misma forma, cada vez tenemos más acceso a la modificación de nuestros estados de ánimo gracias al avance en nuestros conocimientos sobre la forma en que la farmacología puede incidir en nuestros circuitos hormonales. El soma de Aldous Huxley ya llegó, se llama Prozac, y en nuestra sociedad el consumo de antidepresivos aumenta en progresión geométrica. ¿Por qué no recurrir al remedio rápido de una pastilla en lugar de otras terapias personales más largas y costosas?

¿Llegará el día en el que a diferencia de los replicantes de Blade Runner, en lugar de apreciar la autenticidad de nuestros recuerdos y renegar de su falsificación, lleguemos a pedir su manipulación, de forma que consigamos borrar por completo aquellos que no nos gustan o embellecer aún más aquellos que nos agradan? Esto es algo que ya hacemos de forma natural, pero puede llegar el momento en el que el proceso pueda ser potenciado artificialmente, y lo que es peor, ese proceso podrá ser guiado por otros que dominen la tecnología para hacerlo en lugar de nosotros mismos. En ese caso, nuestro relato autobiográfico habría dejado de estar en nuestras manos, como le ocurre a los replicantes de Blade Runner.

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(1) Otras películas que versan sobre nuestros miedos y dudas ante los laberintos y experimentos sobre la memoria humana y la posibilidad de manipularla son, por ejemplo, Memento (Christopher Nolan, 2000), Eternal sunshine of the spotless mind (¡Olvídate de mí!)(Michel Gondry, 2004), Inception (Origen) (Christopher Nolan, 2010), Total Recall (Desafío Total)(Len Wiseman, 2012) o Regression (Regresión) (Alejandro Amenábar, 2015). También es muy interesante el documental Memory Hackers, disponible en Youtube)

(2) TED Talk : La ficción de la memoria, disponible en Youtube.

(2) Shaw, J. 2017. The Memory Illusion. Remembering, Forgetting and the Science of False Memory. Random House


Posmodernismo en Blade Runner

Blade Runner o el Posmoderno Prometeo

Blade Runner, recuerdos del futuro

Blade Runner 2049


Enlaces a páginas sobre los falsos recuerdos y la manipulación de la memoria:

Regresión o como crear falsos recuerdos (HUFFPOST)

Implantar recuerdos (XL SEMANAL)

Modificar los recuerdos (INVESTIGACIÓN Y CIENCIA)

Científicos descubren cómo borrar y manipular recuerdos (COMPUTER HOY)

¿Se puede manipular la memoria? (NEUROPSICOLOGÍA Y APRENDIZAJE)

Falsos recuerdos: ¿se puede manipular la memoria) (HIPERTEXTUAL)

Consiguen manipular recuerdos con una técnica bastante sencilla (TENDENCIAS CIENTÍFICAS)




jueves, 8 de agosto de 2019

Fantasmas del Cerebro


Alonso, José Ramón. 2017. Fantasmas de Cerebro y Otras Historias de la Ciencia y de la Mente. Guadalmazán.

Se trata de un libro divulgativo sobre las distorsiones de la realidad provocadas por enfermedades mentales y alucinaciones de diversos tipos. Comienza con una dedicatoria a Oliver Sacks, el inolvidable autor de libros como Hallucinations, The Man Who Mistook His Wife for a Hat o An Anthropologist on Mars. Sigue su ejemplo: partiendo de un caso particular sobre un específico trastorno mental, se hace una reflexión sobre la naturaleza humana y nuestra facilidad para confundir ilusión con realidad.

Comienza con con el caso de Joshua A. Norton, que se declaró Emperador de los Estados Unidos en 1859, un caso de delirio de grandeza o simplemente de farsante que termina por creerse sus propias mentiras. La del impostor es una figura fascinante donde se difumina la línea que separa la realidad de la fantasía, pues nunca se sabe si realmente llega a creerse sus fabulaciones. Se mencionan otros casos  como el del seudolama tibetano Lobsang Rampa, que inventó una supuesta infancia en un monasterio tibetano y tuvo muchos seguidores (a propósito de este tema, ver el libro de Javier Cercas).

