martes, 29 de diciembre de 2020

Black Mass


 Gray, J. 2008. Black Mass. Apocalyptic Religion and the Death of Utopia. Penguin Books. 

Gray comienza el libro haciendo un análisis del milenarismo y la religión apocalíptica, basándose en sus raíces cristianas. El cristianismo es el origen de la visión teleológica de la historia, es decir, dirigida hacia un fin. Ahí se encuentra el origen de las religiones políticas modernas como el jacobinismo, el nazismo o el bolchevismo. 

"Millenarian beliefs are symptoms of a type of cognitive dissonance in which normal links between perception and reality have broken down" (p. 8)

Gray comienza por las enseñanzas de Jesús, claramente escatológicas, hasta llegar a Joachim de Flora, que en el siglo XIII  resucitó el milenarismo al dividir la historia humana en tres etapas: la del Padre, la del Hijo y la del Espíritu Santo, a la que supuestamente estamos encaminados. Este pensamiento tuvo un profundo impacto en Hegel, Marx, Comte y finalmente, en los nazis (que por algo llamaron a su periodo el Tercer Reich). 

La primera parte del libro me ha recordado en muchos momentos al libro El Principio Esperanza de Ernst Bloch por su análisis de las utopías (con la diferencia de que éste las defiende): los Begghards (en la España del siglo XII), los Anabaptistas (en la Alemania del siglo XVI), la Utopía de Thomas More (1515), el socialismo utópico de Charles Fourier (siglos XVIII y XIX). En todas hay un punto en común: la búsqueda de una armonía perfecta, irreal e imposible de conseguir. Para Gray, las utopías conducen al desastre, pues no se basan en la realidad, ya que el conflicto está en la base de la conducta humana. 

"Utopias are dreams of collective deliverance that in waking life are found to be nightmares" (p.24). 

En la segunda parte del libro, Gray estudia cómo el pensamiento utópico milenarista se ha apoderado del pensamiento ilustrado y del liberalismo, al hacer creer que estamos en el fin de la historia y que el capitalismo global es la última etapa de la Historia humana, en la que todos los pueblos del mundo se rendirán al pensamiento único. Los neoconservadores americanos han llegado a creer que el régimen estadounidense es el supremo y universal que todos los demás han de emular. Gray analiza las teorías de Fukuyama, influenciado por Alexander Kojeve y Vladimir Solovyev. Según ellos, hemos llegado a un momento en el que ya no hay dudas ni debate sobre qué régimen es el que debe imponerse ( terminará haciéndolo): el capitalismo global. 

Según Gray, es utópico pensar que este modelo puede imponerse en el mundo entero. La democracia liberal no puede establecerse por la fuerza, por ejemplo, en Oriente Medio, donde actualmente la única elección posible está entre el despotismo secular o la regla islámica. La invasión de Iraq fue un intento utópico de llevar a cabo esa imposición que terminó con un país destrozado que aún no ha conseguido restablecerse. 

"The neo-conservative project of regime change in Iraq is a classic example of the utopian mind at work. For the neo-conservatives who masterminded the war democracy would come about simply through the overthrow of tiranny... By imposing regime change, the Bush administration created a failed state, with a fragile government heavily dependent on the Shia militias " (p. 218). 

De aquella guerra proviene el uso de la tortura en Abu Ghraib, y de la de Afganistán proceden los campos de concentración de Guantánamo. Este tipo de intervenciones son la versión liberal del imperialismo. La ideología subyacente es que los estados occidentales y sus regímenes democráticos están no solo autorizados, sino obligados a imponer sus valores a todo el mundo, incluso si es necesario con el uso de la fuerza. Es una nueva Cruzada. Gray intenta demostrar que ésta es una misión imposible. Las democracias occidentales han llegado a ser factibles a partir de la consolidación de las naciones-estado, cuya gestación ha tenido un proceso arduo y tremendamente violento. En muchos casos la única alternativa al despotismo es la anarquía y el caos, como se ha demostrado en los países invadidos.

Los resultados de la guerra de Iraq dieron el golpe definitivo a la fe en el progreso y la democracia universal. Es iluso pensar que ésta puede ser impuesta, pues los resultados son la violencia, la destrucción y el caos. Siguiendo a Spinoza, hay que concluir que el ciclo de orden y anarquía no terminará nunca. Lo que se gana es fácilmente perdible. Hay que sustituir el pensamiento utópico por el realismo. 

"Human knowledge tends to increase, but humans do not become any more civilized as a result. They remain prone to every kind of barbarism" (p. 265). 

 "Realists should reject teleological views of history. The belief that humanity is moving towards a condition in which there will be no more conflict over the nature of government is not only delusive but also dangerous" (p. 276) 

 Tal y como dijo Jonathan Swift, el único lugar donde la Utopía podría llevarse a cabo es en el reino de los caballos, no en el de los seres humanos. Según Gray, no debemos dejarnos seducir por las narrativas de los utópicos. Hemos de admitir que es imposible que haya un modelo único de gobierno y de sociedad, o una sola forma de civilización, como pretende la globalización. Estas son las lecciones que, según Gray, hemos de aprender, que serán desarrolladas más tarde en su libro Straw Dogs

¿Realmente hemos de huir de las utopías? Como dice Muñoz Molina, tras leer a John Gray uno se siente desasosegado y desesperanzado, ya que nos convence de que no nos encaminamos a ningún futuro establecido o prometedor. Pero por otro lado, ¿es tan "inverosímil la convicción de que las cosas pueden ir gradualmente a mejor para la mayoría de los seres humanos"? (1) 

 (1) Testigos del derrumbe (Muñoz Molina) 


Review (THE GUARDIAN)

Descrédito de la profecía (Muñoz Molina) 

Why this crisis is a turning point in history (John Gray) 

domingo, 27 de diciembre de 2020

Últimas Noches del Edificio San Francisco


 Riestra, Blanca. 2020. Últimas Noches del Edificio San Francisco. Algaida. 

