sábado, 8 de febrero de 2020

As I Lay Dying


Faulkner, William. 1984. As I Lay Dying. Penguin Modern Classics

(Publicada originalmente en 1930 y traducida al español como Mientras Agonizo).


La fascinación por las novelas con narradores múltiples se debe a que nos hacen conscientes de la imposibilidad de abarcar por completo la realidad. Es ésta tan infinita y nuestro punto de vista tan limitado y circunscrito a un espacio y un tiempo concretos, que siempre tendremos una visión parcial de la misma. Cuando el mismo suceso es narrado desde diferentes puntos de vista comprendemos lo iluso que es creer que existe una sola verdad o una sola forma de interpretar lo que sucede. Ya hemos disfrutado de este tipo de narrativa en novelas como Crematorio, que nos recuerdan la parábola india de los ciegos que tocan el cuerpo de un elefante para intentar comprender cómo es, pero al tocar cada uno un parte distinta, sus observaciones son totalmente diferentes, pues ninguno abarca la totalidad.

Esta novela de Faulkner es un prodigio narrativo por la proeza que supone contar una misma historia a través de cincuenta y nueve monólogos interiores que nos introducen en los puntos de vista de los miembros de una familia y sus allegados mientras llevan a cabo una extraña misión: portar el ataúd con el cadáver de la esposa/madre hacia el lugar donde ésta dispuso que quería ser enterrada. La situación da lugar a una serie de acontecimientos donde el humor negro y  la ironía se mezclan con la simpleza, la mezquindad, la obstinación, el honor, el odio, los celos y la sinrazón.

Vemos a cada personaje desde el punto de vista de los demás, siendo testigos de las contradicciones en sus versiones de los hechos y las limitaciones en su acercamiento a la realidad. Uno de los narradores es el marido, Anse, un viejo egoísta y ruin; otro, Cash, el hijo obsesionado con la construcción del ataúd; otro, Darl, el hijo que termina enloqueciendo, y al que pertenecen la mayoría de los capítulos; otro, Vardaman, el niño que habla con la madre muerta, a la que ve como un pez; y así una serie de personajes en los que está incluida la misma agonizante, Addie, cuya visión de la vida se resume en una frase: "I could just remember how my father used to say that the reason for living was to get ready to stay dead a long time" (p.134). La presencia de la muerte es constante, (lógicamente, en una novela con este título), no solo por el olor que desprende el cadáver sino por los buitres que permanentemente acompañan a la extraña comitiva. El baño de realidad al que nos vemos sometidos es cruel y despiadado, como el que se dan todos al intentar pasar un río que se ha desbordado por una vado. Darl es quien menos soporta tanta realidad, pues es quien más sabe y más consciente es de todo lo que ocurre, siendo ésta quizás la razón por la que termina enloqueciendo. Aunque, una vez que sabemos lo que pasa por la cabeza de cada uno, la pregunta clave es la que se hace Cash, el personaje quizás más cuerdo todos: ¿quién está aquí loco en realidad? ¿Hay alguien cuerdo?

"Sometimes I ain't so sho who's got ere a right to say when a man is crazy and when he ain't. Sometimes I think it ain't none of us pure crazy and ain't none of us pure sane until the balance of us talks him that-a-way. It's like it ain't so much what a fellow does, but it's the way the majority of folks is looking at him when he does it" (p.184)

("A veces no acabo de ver claro cómo puede haber nadie que se crea con derecho a dictaminar si una persona está loca o deja de estarlo. A veces pienso que ninguno de nosotros está completamente ido, y que ninguno está tampoco en sus cabales, hasta que la mayoría de la gente se decide a situarnos a este o al otro lado. Es como si importara menos lo que cada uno pueda hacer que la opinión que la mayoría se forma acerca de eso que hace").


Reseña (Revista de Libros)

Harold Bloom-William Faulkner: Mientras Agonizo (Biblioteca Ignoria) 

Texto en español


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