viernes, 13 de diciembre de 2019

Nutshell


McEwan, Ian. 2016. Nutshell. Vintage.

(Publicado en español como Cáscara de Nuez por Anagrama)

La ventaja del narrador elegido por McEwan para contar esta historia es la misma que la del hombre invisible: es testigo de todo lo que ocurre sin que nadie sepa que está allí, empapándose de todo. Es decir, tiene acceso pleno a la realidad que le rodea, sin falsedades ni engaños. Es un testigo imposible, pues es un no nacido que aún se halla en el vientre de su madre y que conoce a la perfección los planes de ésta y su tío para deshacerse de su padre. A diferencia de Hamlet, aquí no hay dudas acerca del crimen, ni hace falta ningún espectro que venga a comunicar la verdad de lo sucedido, ni obra de teatro utilizada para revelar lo oculto: aquí el narrador lo conoce todo, pues todo lo escucha sin que nadie, por supuesto, lo imagine.

El espectro del padre muerto aparece, como en Hamlet, pero dejando claro que es producto de la imaginación del narrador, cuya mente se libera debido al whisky escocés ingerido por la madre embarazada. El espectro se venga del asesinato, que es lo que el no nacido desea, aunque siendo muy consciente de que no se trata más que de una fantasía:

"And that's what I wanted. A childish Halloween fantasy. How else to commission a spirit revenge in a secular age? The Gothic has been reasonably banished, the witches have fled the heath, and materialism, so troubling to the soul, is all I have left. A voice on the radio once told me that when we fully understand what matter is we'll feel better. I doubt that. I'll never get what I want" (p.188).

"Y esto era lo que quería. Una fantasía de Halloween. ¿Cómo, si no, encargar a un espíritu venganza en una época laica? El gótico ha sido razonablemente abolido, las brujas han huido del brezal, y el materialismo, que tanto trastorna el alma, es lo único que me queda. Una voz en la radio me dijo una vez que nos sentiremos mejor cuando comprendamos perfectamente qué es la materia. Lo dudo. Yo nunca conseguiré lo que quiero". 

No hay magia, ni fuerzas sobrenaturales, ni fantasmas que lleguen del más allá: el narrador lo sabe, y sabe que la ciencia tampoco terminará por ofrecernos consuelo. La única fantasía posible, la única vía de escape de la realidad que puede permitirse es la alucinación pasajera producida por el alcohol. Tanto este narrador no nacido como el de Rabos de Lagartija (Marsé ya utilizó antes esta licencia literaria) llegan a un mundo hostil y terrible, a una realidad cruel a la que bien podría aplicarse el título de la obra de Ciorán: "del inconveniente de haber nacido".


Review (THE GUARDIAN)

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Reseña (EL PAÍS)



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