La fascinación por el Norte de África viene dada por la inquietud que crea enfrentarse a una realidad diferente, un mundo desconocido y quizás peligroso que está tan sólo a unos kilómetros de distancia. Allí se desarrolló la esclavitud desde tiempo inmemoriales y posteriormente el colonialismo occidental de los siglos XIX y XX, una de las páginas más vergonzantes de la Historia y de donde provienen muchos de los males y problemas que nos aquejan hoy en día. Europa se apropió de lo que no era suyo con la excusa de civilizar a los salvajes y dejó sembrada la semilla del más feroz racismo, desigualdad, crueldad y muerte. De ellos somos testigos por la obra de periodistas como Kapuscinski o Vicente Romero, o novelas como El Sueño del Celta, de Vargas Llosa.  

Por otro lado, África siempre fue paraíso soñado de lugares ignotos y quizás edenes perdidos. La ilusión de encontrar las fuentes del Nilo es una de esas aventuras en las que el hombre occidental se empeñó, como bien narra el libro El Sueño de África de Reverte, o la búsqueda de las Minas del Rey Salomón. Hay una intuición que tiene el hombre occidental de que en África se hallan sus orígenes, y quizás por ello el internarse en el continente es el viaje hacia el corazón de nuestro manantial primigenio. 

"La leyenda cuenta que Hércules desgarró África de Europa con sus dos manos creando el estrecho de Gibraltar. Aquí se quedó a vivir después de derrotar a Aenteus, el marido de Tingis. Dicen que, a partir de las columnas de Hércules se abre el mar incógnito y después, quizás, los abismos y el vacío... Los antiguos situaban en esta zona del norte de África el jardín de las Hespérides. Decían que por eso Hércules nunca quiso irse. Es y será siempre un lugar paradisiaco" (p. 112). 

Esa búsqueda del paraíso, que ha llevado a tantos lugares, también ha terminado a veces en Canarias, donde se decía que había sido localizada San Borondón, la isla mítica. 

"-- Dicen que ayer fue fotografiada por primera vez la isla de San Borodón en el archipiélago de las Canarias... Se trata de una isla fantasma -- le explicó Paul--. Los antiguos la creían a la deriva, y la situaban en un espacio tan amplio como es el que va desde el sureste de Irlanda al suroeste de las Canarias... San Borondón aparece de vez en cuando pero todos los que intentan viajar a ella fracasan en su empeño... La llaman la Non Trobata, la Encubierta, La Perdida.... En ella estaba la puerta del paraíso, dicen. Muchos se perdieron tratando de encontrarla" (p. 305) 

Desgraciadamente, ese viaje a la utopía suele terminar mal, y el europeo o americano "civilizado" suele encontrar más bien el abismo que el paraíso, al toparse contra un muro que para él es el horror, el estupor o la estupefacción, como evidencian novelas como El Corazón de las Tinieblas, El Cielo Protector, El Extranjero o Mimoun.  

España fue país colonizador durante la época del Protectorado de Marruecos, entre los años 1912 y 1958. En la ciudad de Tánger se unió durante un tiempo Oriente y Occidente, el Norte y el Sur, el cristianismo y el islamismo, creándose una comunidad internacional en la que se experimentó con la posibilidad de convivencia entre los "nesnaris" (los cristianos extranjeros) y los "muslims". Esa amalgama de civilizaciones, etnias y concepciones del mundo atrajo a numerosos escritores, por su cercanía con Europa, y allí se alojaron durante un tiempo Paul y Jane Bowles, William Borroughs, Truman Capote, Tennesse Williams, Alan Gringsberg y otros miembros de la generación Beat, así como españoles como Carmen Laforet o Emilio Sanz. 

La novela de Blanca Riestra narra el período final de la colonia y la dificultad de acercamiento entre dos mundos tan diferentes. Los escritores occidentales vivían en una burbuja en la que se divertían bañados por el exotismo, el orientalismo y el egocentrismo provocado por la creencia íntima de pertenecer a una civilización superior que intentaba comprender a los aborígenes sin llegar a tocarlos demasiado. El choque de culturas provocaba una sensación similar a la borrachera o la toma de estupefacientes, impregnada de aventura, colorido, peligro y alucinación. Dice el español Emilio Sanz, uno de los protagonistas:

"Hablé de cómo las murallas de la casba son un monumento al mar, de cómo Samuel Pepys y su higuera e Ian Fleming, el espía, tuvieron razón al decir que Tánger no pertenece a Marruecos, sino a los reinos de la imaginación y que todos los que nos aferrábamos allí a aquella inexistencia evidente lo hacíamos porque queríamos ser ricos, ser hermosos, y sobre todo convertirnos en personajes de novela. Y estábamos convencidos de que era posible. Y esa, amigos, era una vida más eterna que la comunión de los santos y Pentecostés juntos" (p. 208). 

Mohamed, al que le niegan la posibilidad de relacionarse con Sophie por ser marroquí y pobre, en cambio, ve a Tánger de otra manera: 

"Desde hace un tiempo, Tánger sólo consigue ser una ciudad de vino triste, de kif triste, de pobres campesinos tristes, de ladrones desamparados, de putas borrachas con el corazón roto" (p. 287).  

