domingo, 9 de septiembre de 2018

El Coronel no Tiene Quien le Escriba


García Márquez, G. 2017. El Coronel no Tiene Quien le Escriba. Debolsillo

La esperanza es el tema principal de esta novela. La esperanza, ya lo hemos comentado en otra ocasión, puede considerarse como una actitud positiva o todo lo contrario. En esta novela, se presenta en su más absoluta crudeza: aquí la esperanza es, en lugar de aquello que nos mueve, aquello que nos inmoviliza, pues va asociada al miedo e impide actuar sobre la realidad de manera inteligente y decisiva.

"Durante cincuenta y seis años -- desde cuando terminó la última guerra civil -- el coronel no había hecho nada distinto de esperar" (p.7). He aquí el problema del coronel: no hace nada, solo espera, y esa espera provoca miedo y una ansiedad paralizante. Cada vez que llega el correo donde se supone debe aparecer la carta anunciando la concesión de su pensión, siente lo mismo: "Cada vez que lo hacía, el coronel experimentaba una ansiedad muy distinta pero tan apremiante como el terror" (p.21)

El coronel es consciente de lo pueril de esa actitud esperanzada, por eso no la reconoce cuando le preguntan: "El coronel se sintió avergonzado. -- No esperaba nada -- mintió. Volvió hacia el médico una mirada enteramente infantil--. Yo no tengo quien me escriba" (p. 23)

El médico, un poco más adelante, asocia la esperanza con la ingenuidad y le advierte: "No sea ingenuo, coronel -- dijo el médico. Ya nosotros estamos muy grandes para esperar al Mesías" (p.23). De la misma forma, el cartero también le indica, ante su tozuda esperanza, la realidad: "Lo único que llega con seguridad es la muerte, coronel" (p.62). Pero el coronel no hace caso a estas advertencias, no renuncia a la esperanza.

La esperanza también se asocia en otro momento con la desazón, la frustración: "Acuclillado en la plataforma de tablas sin cepillar experimentó la desazón del anhelo frustrado" (p.26) "Se sentía defraudado. Habría preferido permanecer allí hasta el viernes siguiente para no presentarse esa noche ante su mujer con las manos vacías".(p.37). Todos estos sentimientos van acumulándose en el corazón del coronel, y ninguno es positivo. Es cierto que hay un momento en el que la espera se asocia a una virtud positiva: la paciencia. Una de las veces que el coronel vuelve sin la esperada carta, su mujer le dice: "Se necesita tener esa paciencia de buey que tú tienes para esperar una carta durante quince años" (p.37). La paciencia conectada a la esperanza: más adelante volveremos a ella.

La única acción que el coronel emprende para intentar salir del estado de miseria en el que se encuentran él y su mujer es la crianza de un gallo de pelea, pero en el fondo también se trata de otra espera más, puesto que el gallo no le da nada ahora, es solo una ilusión del futuro, cuando tal vez pelee y pueda sacar dinero de él. "Dentro de tres meses será la pelea y entonces podremos venderlo a mejor precio" (p. 49). Su mujer, más realista, se empeña en que lo venda ya, aunque haya que malvenderlo. En este diálogo encontramos a la esperanza asociada a otras dos palabras: ilusión y milagro:

"--Es un gallo contante y sonante --dijo. Hizo cálculos mientras sorbía una cucharada de mazamorra --. Nos dará para comer tres años. 
-- La ilusión no se come-- dijo ella. 
-- No se come, pero alimenta -- replicó el coronel--. Es algo así como las pastillas milagrosas de mi compadre Sabas" (p. 64)

En otro lugar, encontramos una reflexión que asocia el estado de esperanza a la falta de paz y de sosiego: "Necesitó medio siglo para darse cuenta de que no había tenido un minuto de sosiego después de la rendición de Neerlandia" (p.69). El estado de esperanza, por definición, trae consigo el desasosiego, puesto que la esperanza es la cara de una moneda en cuya cruz están inscritos el miedo, la preocupación y la incertidumbre.

Cuando, por enésima vez, su mujer espera que el coronel haya emprendido alguna acción y al menos se hay decidido a vender el gallo, aparecen más sentimientos asociados a la esperanza: "La momentánea frustración de sus proyectos le produjo una confusa sensación de vergüenza y resentimiento". La frustración y la vergüenza ya han sido mencionadas antes, pero aquí aparece otro sentimiento aún más negativo: el resentimiento, el rencor, inevitable a la larga, pues a algo o a alguien habrá que culpar cuando se espera y nunca llega lo que se espera -- culparemos a los que nos rodean, al gobierno, a la realidad o a Dios.

Ansiedad, vergüenza, ingenuidad, ilusión, paciencia, falta de sosiego, rencor: estas son las palabras que encontramos en el libro asociadas a la esperanza. De todas ellas, la paciencia es la única claramente positiva. En su tercera acepción del diccionario de la RAE, se define así la paciencia: "Facultad de saber esperar cuando algo se desea mucho". De hecho, la paciencia es lo único que puede hacer sobrellevable la esperanza, porque si unimos la esperanza a la impaciencia, el resultado necesariamente es la ansiedad.

No obstante, lo ideal es el uso de la paciencia según la primera acepción que tiene en el diccionario: "Capacidad de padecer o soportar algo sin alterarse". Es decir, la paciencia no como espera del cumplimiento del deseo, sino como aceptación de la realidad sin esperar nada de ella: sólo así podremos cambiarla.

El coronel no cambia nada, no actúa, solo espera. Por eso, cuando su mujer le pregunta "Y mientras tanto, qué comemos", sólo le sale una respuesta: "Mierda", última palabra del libro asociada a la esperanza.

Reseña 

Proyecto para resitutir la memoria del abuelo de García márquez, que inspiró la novela



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