Los equívocos caminos de la ilusión y la realidad a través de la filosofía, la literatura, el cine, el arte, el periodismo y la ciencia
viernes, 8 de marzo de 2019
La Inteligencia Fracasada
Marina, J. A. 2004. La Inteligencia Fracasada. Teoría y Práctica de la Estupidez. Anagrama.
Con la lectura del libro sobre la Historia de la Estupidez Humana, vimos multitud de ejemplos que ilustran la falta de lucidez de nuestra inteligencia a lo largo de la Historia. Ya entonces nos preguntábamos por las causas de estos fracasos de la inteligencia. A ello dedica Marina este libro, que es complementario del de Voltes.
"La inteligencia fracasa cuando es incapaz de ajustarse a la realidad", dice Marina en la introducción. Efectivamente, la capacidad de ver la realidad tal cual es para poder ajustarse a ella es uno de lo más importantes medidores de la inteligencia. Una de las causas de este fracaso es "la intervención de un módulo inadecuado, que ha adquirido una inmerecida preeminencia por un fallo de la inteligencia ejecutiva" (p.23). Ninguna objeción a esta primera causa. Más adelante, se especifica otra causa diferente, que se define como "la elección del marco equivocado": "El marco superior de jerarquía para el individuo es su felicidad. Es un fracaso de la inteligencia aquello que le aparte o le impida conseguir la felicidad" (p.29). Esta idea es más problemática, pues según esto, cabría preguntarse: ¿es más inteligente entonces ser un tonto feliz que un lúcido infeliz? Marina vuelve a este asunto al final del libro.
Marina hace un inventario de fracasos de la inteligencia que se podría esquematizar de la siguiente forma:
1. Fracasos cognitivos: prejuicio, superstición, dogmatismo, fanatismo. Estos fracasos lo son porque "bloquean una de las funciones de la inteligencia, que es conocer la realidad... Si pudiéramos vivir en un mundo de fantasía, sería estupendo, pero no podemos" (p.42)
2. Fracasos afectivos: vanidad, aburrimiento, envidia, resentimiento. "Los sentimientos son sólo experiencias que nos informan acerca de cómo se están comportando nuestros proyectos o deseos en su enfrentamiento con la realidad. Dejan de cumplir esta función cuando informa sesgada o falsamente de esa situación" (p.64)
3. Fracasos de la comunicación ("los lenguajes fracasados"): habla interior errónea, ausencia de comunicación, automatismos, equivocación hermenéutica, mecanismos de género. Aquí Marina hace alusión a los estudios de la Escuela de Palo Alto -- Watlawick)
4. El fracaso de la voluntad: deseo deficiente, impulsividad, procrastinación, indecisión, rutina, inconstancia, obcecación. En general, estos fracasos se deben a los fallos en las cuatro habilidades de que se compone la voluntad: inhibir el impulso, deliberar, decidir, mantener el esfuerzo.
5. El fracaso en la elección de metas: elección errónea de metas personales (imposibles, contradictorias, destructivas), errónea coordinación de metas con otras personas, errónea coordinación de metas con las impuestas por la sociedad (individualismo insolidario). En este caso, la inteligencia va unida a la moral, de forma que, según Marina, "la maldad es el gran fracaso de la inteligencia".
Finalmente, se incluye un capítulo que sobrepasa el ámbito individual para explorar la estupidez colectiva, basada en las creaciones de la "inteligencia comunitaria, como el lenguaje, las morales, las costumbres, las instituciones: "Hay un minucioso trabajo de invención, reflexión, crítica, reelaboración, contrastación, puesta a prueba, proselitismo, iteración, rechazo, vueltas atrás, utopías, reivindicaciones, condenas, inquisiciones, librepensadores, científicos, estúpidos, santos, malvados, gentes del común, víctimas, verdugos, que sufriendo bandazos con frecuencia sangrientos, gracias a la inclemente pedagogía del escarmiento y a la gloriosa del placer y la alegría, produce una consistente segunda realidad. Los teóricos que hablan de la construcción de la realidad, frecuentemente con exageración, se refieren a la obra de estos telares infinitos y anónimos" (p.143).
La inteligencia colectiva tiene fracasos similares a la individual: cognitivos, afectivos y operativos- Por ejemplo, "la inteligencia social puede equivocarse en las metas. Por ejemplo, cuando crea mitologías a las que sacrifica los derechos individuales, la felicidad del ciudadano" (p.156).
En este sentido, Marina equipara felicidad a nivel individual con justicia a nivel político, siendo ambas las metas del comportamiento inteligente: "El triunfo de la inteligencia personal es la felicidad. El triunfo de la inteligencia social es la justicia... Son inteligentes las sociedades justas. Y estúpidas las injustas. Puesto que la inteligencia tiene como meta la felicidad - - privada o pública - -, todo fracaso de la inteligencia entraña desdicha. La desdicha privada es el dolor. La desdicha pública es el mal, es decir, la injusticia (P. 159)... Sabiduría es la inteligencia habilitada para la felicidad privada y para la felicidad política, es decir, para la justicia" (P. 170)
Como vemos, al final del libro, vuelven a enlazarse las ideas de inteligencia y felicidad. Marina desarrolla un argumento similar al de Pinker, que también critica a aquellos intelectuales y creadores para los que la felicidad es algo negativo, y en cambio el sufrimiento y la angustia son positivos. "Una esquinada idea de la naturaleza humana sobreentiende que la felicidad es pancista y boba, y que solo el sufrimiento es creador.. Heidegger defendió que sólo la angustia permitía revelar la verdadera realidad" (p. 168). Ya vimos cómo Pinker en su último libro arremete contra Nietzsche y su cohorte de seguidores, entre los que está Heidegger, por promover esa negatividad y pesimismo que, según él distorsionan la realidad.
Lo cierto es que la felicidad puede ser pancista y boba, y también ilusa, y egoísta, y también puede distorsionar la realidad. ¿Cuántas veces preferimos no ver ni saber para no arriesgar nuestro estado de placidez y bienaventuranza? Por tanto la felicidad no es algo positivo en sí mismo, depende de los adjetivos que le pongamos detrás. Estoy de acuerdo plenamente con las tesis de Marina siempre que a la palabra felicidad le añadamos el adjetivo de "lúcida", o "felicidad en la verdad", como hace Comte-Sponville: "La sagesse? C'est un bonheur vrai, ou une verité heurese... la sagesse indique une direction: celle du maximum de bonheur dans le maximum de lucidité... si le philosophe a le choix entre une verité et un bonheur, il n'est philosophe, ou digne de l'être, qu'en tant qu'il choisit la verité. Mieux vaut une vraie tristesse q'une fausse joie (p. 14-16 de la versión francesa).
"¿La sabiduría? Es una felicidad verdadera o una verdad feliz... La sabiduría indica una dirección: la del máximo de felicidad en el máximo de lucidez... si el filósofo ha de eligir entre una verdad y una felicidad, es filósofo, o digno de serlo, solamente si elige la verdad. Más vale una verdadera tristeza que una falsa alegría (p. 18-19 de la versión española)
Eso sería, en mi opinión, lo contrario de la inteligencia fracasada: la felicidad lúcida.
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Comte-Sponville, A. 2000. La Bonheur, Désespérément. Editions Pleux Feux
2001. La Felicidad, Desesperadamente. Paidós
Reseña (Página web de J.A. Marina)
Reseña (EL PAIS)
Reseña (EL CULTURAL)
Reseña (Europa Press)
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