El amor imposible de Sophie y Mohamed es el exponente del coche entre esos dos mundos: 

"Su vida (la de Sophie) llena de glamur ciudadano parecía cada vez más distante de la sórdida existencia de provincias que él (Mohamed) llevaba. No eran celos lo que sentía, ni siquiera amor, era una rabia sorda, la haine de la segregación social. Notaba el corazón hecho añicos por esa distancia insalvable que nadie podía acortar nunca. El pobre nace pobre; el rico, aunque lo pierda todo, sigue siendo excepcional a los ojos de los otros" (p. 289). 

Cherifa, la marroquí cuidadora y amante de Jane Bowles, representa todo ese mundo mágico, seductor y magnético pero a la vez inaccesible e incomprensible para los occidentales. A veces la vemos como superviviente y guerrera, a veces como bruja y asesina. 

"Es capaz de pelear, de ser más fuerte que el otro, es capaz de no permitir que la abandonen, es capaz de golpear ella primero. Eso es digno de admiración viniendo de un pueblo acostumbrado a ser esclavo" (p. 283). 

Cherifa le dice a Emilio Sanz, el narrador, ya al final de la novela: 

"Los nesranis creéis que sois vosotros los únicos que tenéis vida, que solo importa  vuestra vida, pero también tienen vida los hijos del pueblo y también es trágico si ellos la pierden. También su vida es la única vida que tienen. Ellos cuentan solo con una oportunidad como vosotros. Es igual de trágica la muerte de un muslim que la muerte de un nesrani... Creéis que nosotros somos los comparsas de vuestras existencias y no se os ocurre que quizás seáis vosotros las comparsas de las nuestras" (p.332). 

¿Es una ilusión vana creer que esas dos realidades puedan entenderse y aceptarse? 

Reseña (ABC) 


sábado, 26 de diciembre de 2020

La Sal de la Tierra

 


Wenders, W. y Salgado, J.R. 2014. La Sal de la Tierra. Decia Films. 

He vuelto a ver esta película (creo que por cuarta vez) aprovechando que la han incluido en una plataforma televisiva, y vuelve a emocionarme tanto o más que las veces anteriores. La voz de Sebastiao Salgado y su rostro reflejado sobre sus propias fotografías a la vez que las comenta, destripando las historias detrás de cada una de ellas, dan lugar a uno de los documentales más sobrecogedores que he visto sobre la actividad de un fotógrafo profesional. 

"Somos un animal muy feroz, un animal terrible, nosotros los humanos. Nuestra historia es una historia de guerras, una historia sin fin, una historia de locos". 

Su misión ha sido ser testigo de la realidad de la forma más veraz y cercana, a veces desgarradora y terrible, de forma similar a Kapuscinski con el periodismo. En realidad el relato que nos cuenta es un descenso a los infiernos, hasta que llegó el momento en el que tocó fondo y Salgado tuvo que reconocer que no podía más, que le era imposible seguir retratando la crueldad de los tiempos que le había tocado vivir. A través de su cámara nos enfrentamos a momentos terribles como la guerra de Uganda entre hutus y tutsis, la guerra de los Balcanes, las hambrunas de África, las migraciones forzadas. Es un testimonio sobre el sufrimiento humano en toda su profundidad y extensión, hasta el punto en el que el fotógrafo se rinde y admite que no puede soportar más la realidad que intenta fotografiar. Ese es el momento en el que renuncia a fotografiar más dolor y se dedica a la naturaleza, único lugar que le ofrece consuelo y algo de esperanza, con la reforestación de zonas desertizadas de Brasil. 

De la misma forma que Conrad se adentra en África hasta llegar al corazón de las tinieblas, y las únicas palabras que puede pronunciar son "el horror, el horror", Salgado hace el mismo viaje y llega al mismo centro del espanto, donde vislumbra lo peor de la condición humana. A pesar de todo, la médula de su trabajo como fotógrafo es el ser humano, "la sal de la tierra".


jueves, 24 de diciembre de 2020

Las Barbas del Profeta

 


Mendoza, Eduardo.2020. Las Barbas del Profeta. Seix Barral.

Eduardo Mendoza ofrece una visión personal de la madre de todas las ficciones: la Biblia, o mejor dicho, la Historia Sagrada. Para muchas generaciones en España, la Historia Sagrada fue la primera fuente de relatos portentosos que poblaban la imaginación infantil, junto con los cuentos de hadas (1) y los libros de aventuras. Mendoza nos regala su particular digestión de las asombrosas historias que fueron su primer contacto con la literatura y le sumían en la estupefacción. 

"No exagero al afirmar que la Historia Sagrada que estudié en el colegio fue la primera fuente de verdadera literatura a la que me vi expuesto. La califico así porque, como toda literatura genuina, a diferencia de las lecturas dirigidas y controladas a las que entonces tenía acceso, suscitaba más preguntas que respuestas y, en lugar de ofrecer ejemplos o enseñanzas, producía estupor" (p.14) 

Esas lecturas iniciaron a Mendoza en el mundo de la ficción y le "enseñaron a distinguir entre lo imaginario y lo real, si por real entendemos el escuálido mundo material que nos limita" (p. 12). Ese fue su caso, porque en otros muchos, se da la situación inversa: los relatos bíblicos nos introducían cuando niños en un laberinto confuso pero enormemente satisfactorio y placentero en el que la ficción y la realidad no tenían límites claros, ya que se nos contaban no como meras historias sin más, sino como la Historia con mayúsculas, la Explicación de la Realidad, la Gestación del Universo, la Teoría del Todo.  

