Lessenich, Stephan. 2019. La Sociedad de la Externalización. Herder
Ya hemos traído aquí otros libros que analizan la realidad del mundo actual, ofreciendo visiones contradictorias. Por un lado, están aquellos que creen firmemente en el progreso y en la sociedad basada en el sistema capitalista, aduciendo que los beneficios del libre mercado termina por llegar a todos, reduciendo el hambre, la pobreza, las guerras y las desigualdades. El ejemplo más representativo es Stephen Pinker, con sus dos libros The Better Angels of Our Nature y Enlightenment Now. Otros, por el contrario, advierten que la unión explosiva de capitalismo sin freno, tecnología sin límites y ciencia endiosada nos está conduciendo a un callejón sin salida. Ejemplos son Age of Anger, El Coraje de la Desesperanza, El Estilo del Mundo, La Destruction du Réel, Sapiens y Homo Deus. Cada visión del mundo argumenta que la otra no sabe o no quiere ver la realidad.
La Sociedad de la Externalización del sociólogo Stephan Lessenich pertenece claramente al segundo grupo. Su tesis es clara desde el principio: hemos construido un mundo injusto, donde los países denominados del "Primer Mundo" viven en la sociedad de la opulencia a costa del resto de la población mundial. Hemos explotado y seguimos explotando los recursos naturales y humanos del planeta sin querer asumir ningún coste adicional, con una avaricia sin límites. Los costes de este proceso sin fin los asumen otros, y no queremos saber nada al respecto. "Conservar el propio bienestar privando de él a los demás es el lema vital tácito e inconfesado de las sociedades "avanzadas" del norte global, y su mentira viral colectiva es negar ante sí mismos la dominancia de este principio de distribución y los mecanismos de su aseguramiento. Mirando a escala mundial la distribución de la riqueza por naciones, nosotros, los europeos medios, estamos "arriba del todo, y a gusto apartamos olímpicamente la vista de la situación de "ahí abajo"" (p. 22).
La gran diferencia con respecto a los otros libros mencionados es que el dedo culpabilizador de esta situación no señala a la banca, ni a las grandes corporaciones, ni a la bolsa, ni a los gobiernos, ni a las élites, ni a los tecnólogos, ni a las multinacionales. La gran incomodidad que produce la lectura del libro es que nos señala a todos y cada uno de nosotros como los cómplices necesarios de esta situación. Estamos bien, vivimos como nadie ha vivido nunca en la historia de la humanidad, a costa de que otros se llevan las consecuencias. "No vivimos por encima de nuestras posibilidades, sino por encima de las posibilidades de otros" (p.69). Distraemos nuestra conciencia con donaciones a ONGs, campañas contra el hambre y manifestaciones ecologistas. Pero si alguien nos sugiere que dejemos de usar nuestros coches, volar a los destinos que nos apetecen, comprarnos el último móvil o poner el aire acondicionado o la calefacción ponemos el grito en el cielo. No estamos dispuestos a renunciar ni un ápice al bienestar que hemos adquirido.
"Externalización significa explotación de recursos ajenos, transferencias de los costes a personas ajenas, acaparamiento de las ganancias en el interior, fomento del ascenso propio a base de obstaculizar (e incluso llegando a impedir) el progreso de otros" (p. 27). El libro se encarga de forma dolorosa de ir demostrando esta tesis, totalmente opuesta a las utopías del "efecto ascensor global", que defiende que el crecimiento económico también favorece a los pobres del mundo, o del "capitalismo verde", que permitiría buscar nuevas tecnologías y energías alternativas, pero sin cambiar la base de nuestro estilo de vida.
La pregunta es: ¿realmente los ciudadanos del primer mundo desconocen esta realidad o es que no quieren conocerla? ¿Es un problema de falta de conocimiento o de falta de voluntad de conocimiento? El autor del libro se decanta por lo segundo, y frente al "no poder saber" denuncia un "no querer saber" generalizado. Preferimos mirar para otro lado, no queremos saber. Todos intuimos que de algún lado debe proceder todas esta riqueza, pero tras unos minutos de análisis preferimos no profundizar más de la cuenta. "Que secretamente tengamos miedo a perder lo nuestro revela que estamos enterados de las condiciones globales en las que se basa y de las que depende por completo nuestro estilo de vida" (p.26). Preferimos reprimir este conocimiento, y este libro va dirigido a desenmascarar esa elegida ignorancia. "Los ciudadanos toleran la desigualdad y la externalización de costes a largo plazo mientras el crecimiento vaya viento en popa. El crecimiento es el anclaje que da estabilidad a la sociedad de la externalización, debe seguir siempre hacia arriba, y mientras lo haga, no se pregunta cómo eso es posible" (p. 71).
Pero las consecuencias de este sistema cada vez salen más a la luz y es más complicado mantenerlas ocultas. Sobre todo nos llegan por dos caminos que "complican" nuestro bienestar y dulce tranquilidad: las olas de refugiados e inmigrantes y el cambio climático. Estos dos factores nos hacen presagiar un miedo, un miedo difuso aún, pero que va perfilándose cada día más y nos hace removernos un poco en nuestros sillones: ¿perderemos nuestra buena vida? Lessenich dice que es imposible que sigamos viviendo de espaldas a esta realidad, que tenemos que dejar de hacernos ilusiones y emprender cambios radicales de forma colectiva.
Entrevista (EL PAÍS)
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