jueves, 4 de abril de 2019

Industrias y Andanzas de Alfanhuí


Sánchez Ferlosio, R. 2001. Industrias y Andanzas de Alfanhuí. Bibliotex SL (Biblioteca EL MUNDO)

Ha muerto Rafael Sánchez Ferlosio. Me ha parecido la ocasión propicia para leer Alfanhuí, del que dijo era su libro preferido. No me extraña que así sea: es un libro pequeño pero de una belleza inmensa, en el que cada frase está esculpida con cincel y tallada con una delicadeza infinita.

El tesoro del libro es la oportunidad que brinda de ver la realidad a través de los ojos abiertos y la mente pura de un niño. Dice Agustín Cerezales en el prólogo de esta edición:

"La lámpara del cuerpo es el ojo. Si tu ojo está limpio, todo tu cuerpo será luminoso", reza la cita bíblica que encabeza esta novela. No es en vano. Alfanhui es, ante todo, una mirada limpia. Lo cual no significa aquí solamente sin doblez, inocente y pura, que también, sino limpia en el sentido físico del término, y además, informada por una genuina y apacible curiosidad que la empuja hacia la realidad más real de las cosas, aquella que se nos esconde y a la vez se nos brinda en las evidencias mismas..."

El realismo es una vertiente de la narrativa que está presente en nuestra literatura desde sus inicios, en la novela picaresca sobre todo. Los protagonistas de estas novelas son en muchas ocasiones niños que despiertan al mundo y empiezan a conocer la realidad cruda que les rodea. Cuando se adopta la mirada del niño intentando ver a través de sus ojos, inevitablemente nace el realismo mágico. Esta forma de entender el realismo es fruto del cruce de la realidad con el pensamiento mágico del niño. Ya vimos en la obra de Bettleheim Psicoanálisis de los cuentos de hadas que la psicología infantil pasa necesariamente por un periodo en el que la realidad se filtra a través de la fantasía, dotándola de magia, misterio e ilusión. Es una forma de ver el mundo que atraviesa la superficie de las cosas para dar vida, color, conciencia y alma hasta a los minerales o las plantas, y por supuesto a los animales. La que se considera su mayor ejemplo literario, Cien años de Soledad, no tenía más remedio que comenzar con la mirada de Aureliano Buendía siendo niño, pues es entonces cuando "el mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre". Eso es la infancia, el descubrimiento del mundo y la realidad. Allí Aureliano se dejaba hipnotizar por los bloques de hielo y los lingotes imantados creyendo a pie juntillas lo que le decía el gitano Melquíades: "Las cosas tienen vida propia, todo es cuestión de despertarles el ánima".

Escribía esto García Márquez en 1967; Juan Rulfo ya había escrito Pedro Páramo en 1957; pero Sánchez Ferlosio ya le había dado vida al gallo de la veleta que ayudó a Alfanhui a cazar lagartos en 1951. Todos los elementos de lo que luego se llamó "realismo mágico" están ya aquí: elementos mágicos percibidos como normales por los personajes, la presencia de los sensorial como parte de la percepción de la realidad, la conexión con los mitos y leyendas, y la importancia de la fantasía para enriquecer y dar trascendencia a la realidad. Sánchez Ferlosio utiliza la mirada del niño Alfanhui para hacernos conscientes de ese mundo oculto tras la realidad superficial, y volver a ver los verdaderos colores de las cosas, que una vez adultos, nos pasan tan desapercibidos. Colores y sonidos, pájaros, lagartos, culebras, gecos, urracas, bueyes, alcaravanes, cuevas, pozos, y objetos con vida: la silla del desván (P. 30), la marioneta don Zana (p. 59), el clavicordio (p.80), la montaña (p.91), el olmo (p.95), el bosque (96), o personajes inolvidables como el maestro disecador o la abuela incubadora de huevos. Todo ello crea una atmósfera de sensaciones muy antiguas, antediluvianas, anfibias, que nacen de zonas atávicas a las que normalmente no tenemos acceso. Todo esto nos evoca Alfanhui (que me ha recordado mucho a otro libro que hemos comentado aquí, Obabakoak, de Bernardo Atxaga).

La mirada mágica de niño se pierde necesariamente cuando nuestro pensamiento evoluciona hacia la edad adulta, pues necesitamos ver el mundo tal cual es para no terminar muertos o en un manicomio. No obstante, este tipo de literatura nos devuelve esa mirada y con ella, la oportunidad de saborear ese aspecto oculto de la realidad.

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