"Es una historia sin sentido, pero con voluntad de abarcarlo todo. Una forma turbulenta y perfectamente inadecuada de explicar el mundo desde sus orígenes hasta el final" (p. 16) 

La diferenciación entre lo que es ficción y lo que es realidad se produce generalmente una vez que el niño evoluciona y termina su etapa de pensamiento mágico, de forma que durante un tiempo, al menos desde mi experiencia, esas historias se creen a pie juntillas. En una época en que todo estaba impregnado por lo religioso, la Biblia había que recibirla como Palabra de Dios, Certeza Plena, sin incertidumbre ni duda alguna, por muy increíble que fuera lo narrado. Por eso la niñez era la mejor etapa en la que podía ser digerida, ya que el niño permite saltarse el uso de la razón. El mundo de la niñez es un mundo en el que la fantasía es la dueña de la vida, ya que es imposible decodificar y entender la realidad sólo con la razón. 

"La fantasía no depende de la invención. Es parte de la naturaleza humana, tanto de los que leen como de los que no. Existe en forma de sueño, de temores, de ilusiones, de esperanzas y de elucubraciones"  (p. 12). 

Esa amalgama onírica que se cuece en forma de magma en la mente del niño necesita algún cauce que le de un poco de forma y sentido. Esa es la función de la ficción, y en ella ocupaba un lugar principal la Historia Sagrada. 

"La ficción selecciona y estructura las fantasías y las encuadra, bien que mal, en nuestra contradictoria y confusa realidad" (p. 12) 

La Historia Sagrada era uno de esos primeros cauces, quizás uno de los más importantes. El lector disfrutará ante la narración de aquellos hechos vistos a través del prisma de Mendoza, y se sentirá identificado con la fascinación que ejercían las ilustraciones de los libros bíblicos para niños y sus relatos acerca de la mágica creación a partir de arcilla, el hipnotismo de la serpiente, el asesinato de Abel y la condena de Caín, el arca de Noé, la Torre de Babel, el espeluznante intento de sacrificio de Isaac por su padre Abraham, la destrucción de Sodoma y Gomorra y las estatuas de sal, las relaciones de José y sus hermanos, los milagros de Moisés y las plagas de Egipto, el paso del Mar Rojo, la Tierra Prometida, David y Goliat, Salomón, Sansón, Jonás... Todas estas historias alimentaron nuestra imaginación infantil durante generaciones, colmando la necesidad de explicaciones sobre el nacimiento y la muerte, las relaciones familiares, el sentido de la vida, hasta que la realidad fue ofreciéndonos relatos más científicos y verosímiles.  

Me pregunto qué tipo de historias cumplen ahora esa función en la imaginación de los niños actuales. Probablemente muchos de ellos no han oído hablar de ninguno de estos mitos, ni los escucharán nunca, ni conocerán el deleite que otorgaba la credulidad ante narraciones tan sobrenaturales que te dejaban con la boca abierta. La fantasía es necesaria y sin duda ya habrá encontrado otros cauces por donde fermentar y desarrollarse. 

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(1) Ver Bettelheim, Bruno. 1983. Psicoanálisis de los Cuentos de Hadas


Reseña (EL DIARIO VASCO)


lunes, 21 de diciembre de 2020

Conversación en Princeton y La Realidad de un Escritor

 


Vargas LLosa, M. (con Rubén Gallo). 2019. Conversación en Princeton. Debolsillo.


Vargas LLosa, M. 2020. La Realidad de un Escritor. Triacastela. 

Son dos libros complementarios, imprescindibles para conocer las entrañas del proceso de escritura, donde Vargas Llosa revela los secretos de la trastienda de sus novelas. 

La Realidad de un Escritor, aunque publicado en 2020, en realidad es la traducción corregida y ampliada de una obra aparecida en 1988, A Writer's Reality, fruto de un seminario en la Universidad de Syracuse. En ella se analizan las crónicas sobre el nacimiento del Perú y las ficciones de Borges, dos precedentes fundamentales en la obra del escritor, y se profundiza en la escritura de La Ciudad y los Perros, La Casa Verde, Pantaleón y las Visitadoras, La Tía Julia y el Escribidor, La Guerra del Fin del Mundo y La Historia de Mayta

Conversación en Princeton continúa a partir de ese momento y es el fruto de las conversaciones mantenidas en la Universidad de Princeton con Rubén Gallo y otros intelectuales en 2010. En él asistimos a la revelación de las costuras de Conversación en la Catedral, ¿Quién mató a Palomino Molero?, El Pez en el Agua y La Fiesta del Chivo, además de Historia de Mayta, que es la única novela que aparece repetida en los dos libros. 

La unión de los dos tomos nos ofrece una autobiografía literaria del escritor, un auténtica colección de lecciones y talleres sobre la creación literaria, una fascinante intromisión en los entresijos del laberinto de la mente del creador desde que siente el germen de una idea hasta que la desarrolla en forma de novela, uniendo su realidad con la ficción en una mezcla donde se confunde dónde empieza una y acaba la otra. 

Si a estas dos obras le unimos sus estudios sobre García Márquez (Historia de un Deicidio,1971), sobre La Casa Verde (Historia Secreta de una Novela, 1971), sobre Don Quijote (Una novela para el siglo XXI, 2005), sobre Madame Bovary (La Orgía Perpetua, 1975) más su compendio de reseñas sobre sus novelas favoritas (La Verdad de las Mentiras,1990), y su discurso de aceptación del Nobel ("Elogio de la lectura y la ficción", 2010), tendremos un material inigualable para comprender qué es la literatura y su mezcla de ficción y realidad. 

