miércoles, 24 de abril de 2019

La Sociedad Invisible


Innerarity, Daniel. 2004. La Sociedad Invisible. Espasa.

Daniel Innerarity intenta ir más allá de la superficie de la realidad. Su principal preocupación es la facilidad con la que nos quedamos en el espejismo de lo aparente. Desde el principio promueve en nosotros el uso de la herramienta de la sospecha, de la figura del detective y de la filosofía como herramienta de espionaje. Vivimos en una sociedad que nos parece transparente, pero que oculta más de lo que muestra.

El primer capítulo comienza con una cita de Voltaire: "hay que desconfiar de lo que se entiende con absoluta claridad tanto como de lo que no se entiende" (p.21). La certeza de que lo que vemos es lo real es la peor de las vendas para ver la verdadera realidad. Ya hemos visto en este blog otras maneras de distorsionar la realidad que están en nuestra mente, pero aquí se hace hincapié en la trampa que nos tiende la misma realidad con su aparente transparencia.

"La cultura de la simulación ha debilitado en demasía el principio de realidad, lo que no significa necesariamente que vivamos en un mundo irreal. Ha cambiado la medida de lo real, que pasa a ser algo más plural y menos sólido de lo que pretendieron los dogmáticos y los objetivistas" (p.16)

"La falsedad fundamental es la evidencia, lo inmediato, la precipitación y el automatismo... El filósofo ha sido siempre un agente de la sospecha, alguien que pretendía ver en la realidad algo más de lo que se muestra o de lo que nos muestran" (p.25)

Hay otra maneras de acercarse a la realidad, y una de ellas es a través de la ciencia y la estadística, que es la que utiliza Pinker en sus últimos libros (1), por completo basados en las estadísticas comparativas y los porcentajes. Innerarity se aparta de este paradigma: "La verdad de la filosofía no es la verdad de la descripción científica, sino la verdad de la confesión, libre o involuntaria... un filósofo no busca una regularidad estadística, sino un estado de excepción que posibilite la visión de lo interior, lo secreto, que se oculta tras la superficie" (p.26). "El temor aparece en medio de la normalidad. Esta es la idea de Adorno de que el mayor engaño es la normalidad, de que el lugar de la normalidad es precisamente el lugar de la máxima sospecha" (p.28). "Para comprender la realidad social hay que aceptar que los datos y los hechos no valen para casi nada; los conflictos sociales son guerras hermenéuticas, disputas de interpretación" (p.33). Con esto se derrumba de un plumazo todo el trabajo de Pinker y sus decenas de gráficos estadísticos.

El autor dice que la verdad aparente no es el objetivo perseguido, sino la revelación: "Pese a la retórica tradicional que insiste en la búsqueda de la verdad como un auténtico objetivo, para la filosofía lo revelador es más interesante que lo verdadero; probablemente una inquietud de este tipo explica la importancia que Heidegger concedía a la categoría de revelación en filosofía, frente al escaso valor de novedad que suele corresponder a lo meramente verdadero, que enseguida deja de dar más de sí" (p.31). Según Innerarity, la realidad se nos muestra dócil y simpática y aparentemente transparente, pero oculta la verdad. No podemos quedarnos con lo visible, hay que ir más allá. "El mundo de lo visible debe ser interrogado, relativizado y valorado en relación con una segunda realidad, pensada pero en él escondida" (p.33) "Lo más verdadero de las cosas es lo que no está presente, lo ausente, lo inclasificable, lo reprimido, el retraso y la esperanza" (p.34).

Innerarity reivindica la crítica social y la utopía, especialmente en una sociedad como la nuestra que ha absorbido todas las corrientes críticas dentro del sistema y que ha hecho de la imagen y de lo visible su estandarte, creando un falso espejismo de transparencia. Esta visión está en consonancia con las ideas de Baudrillard de hiperrealidad o el capitalismo de ficción de Verdú. "Del mismo modo que el ruido entorpece la comunicación, la profusión de imágenes puede enmascarar la realidad" (p.54). La globalización, las redes, la falta de un centro claro de poder, la virtualización y la banalización de todo hace cada vez más necesario el retorno del espionaje. De ahí el creciente interés por este tipo de literatura y autores como Don DeLillo, Thomas Pynchon o Alain Robbe-Grillet.

