jueves, 26 de septiembre de 2019

La Llamada de la Tribu


Vargas Llosa, M. 2019. La LLamada de la Tribu. Penguin Random House (Debolsillo)

La lectura de un libro de orientación marxista sobre las utopías, El Principio Esperanza, de Ernst Bloch, me ha hecho volver la vista hacia sus antípodas, siguiendo el juicioso consejo de leer libros ideológicamente opuestos para abordar la realidad desde ángulos diversos. De esta forma ha caído en mis manos esta apología del liberalismo político y económico donde Vargas Llosa repasa los principios de sus referentes ideológicos.

Vargas Llosa comienza con una introducción en la que explica su evolución ideológica desde el marxismo hasta el liberalismo, llegando a ensalzar a Margaret Thatcher y Ronald Reagan, a los que considera "los más importantes estadistas de su tiempo". Ese momento de la introducción es el más difícil de superar para los que tenemos una opinión absolutamente opuesta sobre estos políticos. Una vez tragada la píldora, comienzan los capítulos dedicados a los pensadores Adam Smith, José Ortega y Gasset, Friedrich August von Hayek, Karl Popper, Raymond Aaron, Isaiah Berlin y Jean-François Ravel. Todos son interesantes, pero aquí quiero detenerme en los dos que me han resultado más sugerentes desde el punto de vista de sus ideas sobre cómo analizar la realidad: Karl Popper e Isaiah Berlin.

Popper hace un alegato contra todas las doctrinas y teorías opuestas a la libertad humana en La Miseria del Historicismo y La Sociedad Abierta y Sus Enemigos. Tres son para Popper los grandes malvados: Platón, Hegel y Marx. Según él, Platón y su República están en la raíz de todos los autoritarismos, pues ensalza el despotismo esclavista y racista y el colectivismo y la cultura cerrada de la tribu. Hegel y Marx enlazan con esta tendencia al hacer del historicismo un nuevo dios: la creencia de que la historia obedece a leyes inflexibles y puede ser tratada como una ciencia.

De Popper me atrae su forma de plantearse el acceso a la verdad: la verdad es siempre provisional y dura solo mientras no es refutada. La verdad es frágil, debe estar continuamente bajo sospecha, sometida a prueba, siendo "falseada"; es solo una hipótesis de trabajo, un castillo de naipes que se derrumba una y otra vez. Popper no es, sin embargo, escéptico: cree en una realidad objetiva independiente de la mente humana. Pero el acercamiento a ella nunca debe ser definitivo, sino progresivo. Hemos de estar siempre dispuestos a rectificar, en todos los ámbitos, tanto en el científico como en el social. Por ello Popper defiende el piecemeal approach para los cambios sociales, nunca la revolución basada en utopías. Las verdades fosilizadas llevan a la fe, la magia, la metafísica, los irracional, lo tribal y finalmente al autoritarismo. La separación de la verdad y la mentira es un trabajo constante sin logros definitivos. Es necesario admitir que lo que creemos verdad hoy puede no serlo mañana y estar dispuesto a admitirlo. La ingeniería utópica que pretende cambiar la realidad siguiendo una verdad y un modelo preestablecido se desconecta de la realidad, a la que considera un obstáculo para su fin. Popper está radicalmente en contra de todas las ideologías utópicas, mesiánicas y revolucionarias que creen detectar un fin o esperanza común en la historia de los seres humanos.

Para Popper, la historia no está escrita de antemano, es una ilusión pensar que es posible predecir su curso. Quien crea que está en posesión de una fórmula que la determine está fabricando una construcción irreal, una entelequia que no es más que un acto de fe. La historia no está regida por leyes científicas, sino que es un relato humano que pretende poner orden en el caos de acontecimientos. "La concepción de la historia que tiene Popper se parece como una gota de agua a otra a lo que siempre he creído que es una novela: una organización arbitraria de la realidad humana que defiende a los hombres contra la angustia que les produce intuir el mundo, la vida, como un vasto desorden", (p.179-180), escribe Vargas Llosa. La historia no es una ciencia, es algo más parecido a una novela, que intenta ordenar un mundo sin sentido ni dirección predefinidos.

