lunes, 6 de abril de 2020

Odisea



Homero. 1982. Odisea. Ediciones Orbis. (Traducción de Luis Segalá y Estalella).

Emilio Lledó comienza por citar la Odisea de Homero en un programa dedicado a él de la serie "Imprescindibles" de RTVE (1). Estas palabras suyas son la clave de la lectura de la Odisea:

"Calipso lo tiene prisionero y le dice: si te quedaras conmigo, te haría inmortal. Calipso le había prometido ser inmortal a Ulises, pero hay un momento en que Ulises quiere negar ya la Inmortalidad y quiere irse a Ítaca y ver a Penélope, de la que sufre soledad todos los días. Creo que es el primer texto, o uno de los primeros textos, la maravillosa épica griega, en la que el ser humano elige la vida, elige la muerte, elige el envejecer. Eso es la humanización del sentimiento, el reconocimiento de que hay que elegir la vida, de que hay que elegir la realidad. Uno de los descubrimientos admirables de la cultura griega es que todos los seres humanos tienen curiosidad por entender, por saber en qué mundo están, en qué situación se encuentran, y sobre todo, cuáles son los principios esenciales sobre los que la naturaleza se sustenta".

Es la misma idea que desarrolla Luc Ferry cuando habla de "espiritualidad laica"(2): la aceptación de la vida humana tal cual es, sin aspirar a falsas ilusiones basadas en la vida eterna ni el amparo de dioses protectores. El viaje de Odiseo es una continua tentación para que evite volver al lugar que le corresponde. Ese lugar está irremediablemente coronado por la muerte, la más terrible realidad a la que el ser humano ha de enfrentarse. Por eso un momento crucial en su viaje es el descenso al Hades (Rapsodia XI) y su conversación con los muertos (similar al descenso al inframundo que se narra en Pedro Páramo). Pero el momento definitivo en el viaje de Odiseo es, efectivamente, la negativa a la propuesta de Calipso, momento en el que prefiere aceptar su realidad y su naturaleza humana antes que sucumbir a sueños e ilusiones:

Calipso.- ¡Laértida, del linaje de Zeus! ¡Odiseo, fecundo en ardides! Así, pues, ¿deseas irte en seguida a tu casa y a tu patria tierra? Sé, esto no obstante, dichoso. Pero si tu inteligencia conociese los males que habrás de padecer fatalmente antes de llegar a tu patria, te quedaras conmigo, custodiando esta morada, y fueras inmortal, aunque estés deseoso de ver a tu esposa, de la que padeces soledad todos los días. Yo me jacto de no serle inferior ni en el cuerpo ni en el natural, que no pueden las mortales competir con las diosas ni por su cuerpo ni por su belleza.

Respondióle el ingenioso Odiseo:

Odiseo.- ¡No te enojes conmigo, venerada deidad! Conozco muy bien que la prudente Penélope te es inferior en belleza y en estatura, siendo ella mortal y tú inmortal y exenta de la vejez. Esto no obstante, deseo y anhelo constantemente irme a mi casa y ver lucir el día de mi vuelta. Y si alguno de los dioses quisiera aniquilarme en el vinoso ponto, lo sufriré con el ánimo que llena mi pecho y tan paciente es para los dolores, pues ha padecido mucho en el mar como en la guerra, y venga este mal tras de los otros" (Rapsodia V, página 72)

Odiseo ha dado un inmenso paso adelante: ya no se deja engañar ni engatusar por los dioses, como le ocurre a los héroes de la Ilíada. Se hace amarrar a un mástil para resistir los cantos de sirena, es decir, los engaños de la ilusión y la imaginación. Sólo quiere llegar a su casa: la realidad. Esta elección de Odiseo es la contraria a la apuesta de las religiones por la inmortalidad y la vida eterna. Por otra parte, también está plenamente de actualidad por la obsesión del posthumanismo y el transhumanismo por esas mismas ilusiones, que creen haber encontrado en la Ciencia a la nueva Calipso que les embruja con la tentación de huir de la realidad y crear otra parelela. Esta ilusión es el tema de ensayos como La Herida de Spinoza o La Destruction du Réel. Es, en definitiva, la elección primordial del hombre: aceptar su realidad o vivir en la ilusión de un sueño.

Ítaca es el principio y el fin, el único lugar al que uno pertenece, el suelo donde se vive, nuestro lugar en el mundo, la realidad.

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La Odisea (texto completo de la traducción de Luis Segalá y Estalella)

Emilio Lledó (programa "Imprescindibles")

Ulises rechaza la inmortalidad (EL VELLOCINO DE ORO)

Esta es la escena de la película Ulises (1954)  en la que Odiseo rechaza la ilusión de la inmortalidad (aunque en la película unifican a circe y Calipso en el mismo personaje):

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