domingo, 13 de octubre de 2019

Esos Días Azules


Herrero, Nieves. 2019. Esos Días Azules. Penguin Random House.

Ian Gibson publicó en 2006 Ligero de Equipaje, una biografía sobre Antonio Machado, en la que comenta la relación del poeta con Pilar Valderrama, a la que según todos los indicios, convirtió en la Guiomar de sus poemas. Es ese el libro al que debemos acudir si queremos leer una biografía documentada y objetiva sobre el asunto.

Pero la obra de Nieves Herrero es una novela, y por tanto tiene derecho a fabular sobre esa relación y a adoptar un único punto de vista, sin pretensiones de objetividad ni certeza alguna (1). En este caso, la escritora adopta el punto de vista de Pilar Valderrama. Estamos ante una obra de ficción, y es así como hemos de leerla. Siendo conscientes de ello, comentaremos la relación entre los "personajes de ficción" Antonio Machado y Pilar Valderrama, y no la que ocurrió en realidad, pues la verdad de ésta se la llevaron a la tumba las personas de carne y hueso.

La novela narra la tensión, ansiedad y tristeza causada por la forma tan diferente de vivir el amor por parte de Antonio, que quiere consumarlo y hacerlo realidad en este mundo, y el freno impuesto por las restricciones sociales y religiosas de Pilar, que no concede ir más allá de un amor platónico que solo puede consumarse con la imaginación en lo que ella llama el "tercer mundo".

Pilar afirma vivir en tres mundos:

"Todos vivimos en tres mundos diferentes, no solo yo. Uno, el que contemplamos con los ojos abiertos. En él no elegimos el papel impuesto por la familia donde nos ha tocado nacer. Vivir en ese mundo es llevar la máscara todo el día puesta. Otro, es el de nuestros sueños. Ese es más nuestro que el mundo real porque empieza a ser nuestra obra. Los sueños nos emancipan de la lógica. Nos liberan de un mundo que nos ha sido impuesto. Eso sí, se esfuma en cuanto abres los ojos. Y el tercero. Ese es totalmente nuestro. Por eso es el mejor. Y , en cierto sentido, el más real de los tres. Lo vivido y lo soñado son allí materia blanda, dócil a nuestra voluntad creadora. En ese tercer mundo ya no somos espectadores ni farsantes, sino plenamente autores. En ese tercer mundo somos, sencillamente, lo que queremos ser" (p. 316).

Pobre Pilar. Necesita escapar de su claustrofóbica realidad e inventa mundos paralelos, pues no tiene suficiente valentía para afrontarla, a pesar de ser una mujer avanzada para su tiempo. Esa es la única escapatoria que ella considera posible: la de la imaginación.

Y pobre Antonio. Él quiere vivir el amor en el primer mundo, en este mundo. Son múltiples las ocasiones en la novela en las que se transmite su necesidad de hacer real el amor, de consumarlo, de que el verbo se haga carne. Pero se ha enamorado de una mujer que quiere que esté permanentemente ahí, a su lado, adorándola, idolatrándola, escribiéndole poemas y cartas de amor, que accede a verse en lugares ocultos pero nunca permite nada más allá del beso, y que solo concede citas más íntimas en lo que ella llama el "tercer mundo", es decir el mundo de la ensoñación, de la esperanza y de la fantasía.

Antonio, en su bondad y paciencia infinitas, admite esa relación sin osar traspasar nunca la frontera, aunque lo intenta en repetidas ocasiones. Admite esa relación platónica que le consume por dentro y le lleva a adoptar actitudes penosas y humillantes más propias de un adolescente enamorado que de un hombre maduro y sabio. Pilar lo tiene permanentemente en ascuas, en un continuo fuego nunca apagado, pues ante todo es madre de sus hijos, casta, pura y católica. Antonio acepta las citas al lado de una fuente o en un bar de las afueras (para no ser vistos) y la citas imaginarias en el "tercer mundo" a las doce de la noche, ese mundo imaginario impuesto por Pilar. Pilar quiere mantenerlo así, en una relación de adorador y musa, sin renunciar a su respetable, acomodada y burguesa vida familiar de señora de derechas, constreñida por los límites de la decencia moral impuesta a la mujer de su tiempo.

