jueves, 30 de abril de 2020

Straw Dogs


Gray, John. 2003. Straw Dogs. Thoughts on Humans and Other Animals. Granta Books.

Traducido al español como Perros de Paja. Reflexiones sobre los Humanos y otros Animales, por Editorial Paidós.

Straw Dogs va derribando uno a uno todos los mitos e ilusiones en los que nos sustentamos. Por ello, no es un libro cómodo de leer. Derriba la ilusión del progreso como la fe de nuestro tiempo;  la ilusión de la Ilustración, el humanismo y el antropocentrismo como sustitutos de la religión; la ilusión de la creencia en el hombre como ser diferente al animal y más evolucionado; la ilusión de la religión como búsqueda de la trascendencia; la ilusión de la ciencia como nueva religión; la ilusión de la moral como guía de nuestros actos; la ilusión de la filosofía como búsqueda de la verdad; la ilusión del misticismo como búsqueda de una última realidad; la ilusión del budismo como erradicación del sufrimiento; la ilusión del transhumanismo como nueva utopía de la inmortalidad; la ilusión del capitalismo como fin de la historia; la ilusión de la globalización como fin del hambre y las guerras; la ilusión del ecologismo como salvación del planeta; la ilusión de la fe en la razón como brújula de nuestras acciones; la ilusión del libre albedrío como motor de nuestras decisiones; la ilusión de un alma o un "yo" sustancial que va más allá de una amalgama cambiante de emociones y sentimientos en permanente cambio; la ilusión de la consciencia y la atención plena como protección y salvación ante nuestros instintos básicos.

Aunque Gray se dedica a hacer caer todos nuestro ídolos uno por uno, reconoce que, por otra parte, el autoengaño es una ventaja evolutiva. "A well-developed capacity for self-deception is an advantage... Truth has no systematic evolutionary advantage over error. Quite to the contrary, evolution will select for a degree of self-deception... In the struggle for life, a taste for truth is a luxuty -- or else a disability" (p. 27). Necesitamos engañarnos para sobrevivir. La ilusión es una característica esencial del ser humano:  "Humans cannot live without illusion" (p.29). "We cannot be rid of illusions. Illusion is our natural condition. Why not accept it?" (p.81). Este es el objetivo de Gray, hacernos conscientes de nuestras ilusiones, aceptarlas y comprender que no son más que eso, ilusiones.

"Formerly philosophers sought peace of mind while pretending to seek the truth. Perhaps we should set ourselves a different aim: to discover which illusions we can give up, and which we will never shake off.... we will renounce the hope of a life without illusion. Henceforth our aim will be to identify our invincible illusions" (p. 83)

En este  camino de identificación de falsas ilusiones que emprende Gray, casi todo se derrumba. Solo quedan a salvo los antiguos griegos, Darwin, Hume, Schopenhauer, Conrad, Pessoa, Gaia, el taoísmo y nuestra naturaleza animal. Los antiguos griegos (los de Homero, la Ilíada y la Odisea), por su sentido trágico de la vida y su descreimiento en ningún tipo de progreso lineal; Darwin por su revolución que colocó al hombre como una animal más en una cadena evolutiva ciega y sin brújula; Hume pos su escepticismo y su negación de la ilusión del yo; Schopenhauer por su doctrina de la voluntad ciega que lo guía todo; Conrad por mirada valiente y directa al horror de la realidad; Pessoa por su lúcida desesperanza; Gaia por ser una teoría que destierra al hombre del centro, demostrando que a la naturaleza el ser humano no le importa en absoluto; el taoísmo por su fusión con la naturaleza sin ningún pretensión de búsqueda de dirección o sentido; y por supuesto nuestra naturaleza animal, de la que jamás podremos desprendernos. En el camino caen ídolos como Sócrates Platón, Kant, Spinoza, Freud y en general toda la filosofía occidental, que coloca al hombre como centro del universo. Caen gurús modernos de la fe en el progreso como Pinker (el libro es un buen contrapunto a The Better Angels of Our Nature o Enligthenment Now). Caen todas las utopías y esperanzas en un futuro mejor (otro buen contrapunto es El Principio Esperanza, de Ernst Bloch). Caen todos los intentos de probar científicamente la superioridad evolutiva del hombre frente a los animales (otro contrapunto: Human, de Gazzaniga).