Por otra parte, de Isaiah Berlin me ha atraído su profundo respeto por las ideas del enemigo, "la escrupulosa limpieza moral con que analiza, expone, resume y cita el pensamiento de los demás, atendiendo todas sus razones, considerando los atenuantes" (p. 237). Dedicó sus mayores empeños a estudiar la obra de sus enemigos ideológicos. "El liberalismo de Berlin consistió, sobre todo, en el ejercicio de la tolerancia, en un permanente esfuerzo de comprensión del adversario ideológico" (p. 276), apunta Vargas Llosa, citando a continuación al propio Berlin: "es aburrido leer a los aliados, a quienes coinciden con nuestro punto de vista. Más interesante es leer al enemigo, al que pone a prueba la solidez de nuestras defensas. Lo que, en verdad, me ha interesado siempre, es averiguar qué tiene de flaco, de débil o de erróneo las ideas en las que creo" (p. 276). Un sabio principio al que me adhiero por completo.

Berlin pensaba que las ideas son las que deben someterse cuando entran en contradicción con la realidad humana, y no al revés. Según él, debemos estar dispuesto a admitir lo que denominaba  "verdades contradictorias", es decir, verdades con su cara y su cruz, pues no existe una única verdad a la cual haya que rendir pleitesía, ya que siempre lleva en su seno su opuesto y su contrapartida. Por ejemplo, la libertad es fuente de desigualdades y la igualdad impuesta conduce al autoritarismo. No hay una sola respuesta a los problemas con los que nos enfrenta la realidad: es por ello que hemos de estar constantemente alertas, sometiendo a prueba continuamente nuestras ideas, leyes y valores. Hemos de cuidarnos de los ideales colectivos que arrasan con todo lo que les impide el camino.

Hay otra idea de Isaiah Berlin con respecto a la forma en que captamos la realidad que me ha resultado especialmente atractiva. Es la división de los seres humanos en zorros y erizos, siguiendo un fragmento del poeta griego Arquiloco: "El zorro sabe muchas cosas, pero el erizo sabe una gran cosa". Así, están los que poseen una versión centrípeta de la realidad, una visión centrada, sistematizada. Esos son los erizos: Dante, Platón, Hegel, Nietzsche, por ejemplo. Por otra parte, están los que tienen una visión centrífuga, dispersa, múltiple, contradictoria, inapresable. Esos son los zorros: Shakespeare, Aristóteles, Montaigne, Molière, Balzac, Joyce, y el mismo Isaiah Berlin. En todo erizo hay un fanático y en todo zorro un escéptico. Según Vargas Llosa, "todos los zorros vivimos envidiando siempre a los erizos. Para éstos la vida es más vivible... sufrir y morir resultan menos difíciles e intolerables -- a veces, fáciles -- cuando uno se siente poseedor de una verdad universal y central, una pieza nítida dentro de ese mecanismo que es la vida y cuyo funcionamiento cree conocer". (p. 265).

Yo también me declaro zorro, pues opino que la creencia en una verdad nítida y universal no es más que una ilusión creada para sobrevivir a la realidad.

Reseña 1

Reseña 2

Reseña 3

Reseña 4

Reseña 5

Entrevista (EL PAIS)





domingo, 22 de septiembre de 2019

The Memory Illusion


Shaw, Julia. 2016. The Memory Illusion. Remembering, Forgetting and the Science of False Memory. Random House.

Otro libro más en la línea de A Mind of Its Own de Cordelia Fine, Incógnito de David Eagleman o El Cerebro nos Engaña de Francisco Rubia, que nos hace conscientes de las limitaciones de nuestro cerebro para ver la realidad tal cual es y de su habilidad para crear una realidad alternativa. En este caso, la ilusión se centra en los laberintos de la memoria y los falsos recuerdos. Creemos recordar la realidad tal cual es, pero es muy conveniente estar prevenidos acerca de la gran cantidad de recuerdos que creemos verdaderos pero que han sido creados, embellecidos, reconstruidos o falseados.

La película Blade Runner, nos hizo reflexionar, a propósito del vértigo existencial que sienten los replicantes cuando son advertidos de la falsedad de sus recuerdos, sobre la importancia de nuestros recuerdos a la hora de construir nuestra identidad y percibir la realidad. A partir de aquella reflexión dimos con este libro que analiza pormenorizadamente las ilusiones de la memoria. La autora se denomina a sí misma una "memory hacker", por los experimentos realizados que demuestran que no solo modificamos inconscientemente nuestros recuerdos, sino que podemos ser víctimas de agentes externos que los modifiquen de forma intencional, que es lo más preocupante. "I have convinced people they have committed crimes that never occurred, suffered from a physical injury they never had. or were attacked by a dog when no such attack ever took place" (introduction p. xiv). 