Mi particular predilección por la obra de Vargas Llosa viene dada precisamente por su obsesión por intentar desentrañar el laberinto donde se unen la ficción, los sueños, las ilusiones, las utopías y la realidad. Incluyo aquí algunos párrafos relevantes al respecto: 

La Realidad de un Escritor 

"La necesidad de ficción humana dio lugar a la infiltración de múltiples fantasías en las crónicas de Indias... De ahí se deriva la dificultad para distinguir ficción y realidad, tan dañina para la política en América Latina y tan benéfica para sus novelas del siglo veinte" (p. 20) 

"No se publicaron novelas en América Latina hasta las guerras de la Independencia... Pero aún suprimiendo las novelas durante tres siglos no se pudo lograr el objetivo de los inquisidores: una sociedad sin influencia de la ficción. No se habían dado cuenta de que el ámbito de la ficción era mucho más amplio y profundo que el de la novela. Tampoco pudieron imaginar que el atractivo de la mentira -- es decir, la huida de la realidad objetiva a través de las ilusiones -- está anclado en el espíritu humano de una forma tan poderosa y honda que, si no pueden usarse las novelas para satisfacerlo, las sustituye invadiendo todas las disciplinas..." (p.33) 

"No estoy diciendo que la literatura esté totalmente desconectada de la realidad. Lo que digo es que las verdades de la literatura no son nunca las que ha experimentado personalmente el escritor ni el lector. La literatura no es una trasposición de la experiencia vivida. Siempre aporta un conocimiento real e importante sobre la realidad, pero a través de mentiras, distorsionando lo real y transformándolo con la imaginación y el uso de la palabra. Por eso fracasa la novela que intenta describir la realidad de forma objetiva y precisa" (p. 125) 

"La novela no se inventó para transcribir la realidad sino para transformarla, para hacer algo distinto, para convertir la realidad auténtica en una ilusión, en otro tipo de realidad" (p. 126) 

"Esta transformación que independiza el libro del mundo real, de las fuentes que sirvieron como punto de partida a la invención y la creatividad, es lo que lo convierte en una novela" (p. 127)

"Desde el punto de vista de la novela, es literario cualquier lenguaje que tiene la capacidad de sacar al lector de la verdadera realidad y llevarlo a una realidad ficticia, separarlo de la realidad" (p.155)

"Siempre he tenido una obsesión por el realismo; necesito dar la impresión, la sensación, de que una novela tiene vínculos serios y profundos con la experiencia vital, con la vida real... Me siento más cómodo escribiendo un libro que simula la realidad que escribiendo otro que simule la irrealidad" (p.164) 

"Un escritor serio es aquel que puede distorsionar la realidad a partir de una obsesión o creencia personal y presentar esa distorsión de una manera tan convincente que el lector la percibe como una descripción objetiva del mundo real" (p. 170)

"Cuando se escribe una novela, no se tiene la obligación de ser verdadero y exacto; la única obligación que se tiene es la de ser convincente... Para ello se está obligado a transformar, a distorsionar la realidad, a mentir, a inventarse algo que no es cierto" (p. 206)

"La ficción es negativa y tiene consecuencias sociales e históricas negativas cuando no se percibe como ficción, cuando se disfraza de conocimiento objetivo, cuando pretende ser una descripción objetiva de la realidad; por el contrario, la ficción es positiva y útil para la sociedad, la historia y el individuo cuando se percibe como ficción, cuando se lee una novela o un poema sabiendo que esa idea de experimentar algo real es una ilusión" (p. 209)


Conversación en Princeton 

"Nunca he admirado la vida del escritor que sólo es escritor, que vive completamente encerrado con sus fantasmas, con un mundo mental que lo distancia de la realidad cotidiana, de la vida de todos los días, de esa experiencia que es el común denominador de la gente. Quizás por eso soy un escritor realista y no un escritor fantástico. Yo nunca trato de crear un mundo completamente soberano, independiente del mundo real... Para mí el periodismo ha sido una forma de mantener siempre un pie en el mundo real" (p.53) 

"Las versiones literarias de la historia muchas veces se superponen a la realidad y la reemplazan, como ocurre con La Guerra y la Paz. Es una novela tan absolutamente extraordinaria que los lectores llegan a creer que así ocurrieron las cosas en la realidad... la fuerza persuasiva de la novela es tan grande que transforma la mentira en la verdad. Esto es lo que hace la literatura: transformar la realidad" (p. 167) 

"Lo que distorsiona profundamente la visión objetiva de la realidad es la ideología: los prejuicios y las convicciones de tipo político. Hay unos esquemas por un lado y la realidad por el otro. Y cuando la realidad no encaja en estos esquemas, son éstos los que prevalecen" (p. 173)

"Los historiadores falsean la realidad tanto como un novelista... Los historiadores fabrican héroes siguiendo los mismos procedimientos que el escritor usa para crear a sus personajes" (o.184)

El denominador común de todas estas citas es que la creación literaria es el fruto de una tensión continua entre realidad y fantasía: se debate en el difícil equilibro entre ser fiel a la realidad y a la vez distorsionarla y separarse de ella. 


martes, 8 de diciembre de 2020

La Guerra del Fin del Mundo


 Vargas Llosa, Mario. 1981. La Guerra del Fin del Mundo. Círculo de Lectores. 

A punto de cumplirse los treinta años de la aparición de esta novela, la releo tras la aparición de un artículo en EL PAIS donde Vargas Llosa comenta el proceso de escritura (artículo perteneciente al libro La Realidad de un Escritor, recientemente publicado por Triacastela). Con el paso de los años, me sobrecoge aún más la hercúlea labor de escritura realizada para completar esta novela. Creo que es el ejemplo perfecto de cómo unir realidad y ficción, la mezcla exacta de relato histórico, periodismo y literatura de ficción. Basada en hechos reales, tiene una impresionante labor de documentación detrás que cubre pormenorizadamente un acontecimiento histórico alucinante de la historia de Brasil. El narrador parte de la realidad para crear un mundo de personajes inolvidables que nos hacen vivir los acontecimientos mejor que cualquier manual de historia. 

