domingo, 11 de abril de 2021

El Sueño de Bécquer. Somnografía de Ricardo Martín Reina

 


Escobar, Juan R. y Martín Reina, Ricardo. 2021. El Sueño de Bécquer. Somnografía de Ricardo Martín Reina. Punto Rojo Libros. 

Es la primera vez que leo una novela en la que conozco al personaje principal, y ha sido muy emocionante verlo revivir en estas páginas, el mayor regalo que podríamos pensar los que disfrutamos de la amistad de Ricardo. Las páginas del libro destilan amor puro hacia él, sin caer en absoluto en la sensiblería y la lágrima fácil. Si amar es aceptar a las personas tal y cual son, eso es lo que hace el autor cuando describe los últimos días de Ricardo, tras su primera muerte y su resurrección. 

Ricardo vivó entonces una ensoñación que le contó al narrador y que éste describe en capítulos que se corresponden con las fases del sueño (el adormecimiento, el sueño ligero, la transición, el sueño delta y el sueño paradójico). El autor toma la postura del descreído, el poseedor de una mentalidad científica que a todo le da una explicación racional, frente a Ricardo, éste siempre acompañado "de su bendita locura o de su coraje por seguir teniendo los pies cerca del suelo pero nunca posados en él, y también de su idealismo o romanticismo u otras acepciones que en  boca de sus allegados sonaban a veces huecas" (p. 226). En el libro asistimos a la progresiva conversión del narrador, que no tiene más remedio que aceptar que la verdad es algo que va mucho más allá de los límites de la realidad. 

El poeta de Ricardo era Bécquer, y con él pasó sus ultimas horas, en lo que fue una alucinación, un sueño o una realidad para su mente encerrada entre los tubos de la UCI. El libro termina resultando ser otra leyenda de Bécquer, continuación del rayo de luna, algo que el narrador termina por creer y abrazar amorosamente. 

"Si alguien demandara mi opinión, le diría que Ricardo Martín estuvo verdaderamente con Bécquer o con su espíritu cuando tuvo una experiencia excesivamente cercana a la muerte, que soñó con él en esos momentos y en otros posteriores, que a veces creyó verlo estando en estado de vigilia ya que no consiguió dilucidar entre los estímulos percibidos aquellos que fueron verdaderos de los que resultaron falsos, los reales de los irreales, los que eran un cuento o los que eran una historia. Pero que en todos ellos se escondía una verdad, tan grande y tan enorme que no podía ser vista si no adoptabas cierta distancia y divisabas su horizonte entrecerrando los párpados, como él se alejó de su enfermedad y su penuria y la convirtió en período lírico" (p. 232) 

Pocas veces he comprendido con tanta claridad la necesidad de aferrarse a una ilusión para aceptar la realidad cuando la vida termina, quizás porque en esta ocasión conozco perfectamente a la persona que luchaba por aferrarse a un sueño. De la misma forma que el protagonista de la leyenda del rayo de luna de Bécquer iba siempre en pos del milagro, Ricardo se dejó llevar por ese rayo para hacer más tolerables los días en los que volvió a despedirse de la vida, ya que ésta le dio una segunda oportunidad. 

"Todos esperamos algo, a veces nos llevamos esperando ese algo toda la vida y no se produce nunca, y si se produce lo cambias por otra ilusión, porque no sabemos vivir si no es detrás de algún reflejo de luna, ya lo sabes bien" (p.236). 

El final del libro no puede ser más bello, a la orilla del río Guadalquivir, frente al monasterio de los Jerónimos. No voy a desvelarlo, por supuesto, pero sí he de decir que me ha hecho revivir todo el espíritu de las leyendas de Bécquer y que no se me ocurre mejor despedida para el alma soñadora de Ricardo, un momento mágico en el que la ilusión y la realidad se confunden y en el que hasta la mente más racional se dejará arrastrar por la magia de los cuentos de hadas. 

Cada vez que vaya a pasear por los alrededores de la cruz de Bécquer me detendré a charlar contigo, Ricardo, y luego me tomaré una cerveza en tu nombre. DEP.


No hay comentarios:

Publicar un comentario