No hay ninguna salida, ninguna salvación, ninguna esperanza. El ser humano necesita aferrarse a ellas, necesita creer que camina en una dirección, que es posible mejorar, que hay un progreso aunque sea pequeño en algún sentido, aunque sea a base de dar dos pasos atrás y uno adelante. Cada vez que se derrumba una ilusión, nace otra. Gray admite el progreso científico o material, innegable, pero sabe que tiene fecha de caducidad. Todo se basa en ciclos de avance y posterior destrucción. Desde el punto de vista ético no hay progreso alguno, seguimos exactamente en el mismo sitio. Todo lo que construimos tiene una fragilidad absoluta que puede derrumbarse en cualquier momento como un castillo de naipes, porque el se humano nunca podrá desprenderse de su condición animal. Cada generación ha de aprender de nuevo y olvida de nuevo. "Heaven and earth are ruthless, and treat the myriad creatures as straw dogs"  (1) (p .34). Los seres humanos no son más que perros de paja, pisoteados y arrojados por la naturaleza una vez cumplida su misión.

¿Queda entonces alguna ventana abierta? Solo queda una: la aceptación incondicional de la naturaleza humana y el descanso en la paz de saber que no hay salida alguna.

"Homo Sapiens is only one of very many species, and not obviously worth preserving. Later or sooner, it will become extinct. When it is gone the Earth will recover... The Earth will forget mankind. The play of life must go on" (p.151)

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(1) Tao Te Ching, Parte V.

Review (THE GUARDIAN) 

Review 2 (THE OBSERVER) 

Interview (BLACKWELL PODCAST)

Testigos del derrumbe (ANTONIO MUÑOZ MOLINA) 

Descrédito de la profecía (ANTONIO MUÑOZ MOLINA) 

Why this crisis is a turning point in history (JOHN GRAY) 

Steven Pinker is wrong about violence and war (JOHN GRAY)

John Gray at the writers' festival (THE PHOLOSOPHER'S ZONE) 


sábado, 25 de abril de 2020

Ilíada


Homero. 1982. Ilíada. Ediciones Orbis. (Traducción de Luis Segalá y Estalella).

La Ilíada es un poema mítico con raíces históricas. Vamos a centrarnos en su vertiente literaria, dejando aparte su mayor o menor veracidad histórica. En cuanto obra literaria, su narración se divide en dos planos claramente diferenciados, que están permanentemente conectados entre sí: el mundo de la ilusión, habitado por los dioses del Olimpo, y el mundo de la realidad, habitado por seres humanos. 

El primer plano es un mundo ficticio, creado por la imaginación para dar sentido al mundo. Está habitado por dioses que no son más que hombres engrandecidos, que manejan a los hombres reales como si fueran sus juguetes o muñecos. Estos dioses son lo contrario a seres virtuosos. Se dejan llevar por la soberbia, el orgullo, los celos, el engaño, la traición y las más bajas pasiones. Porque, ¿cómo puede existir un dios misericordioso y omnipotente en un mundo tan caótico y ruín? Si el mundo es un lugar de violencia y sufrimiento es porque los dioses que los gobiernan son también seres viles y dominados por las pasiones. Hay uno, Zeus, que los domina a todos, y que tampoco es un dechado de virtudes. Estos seres ficticios son los que manejan a los hombres como títeres. Ellos son los que manejan los hilos de las peripecias de la Ilíada, los que deciden cuando empiezan y terminan las guerras, los que susurran mentiras en los oídos de los humanos y les empujan a actuar irracionalmente, coléricamente. Zeus es el que ordena al sueño instaurar en la mente de Agamenón la descabellada idea de que era posible conquistar Troya, para que azuce a los aqueos a la batalla. 

"Anda, pernicioso sueño, encamínate a las veleras naves aqueas, introdúcete en la tienda de Agamenón Atrida, y dile cuidadosamente lo que voy a encargarte. Ordénales que arme a los aqueos de larga cabellera y saque toda la hueste: ahora podría tomar a Troya, la ciudad de anchas calles... Dijo, se fue y dejó a Agamenón revolviendo en su espíritu lo que no debía cumplirse. Figurábase que iba a tomar la ciudad de Troya aquel mismo día. ¡Insensato! No sabía lo que tramaba el Cronida, quien había de causar nuevos males y llanto a los troyanos y a los dánaos por medio de terribles peleas" (Canto II, pp. 25-26).