Julia Shaw habla de las memorias "imposibles" que creemos tener procedentes de nuestra infancia y que provienen en realidad de fotografías o relatos de nuestros padres. También se analizan los recuerdos generados por una falsa percepción, ya que tendemos a filtrar la realidad a través de esquemas previos e ideas preconcebidas. Los estados de ánimo, los niveles de estrés y excitación también son claves para distorsionar los recuerdos. La falsificación de recuerdos es especialmente activa con respecto a la temporalización, rapidez o ralentización de la realidad. Es posible que los recuerdos sean inicialmente correctos, pero cada vez que los rememoramos, son proclives a ser modificados. Se citan experimentos realizados con animales que demuestran que la manipulación química llevada a acabo en el momento de instaurar el recuerdo o de rememorarlo, también puede contribuir a la falsificación de los mismos. Una de las razones por las que es posible manipular los recuerdos es porque estos se almacenan en múltiples lugares y atendiendo a múltiples factores (emocionales, lingüísticos, visuales, acústicos, etc) y a la hora de recordar, todos esos factores pueden ser recombinados de formas muy diversas.

Un capítulo está dedicado a las personas con una memoria autobiográfica excepcional (HSAMs), a los que tienen una increíble memoria fotográfica o al caso particular de los autistas. En todos los casos tener una memoria fuera de lo común es más bien un problema y no una bendición: "forgetting is probably one of the most important things the brains will do" (p.102). La bendición es, en muchos casos, el olvido.

La atención tiene una importancia clave en la memoria. La autora descarta todo aprendizaje llevado a cabo durante el sueño o por hipnosis, pero sí concede importancia a aquellos recuerdos adquiridos de forma subliminal, fuera del foco de la atención consciente. El sueño sí tiene un papel crucial a la hora de consolidar y reforzar la memoria.

Un asunto al que Julia Shaw dedica gran parte del libro es a la memoria de los testigos. Pone en tela de juicio la fiabilidad de la memoria para recordar rostros y acontecimientos delictivos, que ha causado y sigue causando que muchos inocentes terminen en la cárcel. También demuestra como el compartir nuestros recuerdos con otros, y ponerse en la tarea de rememorar a la vez, es una potente fuente de distorsiones. Verbalizar nuestros recuerdos también contribuye a su falseamiento, ya que el lenguaje modifica necesariamente la realidad. De la misma forma, la visión de fotografías es otro agente activo en la creación de falsos recuerdos. Pero es que además los falsos recuerdos se pueden instaurar artificialmente desde fuera. La autora explica el experimento en el que indujo a varias personas a creer que habían perpetrado delitos que jamás habían cometido.

Especialmente interesante por su actualidad es el capítulo dedicado las redes sociales. El hecho de que estamos permanentemente proyectando nuestras memorias en las redes, colgando fotos e historias que no coinciden exactamente con la realidad, va construyendo una segunda realidad que termina por ocupar el lugar de la verdadera en nuestra memoria colectiva. Cualquier evento en el que participamos es inmediatamente compartido, y finalmente no sabemos qué fue lo que realmente vivimos nosotros y qué fue los que vivieron los demás, pues todo se mezcla. "The distinction between public memory and private memory ...has been blurred to the point of erasure" (p.197). "Transactive memories, like our online interactions, are memories that are collectively formed, updated, and perhaps most importantly of all, stored" (p.203). El hecho de estar realizando varias tareas mientras estamos con el móvil o de saber que toda la información está disponible en Google, también está alterando de forma aún no evaluada por completo la manera en que memorizamos, falseamos y accedemos a los recuerdos.

El capítulo dedicado a los acontecimientos ocurridos en Massachusetts en 1984 sobre abusos sexuales nos hace conscientes de los peligros de las técnicas de regresión e hipnosis a la hora de intentar sacar a la luz recuerdos que supuestamente están reprimidos. Julia Shaw está totalmente en contra de Freud y sus teorías, que denomina pseudocientíficas, acerca de los recuerdos de abusos sexuales sufridos en la infancia y ocultos en nuestro inconsciente y la terapia de regresión que supuestamente los libera. Según Julia Shaw y otros investigadores como Elizabeth Loftus, realmente esta terapia crea las condiciones ideales para la generación de falsos recuerdos, que pueden generar situaciones de histeria colectiva parecidas a la famosa caza de brujas de Salem, Massachusetts de 1692 y 1693. "What we do argue is that suggestive and leading interview techniques can lead to the false recall of terrible things" (p.235). Amenábar realizó en 2015 la película Regression basándose en estos sucesos reales, en los que todo un país llegó a creerse una ilusión colectiva basándose en falsos recuerdos obtenidos a partir de la terapia de la regresión (ver trailer abajo).

