domingo, 28 de julio de 2019

Cabaret


Fosse, Bob. 1972. Cabaret.

El maestro de ceremonias nos lo dice al principio, al darnos la bienvenida: dejad los problemas fuera, aquí la vida no es complicada, la vida es hermosa y bella. Vamos, por tanto, al cabaret para evadirnos de la realidad, un lugar donde escapar de la vida cotidiana. Pero, por otra parte, está el cabaret como el espejo cóncavo y deformante que nos recuerda que lo que vamos a ver allí no es otra cosa que la realidad distorsionada para poder digerirla y entenderla mejor. Con la imagen de ese espejo comienza y termina la película, basada en la novela Adiós a Berlín de Christopher Isherwood.

El cabaret de la Alemania de entreguerras, la República de Weimar, está justo en la línea divisoria que separa el arte como evasión del arte como instrumento indagador de la realidad. Cumplía la doble función, y cada uno podía aproximarse a su interior buscando su propio objetivo. En algunos casos, pura diversión; en otros critica social y política. En la película vemos espectadores impasibles, que asisten con total indiferencia al espectáculo, otros pensativos y serios y otros que se emocionan y ríen con los chistes del maestro de ceremonias o las peleas en el barro de las chicas del cabaret.

La forma en la que la película une la ficción con la realidad es magistral. Cada acontecimiento de la vida real tiene su número paralelo en el escenario, de forma que desde el mundo surrealista y circense del interior del cabaret vamos asistiendo a la transformación progresiva de la vida en el exterior. La ideología nazi va extendiéndose poco a poco y llenando las calles de violencia, mientras en el escenario todo parece irreal, un sueño o una pesadilla, pero que no se escapa de lo que ocurre fuera. Este manera de montar en paralelo realidad y ficción en el musical se ha llevado luego a la práctica en muchas ocasiones, como por ejemplo en Cotton Club de Francis Ford Coppola.

El interior del Kit Kat Club no es ajeno en absoluto a lo que ocurre en el exterior, y en uno de sus números se reproduce una historia de amor con una judía que es representada en el escenario como una mona. Finalmente, el espejo deformante vuelve a despedirnos de la misma forma que nos dio la bienvenida, para mostrarnos entre el público el número creciente de uniformes con cruz gamada que asiste al espectáculo.

Como en Hamlet, "The play is the thing wherein I'll catch the conscience of the King" (Act II, Scene II): el cabaret es el lugar donde mejor podemos hacernos conscientes de la tragicomedia de la cruda realidad, mejor que en la realidad misma, pues esta es tan increíble y absurda que nos parece inverosímil o preferimos no mirarla de frente.


El cabaret alemán en los años 20

Mito y realidad en los cabarets en la República de Weimar

El cabaret de la vida

War is Cabaret. Reflejos de la Alemania de entreguerras desde la literatura hasta el cine musical
(https://revistas.ucm.es/index.php/RFRM/article/download/55838/50616)




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