Está claro el mensaje: las locuras a las que se encamina el ser humano son fruto de las ideas que ha creado su imaginación desbordante en forma de mitos, religiones, utopías y dioses. Este mundo ficticio es el que mueve al hombre y le impide estarse en quieto en una habitación, como diría Pascal. Le hace cometer las mayores proezas y también las mayores tropelías, acceder a las más altas cimas y descender a los infiernos. Este mundo imaginario de dioses es el que le habla al oído y pone en marcha guerras y conquistas, crea nuevos imperios y destroza los anteriores. Es el mundo de las historias y mitos que dominan el inconsciente colectivo, las historias de las que habla Harari en su libro Sapiens y que han movido a la humanidad a avanzar y retroceder sin descanso. Es Zeus dentro de la mente de Agamenón el que pone en marcha todo el horror de la guerra que se narra en la Ilíada. De la misma forma, Atenea hace otro tanto dentro de la cabeza de Odiseo. 

"Hijo de Laertes, de divino linaje! ¡Odiseo, fecundo en recursos! ¿Huireis a vuestras casas, a la patria tierra, embarcados en las naves de muchos bancos, y dejaréis como trofeo a Príamo y a los troyanos la argiva Helena, por la cual tantos aqueos perecieron en Troya, lejos de su patria?" (Canto II, p. 29)  

Los dioses están durante toda la Ilíada batallando entre ellos y entrando en las cabezas y corazones de los hombres para instigarlos a unos contra otros. Este mundo ficticio está continuamente interfiriendo la realidad,  condicionándola y determinándola. 

"Y los dioses inclinaban alternativamente en favor de unos y otros la reñida pelea y el indeciso combate, y tendían sobre ellos una cadena irrompible e indisoluble que a muchos les quebró las rodillas" (Canto XIII, p.207). 

Por otro lado, el segundo plano de la Ilíada, es el plano de la guerra en su más cruenta descripción, el plano de la realidad. La realidad más cruda, aquella en la que viven y batallan hombres de carne y hueso, que sufren por su esposas e hijos, que tienen miedo, que enloquecen de ira y celos, que se pelean entre sí como niños, que huyen como cobardes y se enfrentan como héroes, a los que se les astillan los huesos y sangran como bestias. La Ilíada no es en absoluta una apología de la guerra, sino todo lo contrario. Es el libro más antibélico que he leido: muestra a los hombres  conscientes del horror de la guerra y de todo lo que pierden al luchar enloquecidamente unos contra otros, al enfangarse en una realidad infame a la que le han conducido los monstruos de su imaginación.



La Ilíada (texto completo de la traducción de Luis Segalá y Estalella) 

La Ilíada, la guerra de todos nosotros (EL PAÍS) 

La Ilíada, apología de la paz (LA VERDAD)


sábado, 18 de abril de 2020

Under the Volcano


Lowry, Malcolm. 2000. Under the Volcano. Penguin Classics. (First published in 1947)

(Publicado en español con el nombre Bajo el Volcán,traducido por Raúl Ortiz y Ortiz (Ed. Bruguera, 1981)

La novela nos introduce en el laberinto mental de un hombre absolutamente alcoholizado. El Cónsul no ha sabido sobrevivir al divorcio de su esposa, que lo ha hecho caer en una espiral que le conduce al infierno del alcoholismo severo. Con el telón de fondo del omnipresente paisaje mejicano en el que reinan majestuosos los volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl, somos testigos del último día de vida del diplomático Geoffrey Firmin durante las festividades del Día de los Muertos.

La novela me ha recordado en muchas ocasiones a The Sheltering Sky, escrita por Paul Bowles dos años más tarde. En ambas, el paisaje es otro personaje más de la novela, un paisaje exótico y perteneciente a un mundo mucho más primitivo y enajenante en el que los extranjeros del "primer mundo" se encuentran perdidos y sin rumbo. Ambas novelas se centran en un trío protagonista, un matrimonio en crisis al que acompaña un amigo que sirve de contrapunto y es provocador de celos y situaciones delicadas. En ambas novelas, el personaje principal sufre una caída a un profundo pozo que lo llevará a un paroxismo febril, desconectándolo por completo de la realidad.