Ser conscientes de todas estas ilusiones de la memoria nos puede ayudar a no caer en las trampas que nos tienden los falsos recuerdos, a ser más comprensivos y compasivos con aquellos a los que quizás hemos juzgado como mentirosos y a ser especialmente cauteloso con todo lo relacionado con la memoria de testigos. Además, nos ayuda a poner más énfasis en nuestro presente y diluir un poco la importancia a veces excesiva y solidificada que damos a nuestro pasado.

Finalmente, podemos preguntarnos: ¿cuál es el beneficio de tener una memoria tan flexible y difusa? Quizás su beneficio reside en que su versatilidad permite la creatividad y la posibilidad de elegir aquella versión de lo ocurrido que más se aviene a lo que nos conviene. Si no pudiéramos modificar nuestros recuerdos, seriamos esclavos de la realidad y no habría ninguna rendija por donde escapar de la cárcel de la verdad cuando ésta nos atormenta. "This introduces a flexible creativity into reality...we can actively weave the life we want in ways that maximise our happiness and the happiness of those around us. It allows us to treat life with a sense of magical realism, as a 'paint by numbers' of reality" (p. 253). Es decir, la evolución ha premiado una memoria engañosa porque ésta nos permite cambiar la realidad cuando así nos interesa desde el punto de vista de nuestra supervivencia.



martes, 10 de septiembre de 2019

Érase una Vez en Hollywood


Tarantino, Q. 2019. Once Upon a Time in Hollywood.

El pasado no puede ser cambiado. Tenemos un cierto poder sobre el presente y sobre el futuro, pero el pasado es inamovible. Al menos en la realidad. "El pasado no pasa nunca, ni siquiera --lo dijo Faulkner (1) -- es pasado; el pasado es sólo una dimensión del presente", nos recuerda una y otra vez Javier Cercas en El Impostor. Pero sí podemos cambiarlo, por supuesto, con la imaginación, como hace el personaje de Cercas en su libro. Cuando el pasado no nos gusta, nuestra mente intenta transitar por varios caminos para superarlo. Lo ideal sería aceptarlo tal cual es, enfrentándonos a su verdad por dolorosa que sea. Ese es el camino que nos recomiendan los sabios y los psicólogos. Pero como ya sabemos, a veces la realidad es muy cruel como para poder ser aceptada y el ser humano acude a los trucos que le brinda su capacidad de engaño y fantasía.

Un camino posible es el del olvido, para quien lo consiga. Borrar, destruir, como si de los archivos de un disco duro se tratase. Eliminar los recuerdos difíciles y traumáticos, arrinconarlos, intentar perderlos en los vacíos de la memoria. El problema es que a veces están tan arraigados en las profundidades de nuestra amígdala y de nuestro hipocampo que haría falta una lobotomía para extirparlos.

Otro camino para evitar esos recuerdos es intentar cambiarlos, ya sea consciente o inconscientemente. Nos negamos a aceptar la realidad de lo ocurrido e inventamos una realidad paralela que en el fondo sabemos que no es real, pero a la que damos una dosis de verosimilitud como para poder ser mantenida. Esta vía, cuando se enquista y se fortalece en demasía, puede conducir a la locura y a total disociación con la realidad.

Otra posibilidad es jugar con el pasado utilizando la fabulación, permitiéndonos durante un rato la posibilidad de cambiarlo a través de la ficción. Se trata de elegir el instante propicio, el momento crucial en el que algo ocurrió, la disyuntiva y la bifurcación exacta en la que la moneda gira y el azar decide la cara o la cruz, ese momento que tan magistralmente refleja la película Match Point de Woody Allen.  Se puede volver atrás y permitir que la ilusión invierta el camino al que la realidad nos llevó de forma irreversible.

