Chirbes, R. 2007. Crematorio. Anagrama.
Rafael Chirbes tiene la capacidad de ver la realidad desde múltiples puntos de vista. Transformismo, personalidad múltiple, neuronas espejo, empatía absoluta... llámese como se quiera, pero esta capacidad para convertirse en cada uno de sus personajes (de la misma forma que Zelig de Woody Allen se convierte en un doble de la persona que se le acerca) es lo que hace de Crematorio una novela fascinante.
Dice Chirbes en una entrevista (ver enlace abajo) que "está hueco" y por eso "caben en él todos los personajes", de la misma forma que un actor se mete en la piel del personaje que representa. Esto hace que la novela no tenga una dirección fija, ni predecible, ni intente demostrarnos nada, ni tengamos la sensación de ser llevados de la mano a ninguna parte. El lector se encuetra simplemente abrumado, perplejo, al escuchar el torrente de pensamientos, juicios, puntos de vista, valoraciones y sentimientos contrapuestos de cada personaje, siendo testigo asombrado de lo poliédrico de la realidad y de la forma tan diferente en que cada uno vivimos lo que aparentemente es la misma historia.
Este tipo de novelas, en las que encontramos múltiples narradores o un mismo narrador que adopta diferentes puntos de vista (como As I Lay Dying o The Sound and the Fury de Faulkner) hace al lector muy consciente de esa segunda realidad de la que habla Watzlawick en su libro. Hay una primera realidad en Crematorio, objetiva, que es el crecimiento urbanístico sin limite en las ciudades costeras, pero esa realidad es percibida y valorada de forma diferentes por cada personaje. El gran valor es saber meterse en la cabeza de cada uno, con sus luces, sus sombras, sus prejuicios. sus valores y sus miserias.
El personaje más redondo es sin duda, Rubén, el constructor. Con él empieza y termina el libro. Chirbes confiesa que es el personaje que más le atrae, pues es un tipo como el usurero Torquemada, el de la novela de Galdós, egoísta y avaro, pero a la vez realista, resolutivo y coherente.
Uno de los temas de fondo del libro es la dicotomía realismo / idealismo, representados por Rubén y su hermano Matías, respectivamente. Dice Silvia, su hija, de Rubén:
"Para él siempre hay un pastoso principio de realidad envolviéndolo, aplastándolo todo, y que, en sus aspectos más positivos, le concede el milagroso optimismo de corte pedestre que lo mantiene con tanta vitalidad a sus más de setenta años, pero que esconde también una cara odiosa. Realidad. Una palabra que sirve para explicarlo todo, para justificarlo todo" (p.121)... Claro que la realidad se cuela por todas partes, a veces de manera violenta, no te escapas de ella. Pero ¿qué es la realidad? Decir realidad es una forma de no decir nada, es hablar de conformismo, desviar tu propia responsabilidad en el curso de las cosas" (p.122)... "La vida le había puesto eso que él llama realismo, esa actitud que no admite las exageradas muestras de dolor ni de alegría, porque el dolor se lo espera uno, da por supuesto que ha de venir, y la alegría ya sabemos que durará poco. Pragmatismo.Silvia está convencida de que ese realismo que lo tira todo a ras de suelo arraiga en la vieja miseria de la comarca. en los restos nunca suficientemente lavados del franquismo. Aceptación aceptar el destino, fatalismo, el mundo es como es y yo no soy quién para cambiarlo" (p. 270)... "Para él, sobre todo desde que murió su mujer, la realidad es, cada vez más, un barrizal en el que todo el mundo hoza queriéndose llevar su parte, se pelea por su parte; t en el que tú debes hacerte con la tuya procurando pelear lo menos posible" (p. 271)
En cambio, Matías, su hermano, que también ha pisado tierra y conocido la realidad tal y cual es, tiene otra visión de las cosas: "Trabajo de hombre: representar e iluminar, romper la oscura normalidad, el mutismo de lo natural, su falta de sentido. Comportarse con esa forma de artificio que transmite sentido, iluminar durante un rato lo que es oscuro, en eso consiste la moral; incluso la vida civilizada, sin más, consiste en eso" (p. 279).
Para Rubén, su hermano Matías es un idealista que no ha madurado cuando debería haberlo hecho. Porque, según Rubén, lo normal en el proceso de maduración es "darle una patada en el culo a Peter Pan. La juventud -- lo cuentan las novelas de Dostoievski -- encuentran sentido en lo trágico, en lo violento, en un destructivo globo que estalla y cubre de basura cuanto hay bajo él, porque eso, un montón de basura, es en lo que se convierte el cadáver de lo más hermoso; de eso es de lo que Matías -- que, poco más que un niño, vivió con curiosidad aquellas ilusiones de mis amigos y mías, y luego mantuvo el contacto con Brouard-- no quiso enterarse" (p.377)
Termino con una frase lapidaria de Rubén: "Se lo dije en su momento a Matías, se lo dije a mi hija: Cuando las ideas no te dejan ver la realidad, no son ideas, son mentiras". (p.378).
¿Por quién se decanta Chirbes? Por ninguno. Que el lector decida.
Entrevista ABC
Entrevista EL PAIS
El lento suicidio de Rafael Chirbes (La Vanguardia)
Necrológica
Reseña
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