La novela también recuerda a Ulysses de Joyce por desarrollarse en un sólo día y por seguir en muchas ocasiones la corriente de conciencia de los personajes; al Doctor Faustus de Marlowe (hay un ejemplar de teatro isabelino que aparece y reaparece a lo largo de la novela), por la pérdida del alma del protagonista, que se la vende al diablo --el alcohol; o a la Divina Comedia del Dante por el descenso a los infiernos.

La obra es una tragedia en toda regla, y como casi siempre, la tragedia viene provocada más que por un acontecimiento en sí, por la negativa del protagonista a aceptar la realidad, luchando denodadamente contra ella, enloqueciendo, engañándose a sí mismo, creando falsas vías de escape. La adicción a las drogas o el alcohol es una de esas vías, probada por el ser humano desde el principio de los tiempos (quizás el mejor libro para conocer a fondo el uso de este camino a lo largo de la historia sea la Historia General de las Drogas de Antonio Escohotado).

Debido al  consumo constante de alcohol, el Cónsul ya no sabe distinguir la verdad de la mentira, la realidad de la ficción: "By this time the poor Consul had already lost almost all capacity for telling the truth and his life had become a quixotic oral fiction" (p. 39). La clave de esta huida está en un pensamiento que tiene cuando imagina las infidelidades de su esposa: "How loathsome, how incredibly loathsome was reality" (p.210).

En el otro extremo de esa huida de la realidad está la ilusión que Yvonne crea en su mente de un paraíso inexistente, de un espejismo y una vida idílica que espera encontrar algún día al lado del Cónsul, en un hogar imaginario: "It was home! It stood, on white-girthed strong legs of pine, between the forest of pine and high, high waving alders and tall slim birches, and the sea... Daffodils and snowdrops grew in the little garden... The sea was blue and cold and they would swim every day, and every day climb back up a ladder on to their pier, and run straight along it into their house... It was possible! It was all there, waiting for them" (p. 271).

Entre el infierno de Geoffrey y el cielo de Yvonne, se encuentra la realidad.


The Malcom Lowry project: Under the Volcano

Review (THE GUARDIAN)

Review (INDEPENDENT)

Reseña (HERMES.TERTULIA LITERARIA)

Tras las huellas de Lowry en Oaxaca (LA JORNADA SEMANAL)

Fim review (Roger Ebert)


jueves, 9 de abril de 2020

Othello



Shakespeare, William. 1958. Othello.

El tema central de Othello, más allá del de los celos, es el engaño y el falseamiento de la realidad. Los celos obsesivos no son más que una de sus múltiples variantes. Ese tema, el de la tergiversación y adulteración de la realidad,  ya aparece en Hamlet, siendo una constante en la obra de Shakespeare. Uno de los mayores desencadenantes de la tragedia es la mentira. Falsear la realidad a conciencia siempre ha sido fácil, pero hoy en día la distribución de fake news se ha convertido en una característica consustancial de nuestra sociedad basada en redes sociales donde su distribución es fácil como nunca lo ha sido. La invención y propagación de la calumnia y del falso rumor es desgraciadamente un tema de absoluta actualidad.

Iago consigue maliciosamente plantar la semilla de la duda en la mente de Othello. La duda, que también es la causante de la desazón de Hamlet, está basada, en el caso de Othello, en una atroz mentira, que, gracias a diversas artimañas, consigue prender en su mente y se va convirtiendo en certeza. La obra es un estudio psicológico de cómo una idea falsa puede adueñarse como un virus de nuestro cerebro hasta apartarlo por completo de la verdadera realidad: la idea falsa se va volviendo obsesiva, se agarra a argumentos inverosímiles, se apoya en un engaño tras otro, cegando la mente de la víctima ante la realidad y convirtiéndola en su esclava. La mayoría de nuestras emociones destructivas provienen de una idea falsa instaurada en nuestra mente, por nosotros mismos o por una causa externa. Si no es cortada de raíz desde el principio, puede ir creciendo como un cáncer que se llega a apoderar de nuestra lucidez y voluntad. Ese ofuscamiento es  una de las principales causas de drama y sufrimiento en el ser humano, y puede adueñarse tanto de un individuo en concreto como de toda una colectividad, generando horrores como el racismo, el genocidio o la guerra.

