martes, 20 de agosto de 2019

El Impostor


Cercas, Javier. 2019. El Impostor. Penguin Random House

La novela de Cercas está muy relacionada con el libro de Vargas Llosa La Verdad de las Mentiras. De hecho, Vargas Llosa aparece como un personaje en la novela y publicó un artículo sobre el caso Marco titulado "Espantoso y genial". Vargas Llosa es quien empuja a Cercas a escribir la novela, según cuenta el narrador, pues en sus libros suele explorar los límites entre la verdad y la mentira: "para llegar a la verdad, hay que mentir" (p.19). Esta es una de las ideas básicas de la novela: el incierto límite entre la verdad y la mentira, entre la realidad y lo falso: "como sabe cualquier buen mentiroso, una mentira sólo triunfa si está amasada con verdades" (p. 69).

El otro tema recurrente es la necesidad de escapar de la realidad para sobrevivir, refugiándose en la ficción, la imaginación y la invención de una segunda realidad: "la realidad mata, la ficción salva" es otro de los mantras de la novela. "Enric Marco es pura ficción. ¿No te das cuenta? Todo él es una ficción enorme, una ficción, además, incrustada en la realidad, encarnada en ella. Enric es igual que don Quijote: no se conformó con vivir una vida mediocre y quiso vivir a lo grande; y, como no la tenía a su alcance, se la inventó" (p.29).

Hay una tercera idea que se repite a lo largo del libro: todos somos en realidad unos impostores, nos inventamos a lo largo de nuestra vida un personaje para ir sobreviviendo a las vicisitudes y zarpazos de la realidad. Embellecemos y adornamos lo bueno y ocultamos y falsificamos lo malo, para salvar nuestra dignidad y hacernos merecedores del cariño y el amor de los que nos rodean. "Marco se parece a don Quijote o a Emma Bovary, otros dos grandes mentirosos que, como Marco, no se conformaron con la grisura de su vida real y se inventaron y vivieron una heroica vida ficticia; en ese sentido hay algo en el destino de Marco, como en el del Quijote o la Bovary, que profundamente nos atañe a todos: todos representamos un papel; todos somos quienes no somos; todos, de algún modo, somos Enric Marco" (p. 40).

El libro, a pesar de ir desvelando las mentiras de Marco una a una y exponernos a su última verdad de forma metódica, detectivesca, no consigue que el personaje nos caiga mal, sino todo lo contrario: es el narrador el que se va haciendo progresivamente antipático por su crueldad, su minuciosidad, su insistencia salvadora. Hay un momento crucial, cuando Marco le dice a Cercas: "Por favor, déjame algo" (p.348) en el que el lector siente una compasión infinita por Marco y quisiera decir: "déjalo ya, déjalo en paz, no te ensañes más", porque todos sabemos que una disección pormenorizada de nuestras vidas dejaría al descubierto multitud de invenciones y mentiras. No queremos ser salvados por la verdad, hemos construido un personaje que se ha salvado a sí mismo por la ficción. ¿Por qué tiene nadie que venir a exponer pornográficamente la cruda realidad de nuestra biografía? Si el mismo narrador una y otra vez nos recuerda que la verdad mata y la ficción salva, ¿por qué se obstina en destrozar toda la ficción creada a lo largo de una vida?

El único capítulo del libro que no se basa en la realidad, sino que es ficción, es un supuesto diálogo entre Marco y Carcas (capítulo de 8 de la tercera parte), desde mi punto de vista el mejor del libro. En él , el personaje Marco se rebela contra su autor, Cercas, y le echa en cara su obstinación por salvarlo. Le hace ver que el novelista es el mayor mentiroso de todos, pues él inventó un personaje, el republicano Miralles, en Soldados de Salamina, que muchos se tragaron como real. Marco le recrimina no haber buscado al Miralles real, sino haberse inventado uno falso. Cercas se justifica: "La poesía (o sea, la ficción, y para el caso, la novela) es un engaño en el que quien engaña es más honesto que quien no engaña, y quien se deja engañar más sabio que quien no se deja engañar" (p. 375), siguiendo a Gorgias (siglo IV aC). A lo que Marco le responde: "Y una mierda: no lo buscó porque a usted la verdad le importaba un pito, lo mismo que a mí; lo que a usted le importaba era escribir un buen libro para forrarse y salir en la foto y que le quisieran y le admiraran" (p. 376). Cercas hace terapia personal con este capítulo en el que permite a Marco decirle todo aquello que su propia conciencia le recrimina por haberse dedicado con tanta tozudez a desenmascarar sus mentiras.

El lector sabe que un novelista no se enzarza con su personaje como si lo odiase; ni Cervantes odia a don Quijote ni Flaubert odia a Emma; un novelista entiende la necesidad de mentir de sus personajes y les permite vivir su ficción, porque sabe que ésta es la que los salva. En este caso, ocurre lo contrario, en vez de crear ficción, el novelista la destruye concienzudamente para llegar a la verdad, casi hasta llegar a destrozar al personaje, que se resiste a morir con uñas y dientes, y el lector no puede sino sentir simpatía por él, pues no quisiera verse sometido a la misma tortura.

Una novela fascinante por estar hecha al revés, buscando la destrucción de la ficción en vez de construirla.


Espantoso y genial (Vargas Llosa)

Reseña (EL PAÍS)

Reseña (EL CULTURAL)

Entrevista a Enric Marco en la Cadena SER


 

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