miércoles, 27 de febrero de 2019

El Mundo de Hoy


Kapuściński, R. 2008. El Mundo de Hoy. Autorretrato de un Reportero. Anagrama


En la introducción del libro se hace alusión a El Mundo de Ayer, de Stefan Zweig, por la actitud de absoluto desconocimiento de la realidad circundante que aquel autor reconoce cuando analiza a posteriori los acontecimientos que darían lugar a la Segunda Guerra Mundial. Es increíble cómo podemos vivir de espaldas a la realidad, metidos en nuestra burbuja de cristal diaria, protegidos por nuestro caparazón de rutinas, lugares seguros, amistades y actividades cerradas.

Es justo lo opuesto que reivindica este libro: tener los ojos bien abiertos para verlo todo y ser testigo de todo cuanto ocurre a nuestro alrededor. Se trata de una selección de textos que ofrece un collage de la atenta mirada de Kapuscinski a la realidad del mundo que le tocó vivir y su reflexión sobre la misma: miradas sobre Africa, Asia, Europa, Rusia, América Latina, provenientes de una exhaustiva bibliografía entre cuyos título se encuentran, por supuesto, Ébano y Un Día Más con Vida .

Kapuscinski hace un análisis muy similar al de Vicente Verdú en el libro El Estilo del Mundo. A partir del fin de la guerra fría "se desarrolló algo muy provechoso para los intereses del gran capital: una ideología del consumo" (p.119). Las desgracias fuerona arrinconadas para "dar lugar al entretenimiento; una fiesta interminable, un turismo plácido, culebrones frívolos, compras navideñas... en una palabra, se creó una ilusión de que vivíamos en un mundo sin problemas, sin desgracias, sin conflictos" (p. 119). Ya le hemos dado nombre a esto: el capitalismo de ficción.

Pero la realidad es obstinada, y afortunadamente hay gente como Kapuscinski para hacernos salir del espejismo. Su experiencia como reportero por todo el mundo le lleva a una conclusión opuesta a la de Pinker, según el cual nuestro mundo evoluciona en un línea de progreso continuo. La aproximación a la realidad de ambos no puede ser más diferente, así como su metodología: Pinker hace una estudio histórico y comparativo basado en estadísticas, y Kapuscinski viaja, se mezcla con la gente, observa y se adentra en la realidad hasta la médula de la misma. Por eso concluye: "El mundo es un lugar profundamente injusto. Y esta injusticia no para de aumentar. La paradoja del progreso del siglo XX consiste en que a medida que avanza el desarrollo del mundo, más desigual se vuelve el reparto de sus frutos. El propio desarrollo ahonda en la injusticia" (p.218). El progreso, la técnica y la economía no han conseguido frenar las desigualdades, sino que por el contrario, las han exacerbado, de manera que "la actual estructura del reparto de las riquezas es tal que un cambo radical resulta muy difícil" (p. 226). Por tanto, su conclusión es más parecida a la de Zizek en su último libro, ya que también advierte de la injusta y desigual realidad de nuestro mundo, poniendo el foco en Asia, el Islam y los fenómenos migratorios como algunas de las realidades a las que más atención hay que prestarle en el mundo de hoy.

Vivimos en un mundo tan complejo y que se transforma a una velocidad tan vertiginosa que Kapuscinski cree que la única forma de retratarlo es a retazos, a base de citas, textos breves y abiertos, instantáneas, reflexiones fugaces. Según el reportero, la literatura --la novela-- ya no puede cumplir esa misión: "La literatura, en su acepción más al uso: de la novela "clásica"-- gusta de escribir estados inalterables, fijos; sociedades formadas de una vez paa siempre. Tal como alguien ha dicho --un tanto vulgar pero acertadamente-- "lo mejor que le sale a la literatura es describir el cadáver". Y es cierto: la novela plasma a la perfección estados petrificados, claramente definidos, inequívocos. Como, por ejemplo, Los Buddenbrook" (p. 82)

Pero, ¿acaso este problema no le ocurre también al periodismo? Esta realidad cambiante a ritmo vertiginoso, fluida, efímera como nunca, ¿permite un análisis detenido y riguroso desde algún punto de vista, ya sea literario, periodístico o filosófico? Veamos dos ejemplos extraídos del libro que muestran lo difícil que es realizar un análisis sereno de la realidad. El primero: Kapuscinski menciona que "sólo el dos por ciento de (a lo sumo cinco) de la población mundial tiene acceso a la Red. ¡Esta es la realidad!" (p.225) Esto lo escribió el 4 de junio de 2000. Pues bien, 18 años después, ese porcentaje ya supera el 50% (ver enlace abajo). Los datos varían por completo en poco tiempo, estamos sometidos a una revolución informativa que nos confunde con su tsunami de titulares y fake news a través de redes sociales que retransmiten en directo todo lo que ocurre y mienten sin cesar.
Segundo ejemplo: dice Kapuscinski refiriéndose a los atentados del 11 de septiembre que en aquel momento se interrumpió el sueño color rosa del capitalismo y la época del entertainment: "El 11 de septiembre cambió completamente la situación y, como muy bien tituló un columnista neoyorkino, fue "El fin de las vacaciones de la historia" (p.129). Poco tiempo después sabemos que esa época no sólo no acabó, sino que el capitalismo de ficción se propagó como un virus aún más potente por los ordenadores y smartphones del mundo entero, creando una nueva realidad virtual en la que todos estamos inmersos sin alternativa alguna.

¿No habría que aplicar al periodismo actual la misma frase que Kapuscinski le dedica a la novela? ¿Cómo conseguir analizar esta realidad líquida y confusa en la que vivimos? ¿Podrá tomar el relevo un nuevo Kapuscinski en el siglo XXI, o ya un reportero como Kapuscinski es sólo historia, uno más de los Buddenbrook?


Más de la mitad de la población mundial ya se conecta a Internet, según la UIT

Reseña (El corresponsal de los desheredados) 

Sobre Kapuscinski (LETRAS LIBRES)



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