sábado, 22 de septiembre de 2018

¿Es Real la Realidad?


Watzlawick, P. 1979. ¿Es Real la Realidad? Herder

Nuestra percepción de la realidad es, indudablemente, limitada. En primer lugar, por su infinitud, por su extensión y su complejidad. En segundo lugar, por lo imperfecto de nuestros sentidos. En tercer lugar, por nuestra necesidad de poner orden en ella y dotarla de sentido. En cuarto lugar, por nuestro afán por coincidir con las opiniones establecidas desde lo que consideramos la autoridad y la fuente de verdad. Todas estas limitaciones y deseos nos llevan en muchos casos a dudas, contradicciones, paradojas y a un estado de confusión tal que puede dejarnos paralizados.

Este estado de confusión y perplejidad es analizado en la primera parte del libro. Las paradojas con las que convivimos diariamente proceden de la incapacidad para atar los cabos sueltos que se quedan cuando luchamos por dar coherencia a la realidad, intentando compatibilizar lo que vemos, lo que creemos y lo que pensamos que deberíamos ver. Esta confusión genera un estado de incertidumbre e inseguridad tal, que nuestro cerebro se pone en marcha para construir una segunda realidad que esté de acuerdo con nuestras convicciones y creencias. Ya vimos cómo el cerebro se las ingenia para sobrevivir a esta confusión, engañándonos con ilusiones que nos permiten ponernos en marcha para salir de la parálisis (ver libros de Cornelia Fine o Francisco Rubia).

Toda esta confusión se ve acrecentada por la dificultad de comunicar a otros nuestra visión de la realidad, y a esto está dedicada la segunda parte del libro: la desinformación. En primer lugar está el problema del lenguaje, que no sólo es un filtro en nuestra percepción de la realidad, sino también fuente de malentendidos. En segundo lugar, incluso cuando la comunicación es correcta y exitosa, si nuestra visión de la realidad no coincide con la que nos ha sido comunicada, nos obstinamos en buscar explicaciones y argumentos que sostengan nuestra visión, en vez de intentar corregir la misma a pesar de la evidencia: "Si, tras larga búsqueda y penosa incertidumbre, creemos haber hallado al fin la solución de un problema, nuestra postura, lastrada de una fuerte carga emocional, puede ser tan inquebrantable que preferimos calificar de falsos o irreales los hechos innegables que contradicen nuestra explicación, antes que acomodar nuestra explicación a los hechos" (p.69).

Es una experiencia cotidiana en nuestras vidas comprobar cómo un mismo acontecimiento puede tener lecturas e interpretaciones tan distintas, ya que cada uno se agarra a sus creencias, convicciones y prejuicios. Este fenómeno ha sido tratado más de una vez por la literatura, como por ejemplo el relato En el bosque de Akutagawa, en el que se inspira la película de Kurosawa Rashomon, en el que en lugar de un narrador omnisciente que cuenta la realidad como única y objetiva, se nos muestran los puntos de vista de cuatro personajes que perciben un mismo suceso  de forma totalmente diferente, de forma que al final el lector no sabe cuál de las cuatro realidades es la verdadera (es lo mismo que hace Faulkner en The Sound and the Fury).

La dificultad para hacer compatibles las diferentes visiones de la realidad se complica aún más cuando hay poca intención de comunicación, o lo que es peor, hay mala intención y lo que se busca es, precisamente, la desinformación, la ocultación de la verdad y la propagación de una realidad falsa. En este sentido se analizan los rumores, las falsas profecías, las explicaciones inverosímiles pero aceptadas, y ya en su máxima expresión, la creación de códigos encriptados y la invención de dobles realidades en el mundo del espionaje. También se analizan las consecuencias y las paradojas a las que nos vemos abocados cuando por alguna razón hay absoluta falta de comunicación y debido a ellos tenemos que especular sobre la forma en la que la realidad es vista por los demás, sin tener acceso a ello ("lo que yo pienso que él piensa que yo pienso") (p.113).

Todo esto nos hace conscientes de la dificultad para llegar al fondo de la realidad. Pero, ¿quiere esto decir que la realidad no existe? ¿Debemos concluir que no hay una realidad objetiva y que todo depende del punto de vista? El autor habla de dos conceptos diferentes de realidad: "El primero de ellos se refiere a las propiedades puramente físicas (y por ende objetivamente constatables) de las cosas y responde, por lo tanto, al problemas de la llamada "sana razón humana" o del proceder científico objetivo. El segundo afecta exclusivamente a la adscripción de un sentido y un valor a estas cosas y en consecuencia a la comunicación" (p.149) La primera es la "realidad de primer orden" y la segunda la "realidad de segundo orden".

Es muy importante diferenciar entre ambas. Según el autor, "lo verdaderamente ilusorio es suponer que hay una realidad "real" del segundo orden" (p.150). Esta afirmación lleva implícito que sí hay una realidad de "primer orden". Esta diferenciación es clave, pues si llevamos al extremo el escepticismo, podemos llegar a la conclusión de que la primera realidad, la de "primer orden", es también ilusoria. Desde mi punto de vista, ese es el peligro al que puede llevarnos el título del libro: "¿es real la realidad?", pues tan peligroso es creerse en posesión de la verdad como llegar a pensar que todo es relativo y nada es real, sino que depende el punto de vista. Este escepticismo extremo fue el de Pirrón, el filósofo griego que afirmaba que sólo tenemos acceso a las apariencias y las convenciones, y que por tanto debemos suspender todo juicio sobre la realidad objetiva. Todo es cuestión de opinión, no hay posibilidad de descubrir la verdad ni aprehender la realidad. No podemos saber cómo es realmente el mundo, nunca podremos conocer la naturaleza última de la realidad. ¿Debemos entonces rendirnos?

El objetivo del libro es hacernos conscientes de que "creer que la propia visión de la realidad es la realidad misma, es una peligrosa ilusión. Pero se hace aún más peligrosa si se la vincula a la misión mesiánica de sentirse en la obligación de explicar y organizar el mundo de acuerdo con ella, sin que importe que el mundo lo quiera o no" (p.9). Es  totalmente cierto que debemos vacunarnos contra el dogmatismo, y estar siempre alerta pues en cualquier momento podemos ser víctimas de engaño, ya sea de forma inocente o malintencionada.  "Como este libro ha intentado mostrar, las hipótesis, suposiciones, dogmas, premisas, supersticiones, esperanzas y cosas semejantes pueden llegar a ser más reales que la realidad y pueden generar aquel tejido de ilusiones que la filosofía india llama maya" (p.243). Efectivamente, la clave está en ser consciente de todas estas dificultades y admitir que quizás nunca lleguemos al final de la comprensión total de la realidad, pero la postura no está en rendirse, sino entrenarnos para lograr el mayor grado de concentración, observación y lucidez para acercarnos el máximo posible a la percepción de las cosas tal y como son. Por lo tanto, mi respuesta a la pregunta "¿es real la realidad?" es sí: hay una realidad de primer orden independiente de nuestra percepción e interpretación y nuestra aspiración debe ser conocerla y acercarnos a ella, siendo conscientes de nuestras limitaciones.


Quince maneras de engañarte

¿Es real la realidad? (Enrique Miret Magdalena)

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