Se continúa con problemas mentales causados por el boxeo, el alcoholismo, la lepra, la esquizofrenia, el herpes, la rabia o la ingesta indebida de fármacos y drogas de todo tipo y las terribles alucinaciones que producen; los trastornos causados por la ira; el delirio de amor o erotomanía, que puede degenerar en odio, celos patológicos, o conductas violentas, como le ocurrió a John Hinckley Jr debido a su obsesión por Jodie Foster, que le llevó a intentar asesinar a Ronald Reagan para llamar su atención; el síndrome de Alicia en el País de las Maravillas, que consiste en trastornos en la percepción visual (alteraciones en la forma, color, tamaño y situación espacial de los objetos) y que se especula que pudo tener Lewis Carroll; el caso de los llamados "idiot savant", o idiota sabio, personas que destacan por tener problemas con habilidades sencillas pero en cambio poseen una increíble habilidad específica en un ámbito determinado, como el caso de Kim Peck, incapaz de abotonarse la camisa pero capaz de recordar en su totalidad los doce mil libros que había leído.

Se mencionan casos especialmente extraños como el síndrome de la mano "extranjera", que provoca en el sujeto el no reconocimiento de su propio miembro; otros desvaríos mentales son causados por los estragos que causa la edad en algunas personas, como los que que padecen el derrumbe senil o síndrome de Diógenes, que los aísla en su propio hogar. Cada capítulo analiza un caso de confusión y distorsión de la realidad: el síndrome del show de Truman, que provoca ideas delirantes en quien lo padece, que cree que está siendo permanentemente filmado y que no vive en la realidad, sino en una película donde todos los que le rodean son actores; el deliro de Capgras, por el que la persona cree que sus familiares o amigos cercanos han sido sustituidos por dobles falsos de idéntico aspecto a los originales; la manía colectiva de la danza o coreomanía, un caso de histeria de masas muy popular en Europa entre los siglos XIV al XVII conocido como el Baile de San Vito; la que se llamó la enfermedad de las vírgenes hasta el siglo XIX y a la que posteriormente hemos dado el nombre de anorexia; los tumores cerebrales que dañan zonas clave del cerebro (sobre todo, la zona orbitofrontal) provocando conductas antisociales.

Finalmente, quiero destacar dos personajes literarios que se mencionan en el libro y que pueden ser objeto de futuras lecturas y reflexiones. A propósito de los virus neurotrópicos, como el herpes, que son aquellos que afectan especialmente a las neuronas, se menciona a la Reina Mab, que aparece en Romeo y Julieta de Shakespeare, hada del folklore inglés, que entra por la nariz mientras se duerme hasta alcanzar el cerebro, provocando sueños en los que las esperanzas y deseos se cumplen. El otro personaje literario es el protagonista de Orlando Furioso, poema épico de Ludovico Ariosto, que relata el amor desenfrenado de Orlando por Angélica, que se vuelve loco de desesperación cuando descubre la huida de ésta, y arrasa Europa y África buscándola. Para curar a Orlando, hace falta traerle un remedio desde la luna, que lo cura de la enfermedad del amor. Esta es otra enfermedad común, no provocada por ningún virus, sino por la obsesión que provoca el amor romántico cuando se convierte en adicción, quizás una de las mayores causas de distorsión de la realidad y generadora de falsas ilusiones.



miércoles, 7 de agosto de 2019

14 kilómetros


Olivares, Gerardo. 2007. 14 kilómetros.

"Seguirán viniendo y seguirán muriendo, porque la historia ha demostrado que no hay muro capaz de contener los sueños" (Rosa Montero)

Con esta frase extraída de un artículo de Rosa Montero (ver enlace abajo), termina la película de Gerardo Olivares. Si hay alguien que puede llevar la antorcha del mayor portador de sueños en el mundo actual, son los migrantes o los refugiados. Depositarios de sueños, ilusiones y esperanzas, huyen de la terrible realidad sin mirar atrás. No son algo nuevo, siempre han existido. "Somos una especie en viaje, no tenemos pertenencias, sino equipaje" como dice la canción de Drexler. Hemos sobrevivido a lo largo de la historia gracias a haber estado en movimiento, huyendo de sequías, hambrunas, cataclismos, terremotos, holocaustos, miserias, con la esperanza de la Tierra Prometida, Shangri-lá, el Jardín del Edén, Utopía.

14 kilómetros narra la odisea de dos personas provenientes del África subsahariana para llegar al estrecho y cruzar a Europa. De la misma forma que en la película Casablanca vemos un mapa que nos señala la trayectoria que seguían los europeos que huían de la guerra camino de Marruecos, aquí seguimos un mapa que nos guía en el sentido inverso, desde el corazón de África hacia el norte. Es el mapa del tesoro para miles de personas que no pueden más y aspiran a una vida mejor.

