domingo, 19 de mayo de 2019

La Canción de Bernadette



King, Henry. 1943. La Canción de Bernadette.

El tema de los milagros es muy interesante, por encontrarse en el terreno incierto que divide la ilusión de la realidad. Para algunos, son pura ilusión. Para otros, realidad. Una de las razones por las que alguien puede creer en ellos es porque piense que hay muchas realidades que se solapan y que el universo que vemos no lo es todo. Por ejemplo, dice Markus Gabriel en el primer libro de su trilogía:

"El universo existe, es un hecho... lo que sostengo es que el universo no es el todo" (p.16).  "No hay un mundo, sino un número infinito de mundos que se solapan en parte, pero que también son independientes entre sí" (p.73).

Hay que tener mucho cuidado con estas afirmaciones. Es cierto que la realidad no es solo lo material, y que los pensamientos y las emociones y los sueños existen. De acuerdo. Pero hay que evitar el solapamiento de mundos que no pueden relacionarse entre sí. Si leemos el artículo de Verdad y Fe (ver abajo) sobre los milagros, veremos que se utilizan argumentos muy similares a los de Gabriel para dar validez a los milagros desde el punto de vista religioso: que el universo no lo es todo, y que hay muchas más realidades que no vemos. El mismo Gabriel reconoce el peligro:  

"Podemos ubicarnos en un campo de sentido equivocado. En ese sentido, uno se engaña cuando piensa que hay trolls en Noruega, ya que aunque sí los hay en la mitología nórdica (y en particular en la noruega), eso no prueba que los haya en la realidad" (p.96).

Si le damos el mismo estatus a la realidad física que a la mental y creemos que pueden entremezclarse indistintamente, terminaremos confundiéndolo todo, por la mezcla absurda de "campos de sentido". Entonces llega el problema, si creemos que hay trolls andando por Noruega. Los trolls, siempre, deben seguir donde les corresponde.

El clásico La Canción de Bernadette de 1943, basado en la novel homónima, es una excelente película que puede servir de base para reflexionar sobre el asunto. La película relata todo el proceso de apariciones que tuvieron lugar a mediados del siglo XIX ante una niña de Lourdes, y que posteriormente se convirtió en un fenómeno de masas y sanaciones milagrosas que dura hasta hoy en día, llegando a ser uno de los centros más importantes del mundo en peregrinación religiosa, no sólo católica, sino universal.

La película, hecha desde el punto de vista católico, no deja lugar a dudas sobre su postura: la absoluta veracidad de las apariciones de la Virgen a la niña (Jeniffer Jones, en un papel magnífico) y los milagros posteriores con su explicación religiosa/católica, y por otro lado la maldad radical del fiscal imperial, personaje escéptico y cínico (interpretado por el inolvidable Vincent Price), descreído y sin fe, materialista y fundamentalista científico que no da ni un ápice de credibilidad al episodio, y trata con una crueldad e impiedad inhumanas a la pobre niña y los que la siguen. Al ver la película es imposible no aborrecer a este personaje, que curiosamente también se parece mucho al científico determinista y reduccionista que elige Gabriel como ejemplo de todos los científicos. Intentaremos no reproducir aquí el papel de Vincent Price, ser un poco más comprensivos y tener la mente un poco más abierta hacia la pobre Bernadette.

En primer lugar, ante una milagro, descartaremos la mala fe o el engaño. Es posible que esto ocurra, y la historia está lleno de ellos, pero esta posibilidad no nos interesa en esta ocasión. Si todo es un engaño, el debate acaba aquí. Es un engaño y punto. Pero concedámosle a Bernadette su buena intención. ¿Por que iba a engañarnos la niña?

Comencemos pues por dar verosimilitud a la aparición. La aparición en todo momento, de alguien que ella llama la "Señora" (no menciona a la "Virgen") solo es vista por ella. Un problema mayor tendríamos de haber sido compartida por otras personas. Pero una aparición de tipo visual no es nada extraño. La lectura del libro "Hallucinations" de Oliver Sacks da buena cuenta de la variedad de ilusiones con las que puede engañarnos nuestro cerebro, y que son absolutamente reales para la persona que las recibe.