Desgraciadamente, la otra gran razón de la universalidad y la actualidad de Othello es la violencia contra la mujer. El feminicidio sigue siendo una terrible realidad en el mundo entero. En nuestra sociedad, la violencia de género es la principal causa de muerte entre las mujeres, que en muchos casos son víctimas de hombres que, como Othello, pierden la noción de realidad y se dejan llevar por la alucinación y la locura, y cuando vuelven en sí terminan suicidándose en muchos casos, como le sucede al trágico personaje de Shakespeare.


Otelo en el cine

Enlace al película de Orson Welles (1951)

Enlace a la película de Sergei Yutkevich (1956)



lunes, 6 de abril de 2020

Odisea



Homero. 1982. Odisea. Ediciones Orbis. (Traducción de Luis Segalá y Estalella).

Emilio Lledó comienza por citar la Odisea de Homero en un programa dedicado a él de la serie "Imprescindibles" de RTVE (1). Estas palabras suyas son la clave de la lectura de la Odisea:

"Calipso lo tiene prisionero y le dice: si te quedaras conmigo, te haría inmortal. Calipso le había prometido ser inmortal a Ulises, pero hay un momento en que Ulises quiere negar ya la Inmortalidad y quiere irse a Ítaca y ver a Penélope, de la que sufre soledad todos los días. Creo que es el primer texto, o uno de los primeros textos, la maravillosa épica griega, en la que el ser humano elige la vida, elige la muerte, elige el envejecer. Eso es la humanización del sentimiento, el reconocimiento de que hay que elegir la vida, de que hay que elegir la realidad. Uno de los descubrimientos admirables de la cultura griega es que todos los seres humanos tienen curiosidad por entender, por saber en qué mundo están, en qué situación se encuentran, y sobre todo, cuáles son los principios esenciales sobre los que la naturaleza se sustenta".

Es la misma idea que desarrolla Luc Ferry cuando habla de "espiritualidad laica"(2): la aceptación de la vida humana tal cual es, sin aspirar a falsas ilusiones basadas en la vida eterna ni el amparo de dioses protectores. El viaje de Odiseo es una continua tentación para que evite volver al lugar que le corresponde. Ese lugar está irremediablemente coronado por la muerte, la más terrible realidad a la que el ser humano ha de enfrentarse. Por eso un momento crucial en su viaje es el descenso al Hades (Rapsodia XI) y su conversación con los muertos (similar al descenso al inframundo que se narra en Pedro Páramo). Pero el momento definitivo en el viaje de Odiseo es, efectivamente, la negativa a la propuesta de Calipso, momento en el que prefiere aceptar su realidad y su naturaleza humana antes que sucumbir a sueños e ilusiones:

Calipso.- ¡Laértida, del linaje de Zeus! ¡Odiseo, fecundo en ardides! Así, pues, ¿deseas irte en seguida a tu casa y a tu patria tierra? Sé, esto no obstante, dichoso. Pero si tu inteligencia conociese los males que habrás de padecer fatalmente antes de llegar a tu patria, te quedaras conmigo, custodiando esta morada, y fueras inmortal, aunque estés deseoso de ver a tu esposa, de la que padeces soledad todos los días. Yo me jacto de no serle inferior ni en el cuerpo ni en el natural, que no pueden las mortales competir con las diosas ni por su cuerpo ni por su belleza.

Respondióle el ingenioso Odiseo:

Odiseo.- ¡No te enojes conmigo, venerada deidad! Conozco muy bien que la prudente Penélope te es inferior en belleza y en estatura, siendo ella mortal y tú inmortal y exenta de la vejez. Esto no obstante, deseo y anhelo constantemente irme a mi casa y ver lucir el día de mi vuelta. Y si alguno de los dioses quisiera aniquilarme en el vinoso ponto, lo sufriré con el ánimo que llena mi pecho y tan paciente es para los dolores, pues ha padecido mucho en el mar como en la guerra, y venga este mal tras de los otros" (Rapsodia V, página 72)

Odiseo ha dado un inmenso paso adelante: ya no se deja engañar ni engatusar por los dioses, como le ocurre a los héroes de la Ilíada. Se hace amarrar a un mástil para resistir los cantos de sirena, es decir, los engaños de la ilusión y la imaginación. Sólo quiere llegar a su casa: la realidad. Esta elección de Odiseo es la contraria a la apuesta de las religiones por la inmortalidad y la vida eterna. Por otra parte, también está plenamente de actualidad por la obsesión del posthumanismo y el transhumanismo por esas mismas ilusiones, que creen haber encontrado en la Ciencia a la nueva Calipso que les embruja con la tentación de huir de la realidad y crear otra parelela. Esta ilusión es el tema de ensayos como La Herida de Spinoza o La Destruction du Réel. Es, en definitiva, la elección primordial del hombre: aceptar su realidad o vivir en la ilusión de un sueño.