Europa es el sueño para los africanos, de la misma forma que África lo ha sido para los europeos, pero por razones muy diferentes. Entre los europeos que sueñan con África, están los viajeros románticos que aspiran a encontrar las fuentes del Nilo, fascinados por lo desconocido, huyendo de la asfixia del mundo "civilizado" y buscando encontrar los orígenes de la vida a la vez que se encuentran a sí mismos. Este sueño y estos viajeros están perfectamente descritos en el fascinante libro de viaje de Jesús Reverte El Sueño de África o en la novela The Sheltering Sky de Paul Bowles. Por otra parte, están los cooperantes, religiosos y no religiosos, evangelizadores o pertenecientes a ONG, que intentan echar una mano para levantar aquel caos. También están los periodistas y reporteros como Kapuscinski o Vicente Romero, que intentan dar testimonio de lo que se encuentran. Y finalmente, y los he dejado para el final por ser los más importantes, están los europeos que siempre han vivido África como un sueño de explotación y codicia, donde la avaricia y la ambición más infames han troceado todo el continente como si fuera un gran pastel. Ahí está, por ejemplo, la terrible historia del Rey Leopoldo II de Bélgica en el Congo descrita por Vargas Llosa en El sueño del Celta o la incursión en los infiernos de Heart of Darkness de Conrad.

Pero Europa es un sueño muy diferente para los africanos. Representa la riqueza, el fin de la miseria y el hambre, un territorio en paz y donde (supuestamente) se respetan los derechos humanos. Europa es una ilusión, una esperanza de una vida nueva. En un momento crucial del camino, un tuareg le dice a Buba, el protagonista de la película, que no huya, que debería quedarse en África e intentar levantar aquello y no marcharse, que la emigración es una sangría constante que está debilitando el continente ya que los jóvenes, los fuertes y los optimistas se van: "Nadie quiere vivir aquí en África. Si el esfuerzo y todo el dinero que os gastáis en llegar a Europa lo utilizarais aquí, las cosas cambiarían. Con vuestra huida hacéis que África se desangre".

La conversación entre el tuareg y Buba es para mí el momento central de la película, pues ambos representan las dos posturas que llevamos analizando permanentemente en este blog. La filosofía del tuareg es de la de la aceptación de la realidad, sin que ello signifique no querer cambiarla. No sueña con paraísos ni utopías; es feliz con su familia y sus cabras en el desierto. No quiere huir a ninguna parte ni tiene esperanzas depositadas en cambios súbitos ni tierras prometidas. Buba representa lo contrario: la ilusión por pisar otro mundo, la esperanza por vivir otra vida, la lucha por la utopía, la huida hacia adelante. Ambas posturas son humanas y comprensibles, y en ambas se resumen los dos caminos que el ser humano intentar seguir con un mismo objetivo: la conquista de la felicidad. El camino del tuareg es el de la sabiduría serena: no se ve en la película nadie más feliz y sosegado que él. Pero la inquietud y ambición de Buba es humana: es la inercia de la vida, la ruptura del que se va porque ya no puede más, porque ha perdido la esperanza en poder cambiar toda una estructura basada en la explotación y el colonialismo en una generación, y no se conforma con lo que tiene.

Por supuesto, la llegada a la Tierra Prometida no es fácil. Bloch desarrolla bien la idea en su obra El Principio Esperanza: "el Edén se halla detrás de un cinturón de horror, y un cinturón de horror rodea el Edén" (tomo II, p. 346). Llegar al Edén no es fácil, todos los mitos de la Tierra Prometida están rodeados de una franja poblada de monstruos y dificultades. "El miedo se halla muy próximo a la dicha. Los griegos situaban sus lugares imaginados llenos de dicha en la proximidad de lugares colmados de horror. A la vera de praderas aromáticas acecha toda especie de monstruos; en torno a las islas de los feacios y de los Bienaventurados se extiende un mar lleno de peligros. Muy especialmente en torno a esta última: más allá de las columnas de Hércules se encuentra el terrible mare coagulatum, es decir, el mar coagulado" (P. 343), escribe Bloch. Estamos, por tanto, ante un mito revivido: las columnas de Hércules son la puerta del cielo, y a la vez, del infierno.