La temática es también recurrente en la narrativa del autor: la forma en la que el ser humano escapa de la realidad cuando le resulta insoportable y crea paraísos imposibles. La mente de los iluminados distorsiona la realidad, y les hace creer en utopías inverosímiles  y luchar por ellas hasta la muerte. Este tema es tratado por Vargas Llosa en ensayos como La llamada de la Tribu y es analizado con minuciosidad por autores como John Gray (Straw Dogs, Black Mass), críticos con el poder devastador de las utopías, o Ernest Bloch (El Principio Esperanza), defensores de las mismas como propulsoras de cambio hacia un mundo mejor. 

El ser humano prefiere en muchos casos la explicación más inverosímil, siempre que sea más reconfortante. La doctrina del Consejero, epítome del milenarismo y de todos los iluminados del mundo, llega con más fuerza que ninguna otra a una población desesperada y hundida en la miseria. La realidad es para ellos tan intragable y feroz que una explicación ordinaria de la misma no puede ser convincente. "Esa explicación era demasiado ordinaria para los vecinos, a quienes lo sobrenatural era más creíble que lo natural" (p.108). 

La esperanza en un mundo mejor es un bálsamo contra la miseria. El Padre Joaquim admira por esa razón a los miserables de Canudos: 

"Y sin embargo, pese a la miseria, esa gente es feliz...la más feliz que he visto, señor. Es difícil admitirlo, también para mí. Pero es así, es así. El les ha dado una tranquilidad de espíritu, una resignación a las privaciones, al sufrimiento, que es algo milagroso" (p. 255) 

Lo curioso es que la fe ciega en la ciencia o en el cambio social revolucionario puede convertirse también en una religión, siendo esa la razón por la que extremos como el de Galileo Gall, anarquista y frenólogo, y el Consejero, se tocan. Ambos creen en la posibilidad de construir el Paraíso. La historia tiene para ellos un fin y un sentido, una línea clara que terminará en un mundo mejor. 

"Al final de la guerra ya no habrá ricos, o mejor dicho, no se notaría, pues todos serían ricos. Estas piedras se volverían ríos, esos cerros sombríos fértiles y el arenal que era Algodones un jardín de orquídeas como las que crecían en las alturas de Monte Santo. La cobra, la tarántula, la sucuarana serían amigas del hombre, como hubiera sido si éste no se hubiera hecho expulsar del Paraíso. Para recordar estas verdades estaba en el mundo el Consejero" (p. 229). 

Por otro lado, Galileo Gall, cree en el mismo sueño, aunque desde el punto de vista del anarquismo y la revolución secular: 

"Una ciudadela libertaria, sin dinero, sin amos, sin policías, sin curas, sin banqueros, sin hacendados, un mundo construido con la fe y la sangre de los pobre más pobres... ¿No había dicho el viejo santón, hacía un momento, creyendo hablar de Dios cuando en realidad hablaba de la libertad, que en Canudos desaparecerían la miseria, la enfermedad, la fealdad? ¿No era ése acaso el ideal revolucionario?... Creo en eso como otros creen en Dios. Hace mucho tiempo que muchos se hacen matar para que sea posible" (pp. 229-230). 

El fundamentalismo religioso así como el revolucionario se funden en la misma devoción ciega por  conseguir los fines sin calibrar los medios. Es la semilla de las peores guerras y matanzas ocurridas en la humanidad, paradójicamente impulsadas desde creencias que sostienen estar haciendo el bien. Es el pensamiento utópico el que lleva a las mayores aberraciones. De esta tendencia no se escapan los que se oponen a Canudos y lo masacran creyéndose también dueños de la verdad, desde el pensamiento ilustrado y republicano que se obstina en imponer un sistema político en lugares donde es también utópico establecerlo, por chocar contra sus tradiciones y creencias. Epanimondas, el republicano antimonárquico, ejemplo paradigmático del maquiavelismo en política, urde falsos complots e inventa noticias falsas porque también cree a pie juntillas en su modelo ideal. Todos luchan denodadamente por ideas que nada tienen que ver con la realidad.

El único que se salva en la novela del idealismo aburdo es el Barón de Cañabrava, que los observa a todos atónito: 

"El Barón reconoció ese tono: era el de los predicadores capuchinos de las Santas Misiones, el de los santones ambulantes que llegaban a Monte Santo, el de Moreira César, el de Galileo Gall. El tono de la seguridad absoluta, el de los que nunca dudan... El Barón tuvo un estremecimiento; era como si el mundo hubiera perdido la razón y sólo creencias ciegas, racionales, gobernaran la vida" (p. 247) . 

El Barón es el único personaje en la novela vacunado contra el idealismo y la utopía. No comprende la sinrazón de los idealistas, y quizás por ese motivo se siente fascinado por ellos. Así habla del Coronel Moreira César, el Cortapescuezos: 

"No le interesan el dinero, ni los honores y acaso ni siquiera el poder para él. Lo mueven cosas abstractas: un nacionalismo enfermizo, la idolatría del progreso técnico, la creencia de que sólo el Ejército puede poner orden y salvar a este país del caos y la corrupción. Un idealista a la manera de Robespierre... como ocurre con muchos idealistas, es implacable cuando quiere materializar sus sueños" (pp.248-249). 

Por supuesto, Galileo Gall no entiende al Barón: "¿Qué podía entender de sus ideales un terrateniente arsitócrata que vivía como si la Revolución Francesa no hubiera tenido lugar? ¿Alguien que consideraba "idealismo" una mala palabra?" (p. 261). 

