lunes, 18 de mayo de 2020

The Mask of Dimitrios


Ambler, Eric. 2009. The Mask of Dimitrios. Penguin Classics.

(Publicado por primera vez en 1939 por Hodder and Stoughton; publicado en español como La Máscara de Dimitrios por Edhasa en 1989, traducción de Ana Goldar).

La recomendación de Graham Greene me ha llevado a esta novela que tiene tanto en común con The Third Man: un escritor se empeña en buscar a criminal que se supone que ha muerto y que en realidad no lo está. De la misma forma que la vida de Harry Lime sirve para poner al descubierto las miserias de la Europa de posguerra tras la segunda guerra mundial en la novela de Greene, la vida de Dimitrios es el hilo conductor de todas las barbaries que asolaron la Europa de entreguerras. Al leerlo he recordado el libro de Stephan Zweig El Mundo de Ayer o el ambiente narrado en la película Cabaret, que también se centran en ese periodo, pero desde ángulos diferentes.

El telón de fondo de la historia de Europa en ese momento es espeluznante: la guerra greco-turca que termina en 1922 con la toma de Esmirna y el genocidio griego; el atentado al primer ministro búlgaro Stambulisky en Sofía en 1923 y el intento de atentado a Kemal Ataturk en Turquía ; el espionaje entre los países; la tensión entre Italia y Yugoslavia por el control del Adriático; el rompecabezas de  los Balcanes, la trata de personas, las casas de juego, el tráfico de drogas. En un mundo donde reina la violencia, la corrupción, la desconfianza mutua, la ley del más fuerte, el racismo, es fácil dejarse llevar por la corriente y sacar partido. Ese era el podrido mar de fondo de la Europa de entreguerras y a río revuelto, ganancia de pescadores. Ahí se encuentra Dimitrios como pez en el agua, hombre sin escrúpulos que se escuda en ese ambiente degradado para justificar todo mal, de la misma forma que hace Harry Lime en la novela de Greene: 

"He himself has no political convictions. For him there is no other nexus between man and man than naked self-interest. He believes in the survival of the fittest and the gospel of tooth and claw because he makes money by seeing that the weak die before they become strong and that the law of the jungle  remains the government force in the affairs of the world" (p. 65)

En esta novela, el criminal no es un individuo aislado fuera de su contexto histórico o un asesino en serie con un problema mental: es el fruto lógico y perfecto de una sociedad corrompida por el odio y la violencia. Este tipo de novela es similar a la novela y cine negro americano, en la que que la historia del criminal es una reflejo de la sociedad en la que vive. Es una novela mucho más realista que la típica novela inglesa de detectives a la que el escritor protagonista del libro, Charles Latimer, quiere volver después de haber vivido a fondo la realidad y no la ficción:

"He needed, and badly, a motive, a neat method of committing a murder and an entertaining crew of suspects...The scene? Well, there was always plenty of fun to be got out of an English country village, wasn't there? The time? Summer; with cricket matches on the village green, garden parties at the vicarage, the clink of teacups and the sweet smell of grass on a July evening. That was the sort of thing people like to hear about. It was the sort of thing that he himself would like to hear about" (p. 226)

Charles Latimer, al final de su periplo, echa de menos la cuadrícula bien trazada de la ficción, donde el el criminal es el que sobra ("the odd man out"), el que viene a alterar un orden perfectamente nítido y firme que por unos instantes se ve desestabilizado pero al que se vuelve en cuanto se atrapa al delincuente. En cambio, en The Mask of Dimitrios ocurre todo lo contrario: el criminal no es más que una muestra palpable de un sistema en sí mismo hecho añicos, que sobrevive a golpe de guerras y extorsiones. El criminal no altera el orden, todo lo contrario, es el paradigma del desorden de la realidad.

"Here was real murder: not neat, tidy book-murder with corpse and clues and suspects and hangman, but murder over which a chief of police shrugged his shoulders, wiped his hands and consigned the stinking victim to a coffin. Yes, that was it. It was real. Demetrios was or had been real... The worlds of escape, the fantasies you created for your own comfort were well enough if you could live within them. But split the membrane that divided you from the real world and the fantasies perished. You were free and alive, but in a world of frustration" (p.101).

Cuando Latimer ve el supuesto cadáver de Dimitrios, ve todo el sistema social en desintegración: "I saw him not as a corpse in a mortuary, but as a man, not as an isolate, a phenomenon, but as a unit in a disintegrating social system" (p. 57). La vida del criminal la dirige la ley del azar, va a merced de los vientos que le empujan, acogiéndose a las oportunidades que le brinda la corrupción circundante y la suerte con la que se encuentra. Puede parecer que sigue una especie de ruta o destino, pero en el fondo Dimitrios no es sino otra marioneta en manos de la vicisitudes de la Historia. "Inevitably, chance does occasionally operate with a sort of fumbling coherence readily mistakable for the workings of a self-conscious Providence" (p.1) Y su final tampoco está escrito en ninguna parte ni obedece a ninguna ley lógica o de justicia divina. Lo mismo puede terminar enriquecido en un alto cargo de una multinacional que preso o muerto. La decisión final viene dada simplemente por la estupidez o la idiotez de la realidad (Clement Rosset). " I was thinking, said Dimitrios, that in the end one is always defeated by stupidity. If it is not one's own it is the stupidity of others" (p.220).

En definitiva, cuando Latimer intenta comprender las razones y seguir la pista de Dimitrios, se da cuenta que no está haciendo otra cosa que intentar entender la realidad de la Europa de los años 20 y 30. Tenemos una visión idealizada de ese periodo, conocido como los felices años 20, época de vanguardias artísticas y esplendor cultural (el que retrata Zweig en su libro), pero lo cierto es que se estaba cociendo en sus cloacas una realidad terrible que daría lugar en poco tiempo a uno de los períodos más sangrientos de la Historia.

"Dimitrios was not evil. He was logical and consistent; as logical and consistent in the European jungle as the poison gas called Lewisite and the shattered bodies of children killed in the bombardment of an open town. The logic of Michelangelo's David, Beethoven's quartets and Einstein's physics has been replaced by that of the Stock Exchange Year Book and Hitler's Mein Kampf" (p. 187).


Review (THE GUARDIAN)

Review (BOOTS AND BOOKS)

The enduring relevance of Eric Ambler's spy novels (JOHN GRAY) 

Reseña de la película (CINE NEGRO DE MEMENTO)



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