A Europa le llega, a través de las columnas de Hércules, sólo una ínfima parte de lo que debería recibir tras toda una historia de abominable explotación de África, comenzando por una de las mayores atrocidades de la historia de la humanidad que fue la trata de esclavos, que como muy bien dice Kapuscinski en Ébano dejó sumido al continente en un permanente complejo de inferioridad y falta de confianza en sí mismo. Europa ahora le cierra las puertas de forma vergonzante alegando que no es su problema. El libro La sociedad de la Externalización demuestra que sí es nuestro problema, en primer lugar porque somos los causantes y en segundo lugar porque no cesan de llegar, porque siguen llegando; seguiremos levantando muros, vallas más altas con navajas más afiladas, fosos más profundos, pero seguirán viniendo, contra viento y marea, contra puertos cerrados; seguirán llegando, porque, como dice Rosa Montero, no hay nada capaz de contener los sueños.

Fronteras (Rosa Montero)

Reseña (ACNUR)

Reseña (FOTOGRAMAS)

Notas del director

Análisis: 14 kilómetros. Los derechos fundamentales de la población migrante



martes, 6 de agosto de 2019

El Principio Esperanza


Bloch, Ernst. 2006. El Principio Esperanza. Editorial Trotta. (3 tomos) (Traducción de Felipe González Vicén)

(Título original:  Das Princip Hoffnung. In fünf Teilen. 1959)

Estamos ante una monumental obra sobre la esperanza humana, consistente en tres tomos de más de 1500 páginas, un exhaustivo tratado sobre la Esperanza, que aunque está escrito desde una perspectiva marxista, agrupa todas las ilusiones, sueños y utopías que han puesto y siguen poniendo al ser humano en movimiento hacia una vida mejor. Situado en la misma vertiente que el Breve Tratado de la Ilusión de Julián Marías, o La Sociedad Invisible, de Innerarity, reivindica la necesidad de la esperanza y la utopía como motores del progreso y la sociedad, frente a otros autores, como Spinoza, Prajnânpad, o Comte-Sponville, que argumentan en contra de la esperanza, a la que ven no como virtud, sino como causa de desasosiego, temor y parálisis (ver el Tratado de la Desesperanza y la Felicidad, La Felicidad, Desesperadamente, o De l'autre Côté du Désespoir, de Comte-Sponville).

La esperanza se encuentra en el centro del foco de nuestro interés, por ser una emoción con cara y cruz: por un lado, se relaciona con nuestros deseos e ilusiones, nuestros anhelos y aspiraciones, nuestra voluntad de mejorar el mundo y mejorarnos a nosotros mismos; por otro lado, es compañera inseparable de nuestros miedos y frustraciones, de nuestros falsos sueños y decepciones, nuestra falta de contacto con la realidad y construcción de castillos en el aire. Bloch, sin duda, se sitúa en la cara positiva de la esperanza, a la que hermana directamente con la Utopía, como fuerza motriz de la vida humana. Todo podría resumirse en la figura de Colón:

"La creencia en el paraíso terrenal, sólo ella, prestó ánimo a los navegantes para osar consciente y planificadamente la travesía hacia el Oeste... Más que hombre alguno, Colón creía en el paraíso terrenal, en el lugar física y metafísicamente más elevado de la tierra: ésta era la costa de su Atlántico" (tomo 2, pp.362-3).

Es cierto: la utopías, por una parte, nos han llevado a los seres humanos a lugares donde nunca habríamos llegado a no ser por el poder de su atracción. Pero por otra parte, no es menos cierto que en otras ocasiones han traído destrucción y fanatismo, por su capacidad cegadora y obstinada de querer buscar, implementar e imponer una realidad imposible como si de ingeniería social se tratase, siendo la causa de los fascismos y totalitarismos que han asolado el siglo anterior (por eso, un buen contrapunto a la lectura de este libro sería La Sociedad Abierta y sus Enemigos, de Karl Popper). Escribe Vargas Llosa:

 "Todas las utopías sociales de derecha o de izquierda, religiosas o laicas, se fundan en la noción "positiva" de la libertad. Ellas parten del convencimiento de que en cada persona hay, además del individuo particular y distinto, algo más importante, un "yo" social idéntico, que aspira a realizar un ideal colectivo, solidario, que se hará realidad en un futuro dado y al que debe ser sacrificado todo lo que lo impide y destruye. Por ejemplo, todos aquellos casos particulares que constituyen una amenaza contra la armonía y la homogeneidad social. Por eso, en nombre de esa libertad "positiva" --esa sociedad utópica futura, la de la raza elegida triunfante, la de la sociedad sin clases y sin Estado, o la ciudad de los bienaventurados eternos-- se han librado guerras crudelísimas, establecido campos de concentración, exterminado a millones de seres humanos, impuesto sistemas asfixiantes y eliminado toda forma de disidencia o de crítica" (1).