Cuando la literatura y el cine se dejan llevar por estos laberintos de la fantasía, estamos ante lo que se llama una ucronía: nos permitimos cambiar el pasado a nuestro antojo. De la misma forma que podemos decidir entre utopía y distopía cuando imaginamos el futuro, dependiendo de si nos dejamos llevar por nuestras esperanzas o por nuestros miedos, podemos hacer con respecto al pasado. Podemos cambiarlo hacia peor, imaginando lo que habría ocurrido si la suerte no nos hubiera acompañado o el destino no nos hubiera favorecido. Esta fantasía puede servir para apreciar lo que tenemos y ser muy cuidadosos la próxima vez que nos encontremos en una encrucijada. Philip Roth, por ejemplo, imagina en The Plot Against America lo que podría haber ocurrido si Charles Lindbergh, simpatizante nazi, se hubiera presentado y ganado las elecciones que finalmente ganó Roosevelt.

La otra posibilidad, más dulce, es cambiar el pasado hacia lo mejor, eliminando el trauma, el hecho doloroso, el accidente, el crimen, la ruptura, y dirigir la realidad hacia lo deseable. Se trata de utilizar la imaginación, la literatura o el cine como terapia, aunque sea momentáneamente, y permitir que la realidad tome otro curso, a nuestro favor. Podrían existir muchas vidas en universos paralelos, como en la película Mr Nobody de Jaco Van Dormael. ¿Por qué no imaginar el que nos gustaría?

Tarantino se sumerge en este delicioso camino y se venga de un pasado que no gusta a nadie, como ya hizo en su otra película Inglorious Basterds. En aquella ocasión lo hizo con los nazis y en esta ocasión lo hace con los terribles crímenes cometidos en la época dorada de Hollywood por la secta de los Manson, utilizando a dos personajes que se quedarán grabados en la historia del cine: el actor venido a menos interpretado por Leonardo di Caprio y su doble en las escenas de acción, interpretado por Brad Pitt.

Una delicia de película que nos permite gozar haciéndonos creer durante un rato que podemos ser dueños del pasado y de la realidad.

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(1) "The past is never dead. It is not even past". Requiem for a Nun.


36 ejemplos de ucronía en la literatura

Así es como (nunca) sucedió) 

Reseña (EL CULTURAL)

Reseña (LA VOZ DE GALICIA)

Reseña (EUROPA PRESS)

Reseña (EL ESPAÑOL) 

Entrevista (FOTOGRAMAS)

Here are the differences between Once Upon a Time in Hollywood and the Real Manson Case (ESQUIRE)


domingo, 8 de septiembre de 2019

Mitos y Utopías del Descubrimiento: El Pacífico


Gil, Juan. 1989. Mitos y Utopías del Descubrimiento. 2. El Pacífico. Alianza Universidad.

Este año se conmemora el inicio de la expedición que culminaría con la primera vuelta al mundo, emprendida por Magallanes y terminada por Elcano. El interés por este acontecimiento se ha unido casualmente a la lectura del libro de Bloch El Principio Esperanza. Uno de los principales capítulos de ese libro repasa el papel de las utopías geográficas en la historia de la humanidad, y la forma en la que la fantasía por encontrar lugares míticos y fabulosos ha movido al hombre con una energía y una fe que la simple realidad no habría nunca podido conseguir.

La unión de los dos temas me ha llevado a conocer esta fascinante obra del profesor sevillano Juan Gil, que hace un análisis pormenorizado de la forma en la que los mitos y utopías se convirtieron en el combustible primordial que puso en marcha la era de los descubrimientos. Juan Gil demuestra que tanto Colón como Magallanes iban en busca de Ofir, la mítica isla bíblica con playas auríferas de donde el rey Salomón obtenía las riquezas que le permitieron construir su fabuloso templo. El autor se basa en distintas biografías (1) para retratar a Magallanes como un ardiente misionero y fanático religioso que se vio conmovido por las conversiones en masa de los indígenas, una auténtica "embriaguez de bautismos": "cuando se sucedían estos bautismos sin cuento, que parecían preludiar la segunda parusía de Cristo, el hombre más cuerdo parecía perder la cabeza: alucinaciones semejantes habían de trastornar a los religiosos, fueran franciscanos o jesuitas, en tiempos y parajes muy diversos" (p.21). Magallanes llega a delirar y creerse un enviado de Dios, un nuevo apóstol protegido por Cristo, y es precisamente este exceso de fe el que lo llevó a la muerte.