Ítaca es el principio y el fin, el único lugar al que uno pertenece, el suelo donde se vive, nuestro lugar en el mundo, la realidad.

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La Odisea (texto completo de la traducción de Luis Segalá y Estalella)

Emilio Lledó (programa "Imprescindibles")

Ulises rechaza la inmortalidad (EL VELLOCINO DE ORO)

Esta es la escena de la película Ulises (1954)  en la que Odiseo rechaza la ilusión de la inmortalidad (aunque en la película unifican a circe y Calipso en el mismo personaje):

viernes, 3 de abril de 2020

Parásitos


Bong Joon-ho, 2019. Parásitos.

Parásitos es un buen contrapunto a Roma. En la película de Alfonso Cuarón, la clase alta y la clase de los sirvientes están en perfecta conexión y entre ellos se establece una relación de mutua confianza e incluso de amor. Las tensiones y choques violentos en Roma no se dan entre clases, sino entre hombres y mujeres. El universo femenino en Roma trasciende las clases sociales, pertenece a la misma realidad; son los hombre los que viven en un universo diferente.

En cambio, en Parásitos son las clases sociales las que viven en realidades paralelas que se llevan como el agua y el aceite. La relación entre ellas está basada en el engaño y la desconfianza mutuos, es una relación de puro parasitismo. Los ricos necesitan de los sirvientes para sobrevivir, pues son seres inútiles para la vida diaria: no saben cocinar, ni educar a los hijos, ni conducir. Por otros lado, la clase baja necesita del dinero de los ricos para subsistir. La relación entre ambos mundos es de puro uso y consumo; una vez cumplida su misión, se desecha sin más.

Cada clase vive en su burbuja y su realidad, desconociendo por completo la realidad del otro. Las escenas que mejor reflejan este distanciamiento absoluto entre ambas realidades son las de la noche de la tormenta. Mientras que en la casa de los amos la única preocupación es velar por el juego del niño en su cabaña india en el jardín, el barrio de los sirvientes sufre una inundación que hace explotar tuberías y que las aguas fecales inunden los semisótanos de las infraviviendas, provocando que la gente tenga que pasar la noche acogida en polideportivos. Los ricos, mientras tanto, absolutamente al margen e ignorantes de esa desgracia, improvisan una fiesta de cumpleaños en la que los sirvientes han de hacer el papel de indios para entretenimiento de la infancia.

Pero aún hay un tercer mundo, aún más abajo, el de los desahuciados y desposeídos de todo, el mundo de los invisibles, de los que ni siquiera hay noticia de su existencia. Son los últimos parias, los que no tienen derecho alguno, los que se conforman con vivir ocultos con las migajas y los desperdicios de los que están arriba.

Cuando las tres realidades se solapan entre sí más de lo permitido, se pone en peligro el orden establecido y todo se tambalea. Cada uno debe permanecer en su lugar para que la gran maquinaria funcione. Son universos paralelos en los que sus habitantes no conocen nada más allá de su realidad que no sea aquello que necesitan de las otras para subsistir. Es una crítica feroz al sistema capitalista y a la forma en la que éste nos atrapa dentro de nuestra burbuja de realidad sin que nos interese lo más mínimo conocer la realidad en su totalidad, como ya hemos visto en libros como La Sociedad de la Externalización.



Críticas (FILMAFFINITY)


jueves, 2 de abril de 2020

Ética de Spinoza


Spinoza, Baruch. 2019. Ética. Alianza Editorial (Edición de Vidal Peña). Primera edición: 1987.

Russell lo llamó "the noblest and most lovable of all philosophers. Ethically, some others have surpassed him, but ethically he is supreme" (1). Stuart Hampshire dijo de él que "es el más ambicioso e inflexible de todos los filósofos modernos" (2). Comte-Sponville (3) lo tiene como uno de sus filósofos de cabecera, así como Frederic Lenoir (4). El neurocientífico Antonio Damasio también lo elige como precedente de las actuales tendencias en la psicología y neurociencia da las emociones (5). Y al filósofo Vicente Serrano le sirve para reflexionar sobre la posmodernidad y tendencia del hombre a creerse Dios (6). Es indudable la trascendencia y actualidad de Spinoza, y la relevancia de su obra desde múltiples puntos de vista.

