sábado, 8 de diciembre de 2018

Heart of Darkness


Conrad, J. 1983. Heart of Darkness. Penguin  (first published in 1902)

La lectura del libro de Kapuscinski sobre África, Ébano, me ha llevado a nueva relectura del libro de Conrad. ¿Es posible llegar al corazón de una realidad tan diferente a la cotidiana? Si es imposible llegar a la insondable profundidad del corazón de uno mismo, cuánto más lo será llegar al fondo del corazón de otra persona, y aún más, de un continente entero. He ahí el verdadero viaje del libro de Conrad: el intento de llegar al corazón del misterio, de lo inimaginable, de la inagotable realidad.
Cuando emprendemos ese viaje, debemos estar dispuestos a encontrarnos con los monstruos y dragones que habitan en el centro del alma humana.

Cuando salimos del estrecho cerco de la realidad que nos circunda cada día y en la que nos movemos como peces en el agua, comenzamos a sentir la sensación de extrañeza, que posteriormente desemboca en otra aún más profunda de perplejidad y finalmente, de absurdidad. Esta sensación de perplejidad, bien estudiada por Clement Rosset, aparece tarde o temprano en todos los viajeros, exploradores y reporteros que se aventuran en África, como ya sabemos por Kapuscinski, Vicente Romero o Paul Bowles. Es la sensación que produce la realidad desnuda e incomprensible, pues escapa a toda lógica, a todo sentido, a toda razón. Es también la absurdidad de Camus.

Nuestra realidad cotidiana nos impide llegar al corazón del misterio, pues el medio se vuelve transparente y creemos que aquello que nos rodea es lo único real y que no hay otra luz y otro aire que aquellos con los que vemos y respiramos. Por eso, cuando nos enfrentamos a una realidad totalmente diferente, comenzamos a sentir la sensación opuesta: sensación de irrealidad. Es como introducirse en un sueño o una pesadilla, y nos pellizcamos para ver si lo que vemos es cierto. No habria que irse a África para experimentarlo: bastaría con acercarse a cualquiera de los mundos que tenemos ahí al lado y a los que jamás nos asomamos: barrios deprimidos, pateras que naufragan, cárceles infectas, infiernos de la droga.

Dice Marlow: "It seems to me I am trying to tell you a dream -- making a vain attempt, because no relation of a dream can convey the dream-sensation, that commingling of absurdity, surprise, and bewilderment in a tremor of struggling revolt, that notion of being captured by the incredible which is of the very essence of dreams" (p.57).

Marlow llega al corazón de Kurtz e, indirectamente, al corazón de Africa, y sólo encuentra una palabra que pueda describir la experiencia: el horror. Una experiencia imposible de transmitir y compartir. Cuando vuelve a Londres, a la "realidad" occidental, se da cuenta de que es una tarea absurda intentar acercar una realidad a la otra:

 "I found myself back in the sepulchral city resenting the sight of people hurrying through the streets to filch a little money from each other, to devour their infamous cookery, to gulp thier unwholesome beer, to dream their insignificant and silly dreams... I felt so sure they could not possibly know the thing I knew" (p.113).

Por eso, cuando se encuentra con la prometida de Kurtz para contarle su experiencia, no consigue decirle la verdad, y le disfraza la realidad para hacerle creer que las últimas palabras de Kurtz fueron para ella. Por un lado, quizás se tratase de una mentira piadosa. Pero por otro lado, no sea más que el reconocimiento de la impotencia para comunicar una realidad tan ajena a la propia. Como dice Vargas Llosa en su ensayo sobre el libro, "fue, sobre todo, la aceptación de que hay verdades tan intolerables en la vida que justifican las mentiras" (p.52).

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Vargas Llosa, M. 2002. La Verdad de las Mentiras. Alfaguara.


The Telegraph review
The New Yorker review
The Guardian review
Book online
In our time (BBC radio programme about the book) 




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