Al leer el libro, no se puede dejar de sentir compasión por ambos, pero sobre todo por Antonio, pues se ve atrapado en un amor iluso e imaginario. No es de extrañar que sufra y enferme, pues ese "tercer mundo" no llega a aliviar sus necesidades reales.

"Pilar se quedó seria y pensativa. Sabía que estaba exigiéndole al poeta un permanente sacrificio que, a veces, ni ella misma lograba entender. La imposición de una amistad pura sin ningún futuro estaba haciendo mella en Antonio. 
-- Estoy siendo muy dura contigo, ¿verdad? 
-- Creo, Pilar, que somos demasiado buenos. Quizás algún día nos arrepintamos, ¿no crees? 
-- ¿Arrepentirse de la virtud? -- preguntó Pilar un tanto contrariada. 
-- Las verdades vitales son siempre paradójicas y un poco absurdas. Sólo tú, con tu gran talento, comprendes lo que te quiero decir. Todo es amor, diosa mía: lo que te digo y lo que me callo. 
-- Antonio, lo sé. --  Le cogió sus manos. 
-- El amor así es un poco cruel y requiere una cierta ceguera. ¡Cuántas veces he renegado de mis ojos! Me resulta muy difícil verte, diosa mía, y quedarme quieto. 
-- Me preocupa lo que dices... Además, no tienes buena cara" (p.352)

¿Cómo va a tener buena cara el hombre con el freno y bozal que le tienen puesto? Es cierto que ella, a su vez, también es víctima de una moral asfixiante y unas convenciones sociales hipócritas que le impiden ser libre. Pilar no sabe ni quiere liberarse de ellas, arrastrando a Antonio hacia su cárcel, donde solo puede vivir en una continua falsa esperanza. Tal y como dice en un poema la propia Pilar, su vida no es más que anhelo, sueño, ansiedad y espera:

"Ya estoy cerca de Dios, mi vida entera
fue el anhelo de un bien jamás logrado:
pugna de lo vivido y lo soñado
en ansiedad constante de la espera".

Tan solo una vez, en Hendaya, según la novela, parece ser que algo más ocurre en la arena de la playa. Antonio se pregunta si no ha sido todo un sueño, porque nunca vuelve a ocurrir nada parecido. Por eso, Antonio le habla a Pilar de la necesidad del olvido cuando el amor solo puede seguir llevándose a cabo en un mundo imaginario:

"-- Todo lo que escribo va dirigido a ti. He llegado a la conclusión de que para amar hay que olvidar. Todo amor, en realidad, es fantasía porque él inventa el año, el día, la hora y su melodía, inventa el amante y, más, la amada. No prueba nada contra el amor que la amada, en realidad, no haya existido jamás. 
-- Yo sí existo. Soy de carne y hueso. ¡No me borres de tu vida!
-- ¿Qué te he dicho que te haya podido herir, mi diosa? ¡Qué lejos de mi intención! Estoy obsesionado contigo y, a veces, tengo que pensar que en realidad eres una creación mía para no sufrir. Tengo el corazón roto, Pilar" (p.486).

Es una historia de amor que resume perfectamente la lucha entre la ilusión y la realidad, la tensión entre lo real y lo ficticio, una guerra que puede llegar a desgarrar la mente y el corazón.

_____________________________________

(1) No todo el mundo está de acuerdo en esto, por supuesto. Hay quien piensa que hay unos límites a la hora de hacer ficción con personas reales, sobre todo cuando no hay una suficiente lejanía en el tiempo. (Véase, por ejemplo, esta Carta abierta a Nieves Herrero)

Reseña (EL ESPAÑOL)

Ligero de equipaje. La vida de Antonio Machado, de Ian Gibson (LETRAS LIBRES)

Antonio Machado, enamorado de Guiomar (EL PAIS)

Pilar Valderrama: el verdadero amor de Antonio Machado (EL MUNDO)

La mujer que más amó Machado (ABC)


No hay comentarios:

Publicar un comentario