Por el contrario, esta es la opinión del Barón sobre Galileo Gall: "El pobre diablo estaba convencido que Canudos es la fraternidad universal, el paraíso materialista, hablaba de los yagunzos como correligionarios políticos. Era imposible no sentir ternura por él..." (p. 281).  "Confunde la realidad y las ilusiones, no sabe dónde termina una y comienza la otra... Puede ser que cuente esas cosas con sinceridad y las crea al pie de la letra. No importa. Porque él no las ve con los ojos sino con las ideas, con las creencias" (p.307). 

Las creencias ciegas de sus seguidores pueden hacer ver en los excrementos del Consejero óbolos con los que celebrar la comunión. Así lo vive el Beatito, otro de los personajes principales de la novela, mano derecha del Consejero: 

"Es su esencia lo que corre por ahí, es parte de su alma, algo que está dejándonos." Lo intuyó en el acto, desde el primer momento. Había algo misterioso y sagrado en esos cuescos súbitos, tamizados, prolongados... "Son óbolos, no excrementos."Con dichosa inspiración se adelantó, estiró la mano entre las beatas y se los llevó a la boca, salmodiando: "¿Es así como quieres que comulgue tu siervo, Padre? ¿No es esto para mí rocío?" Todas las beatas del Coro Sagrado comulgaron también, como él" (p.495) 

¿Puede haber un mejor ejemplo de la locura a la que induce la confusión y mezcla de ilusión y realidad: confundir la mierda con el rocío? 


lunes, 7 de diciembre de 2020

La Flor de mi Secreto


 Almodóvar, Pedro. 1995. La Flor de mi Secreto

¿Leemos y escribimos para entender la realidad o para escapar de ella? ¿Es el arte y la literatura un medio para entender lo que ocurre a nuestro alrededor y dentro de nosotros mismos o es una vía de escape ante la imposibilidad de aceptar y conformarse con lo real? Este es uno de los temas de una de las mejores películas de Almodóvar, que ahora cumple 25 años desde su estreno. 

La protagonista de la película es una escritora de novelas rosa, Leo Macías (interpretada por Marisa Paredes), que escribe bajo el seudónimo de Amanda Gris, que está atrapada en el torbellino de la ruina de su matrimonio y la inevitable separación que no quiere ni puede aceptar. En este momento le es imposible escribir nada que no esté teñido de dolor, tristeza y vértigo, debido al desastre vital en que se encuentra. La editorial le pide más del exitoso material del que siempre ha escrito, pero ahora a ella le resulta imposible. La conversación entre Leo Macías y su editora es digna de ser transcrita literalmente: 

- Hombre, Leo, por fin, mira, la segunda edición ya...

- Sí, que bien...

- Pensé que no ibas a venir nunca...

- He estado ocupada. ¿Recibísteis la novela? La envié la semana pasada. 

- Sí, claro que la hemos recibido. 

- ¿Y? 

- Leo, lo que has mandado no es una novela de Amanda Gris. ¿A qué viene este cambio? 

- Supongo que estoy evolucionando. 

- ¿Por qué? 

- Quizás porque estoy viva. 

- No, quiero decir, ¿por qué cambias si las ventas no bajan? Leo, bonita, olvidas que nuestra colección se llama "Amor verdadero". Pero, ¿cómo se te ocurre venirnos con la historia de una madre que descubre que su hija ha matado al padre después de que éste intentara violarla, y para que nadie se entere la madre lo hiberna en la cámara frigorífica del restaurante de un vecino? 

- No es fácil desembarazarse de un cadáver y lo importante para la madre es salvar a la hija. ¿No harías tú cualquier cosa por salvar a tu hijo? 

- No estamos hablando de hijos, sino de novelas. Los hijos solo sirven para quitarnos la vida, y las novelas para recuperar la ilusión de vivirla... Cuando alguien compra un libro nuestro, quiere olvidarse de la sordidez en la que vive... soñar con un mundo mejor, aunque sea mentira... ¿Café? 

- No, gracias. 

- ¿Quién va a soñar con una gente que vive en un barrio miserable, jubilados prematuros, auténticos muertos vivientes...? ¿Quién se va a identificar con una protagonista que se ocupa de limpiarle la mierda a los enfermos de un hospital, que por si fuera poco tiene una suegra yonki y un hijo maricón, al que además le gustan los negros? ¿Te has vuelto loca, Leo? 

- Tal vez, pero la realidad es así, Alicia...

- ¡La realidad! ¡Bastante realidad tenemos ya cada una en nuestra casa! La realidad es para los periódicos y la televisión... y mira el resultado. ¡Por culpa de tanta realidad el país está a punto de explotar. ¡La realidad debería estar prohibida!

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El argumento de la novela escrita por Leo lo utilizará más tarde Almodóvar para su película Volver (2006). Almodóvar es, en el fondo, Leo, y su listado de escritoras fetiche es por tanto también el propio listado de Almodóvar: "Mujeres sobre todo, aventureras, suicidas, dementes tipo Djuna Barnes, Jane Bowles, Dorothy Parker, Jean Rhys, Flannery O'Connor, Virginia Wolf, Edith Barton, Isak Dinesen, Janet Frame...

