Clouzot, Henri-Georges. 1953. El Salario del Miedo.
Los protagonistas de la película son dos franceses que viven atrapados en la realidad claustrofóbica de un país latinoamericano de la que no saben como salir. La primera parte de la película se dedica a retratar esa realidad. Varados en una situación sin salida, se agarran a sueños e ilusiones para conseguir sobrevivir al tedio y la desesperanza. El personaje al que da vida Yves Montand, Mario, tiene sus sueños colgados en la pared de su infame dormitorio. Son fotos de chicas blancas francesas que presenta a su amigo Jo de la siguiente manera:
"Estas son mis chicas, mis sueños para pensar en ellas mientras me estoy tirando a una negra" (minuto 27).
A pesar de tener cerca a una mujer que lo adora, Mario la desprecia y maltrata, prefiriendo sus fotos que no son más que falsas ilusiones. Las fotos rodean el mayor tesoro, la mayor ilusión: un ticket del metro de París, que tiene enmarcado como si de una obra de arte se tratase. Es un simple trozo de papel, pero fue el último billete de metro que cogió en París antes de subirse al tren y luego al barco que le llevó hasta donde se encuentra. En ese pedazo de cartulina sin ningún valor real tiene Mario encarnadas todas sus ilusiones, pues representa el lugar que abandonó y ahora ve como el paraíso perdido.
La segunda parte de la cinta narra el terrorífico viaje que ambos emprenden para conseguir el dinero que les hace falta para intentar salir de su infierno: el transporte de una peligrosa carga de nitoglicerina necesaria para apagar un pozo de petróleo incendiado. En una conversación mantenida en las escenas finales cuando Jo está a punto de morir (2h:13), éste le revela a Mario la imagen que se le viene a la mente por encima de todas las demás de su vida: la calle en la que vivía en París, donde había una tapia de la que nunca supo lo que había detrás. Mario conocía el lugar y se lo revela:
"No hay nada. Es un solar"
Entonces Jo insiste incrédulo y dice sus últimas palabras antes de expirar:
"Esa tapia. ¿Qué hay detrás de esa tapia?"
A lo que Mario le vuelve a responder:
"Ya te lo dije. Nada".
De la misma forma que Kane, al morir, recuerda a Rosebud y con él toda su infancia, Jo recuerda el misterio de una simple tapia a la que siempre quiso asomarse pero nunca pudo. Esa tapia es la metáfora de la inquietud y la curiosidad, de la necesidad de entender y comprender qué es lo que hay detrás de las apariencias de la realidad, la necesidad de encontrar un significado oculto tras la superficie de las cosas. Es la ilusión por encontrar algo tras el muro opaco que le de sentido a todo lo que ocurre. Pero su pregunta sólo tiene una respuesta: no hay nada.
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