Sea como sea, positiva o negativa, la esperanza es consustancial a la condición humana. Por ello, El Principio Esperanza, al ser una historia de todas nuestras utopías y sueños, es también un tratado de la naturaleza humana. El tomo primero comienza por analizar nuestros sueños diurnos en la vida diaria a lo largo de las diferentes etapas de la vida; nuestros impulsos y apetitos básicos, nuestros sueños nocturnos, el papel de lo todavía-no-consciente, lo posible, lo anticipado, lo deseado en el espejo, los castillos en el aire que construimos en torno a las fábulas, las novelas, el bailes, el cine, el teatro, el arte. Entre decenas de interesantísimos ejemplos de la fuerza de la esperanza, selecciono uno de este primer tomo: el mito de la Helena egipcia y la Helena troyana en la tragedia de Eurípides. La Helena egipcia es la real, mientras que la otra es un fantasma. Pero ese fantasma es por el que Menelao ha guerreado durante diez años, y por el que han muerto decenas de miles de hombres. Menelao se rinde a la evidencia y se queda con la Helena real, pero esta nunca llega a poder competir con la luminosidad del objeto ensoñado, cuyo brillo utópico es inigualable. Como dice Clement Rosset, "en caso de conflicto entre lo ilusorio y lo real, siempre triunfa la ilusión" (2).

El tomo segundo, titulado Proyecciones de un mundo mejor, analiza las utopías en el arte médico, los sistemas sociales, la técnica, la arquitectura, la geografía y el arte. Así, se pasa revista a las variaciones del Edén o El Dorado, como el sueño del estado dórico en Platón, la isla del sol de Yambulo, la Ciudad de Dios de San Agustín, el tercer evangelio de Joaquín de Fiore, la utopía de tomás Moro, el estado del sol de Campanella, o las utopías de Owen, Fourier, Cabe, Saint-Simon, Stirner, Proudhon o Bakunin. Por otro lado, están las utopías de la ciencia, o las utopías técnicas: la alquimia, la lámpara de Aladino o la flauta mágica, el Nova Atlantis de Bacon, las máquinas, la energía atómica. A continuación, se analizan las utopías arquitectónicas y las geográficas: el Vellocino de oro, el Santo Grial, el Paraíso, la isla de los feacios, las columnas de Hércules,el viaje por mar de San Brandán, el reino del preste Juan, el viaje de Colón, las Tierras del Sur. También se desglosan los paisajes desiderativos representados en la pintura, la ópera y la literatura, como el Paraíso de Dante, el país legendario de Giotto o el Elíseo. No se olvidan los paisajes desiderativos en la filosofía, pasando a través de Anaximandro, Platón, San agustín, Kant, Spinoza o Leibniz. Por último, se mencionan las utopías actuales en el capitalismo y el socialismo.

El tomo tercero, titulado Imágenes desiderativas del instante colmado, está dedicado a paradigmas literarios como Fausto, don Juan, Ulises, don Quijote, Hamlet, Próspero (La tempestad), Tasso versus Antonio (de Goethe, o el idealismo frente al realismo). Hay toda una sección dedicada a la música, a la que se denomina "el arte franqueador por excelencia", pura aspiración o tendencia, y una sección dedicada a la muerte, el más allá, el viaje celestial gnóstico, el cielo egipcio, la resurrección bíblica y el apocalipsis, el cielo mahometano, el nirvana budista, los mormones, los curanderos, la inmortalidad metafórica, la pervivencia en los libros. La religión ocupa un lugar preponderante como creadora de utopías, comenzando por su raíz mítica (Orfeo y Prometeo), siguiendo por los dioses babilónicos y egipcios, Confucio, Lao zi, el Tao Te ching, Moisés, Zoroastro, Mani, Buda, Jesús y Mahoma. Se analiza el papel del destino (Cassandra, Isaías) y el de Dios como ideal (siguiendo sobre todo la línea de Feuerbach: el hombre crea a Dios), el ateísmo, la mística, los milagros. Partiendo de las fábulas, se llega al bien supremo y al marxismo como esperanza.

