Gray, J. 2008. Black Mass. Apocalyptic Religion and the Death of Utopia. Penguin Books.
Gray comienza el libro haciendo un análisis del milenarismo y la religión apocalíptica, basándose en sus raíces cristianas. El cristianismo es el origen de la visión teleológica de la historia, es decir, dirigida hacia un fin. Ahí se encuentra el origen de las religiones políticas modernas como el jacobinismo, el nazismo o el bolchevismo.
"Millenarian beliefs are symptoms of a type of cognitive dissonance in which normal links between perception and reality have broken down" (p. 8)
Gray comienza por las enseñanzas de Jesús, claramente escatológicas, hasta llegar a Joachim de Flora, que en el siglo XIII resucitó el milenarismo al dividir la historia humana en tres etapas: la del Padre, la del Hijo y la del Espíritu Santo, a la que supuestamente estamos encaminados. Este pensamiento tuvo un profundo impacto en Hegel, Marx, Comte y finalmente, en los nazis (que por algo llamaron a su periodo el Tercer Reich).
La primera parte del libro me ha recordado en muchos momentos al libro El Principio Esperanza de Ernst Bloch por su análisis de las utopías (con la diferencia de que éste las defiende): los Begghards (en la España del siglo XII), los Anabaptistas (en la Alemania del siglo XVI), la Utopía de Thomas More (1515), el socialismo utópico de Charles Fourier (siglos XVIII y XIX). En todas hay un punto en común: la búsqueda de una armonía perfecta, irreal e imposible de conseguir. Para Gray, las utopías conducen al desastre, pues no se basan en la realidad, ya que el conflicto está en la base de la conducta humana.
"Utopias are dreams of collective deliverance that in waking life are found to be nightmares" (p.24).
En la segunda parte del libro, Gray estudia cómo el pensamiento utópico milenarista se ha apoderado del pensamiento ilustrado y del liberalismo, al hacer creer que estamos en el fin de la historia y que el capitalismo global es la última etapa de la Historia humana, en la que todos los pueblos del mundo se rendirán al pensamiento único. Los neoconservadores americanos han llegado a creer que el régimen estadounidense es el supremo y universal que todos los demás han de emular. Gray analiza las teorías de Fukuyama, influenciado por Alexander Kojeve y Vladimir Solovyev. Según ellos, hemos llegado a un momento en el que ya no hay dudas ni debate sobre qué régimen es el que debe imponerse ( terminará haciéndolo): el capitalismo global.
Según Gray, es utópico pensar que este modelo puede imponerse en el mundo entero. La democracia liberal no puede establecerse por la fuerza, por ejemplo, en Oriente Medio, donde actualmente la única elección posible está entre el despotismo secular o la regla islámica. La invasión de Iraq fue un intento utópico de llevar a cabo esa imposición que terminó con un país destrozado que aún no ha conseguido restablecerse.
"The neo-conservative project of regime change in Iraq is a classic example of the utopian mind at work. For the neo-conservatives who masterminded the war democracy would come about simply through the overthrow of tiranny... By imposing regime change, the Bush administration created a failed state, with a fragile government heavily dependent on the Shia militias " (p. 218).
De aquella guerra proviene el uso de la tortura en Abu Ghraib, y de la de Afganistán proceden los campos de concentración de Guantánamo. Este tipo de intervenciones son la versión liberal del imperialismo. La ideología subyacente es que los estados occidentales y sus regímenes democráticos están no solo autorizados, sino obligados a imponer sus valores a todo el mundo, incluso si es necesario con el uso de la fuerza. Es una nueva Cruzada. Gray intenta demostrar que ésta es una misión imposible. Las democracias occidentales han llegado a ser factibles a partir de la consolidación de las naciones-estado, cuya gestación ha tenido un proceso arduo y tremendamente violento. En muchos casos la única alternativa al despotismo es la anarquía y el caos, como se ha demostrado en los países invadidos.
Los resultados de la guerra de Iraq dieron el golpe definitivo a la fe en el progreso y la democracia universal. Es iluso pensar que ésta puede ser impuesta, pues los resultados son la violencia, la destrucción y el caos. Siguiendo a Spinoza, hay que concluir que el ciclo de orden y anarquía no terminará nunca. Lo que se gana es fácilmente perdible. Hay que sustituir el pensamiento utópico por el realismo.
"Human knowledge tends to increase, but humans do not become any more civilized as a result. They remain prone to every kind of barbarism" (p. 265).
"Realists should reject teleological views of history. The belief that humanity is moving towards a condition in which there will be no more conflict over the nature of government is not only delusive but also dangerous" (p. 276)
Tal y como dijo Jonathan Swift, el único lugar donde la Utopía podría llevarse a cabo es en el reino de los caballos, no en el de los seres humanos. Según Gray, no debemos dejarnos seducir por las narrativas de los utópicos. Hemos de admitir que es imposible que haya un modelo único de gobierno y de sociedad, o una sola forma de civilización, como pretende la globalización. Estas son las lecciones que, según Gray, hemos de aprender, que serán desarrolladas más tarde en su libro Straw Dogs.
¿Realmente hemos de huir de las utopías? Como dice Muñoz Molina, tras leer a John Gray uno se siente desasosegado y desesperanzado, ya que nos convence de que no nos encaminamos a ningún futuro establecido o prometedor. Pero por otro lado, ¿es tan "inverosímil la convicción de que las cosas pueden ir gradualmente a mejor para la mayoría de los seres humanos"? (1)
(1) Testigos del derrumbe (Muñoz Molina)