En su libro Ética expone sus ideas sobre Dios, la realidad, el ser humano, la libertad, los afectos, las emociones y la razón. Es un libro impresionante por su esfuerzo por establecer una visión general del universo y nuestro lugar en él. Por ser el objeto de nuestro interés, vamos a centrarnos en la relación de Spinoza con la realidad. La idea clave de Spinoza es que existe una sola substancia dentro de la cual está todo inmerso. A esa substancia él la llama Dios, pero numerosos autores la han identificado con la Naturaleza. Nosotros la identificamos con la Realidad: la absoluta pluralidad, la absoluta indeterminación, aquello que no depende de nada y se basta a sí mismo, que es infinito e inabarcable, que no puede definirse ni limitarse, que es todo y no es nada determinado; la Realidad, que no es ordenada ni confusa, ni bella ni fea, ni buena ni mala; que no tiene principio ni fin. Esa realidad "idiota", por usar el término de Clement Rosset (7), sin sentido ni propósito, es el Dios de Spinoza. En absoluto es el Dios antropomórfico de las religiones convencionales, pues ni nos ama, ni nos protege. Es, simplemente, la Realidad, indiferente hacia nosotros: residimos en ella, somos parte de ella, y nuestra felicidad dependerá de nuestra capacidad para sintonizar con ella, pues nada existe fuera de ella.

"Todos los prejuicios que intento indicar aquí dependen de uno solo, a saber: el hecho de que los hombres supongan, comúnmente, que todas las cosas actúan, al igual que ellos mismos, por razón de un fin, e incluso tienen por cierto que Dios mismo dirige todas las cosas hacia un fin, pues dicen que Dios ha hecho todas las cosas con vistas al hombre, y ha creado al hombre para que le rinda culto"(p.109).

"La naturaleza no tiene fin alguno prefijado, y todas la causas finales son, sencillamente, ficciones humanas" (p.112).

En la definición sexta de la parte segunda, Spinoza define la realidad: "Por realidad entiendo lo mismo que por perfección" (p.123). Es decir, si Dios es la perfección, y la Realidad es la perfección, podemos concluir por tanto que Dios es la Realidad para Spinoza. Por tanto, cada vez que hable de Dios, podemos sentirnos autorizados a sustituirlo por la palabra Realidad. Spinoza fue considerado ateo y su doctrina monstruosa, pues privaba a Dios de las características que el judaísmo o el cristianismo le otorgan. De hecho, su filosofía es perfectamente asumible por un agnóstico o un ateo, en tanto en cuanto se puede sustituir en todo momento la palabra "Dios" por la palabra "Naturaleza" o, como nosotros preferimos, por la palabra "Realidad".

Por tanto, cuando Spinoza dice "El supremo bien del alma es el conocimiento de Dios, y su suprema virtud, la de conocer a Dios" (p.340) , nos permitiremos decir: "El supremo bien del alma es el conocimiento de la Realidad, y su suprema virtud, la de conocer la Realidad".  Lo mismo podemos hacer con el siguiente párrafo de la página 398, donde ya hemos sustituido la palabra "Dios" por "Realidad":

"En la vida es útil, sobre todo, perfeccionar todo lo posible el entendimiento o la razón, y en eso sólo consiste la suprema felicidad o beatitud del hombre, pues la beatitud no es otra cosa que el contento de ánimo que surge del conocimiento intuitivo de la Realidad, y perfeccionar el entendimiento no es otra cosa que conocer la Realidad" (p.399).

Por lo tanto, la mayor aspiración del hombre debe ser conocer la Realidad y concordar con ella. En otro lugar, dice, utilizando en este caso la palabra "Naturaleza":

"Sobrellevaremos con serenidad los acontecimientos contrarios a las exigencias de la regla de nuestra utilidad , si somos conscientes de haber cumplido con nuestro deber, y de que nuestra potencia no ha sido lo bastante fuerte como para evitarlos, y de que somos parte de una naturaleza total, cuyo orden seguimos, Si entendemos eso con claridad y distinción, aquella parte nuestra que se define por el conocimiento, es decir, nuestra mejor parte, se contentará por completo con ello, esforzándose por perseverar en ese contento... en la medida en que entendemos eso rectamente, el esfuerzo de lo que es en nosotros la mejor parte concuerda con el orden de la naturaleza entera" (p.410).