Innerarity analiza el fenómeno del terrorismo y las guerras actuales, los nuevos espacios políticos, la globalización, las redes, los medios de comunicación, la escenificación y virtualización, el miedo y la inseguridad. Especialmente interesante es el capítulo sobre la "inseguridad social" . Innerarity soluciona en un párrafo aquello para lo que Pinker necesita dos libros: "A pesar de los muchos problemas que tiene actualmente la humanidad, vivimos en un mundo que es el más seguro de la historia" (p. 150). Innerarity da esta afirmación por sentada, y su empeño consiste en averiguar a qué se debe nuestro sentimiento de miedo e inseguridad. Pinker dedicaba a analizar este miedo todo un capítulo, centrándose sobre todo en causas psicológicas. Inneraty rebusca en la sociología. Por ejemplo, el miedo de una sociedad a perder lo que ha conseguido:  "La conciencia de toda cultura viene acompañada por el conocimiento de sus amenazas, por el presentimiento de su caída inevitable que anuncian los profetas de la decadencia" (p.148). O la paradoja de que cuanta más seguridad tenemos, más necesitamos sentir, en un bucle sin fin.  "El tenor de nuestras experiencias de la inseguridad tiene que ve con el hecho de que la exigencia de seguridad aumenta con el grado de seguridad alcanzado" (p.149).

La velocidad de los cambios actuales impiden crear una memoria colectiva de los progresos realizados: "Con los cambios debidos al progreso científico la vida se ha modificado drásticamente y la memoria se debilita, por lo que tendemos a realizar juicios de memoria escasa sobre las utilidades e inconvenientes de nuestro presente" (p.150). "Cuanto mejor les va a los hombres, peor consideración tiene de aquello gracias a o cual les va bien...Cuantas más cosas negativas desaparecen de la realidad, más irritante resulta lo negativo que permanece" (p.151). Nos creemos poderosos y semidioses, gracias a los logros de la ciencia y la técnica y "el resultado de todo ello es que disminuye nuestra capacidad de aceptación" (p.155). Tenemos tal exceso de información, que no sabemos cómo atender a todo: "Tenemos conocimiento de más situaciones de las que podemos o debemos ser responsables. La información constituye indirectamente un medio para evocar un tipo específico de impotencia" (p. 156). Vivimos inmersos en un proceso de individualización y desvinculación que genera aislamiento e "intensifica el sentimiento de vulnerabilidad, exposición e inseguridad" (p.158). En definitiva, queremos creer que tenemos un dominio absoluto sobre nuestra vida, pero sabemos que no es así y sólo se trata de una ilusión más, que ha sustituido a otras: "El deseo de seguridad absoluta se inscribe en el marco de una sociedad que acaricia la posibilidad de un triunfo total sobre el destino. Se trataría de someter todo al control humano, sin que nada se nos escape de las manos" (p.175). De nuevo, la contrapartida de dejarse arrastrar por la ilusión de sentirse dios que ya hemos visto en otras ocasiones (2).

Finalmente, Innerarity rompe una lanza a favor de las utopías. Por un lado, admite la mala prensa de las mismas por la forma en que degeneraron en el totalitarismo durante el siglo XX:  "El utopismo ha malgastado la licencia que se le había concedido; su historia es una sucesión de decepciones" (p.202). Pero, por otro lado, citando a Habermas, "cuando se secan los oasis utópicos, se extiende un desierto de banalidad y perplejidad" (p. 203). Innerarity no quiere renunciar a la utopía. Según él, "lo que toda utopía pone en discusión es el concepto mismo de realidad, las posibilidades que encierra y las alternativas que permite. Puede decirse que una buena utopía comienza por una buena descripción de la realidad" (p.205). Arremete entonces contra los "realistas ", "por tener un concepto muy estrecho de la realidad, poca sensibilidad hacia otras posibilidades laterales" (p. 206). Termina por ceder paso a la ilusión: "Tiene pleno sentido la ilusión por alcanzar situaciones óptimas mientras sean humanas" (p. 211).

¿Es el realismo una prisión que nos impide el movimiento? ¿Son la ilusión y la utopía necesarias para el ser humano?

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(1) Pinker, S. 2018. Enlightenment Now. Viking
Pinker, S. 2011. The Better Angels of Our Nature. Why Violence Has Declined. Viking




La Sociedad Invisible (artículo del autor en EL PAIS)

Reseña (EL CULTURAL)

Reseña (COMMUNICATION & SOCIETY)

Reseña (UN LIBRO AL DÍA)




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