jueves, 11 de abril de 2019

Tus pasos en la escalera


Muñoz Molina, A. 2019. Tus pasos en la escalera. Seix Barral.

No aceptar la realidad. Esperar lo imposible. Caer en la locura de una esperanza sin fundamento. Disfrazar lo que no nos gusta. Autoengañarnos. Aislarnos en nuestro castillo, en nuestra burbuja. Desconectarnos del mundo para habitar una realidad ilusoria creada por nuestra mente. Negarse a ver y escuchar. Cerrar los ojos y los oídos. Instalarnos en una ilusión para sobrevivir.

Todos estos son los temas de Tus pasos en la escalera, una excelente novela narrada en primera persona desde el punto de vista de una persona aparentemente "normal", que nos muestra el mundo desde su distorsionado punto de vista. De la misma forma que el coronel en la novela de García Márquez, Bruno basa su vida en la esperanza. Se aisla en un mundo de preparativos obsesivos y lecturas que le instalan en un mundo ficticio, como Don Quijote con sus libros de caballería o su Dulcinea. El perro Luria es su Rocinante y Alexis su escudero que le mantiene mínimamente unido a la realidad.

Pero el protagonista de esta novela no sale a cambiar el mundo como Don Quijote. Todo lo contrario: se recluye, se aísla en su torre para esperar el fin del mundo. En ese sentido, se muestran como sus héroes el filósofo Montaigne, el almirante Byrd, el náufrago Crusoe, el capitán Nemo o los fareros. Podríamos añadir a esta lista a Hölderlin en su buhardilla o a Thoureau en su cabaña. También me recuerda a Mendel el de los libros, de Zweig, ensimismado en su biblioteca y alejado de la realidad, por la que es atropellado despiadadamente. Piensa Bruno: "aunque me cueste trabajo será mejor que no siga leyendo. La lectura tiene un efecto excesivo sobre mí. La superficie de la realidad se me ha vuelto demasiado frágil. Empiezo a leer y voy cayendo en un estado hipnótico y me concierto en lo que estoy leyendo. La realidad tangible la usurpa la otra realidad imaginaria pero mucho más poderosa de las palabras escritas" (p. 302).

El caso es que el personaje es en muchos aspectos un trasunto del propio Muñoz Molina, que también volvió de Nueva York y se refugió en Lisboa huyendo del mundanal ruido. De hecho, la frase de Montaigne "Il faut cacher sa vie" ("Hace falta ocultarse") inicia la novela y es el título de un artículo suyo dedicado a la necesidad de refugiarse en la torre de marfil de la propia soledad para impedir que el constante fluir torrencial de la realidad nos lleve como un barco a la deriva. Montaigne es, sin duda, símbolo de sabiduría y cordura. Pero, ¿qué ocurre si los muros que construimos para defendernos son tan altos y resistentes que terminamos por perder la lucidez y el contacto con la realidad? Nuestro cerebro es frágil y cuando se aísla en demasía da pie a alucinaciones (ver el libro de Oliver Sacks, un autor reverenciado por Muñoz Molina). ¿Dónde está el límite entre la sana reclusión, que nos aporta lucidez y serenidad, y la desconexión aberrante, que nos sumerge en la irrealidad y el ensueño? Son las mismas fronteras que separan la cordura de la locura, muy difusas a veces.

La novela tiene continuas referencias a la neuropsicología, aprovechando la profesión de Cecilia, la mujer de Bruno. Esto permite incluir muchos apuntes dedicados a las diversas formas en que el cerebro nos engaña (ver A mind of his own y El cerebro nos engaña). Se menciona especialmente el caso del famoso paciente HM, que fue lobotomizado, a consecuencia de lo cual vivía en un encerrado en un eterno presente del que le era imposible escapar.

"Dice Cecilia que el cerebro procesa una parte muy limitada de las impresiones que le envían los sentidos; y que los sentidos mismos solo captan zonas muy parciales de la realidad, variables según la especie, de modo que en cada momento y en cada lugar existen diversos mundos simultáneos" (p.61)

"No hay nada que no sea un efecto óptico. Lo que tú ves no es nunca el mundo tal como es, ni de cerca ni de lejos. Ves un simulacro construido por tu cerebro... Todo lo que ves es un espejismo"(p.88)

"Dice Cecilia que la conciencia del paso del tiempo es muy posible que sea otro de los espejismos del cerebro, como la percepción de los colores, una ilusión, en el sentido de engaño que tiene la palabra en inglés" (196).

Ya vimos la diferencia de uso de la palabra "ilusión" entre el español y otros idiomas en el ensayo de Julián Marías. La verdad es que este libro también podría haberse titulado, como aquel, "Breve Tratado de la Ilusión".

Reseña (LA RAZÓN)

Reseña (EL PAIS)

Reseña (EL CULTURAL)

Entrevista (EL PERIÓDICO)

Entrevista (LA VANGUARDIA)

Reportaje (DIARIO DE SEVILLA)

Hace falta ocultarse (Muñoz Molina)

Evasiones (Félix de Azúa)






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