domingo, 21 de junio de 2020

Job


Roth, Joseph. 2020. Job. Historia de un Hombre Sencillo. Alianza Editorial (traducción de Adan Kovacsis) .

(Título original: Hiob. Roman Eines Einfachen Mannes. (1930)

Roth es un escritor desgarrado por la historia de Europa en el periodo de entreguerras (recordemos a Stephan Zweig, su amigo, otro representante de la literatura judía en el exilio, que terminó suicidándose). Por algo recrea en este libro el arquetipo de Job, la figura de un hombre vapuleado por las adversidades de la vida, como fue su propia biografía. La historia de Job es en definitiva la historia de todos los seres humanos, pues todos, tarde o temprano, sufrimos el azote de la destrucción, la enfermedad y en último término la muerte. Job existe y seguirá existiendo en cada civilización, en cada época, en cada ciudad, en cada generación, en cada familia. Representa la rebelión del hombre ante la realidad cuando ésta se torna cruel y adversa. A pesar de ser un libro religioso, puede ser leído desde una óptica laica, sustituyendo a Dios por la Realidad. Job no comprende por qué Dios le trata despiadadamente, de la misma forma que un ateo se rebela contra la injusticia y sinrazón de la vida que en un momento dado le toca vivir. Job dice "Dios es injusto", de la misma forma que cualquier persona no religiosa puede decir "la vida es injusta". 

Desde la perspectiva del creyente, esta ira provocada por la injusticia es más difícil de resolver intelectualmente, ya que se supone que Dios tiene una bondad infinita y es a la vez omnipotente, por lo cual es muy difícil digerir su tolerancia ante el sufrimiento y la injusticia. Al creyente sólo le queda una salida: conformarse con la frase "los caminos de Dios son inescrutables" y admitir que no le corresponde a él entender estas aparentes desviaciones en el comportamiento divino. Hay que acatar la forma de proceder de proceder de Dios sin protestar, como niño obediente, confiando en su sabiduría. Pero Mendel, el Job de Roth, al igual que el original, no soporta seguir transitando por este camino de resignación: 

"No temo el infierno, mi piel está ya quemada, mis miembros ya están paralizados, y los espíritus malignos son mis amigos. Ya he padecido todos los tormentos infernales. Más bondadoso que Dios es el diablo. Como no es tan poderoso, tampoco puede ser tan cruel. ¡No tengo miedo, amigos! (p.172)

"¡No rezaré!, se decía Mendel. El no rezar, empero, le dolía. Le dolían su ira y la impotencia de esa ira. Aunque Mendel estaba enfadado con Dios, Dios seguía gobernando el mundo" (p.176). 

"Se acabó, se acabó, se acabó Mendel Singer. No tiene hijo, no tiene hija, no tiene mujer, no tiene dinero, no tiene casa, ¡no tiene Dios! Se acabó, se acabó Mendel Singer!" (p. 179) 

Al sufrimiento en sí, el creyente le añade el de la criatura olvidada por su Creador. En cambio, el no creyente tiene un camino más fácil para la aceptación de la crudeza con la que la realidad puede llegar a tratarle: no hay nadie detrás de ella que la ordene ni rija el destino; la naturaleza sigue su curso sin preocuparse por sus criaturas, pues no hay ningún sentido previo ni posterior que la guíe; el azar no puede ser culpado de nada, pues contiene en sí mismo la ceguera de lo aleatorio. El azar, de la misma forma que puede traer consigo la adversidad, puede traer la paz o la buena fortuna, sin ningún tipo de razón, pues su comportamiento es ciego. Tan lógica es la esperanza como la desesperanza, y el milagro puede producirse de la misma forma que la caída al abismo. Intelectualmente, al menos, no hay nadie contra quien airarse. 

No obstante, el no creyente también se rebela contra la vida cuando no le es favorable, contra la realidad cuando le es hostil, contra las circunstancias cuando le son adversas, como si hubiera nacido con un certificado debajo del brazo que le asegurara la felicidad con una póliza a todo riesgo. Por eso finalmente el no creyente entiende a Job tanto como el creyente. Porque olvida, como dice el Tao te King, que "el cielo y la tierra no tienen benevolencia alguna. Para ellos todos los seres son como peleles o perros de paja".

En el libro de Roth, al igual que en el libro bíblico, al final se produce el milagro. Pero eso es lo de menos: de la misma forma podría no haberse producido. El sufrimiento ya ha tenido lugar previamente hasta extremos inhumanos. Lo importante no es el final, que supone un instante; lo importante es el camino. Ese es el que hay que saber sobrellevar para no perder la dignidad. 
 
Job es la representación de la rebeldía ante la realidad, por eso es un personaje tan atractivo cuya actualidad no decaerá nunca, pues la realidad no existe para satisfacer al ser humano, al que no le queda otro camino que aceptarla sin rabia si quiere mantener la calma como para poder transformarla.  Como dice Víctor Frankl, "cuando la situación es buena, disfrútala. Cuando es mala, transfórmala. Cuando no puede ser transformada, transfórmate tú". 





No hay comentarios:

Publicar un comentario