viernes, 8 de septiembre de 2017

El Mito de Sísifo y El Extranjero




Camus, A. 2012. El Mito de Sísifo. Alianza Editorial
Camus, A. 2012. El Extranjero. Alianza Editorial.

Camus publicó estos libros en 1942. Ambos son un estudio de la condición humana, el primero desde el ensayo y el segundo desde la novela.

En El Mito de Sísifo, Camus hace un análisis de la filosofía existencial, intentando distanciarse de ella (a pesar de que nunca lo consiguió de manera definitiva). Camus está de acuerdo en los principios de esta filosofía, pero se distancia de estos filósofos cuando terminan buscando la esperanza y el sentido en algún lado, unos en Dios (como Kierkegaard), otros en la Historia (como Husserl).

Camus, en cambio, intenta ser coherente desde el principio hasta el fin. No quiere agarrase a ninguna esperanza de ningún tipo, y ésta es su grandeza. Asume el destino del hombre, y la falta de sentido de la vida -- al menos de un sentido a priori o de un sentido trascendente fuera de nuestra condición humana.

No hay salvación posible salvo en la propia aceptación de la realidad. Sísifo fue condenado por los dioses a subir permanentemente una piedra a lo alto de una montaña, y cada vez que llegaba a la cima, la piedra volvía a caer y había que empezar de nuevo. Camus recupera este mito como metáfora de la vida humana. Lo hizo a mediados del siglo pasado, pero su vigencia es absoluta. En una sociedad en la que se nos hace creer que la felicidad es algo al alcance de la mano, y en la que la comodidad y la satisfacción inmediata de los deseos son valores supremos, es necesario que alguien nos recuerde lo absurdo de nuestra existencia, la falta de sentido o esperanza, y que no cabe otra salida que la aceptación digna de nuestro destino, siendo ésta la única forma de otorgarle un sentido.

Camus alude a un momento clave en la vida de Sísifo: el momento en que llega arriba y tiene que volver a bajar, y es consciente de que, una vez más, hay que estar dispuesto a empezar de nuevo. En ese instante, Sísifo sabe que solo tiene una forma de vencer al destino: aceptándolo con alegría. No queda otra posibilidad digna. Solo así no será vencido. Camus no se anda con paños calientes, ni quiere ningún tipo de consuelo o esperanza falsa. Esto es lo que hay, esta la condición humana, y la única manera honrosa de seguir adelante es decir sí, aceptando la verdad y la realidad, y vivir la vida como es.

¿Tiene esto algo que ver con la resignación cristiana? Puede parecerlo, cuando Jesús dice: "Coge tu cruz y sígueme", pero este camino ofrece una promesa de salvación, un premio, una esperanza. En cambio, podríamos decir que la dirección indicada por Camus es: "Coge tu cruz y sigue tu propio camino." ¿Por qué razón? Para vencer al destino. Es una actitud de rebeldia, no de resignación. Haz lo que tengas que hacer cada día, y hazlo con la frente alta, sin esperanza alguna. Esa es la única libertad que realmente tiene el ser humano: ser consciente de lo que tiene que hacer, y hacerlo con alegría,  sabiendo que no va a llegar a ninguna parte. La otra salida, con al que Camus empieza el libro, es el suicidio, pero Camus es un defensor de la vida con todas su sus consecuencias.

¿Tiene algo que ver esta actitud con el estoicismo? En este caso nos acercamos un poco más, pues los estoicos también insisten en la aceptación alegre del destino, pero ellos la aceptan porque creen en una ley bondadosa, providencial y divina que ordena el mundo hacia la perfección y la alegría, y lo que hemos de hacer es dejarnos arrullar por ella. Para Camus no hay nada de esto, solo silencio,  silencio indiferente.

Quizás la conexión más similar a esta forma de entender la vida es la del budismo zen. Cuando el alumno pregunta a su maestro: "¿Qué es la iluminación", éste contesta: "Traigo agua, corto leña". Es decir, simplemente hago lo que me toca hacer en cada momento. Esto sí se acerca a la postura de Camus, pues no hay nada más allá que la mera aceptación de la realidad de la vida. (De hecho, en el conocido libro de Charlotte Joko Beck Nothing Special: Living Zen, hay un capítulo completo dedicado al mito de Sísifo).

Lo que Camus propone, por lo tanto, es un canto a la valentía, a la dignidad, a la verdad. ¿Una ética para héroes? Quizas. Pero, ¿acaso no es un héroe todo ser humano que vive su vida día a día, con sus tropiezos, sus caídas, sus contratiempos, sus desgracias, sus catástrofes, y sale adelante? Estamos rodeados de héroes.

El personaje principal de El Extranjero se ve envuelto en una situación que no ha buscado y que desemboca en el cadalso, que es el lugar donde al fin y al cabo, termina toda vida humana. Ese es el momento clave donde hay que encarar definitivamente nuestro destino, y es el momento de no rendirse y afrontarlo con dignidad y verdad. Así lo hace Meursault. No acepta falsas salidas, ni promesas de salvación, ni excusas, ni subterfugios. Tal y como hizo Sócrates, es valiente y sabe que la única salida digna es tomarse la cicuta siendo consciente del momento final. Desde luego, no es una filosofía para pusilánimes.

Tanto El Mito de Sísifo como El Extranjero hacen referencia al hombre solo, totalmente solo, en el momento en que cada persona está a solas con su destino. Cuando uno lee los dos libros, se pregunta: ¿dónde están los demás seres humanos? ¿Qué papel juegan en todo esto? ¿Estamos condenados a una soledad absoluta? Porque esa sería la otra salvación posible para Sísifo: saber que él no es el único que tiene que acarrear su propia piedra hacia arriba, que exactamente lo mismo tienen que hacer todos los demás, y que la única otra salida que tenemos, aparte de la aceptación,  es ayudarnos unos a otros.

Pero para averiguar lo que dice Camus sobre esta posible vía de salvación, habrá que leerse El Hombre Rebelde o La Peste, libros a los que quedamos emplazados.


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Joko Beck, C. 1993. Nothing Special: Living Zen. Harper Collins. (publicado en español como La Vida tal como es por Gaia Ediciones en 2007


Reseña de El Extranjero de Vargas Llosa


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