lunes, 23 de abril de 2018

Vida y Muerte de las Ideas


Valverde, José María. 1980. Vida y Muerte de las Ideas. Pequeña Historia del Pensamiento Occidental. Planeta.

El título ya nos da la pista: las ideas no están en un cielo inmutable, eternas, esperando que las descubramos. Las ideas las creamos nosotros, y terminan muriendo, como todo. Existen las cosas, las personas, y una herramienta imperfecta con la que pensamos: el lenguaje. Esa es la realidad. Lo demás es idealismo, el idealismo de Platón, de quien el autor se desmarca desde la introducción, diciendo que prefiere estar del lado de "lo pobre", contra el "despotismo 'de arriba', cuyo arquetipo está en el idealismo del aristócrata Platón" (p.10).

De la misma forma que Russell en History of Western Philosophy, vamos pasando uno a uno por los diferentes autores, pero no de una forma fría y como si de una listado se tratase, sino bajo la lupa selectiva y poderosa de quien sabe dónde mirar, cómo mirar y de qué forma asociar ideas y movimientos.

José María Valverde, poeta, ensayista, historiador de las ideas, traductor (bien conocido en el mundo anglófilo por su traducción del Ulises de Joyce), nos ofrece su interpretación personal de la historia de las ideas filosóficas y la forma en la que el ser humano ha intentado acercarse a la realidad y la verdad desde la Grecia clásica a nuestros días, comenzando por el "asombro":

"El pensamiento filosófico empieza su historia con una actitud nueva: el asombro ante el espectáculo acostumbrado de la naturaleza, con su girar de día y de noche, de estaciones, de lluvias -- el asombro, según el dicho platónico, es el origen de la filosofía" (p.13),

para terminar con la "palabra": "Volviendo del revés el comienzo del evangelio de san Juan, podríamos acabar diciendo: "En el final, es la Palabra" (p.280), haciendo alusión al formalismo y estructuralismo en que se veía envuelta la filosofía en el momento en que escribió su obra, la década de los 80.

Se repasan así los dos milenos y medio que han transcurrido desde que los griegos comenzaron por intentar acceder al pensamiento más puro, supuestamente no necesitado de cosas ni de palabras, para continuar con un largo periplo en el que han ido cogiendo la batuta la teología, la lógica y el intelecto abstracto, para llegar a la conclusión de la limitación de nuestro pensamiento, puesto que nada podemos hacer sin el lenguaje, nuestro querido pero limitado lenguaje, a través del cual vemos y procesamos la realidad.

"El intelecto puro, el órgano de las ideas y sus relaciones formales, no ceja en su irrenunciable pretensión de dar razón, en términos análogos, de lo matemático y lo moral, del Ser más abstracto y de la vida humana, sin desalentarse por dos milenios y medio de intentos; pero ahora se hace evidente que el lenguaje normal y primario -- el llamado un tanto despectivamente "ordinario" -- no le va a servir para eso, aunque lleve siempre a la ilusión y al anhelo de que fuera posible tal cosa. Por eso, la gran tendencia formalizadora actual puede verse, en cierto modo, como una rebelión contra el lenguaje, que es también una rebelión contra el limitado y concreto ser del hombre" (p.9)

De forma que éste es el final del camino: nuestras ideas y nuestra percepción de la realidad están irremisiblemente condenadas a circunscribirse a los límites de nuestro lenguaje. Pero Valverde prefiere no perder la esperanza con respecto a la mente y la palabra y termina diciendo, como Machado, " Confiamos en que no será verdad nada de lo que pensamos", por lo que obstinadamente y en contra de la evidencia, seguiremos dándole vueltas al asunto, pues está en nuestra naturaleza.

Obituario de EL PAIS

El pensamiento en libertad de José María Valverde







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