domingo, 10 de febrero de 2019

Breve Historia de la Mentira


Bettetini, M. 2002. Breve Historia de la Mentira. De Ulises a Pinocho. Cátedra

(Breve Storia de la Bugia. Da Ulise a Pinocchio)


La mentira nos ha acompañado siempre. Es la forma de ocultar la realidad a nosotros mismos y a los demás por motivos muy diversos, desde los más nobles (para no hacer sufrir) hasta los más abyectos (para hacer sufrir). Este libro intenta definirla y acotarla, analizar la forma en que ha sido entendida y valorada en la Historia, ver su vertiente negativa y prohibida así como su parte necesaria y positiva, incluso su parte divertida.

La obra parte del análisis que hace San Agustín de la mentira es su obra De Mendacio (359 d.C.)(p.20), para quien la mentira es siempre ilícita, y ahí comienza un recorrido literario que pasa por Los Viajes de Gulliver (Swift, 1726)(p.29), Alicia a Través del Espejo (Carroll, 1865)(p.31), Gelsomino en el País de los Mentirosos (Rodari, 1958)(p.32), Otelo (Shakesperare,1662)(p.34) o Pinocho (Collodi, 1883)(p.39).

En el capítulo "La mentira prohibida" se estudia la mentira desde el punto de vista religioso, basándose en la tradición hebrea y cristiana. Es interesante la forma en la que en la Edad Media se sugieren formas de evitar mentir: el silencio, salirse por la tangente o el uso de términos equívocos (p.48). Kant, al igual que San Agustín, considera que la mentira nunca es lícita (p.54). Schopenhauer es el primero en plantearse el tema de la legítima defensa como argumento que justifica la mentira (p.56).

En el tercer capítulo, se analiza la parte positiva de la mentira. Sócrates le concede al mentiroso su parte de sabiduría, y lo coloca por encima del sincero que no tiene ni idea ni sabe (p.61), y Homero hace de un embustero el héroe de su Odisea (p.63), conviertiendo el mentir en un arte. Mienten los dioses (p.64), mienten los espíritus (p.66). El Decamerón (Bocaccio, 1349) hace de un mentiroso, Caparello, un personaje admirable (p.68). Erasmo afirma en su Elogio de la Locura (1511), que la veracidad solo es atributo del loco (p.71). Maquiavelo ve la mentira como un privilegio de los príncipes, que la necesitan para poder seguir gobernando (El Príncipe, 1513)(p.73). Tomás Moro escribe La Utopía (1516), sobre un lugar que no existe, que es una mentira en sí mismo (p.76). Se ensalza el disimulo como forma de sobrevivir (Galateo de Giovanni de la Casa (1551)(p.78). No es posible vivir sin máscara (El Disimulo Honesto, de Torquatto Accetto, 1641)(p.79).

En el Barroco se defiende la necesidad de "no querer ver" la caducidad y la fealdad de la realidad, lo cual será luego tambien entendido como estilo de vida por Nietzsche (Sobre Mentira y Verdad en Sentido Extramoral, 1873), ya que las "verdades son ilusiones cuya naturaleza ilusoria se ha olvidado"(p.82). Por tanto, más vale dejarse engañar a conciencia por el engaño justo que aportan los sueños, los mitos, el arte, que tras su engaño "regalan una iluminación, una serenidad y una rendición que afluyen sin cesar" (p.83).

Por último, se analizan las "mentiras piadosas", por ejemplo cuando el médico se pregunta si es conveniente que el paciente conozca la gravedad de su estado (ver Do No Harm). Vladimir Jankélévitch mantiene en su ensayo Sobre la Mentira (1942) que es un deber mentir al enfermo grave creándole una falsa esperanza.

El capítulo cuarto trata sobre las mentiras que han hecho historia. Por ejemplo, la Donación de Constantino, falsificación de un supuesto texto de 313 que regalaba Italia al papa Silvestre I (p.96); la Carta del Preste Juan, donde se describen las maravillas de un reino santo en el extremo de la tierra (p.97); el escrito de Lutero De los Judíos y sus Mentiras (1543) donde se les acusa de todo mal en el mundo y se urge a "quemar sus sinagogas y sus escuelas, y lo que no quiera arder habrá de ser recubierto de tierra y sepultado" (p.103); el programa expuesto por Adolf Hitler en Mein Kampf (1925); las mentiras del Pentágono sobre la guerra del Vietnam (analizadas por Hannah Arendt en La Mentira en Política, 1969)(p.106), o por último, las mentiras de la ciencia, dadas por la necesidad de confiar en una hipótesis.

Finalmente, se repasa la mentira divertida, aquella en la que nos deleitamos sabiendo lo que hacemos, pues sabemos que en el fondo todo discurso es mentira, como argumenta el sofista Gorgias (p.109). Aristóteles habla de la katharsis, cuando purificamos las pasiones mediante "la piedad y el terror" , permitiendo el distanciamiento de la realidad a los poetas (p.111). Nos complacemos en la mentira, queremos permanecer en ella, porque "la mentira es más "creíble" que la realidad, porque la mentira se construye "con arte", y es del todo verosímil, carente de contradicciones, cercana a las expectativas del que la recibe; en cambio, la realidad suele ser imprevisible, desestabilizadora y escandalosa" (p. 112). Esta es la función del arte, que ya intuyó Oscar Wilde en La Decadencia de la Mentira (1889) (p.114). De forma que "la única forma de comprender la verdad es contemplarla en el espejo de la mentira de un teatro que la imita, pero que se acerca a ella más que la vida" (p.122). Terminamos así en la este fascinante viaje por la mentira en la escena central de Hamlet, en la que la mentira de la obra de teatro es el único medio de desvelar la verdad.


¿Por qué mentimos? (LA VANGUARDIA)

Discreto elogio del Embuste (EL PAIS)

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