Terminamos con un párrafo que resume bien la filosofía de Bloch:

"Desde siempre se ha enseñado al hombre que no debe salirse de sus posibilidades, y así lo ha aprendido; pero ni sus deseos ni sus sueños se doblegan. Todos los hombres, puede decirse, están prendidos en el futuro, superan la vida que les ha tocado vivir. Y en tanto en cuanto se sienten insatisfechos, valoran una vida mejor... El sueño soñado despierto de una vida perfecta, un sueño mediado objetivamente, y precisamente por ello no resignado, supera así tanto su proclividad al engaño como la misma falta de sueños. Esta última, con su mantenerse-en-sí o unida a un realismo que solo parece serlo si es resignado, es precisamente la situación predominante de muchos hombres, pensantes pero poco cognoscentes, en una sociedad sin perspectiva " (tomo 3, pp.498-99).

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(1) Vargas Llosa, Mario. 2019. La Llamada de la Tribu. Penguin Random House (pp. 258-9)

(2) Rosset, Clement. 2012. Lo Invisible. El cuento de plata SLR (p.33)


Ernst Bloch, profeta de la razón utópica

Posmarxismo y poscristianismo de Enst Bloch 

Utopía e ideología en el pensamiento de Ernst Bloch 

Introducción a Ernst Bloch (a 125 años de su nacimiento) 

Reseña

Texto completo (tomo 1)


viernes, 2 de agosto de 2019

El Tesoro de Sierra Madre


Huston, John. 1948. El Tesoro de Sierra Madre.

La búsqueda del tesoro es el paradigma de la ilusión. Es un arquetipo mítico que nos fascina desde tiempo inmemorial porque representa el anhelo del ser humano por escapar de la realidad, la puerta a la esperanza, el material del que están hechos los sueños. Cada uno alberga la ilusión de encontrar su tesoro al final del arcoiris, su ínsula barataria, su cofre de deseos y aspiraciones. Hay muchos libros y películas que giran en torno a este tema, por tratarse de un anhelo universal, siendo quizás el mejor ejemplo La Isla del Tesoro de Robert Louis Stevenson. No podemos evitar hacernos uno con el buscador del tesoro y vivir su esperanza como si fuera la nuestra. Nos ilusionamos con él, sufrimos con él, nos decepcionamos como él. Ya lo decía Pascal, "todas las desgracias del hombre se derivan del hecho de no ser capaz de estar tranquilamente sentado y solo en una habitación". Pero, ¿cómo quedarse quieto una vez sembrada en el corazón la semilla de la esperanza de encontrar el tesoro?

El Tesoro de Sierra Madre, película de John Huston basado en la novela homónima de Ven Traven, es un joya del género. Tres muertos de hambre deciden escapar de su mísera realidad y se ponen en marcha con poco más de lo puesto en busca de su particular Eldorado, hasta encontrar su montaña mágica. A partir de ahí, cada uno vive la búsqueda de su ilusión a su manera. Uno, con el realismo y escepticismo que le otorga su vejez y su experiencia. Otro, con prudencia y mesura, ayudado por su carácter templado. Y el tercero, con ambición y codicia, hundiéndose en la desconfianza y la traición.

La fiebre del oro es uno de los fenómenos más curiosos de ilusión y alucinación colectivas. El espejismo va aumentando conforme se transmite como un virus de unos a otros, víctimas de la miseria y el deseo de abandonar milagrosamente una realidad infernal. Los casos más conocidos fueron la fiebre del oro de California entre 1847 y 1855, que atrajo a cientos de miles de personas y tuvo como consecuencia la expansión de la ciudad de San Francisco, o la fiebre del oro de Klondike en Alaska a finales del siglo XIX (en la que se basan los libros de Jack London o la inolvidable película de Chaplin La Quimera del Oro). Hablando de minas de oro, es imposible no recordar las fotos de las minas de Sierra Pelada en Brasil y los comentarios de Sebastiao Salgado en La Sal de la Tierra (ver video abajo). Hoy en día la fiebre del oro asola África, siendo otro más de los muchos espejismos que pueblan el continente.

El final de la película de Huston es uno de los más bellos que recuerdo en la historia del cine. Cuando la ilusión se topa con la realidad y el viento del destino se lleva volando todos los sueños, no hay mejor forma de enfrentarse a la desilusión que con la risa. Una inmensa carcajada que se ríe de lo vano de nuestras ilusiones y esperanzas frente a la cruda realidad. Nada como el humor para sobrevivir a la desilusión.

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