jueves, 20 de diciembre de 2018

La Verdad de las Mentiras


Vargas Llosa, M. 2011. La Verdad de las Mentiras. Alfaguara.

El libro es una apología de la ficción, algo que el ser humano necesita para evadirse de la realidad que le constriñe: "Los hombres no están contentos con su suerte y casi todos -- ricos o pobres, geniales o mediocres, célebres u oscuros -- quisieran una vida distinta de la que viven. Para aplacar -- tramposamente -- ese apetito nacieron las ficciones. Ellas se escriben y se leen para que los seres humanos tengan las vidas que no se resignan a no tener. En el embrión de toda novela bulle una inconformidad, late un deseo insatisfecho" (p.16)

La ficción, y la novela en particular, no atiende a la verdad o a la realidad objetiva; contiene su propia verdad y su propia realidad que ha de cautivarnos para convencernos de que entremos en ella. Es, por tanto, una forma de ilusión, pues la verdad de la novela depende "de su propia capacidad de persuasión, de la fuerza comunicativa de su fantasía, de la habilidad de su magia. Toda buena novela dice la verdad y toda mala novela miente. Porque "decir la verdad" para una novela significa hacer vivir al lector una ilusión y "mentir" ser incapaz de lograr esa superchería... Arte "enajenante", es de constitución antibrechteriana: sin "ilusión" no hay novela" (p.21).

En otras entradas de este blog nos hemos preguntado: ¿es sana la necesidad del ser humano de evadirse de la realidad? ¿Dónde hunde sus raíces esta necesidad? ¿Es conveniente fomentarla e intentar escapar de lo real, o es más cuerdo y sensato permanecer lúcido luchando por derribar engaños, miedos e ilusiones? Vargas Llosa responde con claridad a estas preguntas:

"... Querer ser distinto de lo que se es ha sido la aspiración humana por excelencia. De ella resultó lo mejor y lo pero que registra la historia. De ella han nacido también las ficciones... el reducto asfixiante que es nuestra vida real se abre y salimos a ser otros... sueño lúcido, fantasía encarnada, la ficción nos completa, a nosotros, seres mutilados a quienes ha sido impuesta la atroz dicotomía de tener una sola vida y los apetitos y fantasías de desear mil. Este espacio entre nuestra vida real y los deseos y las fantasías que le exigen ser más rica y diversa es el que ocupan las ficciones." (p.23)

Por tanto, según Vargas Llosa, el hombre necesita escapar y evadirse de la realidad para poder seguir viviendo. La ilusión y la ficción son necesarias como bálsamo que alivie la dureza de la realidad. No sólo no debemos evitar la fantasía, sino que es la forma que tenemos de sobrevivir a la verdad y a lo real. "Esta es la verdad que expresan las mentiras de las ficciones: las mentiras que somos, las que nos consuelan y desagravian de nuestras nostalgias y frustraciones... el regreso a la realidad es siempre un empobrecimiento brutal: la comprobación de que somos menos de lo que soñamos" (p.23)

Pero entonces, ¿es positiva o negativa esta fuga de la realidad? Si al final no nos queda más remedio que volver a ella, ¿no es más grande la caída, la desilusión y el desengaño si nos hemos permitido soñar con lo imposible? Según Vargas Llosa, es positivo y necesario pues es una forma de vivir nuestra libertad y nuestra rebeldía, es una manera de rebelarse ante la realidad, y esa es la razón por la que la ficción siempre ha sido echada al fuego por inquisidores y regímenes totalitarios:

"Los inquisidores españoles entendieron el peligro. Vivir las vidas que uno no vive es fuente de ansiedad, un desajuste con la existencia que puede tornarse rebeldía, actitud indócil frente a lo establecido... Salir de sí mismo, ser otro, aunque sea ilusoriamente, es una manera de ser menos esclavo y de experimentar los riesgos de la libertad" (p.24).

La ficción, es por lo tanto, una forma de no aceptación de la realidad, que nos pone en tensión, en estado de lucha, en movimiento, en actitud de rebelión puesto que nos muestra ilusiones y posibilidades que quizás no habíamos vislumbrado. Nos saca de nuestra zona de confort y nos muestra otros mundos posibles, apartados de nuestra realidad y en muchas ocasiones inalcanzables. Nuestra mente ha sido dotada del don de la fantasía y no podemos escapar de él. Gracias a este don, hemos elaborado los mitos, las leyendas, las religiones, el arte, la literatura. Nos guste o no, con todas las contrapartidas que tenga, la ilusión es parte fundamental de la definición de ser humano: "Porque la vida real, la vida verdadera, nunca ha sido ni será bastante para colmar los deseos humanos... La fantasía de que estamos dotados es un don demoníaco. Está continuamente abriendo un abismo entre lo que somos y lo que quisiéramos ser, entre lo que tenemos y lo que deseamos" (p. 31).

