viernes, 14 de septiembre de 2018

Hamlet


Shakespeare, W. 1982. (edited by Harold Jenkins). Hamlet. The Arden Edition (Methuen).


Shakespeare, W. 1982. Hamlet. Otelo. Bruguera (traducción de Luis Astrana Marín)

A veces la realidad puede ser tan cruel y despiadada que nos deja paralizados. Intentamos entenderla,  aceptarla, pero nos resulta imposible. Nos confunde, no creemos que sea posible la existencia de tanta maldad, nos sumimos en la perplejidad, y nos quedamos paralizados.

Este es, desde mi punto de vista, el tema principal de Hamlet: nuestras dudas ante la realidad, que no conseguimos creer o aceptar cuando se nos presenta descarnada, fría, desnuda. Cuando la vemos, dudamos de nosotros mismos, y no sabemos si somos perfectamente lúcidos o por el contrario, nos estamos volviendo locos. Son los momentos en los que la lucidez y la locura se tocan, y somos un mar de confusión pues no sabemos si lo que percibimos es la realidad o una ilusión.

Hamlet no termina de dar por cerrado el duelo por su padre muerto, y su tío, el nuevo rey, le hace ver que una mente sabia debe aceptar la realidad tal cual es:

"........to persever
in obstinate condolement is a course
of impious stubbornness, 'tis unmanly grief,
it shows a will most incorrect to heaven,
a heart unfortifies, a mind impatient,
an understanding simple and unschool'd" (p.185, Act I, Scene II)

¿Qué ocurre cuando este consejo te lo da la persona de la que más dudas, la que consideras culpable de todas tus desgracias? Este es el otro gran tema de Hamlet: el engaño, la desconfianza ante la realidad que se empeñan en presentarnos como cierta y que deberíamos aceptar, pero ante la que nos rebelamos porque sentimos que vivimos en un perpetuo engaño de unos hacia los otros.

Le aconseja Polonio a su hijo, como principal máxima de esta vida, lo siguiente:

"This above all: to thine own self be true,
and it must follow as the night the day
thou canst not then be false to any man."  (p.203, Act I, Scene III)

Es justo lo opuesto de lo que ocurre a lo largo de toda la obra, en la que permanentemente se están engañando unos a los otros. Hamlet solo ve una forma de participar en esta farsa: hacerse el loco para intentar mantener la cordura, de forma que él es el primero que finge, engaña y distorsiona la realidad. Así, le dice a su amigo Horacio:

"How strange or odd some'er I bear myself--
as I perchance hereafter shall think meet
to put an antic disposition on--" (p.226, Act I, Scene IV)

De esta forma, Hamlet también se dispone a participar en el juego, haciéndose pasar por loco. Pero Hamlet no está loco, al revés, su problema es su lucidez, pues es bien consciente de la tempestad de sus pensamientos, de la agonía de sus dudas, de lo insoportable de su visión de la realidad:

"Denmark is a prison..
... there is nothing
either good or bad but thinking makes it so. To me
it is a prison...
O God, I could be bounded in a nutshell and count
myself a king of infinite space -- were it not that I
have bad dreams." (p.250, Act II, Scene II)

Hamlet define con ironía su supuesta locura:

"I am but mad north-north-west. When the wind is
southerly, I know a hawk from a handsaw." (p. 258, Act II, Scene II)

La única forma que encuentra Hamlet para disipar todas sus dudas y asegurarse de que todo lo que cree es real y no está solo en sus pensamientos, es precisamente la ficción. Hamlet utiliza el teatro como medio de evidenciar la realidad de la que sospecha y no sabe cómo sacar a la luz.  El uso de la ficción, el teatro, la literatura, como forma de llegar al corazón de la realidad, es otro de los grandes temas de esta obra. Puede parecer un contrasentido, pero a veces la realidad puede ser tan inverosímil y dificil de creer y aceptar, que la manera de acceder a ella puede ser la ficción, que nos libera de la necesidad de verosimilitud y puede llevarnos al corazón de la lucidez.