Los navegantes de la época estaban imbuidos de una poderosa fe mesiánica, creyendo que estaban cumpliendo una misión profética y que se hallaban cerca de las utopías de Tarsis y Ofir, que según la tradición, además de ser el lugar donde estaban las minas del rey Salomón, también eran la cuna de donde procedían los tres Reyes Magos. Álvaro de Mendaña puso una flota en marcha el 19 de noviembre de 1567 con dos naves, una de las cuales se llamaba "Los Tres Reyes", hasta que el 1 de enero de 1568 fueron guiados por una estrella, la estrella de los Reyes Magos, y es por ello que tuvieron el profundo convencimiento de que habían arribado a las islas de Salomón, de donde procedían los tres Reyes. "La estrella de los Reyes se distinguía de las demás del firmamento en que no había sido creada conjuntamente por ellas, sino en el tiempo fijado del nacimiento de Cristo, y que no se encontraba en el octavo cielo, sino en medio del aire o muy cerca de la Tierra. Esta doctrina, que venía a ser la enseñanza oficial de los jesuitas, podía muy bien ser recordada incluso por los rudos marineros que creían pisar la tierra de los Magos y se sentían voceros de Cristo en en los últimos confines del mundo habitado" (p.93).

Los españoles se sentían el pueblo elegido, protegidos y guiados por una estrella diferente a las del resto del firmamento. El país bienaventurado al que conduce la estrella no está al alcance de cualquiera, aspecto en el que coinciden todos los mitos (Perseo llegando con sandalias aladas al lugar encantado de los Hiperbóreos, Ulises llegando a la tierra de los Cíclopes, San Brandán llegando a la isla "Perdida", p. 94). Mendaña se añade a sí mismo a la lista de elegidos, y nombra a la bahía como bahía de la Estrella, y posteriormente todos conocen a las islas como las islas Salomón. "Con esta denominación se cierra el círculo: la flota va en busca de las minas bíblicas bajo la advocación de los Reyes Magos, y éstos con su estrella por guía los conduce a Saba, su isla" (p.96)

El sucesor de Mendaña fue Pedro Fernández de Quirós, su piloto mayor, que tomó posesión de todas las tierras descubiertas y por descubrir hasta el polo sur el 14 de mayo de 1606  "en nombre de la Santísima Trinidad, de la Iglesia Católica, de las Ordenes de San Francisco, de San Juan de Dios y del Espíritu Santo y por último de Su Majestad" (p.117). Allí Quirós cree a pie juntillas que está por fin construyendo su utopía. "Pocas veces se había estado tan cerca de inaugurar en la tierra el tercer y definitivo período de la historia, la era del Espíritu Santo, culminación de los períodos del padre y del Hijo, según la conocida concepción trinitaria del visionario abad calabrés Joaquín de Fiore, esa edad de oro en la que todos los hombre serían hermanos y la esclavitud abolida después del triunfo absoluto de la pobreza franciscana" (p. 118).

Juan Gil sigue desgranando la sucesión de delirios y ensueños australes levantados por Magallanes, Mendaña y Quirós, que continúan hasta bien entrado el siglo XVII. Tras la paz de Westfalia (1648), las quimeras no se esfuman, sino todo lo contrario. Con la crisis del imperio, los fantasmas que han guiado a los españoles aún se hacen más presentes, "acostumbrados a oír a Olivares decir que Dios era español" (p. 220). Hasta que por fin, en el siglo XVIII, tras los viajes de Cook, "la Religión y la Fe son sustituidas por el Progreso, , en cuyo altar se ofrendan ahora nuevos sacrificios y se inmolan gustosas víctimas" (p.357). Es a partir de entonces cuando se pone fin el ensueño de la existencia de un continente austral y se desvanece la quimera de "la posesión de las islas del rey Salomón, que habían de iniciar con su oro mágico el período definitivo de la Historia Universal. Por la consecución de esta idea --y con el tiempo, de otras afines y derivadas,-- habían rivalizado durante siglos los más intrépidos navegantes del mundo" (p. 357)

La creencia en los Reyes Magos, pues, no es simplemente cosa de niños. Su estrella ha guiado a los hombres a conquistar sueños y delirios imposibles, creyendo en esa ilusión  como pura realidad.
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(1) Por ejemplo, Benson, E.F. 1930. Ferdinand Magellan. Harper.


La expedición de Mendaña: los españoles que fueron a buscar a los reyes magos

Maravilla y fiebre de las Indias 

Entrevista a Juan Gil

Mitos y utopías americanas