Esto da para peli de Almodóvar (IGNOTO GRACIA) 

La Flor de mi Secreto: 10 curiosidades en su 25 aniversario (FOTOGRAMAS) 

De La Flor de mi Secreto a Dolor y Gloria (ICON- EL PAÍS)


miércoles, 2 de diciembre de 2020

Elogio de la Infelicidad


 

Lledó, Emilio. 2020. Elogio de la Infelicidad. Austral

La palabra felicidad, para Lledó, se encuentra perdida "en ese horizonte de sueños, ideales, deseos, utopías, amenazas y dolores. Nos hace pensar que estar en el mundo es estar en la insuficiencia, en la insatisfacción" (p.7, introducción). Es decir, es una palabra que se encuentra más en el reino de la ilusión que en el de la realidad. Por otro lado, presupone "una energía expresa y constante hacia lo mejor" (p.9). Es decir, nos mueve hacia la utopía. ¿Es su búsqueda entonces fútil o necesaria? 

Lledó, para responder a esa pregunta, parte del lenguaje. El lenguaje saca al ser humano del ámbito inmediato de lo real, "crea un espacio nuevo, un territorio en el que su verdad es la verdad del universo lingüístico creado, del mundo que levantan las palabras más allá del cerrado ámbito de sus fugaces referencias. Ese espacio es, precisamente, el espacio de lo cultural, el territorio de lo humano" (p.26). Es decir, el lenguaje crea una segunda realidad que es la específicamente humana. "Las palabras que emitimos, el lenguaje que hablamos, constituye, en realidad, lo que somos" (p.55). 

La máxima de "Conócete a ti mismo" en realidad se puede traducir en "mira las palabras". "El mundo ideal qe conforman las palabras y que, en ellas, se vislumbra, es, pues la más certera realización de la inscripción délfica... "Conócete a ti mismo" es decirte a ti mismo lo que piensas, lo que deseas, lo que te propones, lo que eres. No hay otra posibilidad de mirada, o sea, de consciencia de sí, que no se haga presente en el espejo lingüístico" (p.66). 

Conocemos la realidad a través del lenguaje, la reconstruimos con nuestros sueños, ilusiones, aspiraciones y utopías. "Ese proyecto mantiene vivo, como ideal utópico y, paradójicamente, real, el sueño de un espacio de solidaridad al que el tiempo futuro no debe renunciar" (p.69). Es decir, Lledó no renuncia a la utopía que construimos a través del lenguaje, porque cree que esa aspiración es la que nos hace verdaderamente humanos. Somos "seres indigentes que únicamente pueden vivir, si son capaces de sentir el amor y la amistad, si son capaces de soñar, de inventar lo que se quiere y que, en ese querer, les completa y realiza" (p.79).  Amar, soñar, inventar: estas son los verbos que, según Lledó, nos hacen humanos. Y estos otros: "Decir, hablar, narrar, escribir, es estar en la luz" (p.98). Son todos verbos que hace alusión a la creatividad, a la confección de otros mundos diferentes del ya existente. 

Nuestra esencia es la insuficiencia, la imperfección. "Estar en el mundo es un estar partido... La realidad humana es incompleta en indigente" (pp.108-9). La vida es una búsqueda. Vivimos por ello en una tensión constante. "La tensión entre esa ideal y las edificaciones reales, las formas políticas de vivir, son una tensión sin sosiego, una continua aspiración sin definitivo logro. Y esa es la vida humana: la lucha por mantener siempre orientada la flecha que tensa ese arco, templado en la forja de la teoría y la praxis y que jamás llegará al blanco, porque el blanco era la flecha misma, porque el camino era ya el andar" (p. 120). Esa tensión entre la realidad y la ilusión es otra de las características consustanciales del ser humano. 

Esta es la realidad humana, y es la que debemos elegir, como hizo Ulises cuando Calipso le ofreció la inmortalidad. Ulises escoge la muerte, elige el tiempo, elige los sufrimientos del regreso, elige la vejez, elige la finitud frente a la vida de dios que le ofrece Calipso en un momento crucial de la Odisea. Querer salir de ahí es vivir en el engaño.  "La proyección ideal hacia esa trascendencia sin tiempo que Calipso ofrece, se sale del territorio de la elección humana y es la raíz de todas las alineaciones y engaños" (p.128). Ulises elige la inmanencia, la mundanidad, el humanismo. Eso somos, y eso hemos de elegir, esa soledad descarnada que es nuestra condición. Lo cual no quiere decir, que una vez aceptada nuestra realidad, tengamos que renunciar a la utopía y la "ideal aspiración hacia lo "mejor"... desde las isla de los feacios hasta los felices lotófagos, va apareciendo junto a la dura realidad la fuerza ideal para superarla" (p. 131) . Esa tensión entre lo real y lo ideal es la médula de lo humano. 

"Al rechazar la propuesta de inmortalidad de Calipso, Odiseo aceptó el tiempo humano, sus limitaciones y tensiones, asumió el dolor y el sufrimiento; pero también la alegría y el gozo, el amor y la amistad, la realidad y su esperanza. Un mundo que había que pensar y construir; unos valores que, por muy utópicos que fueran, había que buscar. Esta alegre aceptación de las condiciones reales de la historia fue, en esa explosión de conceptos, de ideas e imágenes de la ciudad de las palabras, una parte viva y fecunda del legado ateniense" (p. 137) 

La alegre aceptación de lo real, y a la vez, la aspiración legítima de mejorarlo: entre esos dos polos se desenvuelve nuestra vida. Lledó termina haciendo un alegato conta el conformismo: "la libertad no admite conformismo alguno" (p.155). El ser humano, a través de la cultura, tiene "esa posibilidad de vivir otros mundos, de sentir otros sentimientos, de pensar otros pensares que los reiterados esquemas que nuestra mente se ha ido haciendo en la inmediata compañía de la triturada experiencia social" "(p. 157). "La literatura nos enseña a mirar mejor este mundo de las cosas aún no bien dichas... de las trampas para conformarnos a vivir con la desesperanza de que lo que hay ya no da más de sí" (p. 158).