Clément Rosset menciona el cuadro de Pietro Longui "El Rinoceronte" como ejemplo de la perplejidad que causa la realidad y la existencia cuando se extrae de su contexto habitual y se enfrenta a su propia extrañeza y sensación de absurdidad (Principios de Sabiduría y Locura, p. 76).
Esta es la situación a la que llegan los personajes de esta novela, occidentales ricos que se empeñan en acceder al corazón de África como viajeros intrépidos que en realidad nunca dejan atrás el lastre de su equipaje. A medida que el desierto se hace más eterno y el cielo más plomizo, van desapareciendo todos los espejismos que esperaban encontrar en el camino, para encontrarse desnudos, atónitos, impotentes, humillados por la inabarcable e incomprensible realidad que los envuelve.
Son varios los espejismos o ilusiones que caen por el camino. La primera ilusión: creer que el Viaje con mayúsculas es posible. "He did not think of himself as a tourist; he was a traveller... whereas the tourist hurries back home at the end of a few weeks or months, the traveller, belonging no more to one place than to the next, moves slowly, over periods of years, from one part of the earth to another" (p.13). Port se cree superior, un Viajero con mayúsculas, ¿pero acaso es posible el Viaje? ¿Llegamos a conocer el corazón de la realidad de los lugares a los que viajamos? ¿No nos llevamos una ilusión de su apariencia, y rasgamos tan sólo unos milímetros más allá de su superficie?
La segunda ilusión: creer que podemos encontrarnos a nosotros mismos en otro lugar que no sea aquél en el que ya estamos. Port y Kit huyen de su realidad habitual, sin saber muy bien hacia dónde van, creyendo que pueden encontrar el corazón de sí mismos en algún sitio diferente. Pero esa es una búsqueda fútil, pues aquel a quien buscamos en ese otro lugar no será otro que un doble o un espejismo: "she remained awake, the nascent light invading her eyes, and still no corresponding aliveness awoke within her; she had no feeling o being anywhere, o being anyone" (p. 269-70).
La tercera ilusión: creer que la falta de comunicación en la pareja o entre los seres humanos en general puede solucionarse cambiando las circunstancias externas. Port y Kit se buscan el uno al otro, pero a la vez viven en mundos opuestos, y el entorno cada vez más agresivo y la realidad cada vez más descarnada no hace sino dejar en carne viva todos su continuos desencuentros: "Kit, Kit. I'm afraid, but it's not only that. Kit! all these years I've been living for you. I didn't kow it, and now I do. I do know it! But now you are going away" (p.193).
La cuarta ilusión: creer en nuestro poder ilimitado, en que somos invencibles, incluso que podemos dominar la misma muerte. Pero la realidad siempre vence, y solo una actitud de aceptación de la misma tal cual es nos puede salvar: "Death is always on the way, but the fact that you don't know when it will arrive seems to take away from the finiteness of life... How many times will you watch the full moon rise? Perhaps twenty. And yet it all seem limitless" (p.212).
La quita ilusión, la mayor, creer que hay algo más allá que nos proteja que no seamos nosotros mismos: "Before her eyes was the violent blue sky -- nothing else. For an endless moment she looked into it. Like a great overpowering sound it destroyed everything in her mind, paralysed her. Someone once had said to her that the sky hides the night behind it, shelters the person beneath from the horror that lies above" (p. 280).
Todas las ilusiones van deshaciéndose conforme se avanza en la realidad del desierto para comprender que la certidumbre es el mayor espejismo: "Life is amazing. Nothing ever happens the way one imagines it is going to. One realizes that most clearly here; all your philosophic systems crumble. At every turn one finds the unexpected" (p.224).
Solo hay un lugar donde encontrar la paz: en el centro de uno mismo. Hay un momento en la novela, en el que Kit ya se encuentra absolutamente sola, en el que se relaja y ya no quiere ir a ninguna parte, y se abandona en el momento presente. Esa es la única salvación posible, la apreciación de ese instante de soledad absoluta y la vez unión con todo: "'Whenever I'm about to be happy I hang on instead of letting go.' She kicked off her sandals and stood naked in the shadows. She felt a strange intensity being born within her. As she looked about the quiet garden she had the impression that for the first time since her childhood she was seeing objects clearly. Life was suddenly there, she was in it, not looking through the window at it. The dignity that came from being a part of its power and grandeur, that was a familiar sensation, but it was years ago that she had last known it" (p.220).
He releído el libro yendo hacia Merzouga, siendo testigo de la inmensidad del desierto. No se podía haber elegido un mejor lugar como telón de fondo de esta historia: el mayor creador de espejismos.
Review (The Guardian)
Review (The Independent)
Review by Tennessee Williams (New York Times)
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