Tengamos además en cuenta las características y condiciones de vida de Bernadette: su penosa calidad de vida, su escasa alimentación, su enfermedad que la priva de sueño y descanso. Ese cúmulo de condiciones son un caldo de cultivo perfecto para desarrollar todo tipo de alucinaciones. A esto, añadámosle su condición de niña. Conocemos el pensamiento mágico infantil (ver el libro de Bruno Bettelheim), la creación de amigos imaginarios por parte de los niños, y su capacidad y necesidad de fantasear y creer en lo irreal. Bernadette nos nos engaña, ella realmente ve lo que ve.

Vayamos ahora con las sanaciones que empiezan a producirse tras la aparición, a lo que realmente llamamos milagros. Un tuerto recupera la vista y un niño casi dado por muerto sana, ambos al entrar en contacto con el agua del manantial. ¿Por qué no van a ser verdad estos hechos? La vida en sí es un milagro, porque no conocemos sus secretos. Hasta hace poco no hemos empezado a descifrar su códigos, que ya sabemos se escriben con cuatro letras, y la medicina ha sido también hasta hace poco una ciencia que ha avanzado con palos de ciego. ¿Cuántos médicos no han presenciado curaciones que no se explican, que la misma naturaleza ha solucionado por sí misma? En muchas enfermedades el papel del cerebro es fundamental, así como la fe y las ganas de luchar de la misma persona. En otras ocasiones el efecto placebo es crucial y está bien documentado en la historia de la medicina. Y en otras ocasiones simplemente no conocemos la enfermedad, ni sus causas ni su cura, y en este último caso solo nos queda el asombro y humildad necesaria para reconocer que no tenemos aún el conocimiento necesario para dar una explicación. Por lo tanto, descartemos también el engaño en aquellos que aseguran haber tenido una recuperación asombrosa tras dirigirse al manantial. ¿Por qué nos iban a engañar? Su curaciones son perfectamente posibles y reales, y nada imaginarias.

¿Qué nos queda, pues? Si todo es cierto, entonces, ¿podemos decir que los milagros existen? Desde luego que sí, existen. Nuestro conocimiento es ínfimo con respecto a todo lo que nos queda por conocer. De forma que llamamos milagro a aquello a lo que no podemos dar una explicación. Entonces, ¿cuál es el problema?

El verdadero problema llega cuando atribuimos el milagro (que sí ha ocurrido en la realidad) a una causa sobrenatural (por ejemplo, a un troll, por continuar con el ejemplo de Markus Gabriel). Es decir, el problema empieza cuando realizamos la atribución del milagro, cuando unimos dos "campos de sentido" y hacemos que se mezclen como si estuvieran en el mismo nivel, y llegamos la conclusión de que el milagro ha sido producido por un troll o cualquier otro agente fruto de nuestra imaginación.

Y en esto no podemos acusar en absoluto a la pobre Bernadette. Ella nunca habló de ningún troll, ni de la Virgen. Habló de una señora que se le aparecía, y así fue realmente para ella. Fue la gente alrededor la que empezó a hablar de la Virgen, y aquí es cuando interviene el último factor: el hambre de irrealidad del ser humano (ver el libro de Vargas Llosa). La necesidad de cambiar nuestra cruda realidad, de escapar de ella, de encontrar un poder sobrenatural que nos auxilie en este mar de sufrimiento. Esta necesidad también es comprensible, y por tanto también procederemos a entender esa ilusión, la misma ilusión que los niños sienten por los reyes magos, de que alguien ahí fuera puede venir a remediar un poco todo esto.

Pero aún queda un último escalón. Bernadette solo mencionó a la Virgen al final, en la última aparición y además no con ese nombre, sino con el de la "Inmaculada Concepción". La niña no tenía ni idea del dogma, entre otras cosas por su absoluto desconocimiento de teología, y además porque el dogma había sido proclamado justo dos años antes, curiosamente. Aquí llega ya la institución, la religión establecida, los dogmas, y el poder. Y es aquí donde nos topamos con la parte realmente dura de tragar, porque es aquella que quiere hacernos comulgar con ruedas de molino: cuando se afirma de manera rotunda y dogmática que el milagro es producido por un ser venido de otra dimensión. Aquí ya no podemos ser tan condescendientes como hemos sido hasta ahora, porque entramos en la parte de utilización interesada del milagro.
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¿Los Milagros son posibles? (Verdad y Fe) 

Ejemplos de filósofos que han tratado el tema de los milagros: Voltaire, Spinoza o Hume:

Milagros (Dicionario filosófico de Voltaire)

El problema del milagro en la fiosofía de Spinoza (Ricardo Hurtado Simó)

David Hume, las probabilidades y los milagros (Un pensador católico contra el mundo)



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