"The play's the thing
wherein I'll catch the conscience of the King" (p. 273, Act II, Scene II)

Cuando ya se hace evidente la culpabilidad del rey, gracias al artificio de la obra de teatro, y este mismo reconoce su culpa, Hamlet ya sabe que sus sospechas son ciertas. Pero ahora continúa la duda ante la acción que debe llevar a cabo, presente en el más famoso soliloquio de la obra:

"To be, or not to be, that is the question:
whther 'tis nobler in the mind to suffer
the slings and arrows of outrageous fortune,
or to take arms against a sea of trouble
and by opposing end them. To die -- to sleep,
no more; and by a sleep to say we end
the heart-ache and the thousand natural shocks
that flesh is heir to: 'tis a consummation devoutly to be wish'd" (p.277, Act II, Scene I)

¿Qué hacer cuándo ya estamos seguros de estar viendo la realidad tal cual es? ¿Luchar contra ella? ¿Aceptarla? ¿Rendirnos? ¿Morir? Estos son los momentos de mayor sufrimiento, cuando la duda ante el camino a seguir nos atormenta. ¿Conformarse? ¿Actuar? ¿Luchar?

Este es el corazón del dilema de Hamlet, y de cualquier ser humano cuando se enfrenta a los momentos de su vida en los que la realidad parece sobrepasarle.

Hamlet se convierte en odio, odio hacia su tío, odio hacia su madre, que intenta reprimir, odio hacia Ofelia, a la que maltrata, odio hacia todo lo que le rodea. Sólo dos personas se salvan de este odio: Horacio, la representación de la amistad pura, y Yorik, el bufón de la corte, su antiguo compañero de juegos en la infancia, el que quizás hizo el verdadero papel de padre, a quien recuerda con cariño (1).
Mientras que su padre se le aparece a Hamlet en forma de espectro, Yorik retorna en forma de calavera. Su padre pertenece al mundo de la ilusión, mientras que Yorik es pura realidad, pues fue el único con el que Hamlet jugó en su infancia. Le dice, Hamlet, mirando a su calavera:

"Alas, poor Yorik. I knew him, Horatio, a fellow of infinite jest, of most excellent fancy. He hath bore me on his back a thousand times, and now --how abhorred in my imagination it is! My gorge rises at it. Here hung those lips that I have kiss'd I know not how oft." (p.386, Act V, Scene I)

Hamlet lo ve tal cual es, sin ninguna fantasía espectral o fantasmal. Tal y como dice Clement Rosset,
"la calavera es indudablemente la imagen de mi rostro, y aun su fiel imagen: solo que un poco estilizada, un poco banalizada, un poco simplificada. Soy yo, sin duda, aquél a quien percibo en el espejo de la muerte, pero reducido a mi más simple expresión, es decir, a mi cuerpo... ese doble de mí mismo que me ofrece mi cadáver es un doble absoluto, perfecto, irrecusable, la imagen más fiel que pueda tener de mí mismo" (Rosset 2008, p.152)

Cuando Hamlet le habla a la calavera ya ha llegado al corazón de la realidad y ha abandonado el mundo de las dudas y los fantasmas.


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(1) He tomado esta idea de Yorik como "segundo padre" o "padre pragmático" de Harold Bloom en su libro Genius (2002,Warner Books, page 28).

Rosset, C. 2008. Principios de Sabiduría y de Locura. Marbot Ediciones

Lawrence Olivier's Hamlet

Kenneth Branagh's Hamlet

La locura de Hamlet

El fantasma del padre de Hamlet

Shakespeare y Cervantes (Carlos Fuentes) 

Hamlet y el Quijote frente al espejo

Actúa, cerebro. Una aproximación al nihilismo de Hamlet

Hamlet y el poder de las creencias para transformar la realidad

El fantasma en Hamlet

El síndrome de Hamlet



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