Con respecto a la esperanza, otro tema que hemos tratado más de una vez en estas páginas por lo cercana que se encuentra a la palabra "ilusión", Spinoza tiene una visión claramente negativa. "No hay esperanza sin miedo ni miedo sin esperanza. En efecto: quien está pendiente de la esperanza y duda de la efectiva realización de una cosa, se supone que imagina algo que excluye la existencia de la cosa futura, y, por tanto, se entristece en esa medida; por consiguiente, mientras está pendiente de la esperanza, tiene miedo de que la cosa no suceda" (p. 289). Spinoza también asocia la tristeza y el padecimiento a las ideas inadecuadas producidas por nuestra imaginación. "La alegría y la tristeza y, consiguientemente, los afectos que se componen de ellas, o que de ella se derivan, son pasiones; ahora bien, nosotros padecemos necesariamente en cuanto que tenemos ideas inadecuadas y sólo en la medida que las tenemos; esto es, sólo padecemos necesariamente en la medida que forjamos imaginaciones" (p.276). Es decir, nuestro estado de ánimo fluctúa por causa de ideas producidas por nuestros miedos, nuestras esperanzas y nuestra imaginación. Si reposara en la realidad, se mantendría estable y sereno. "Así, cuanto más nos esforzamos en vivir según la guía de la razón, tanto más nos esforzamos en no depender de la esperanza, librarnos del miedo, tener el mayor imperio posible sobre la fortuna y dirigir nuestras acciones conforme al seguro consejo de la razón" (p.368). Por ello, la persona de ánimo fuerte "se esfuerza sobre todo por concebir las cosas tal como en sí, y por apartar los obstáculos que se oponen al verdadero conocimiento" (p.396). Es decir, nuestro objetivo debe ser intentar conocer la Realidad tal cual es, apartando las ilusiones.

En la última parte de la ética, Spinoza profundiza en la idea de conocimiento de Dios afirmando que la aspiración máxima no es ya sólo este conocimiento, sino, yendo más allá, el Amor a Dios, como vemos en las siguientes citas (recordemos que en todas ellas podemos sustituir "Dios" por "Realidad"):

"Quien se conoce a sí mismo y conoce sus afectos clara y distintamente se alegra y esa alegría va en él acompañada por la idea de Dios; por tanto, ama a Dios, y por la misma razón tanto más se conoce a sí mismo y conoce sus afectos" (p. 435).

"Ese amor a Dios es el supremo bien que podemos apetecer, según el dictamen de la razón" (p.437)

"Podemos concluir que el amor a Dios es el más constante de todos los afectos" (p.438).

"La suprema virtud del alma consiste en conocer a Dios" (p.445).

"El sabio... apenas experimenta conmociones del ánimo, sino que, consciente de sí mismo, de Dios y de las cosas con arreglo a una cierta necesidad eterna, nunca deja de ser, sino que siempre posee el verdadero contento del ánimo" (p. 463).

Según Spinoza, este camino es arduo y requiere esfuerzo, pero es el único camino hacia la cordura. Este amor a la realidad es el mismo que preconizan otros sabios y filósofos como Prajnanpad, Comte-Sponville, Clement Rosset, o el mismo Buda. ¿Es posible esta vía para el hombre común? ¿Es este camino un camino exclusivo para los sabios? ¿Puede el ser humano descansar en la Realidad tal cual es, o necesita, por el contrario escapar de ella?

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(1) Russell, Bertrand. 2005. History of Western Philosophy. Routledge.
(2) Hampshire, Stuart. 1982. Spinoza. Alianza Universidad.
(3) Comte-Sponville, André. 2002. Traité du Désespoir et de la Beatitude. Quadrige.
(4) Lenoir, Frédéric. 2017. Le Miracle Spinoza. Fayard.
(5) Damasio, Antonio. 2003. Looking for Spinoza. Joy, Sorrow and the Feeling Brain. Harcourt.
(6) Serrano, Vicente. La Herida de Spinoza.
(7) Rosset, Clement. 2004. Le Réel. Traité de l'Idiotie. Les Éditions de Minuit.