domingo, 3 de diciembre de 2017

El Monje y el Filósofo




Revel, J.F. y Ricard, M. 1998. El Monje y el Filósofo. Urano

El padre, Jean-François Ravel, filósofo, dialoga con su hijo, monje budista, y le plantea todos los interrogantes que una mente agnóstica occidental le haría a cualquier interpretación religiosa del mundo. Ante el interrogatorio, la fuerza del budismo radica en que no se trata de una religión de revelación, sino de auto-descubrimiento personal. Por tanto, la interrogación y la búsqueda personal son la base, y no un obstáculo, o al menos no deberían serlo. Esta es la única forma en la que los occidentales podemos llegar a entender esta religión (o esta filosofía): no podemos prescindir de los conocimientos científicos en los que hemos basado nuestra forma de entender la vida ni de la curiosidad y escepticismo, valores que la ciencia preconiza para entender la realidad. Este libro es un ejemplo del diálogo que se debe mantener entre la filosofía oriental y la occidental, línea en la que se hallan otros autores citados en el libro como Daniel Goleman o Francisco Valera (p.89).

Se citan en la obra pensadores franceses interesantes de conocer, como René Guenón, (p.16), Henri Bergson (p.75), Jacques Ellul (p.157), Luc Ferry (p.173), Thomas Merton (p.174), André Migot (p.179) o Arnaud Desjardins (p.17), al que ya conocía gracias a André Comte-Sponville (que también aparece citado en el libro, p.183). También se cita a E.M. Ciorán como el "más original de los moralistas modernos" (pp.184, 213, 296), autor del que tenemos un especialista de primera línea en España, Fernando Savater.

Ravel es inquisitivo y pertinaz en todas sus dudas, escéptico en todo aquello que no es demostrable, y Ricard se defiende con argumentos muy convincentes en casi todos los terrenos, excepto en lo relativo a la reencarnación, el karma y la conciencia sutil, asuntos en los que los argumentos hacen aguas, desde mi punto de vista. Por ejemplo, cuando afirma que "en el momento de la muerte la conciencia se reabsorbe durante breves instantes en aquello que se denomina "el espacio luminoso del plano absoluto", del que luego surge para atravesar un estadio intermedio, o bardo, que conduce a una nueva existencia o renacimiento"(p.251) Este tipo de afirmaciones son imposibles de digerir por una mente educada en el ejercicio de la razón. Por otro lado, donde mejor se defiende Ricard es en el terreno del budismo como disciplina y práctica del despertar y combatiente del sufrimiento: "el objetivo fundamental de una "disciplina" espiritual es que la vigilancia sea siempre perfecta. La atención y la presencia despierta son dos cualidades fundamentales que la vida espiritual nos ayuda a desarrollar" (p.204). Aquí, el budismo lo tiene todo por ofrecer.

Ravel, además de abiertamente crítico con todo lo que no le convence del budismo, lo es también con el camino tomado por la filosofía en Occidente, donde "la filosofía ha abandonado su función de sabiduría... la conquista de la sabiduría, el descubrimiento de un sentido dado a la vida humana..." (pp.205-6). Según él, el último filósofo en llevar esto a cabo fue Spinoza, al que también tanto admira Comte-Sponville.

En el libro también se habla de ciencia, de política, de psicología, de psicoanálisis y de progreso. Finalmente, el filósofo concluye diciendo que la conversación le ha inspirado "una admiración cada vez mayor por el budismo como sabiduría y un escepticismo cada vez más grande por el budismo como metafísica" (p.319), y que uno de sus mayores descubrimientos ha sido que "el quietismo budista es una leyenda" (p.322). Finalmente, afirma que "el trasfondo teórico de la sabiduría budista sigue pareciéndome indemostrado e indemostrable...  solo me siento dispuesto a aceptarla en su forma pragmática, como lo hago con el epicureísmo y el estoicismo" (p.323).

En esto coincide con el monje, que concluye subrayando la virtud principal del budismo: "el budismo propone una ciencia de la mente, una ciencia contemplativa que es más actual que nunca y no dejará de serlo, pues aborda los mecanismos fundamentales de la felicidad y el sufrimiento" (p.325).

Habrá que leer su otro libro, El Infinito en la Palma de la Mano, publicado por la misma editorial, en el que Ricard conversa en esta ocasión con un científico astrofísico, Trinh Xuan Thuan.

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