Este es el gran valor de la literatura, que Vargas Llosa vuelve a subrayar en el epílogo que cierra el libro: "...en ese milagroso intervalo, en esa suspensión provisional de la vida en que nos sume la ilusión literaria.. somos otros. Más intensos, más ricos, más complejos, más felices, más lúcidos, que en la constreñida rutina de nuestra vida real". (p.456)

El libro incluye una colección de 35 reseñas siguiendo la línea apuntada en este prólogo, siendo cada una un ensayo en sí misma defendiendo la importancia de la ficción en nuestras vidas. La reseña sobre los Siete Cuentos Góticos de la baronesa Isak Dinesen termina con una frase que me parece especialmente relevante para este blog:

"Al hacer de la literatura un viaje hacia lo imaginario, la frágil baronesa de Rungstedlund no rehuía responsabilidad moral alguna. por el contrario, contribuía -- distrayendo, hechizando, divirtiendo -- a que los seres humanos aplacaran una necesidad tan antigua como la de comer y adornarse: el hambre de irrealidad" (p.185)

Me pregunto: ¿no es este hambre de irrealidad la que sustenta la estupidez y la credulidad, la que permite el ascenso de populismos y utopías descabelladas, la que favorece la expansión de "fake news" y bulos en las redes, la que inventa prejuicios y refuerza estereotipos, la que utilizan demagogos y timadores, la misma en la que se sustenta el "capitalismo de ficción"?

Por todo esto, para mí el valor de la ficción, la literatura y el arte en general no radica en su condición de vehículo de huida de la realidad, sino todo lo contrario, en su contribución al conocimiento de la naturaleza y la realidad humanas por caminos por lo que no es posible transitar a través de la ciencia, la filosofía o el reportaje periodístico. Porque, y aquí coincido plenamente con Vargas Llosa, también nos muestra la verdad oculta de nuestra existencia de una manera soslayada e indirecta que nos la hace más soportable. Paradójicamente, lo que por un lado nos aleja de la realidad también nos acerca a ella por otros caminos: "... las novelas, aunque cotejadas con la historia, mientan, nos comunican unas verdades huidizas que escapan siempre a los descriptores científicos de la realidad... la verdad escondida en el corazón de las mentiras humanas" (p.27).

Reseña 

Reseña 2

Elogio de la lectura y la ficción (Vargas Llosa)

Libros comentados




sábado, 8 de diciembre de 2018

Heart of Darkness


Conrad, J. 1983. Heart of Darkness. Penguin  (first published in 1902)

La lectura del libro de Kapuscinski sobre África, Ébano, me ha llevado a nueva relectura del libro de Conrad. ¿Es posible llegar al corazón de una realidad tan diferente a la cotidiana? Si es imposible llegar a la insondable profundidad del corazón de uno mismo, cuánto más lo será llegar al fondo del corazón de otra persona, y aún más, de un continente entero. He ahí el verdadero viaje del libro de Conrad: el intento de llegar al corazón del misterio, de lo inimaginable, de la inagotable realidad.
Cuando emprendemos ese viaje, debemos estar dispuestos a encontrarnos con los monstruos y dragones que habitan en el centro del alma humana.

Cuando salimos del estrecho cerco de la realidad que nos circunda cada día y en la que nos movemos como peces en el agua, comenzamos a sentir la sensación de extrañeza, que posteriormente desemboca en otra aún más profunda de perplejidad y finalmente, de absurdidad. Esta sensación de perplejidad, bien estudiada por Clement Rosset, aparece tarde o temprano en todos los viajeros, exploradores y reporteros que se aventuran en África, como ya sabemos por Kapuscinski, Vicente Romero o Paul Bowles. Es la sensación que produce la realidad desnuda e incomprensible, pues escapa a toda lógica, a todo sentido, a toda razón. Es también la absurdidad de Camus.

Nuestra realidad cotidiana nos impide llegar al corazón del misterio, pues el medio se vuelve transparente y creemos que aquello que nos rodea es lo único real y que no hay otra luz y otro aire que aquellos con los que vemos y respiramos. Por eso, cuando nos enfrentamos a una realidad totalmente diferente, comenzamos a sentir la sensación opuesta: sensación de irrealidad. Es como introducirse en un sueño o una pesadilla, y nos pellizcamos para ver si lo que vemos es cierto. No habria que irse a África para experimentarlo: bastaría con acercarse a cualquiera de los mundos que tenemos ahí al lado y a los que jamás nos asomamos: barrios deprimidos, pateras que naufragan, cárceles infectas, infiernos de la droga.

Dice Marlow: "It seems to me I am trying to tell you a dream -- making a vain attempt, because no relation of a dream can convey the dream-sensation, that commingling of absurdity, surprise, and bewilderment in a tremor of struggling revolt, that notion of being captured by the incredible which is of the very essence of dreams" (p.57).

Marlow llega al corazón de Kurtz e, indirectamente, al corazón de Africa, y sólo encuentra una palabra que pueda describir la experiencia: el horror. Una experiencia imposible de transmitir y compartir. Cuando vuelve a Londres, a la "realidad" occidental, se da cuenta de que es una tarea absurda intentar acercar una realidad a la otra:

 "I found myself back in the sepulchral city resenting the sight of people hurrying through the streets to filch a little money from each other, to devour their infamous cookery, to gulp thier unwholesome beer, to dream their insignificant and silly dreams... I felt so sure they could not possibly know the thing I knew" (p.113).

Por eso, cuando se encuentra con la prometida de Kurtz para contarle su experiencia, no consigue decirle la verdad, y le disfraza la realidad para hacerle creer que las últimas palabras de Kurtz fueron para ella. Por un lado, quizás se tratase de una mentira piadosa. Pero por otro lado, no sea más que el reconocimiento de la impotencia para comunicar una realidad tan ajena a la propia. Como dice Vargas Llosa en su ensayo sobre el libro, "fue, sobre todo, la aceptación de que hay verdades tan intolerables en la vida que justifican las mentiras" (p.52).

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Vargas Llosa, M. 2002. La Verdad de las Mentiras. Alfaguara.


The Telegraph review
The New Yorker review
The Guardian review
Book online
In our time (BBC radio programme about the book)