domingo, 26 de mayo de 2019

Sur


Soler, A. 2019. Sur.

La ciudad como realidad insondable, como monstruo fagocitador de sueños, como infierno en la tierra, como campo de concentración, como colmena, como hormiguero, esa es la verdadera protagonista de Sur. La ciudad, "pastora de siglos, madre que nos engendra y nos devora, nos inventa y nos olvida", esa misma ciudad de la que habla Octavio Paz (1) y con cuya cita comienza el libro. Este libro que me recuerda inevitablemente a Manhattan Transfer, la inolvidable novela de John Dos Passos.

"El protagonista de Manhattan Transfer es Nueva York, ciudad que aparece en sus páginas como un hormiguero cruel y frustrante, donde imperan el egoísmo y la hipocresía y donde la codicia y el materialismo sofocan los sentimientos altruistas y la pureza de las gentes" (La Verdad Sobre las Mentiras, p.75) (2).

Así empieza Vargas Llosa su reseña de la novela de 1925 de John Dos Passos, que se podría aplicar casi en su totalidad a la novela Sur de Antonio Soler. El hormiguero como metáfora es una constante a lo largo de toda la novela. El autor se propone la proeza de retratar una ciudad, Málaga, en un solo día, desde que amanece hasta que anochece, y para ello se sube a su atalaya, y sube y sube hasta contemplar la ciudad como un inmenso hormiguero en el que sus habitantes se afanan en su supervivencia diaria, como enloquecidos, sin rumbo fijo, en espirales y círculos sin fin, idas y venidas sin sentido, sin otra meta que sobrevivir un día más.

Hay que tener mucho valor para acometer empresa tan ambiciosa. Hacer esto con un grupo reducido de personajes pertenecientes a una clase social o a una familia, ya es un reto, como hace Chirbes en Crematorio (imposible no recordarlo al leer Sur). Pero aquí el círculo se expande de forma increíble, pues nos sumergimos en todo un mundo, un microcosmos compuesto por más de doscientos personajes de todos los estratos y condiciones sociales cuyas vidas se entremezclan, se rozan, se influyen, se unen y se separan por azar o por necesidad.

Sigue diciendo Vargas Llosa de la novela de Dos Passos: "En pocas novelas se advierte tan bien como en Manhattan Transfer la propensión totalizadora que anida en la ficción narrativa, esa vocación numérica de querer extenderse, crecer, multiplicarse en descripciones, personajes, episodios, hasta agotar su mundo, hasta representarlo en lo más vasto y en lo más mínimo, en todos sus niveles y desde todos los ángulos" (p.81). Todo esto podría referirse perfectamente a la novela de Soler, por su ambición de captar una realidad tan inabarcable como la de una gran ciudad. A pesar del número de personajes, todos están perfectamente dibujados y no nos quedamos tan solo en la superficie de sus actos, sino que descendemos a sus motivaciones, anhelos, frustraciones, ilusiones, decepciones y miedos. Las historias se entremezclan, surgen repentinamente, se diluyen, mientras van pasando las horas del día. El narrador omnisciente transmite una mezcla de hastío y repulsión, pero a la vez comprensión, compasión y ternura ante el incesante hervor del hormiguero, como hace uno de los personajes:

"Céspedes siente ternura por ella. Por él, por todos. Por esas figuras aisladas que atraviesan la calle esquivando hoy el calor y mañana el frío, por los que conducen esos coches que pasan detrás de los vidrios, por los que están, sin cara ni nombre, detrás de las paredes de esos edificios que se levantan a su alrededor, todos creyendo que rigen sus destinos, alucinados, persiguiendo visiones, espejismos. Tejiendo laboriosamente una tela de araña sin pensar que un soplo de brisa se la llevará por delante. Inocentes, bondadosos, esforzados, limpios. Toda esa gente mejor que él. Los ha conocido, ha vivido con ellos. Y se ha olvidado de ellos. Céspedes siente que algo se ablanda, no solo en su interior, sino en la corteza del mundo. Y al final todos mezclados y todos huérfanos, todos subidos en esa balsa de la Medusa" (p.360)

La Balsa de la Medusa, el famoso cuadro de Theodore Guericault, es una excelente imagen de la ciudad como un conjunto de náufragos intentado sobrevivir hasta llegar a algún Puerto. En las vidas erráticas de los personajes no hay esperanza, todos saben que no hay futuro alguno. Todos niegan la salida, pero siguen empeñados en sobrevivir. "Ilusiones. Barataria" (p.446). Sólo una, la loca Belita, la iluminada Belita, sigue creyendo que "cada día, por todas partes, el milagro existe y es posible encontrarse con la Verdad, es posible que todo lo malo se borre" (p. 446). Mientras tantos, todos los demás, como hormigas obreras, se levantan , se afanan, se esfuerzan, andan, corren, trabajan, comen, duermen y sufren.

Seguimos con Vargas Llosa y Manhattan Transfer: "la vastedad del mundo que se abre ante nuestros ojos da, a veces, vértigo. El centenar de personajes que se mueven en sus ciento treinta episodios insinúan muchedumbres, una humanidad luchando  --la mayor parte de las veces, en vano -- para tener éxito" (p. 82) Realmente Sur produce a veces vértigo, el vértigo de asomarse a una realidad infinita y cruel. Es "realismo crítico" (siguiendo la terminología de Lúcaks) en su sentido más estricto.
Magnífica y valiente novela, pura realidad.

_______________________________________

(1) Poesía de Octavio Paz, "Hablo de la ciudad"

(2) Vargas Llosa, M. 2011. La Verdad de las Mentiras. Alfaguara.


Reseña (TODO LITERATURA)

Reseña (EL CULTURAL)

Reseña (DIARIO SUR)

Reseña (INFOLIBRE)

John Dos Passos, Manhattan Transfer (Revista de Libros) 


No hay comentarios:

Publicar un comentario