Los equívocos caminos de la ilusión y la realidad a través de la filosofía, la literatura, el cine, el arte, el periodismo y la ciencia
miércoles, 18 de diciembre de 2019
Verdades, Mentiras e Incertidumbres
Varios autores. 2019. Verdades, mentiras e incertidumbres. Comprender el mundo en tiempos de confusión. Investigación y Ciencia.
Este número de Investigación y Ciencia se presenta con el objetivo de aclarar nuestros mecanismos de aproximación a la realidad y la facilidad con la que la puede ser falseada, asunto especialmente importante hoy en día en que tan fácil es ser víctima de la desinformación y las mentiras convertidas en verdades.
George Musser se pregunta si la física puede realmente facilitarnos la comprensión del mundo. Como cualquier otra disciplina, también se encuentra con barreras para describir objetivamente los hechos. Le mecánica cuántica y la teoría de cuerdas proponen realidades alternativas que coexisten y universos paralelos. "Las leyes de la física corren el peligro de derivar en una anarquía: ya no nos dicen que una cosa sucede en lugar de otra, sino que ambas tienen lugar y lo que observamos es el resultado de un azar ciego. La diferencia entre hecho y ficción depende por tanto de donde estemos" (p.21). "Cuanto más penetran los físicos en la estructura de la realidad, más parece evaporarse ésta"(p.22). La física va llegando a un terreno de arenas movedizas, donde parece que no hay sustancia sino puro acontecimiento, no hay nombres, sino verbos. Musser termina consolándose de la siguiente forma: "Aunque la mecánica cuántica sea desconcertante, podemos usarla para construir una imagen sólida del mundo. Y aun cuando pueda preocuparnos no experimentar la realidad fundamental, sin duda experimentamos nuestra realidad, y en ella hay mucho que estudiar... Tampoco debemos olvidar que nuestras teorías no hacen sino atrapar vientos. Nos recordaría que debemos ser humildes... Nadie dijo nunca que encontrar la verdad fuera una tarea sencilla" (p.23).
Housto-Edwards se pregunta si las matemáticas son reales, si se descubren o se inventan. Para ello pone en cuestión la postura filosófica del realismo matemático, según la cual las entidades matemáticas son reales y existen con independencia de la mente humana, en una especie de mundo platónico. Inmediatamente surge la pregunta: ¿Cómo es posible interaccionar con objetos abstractos? Ante esta duda sin respuesta, aparece el formalismo, que apunta a lo contrario: las matemáticas no son más que un juego desarrollado en un mundo ficticio e inventado por los matemáticos, sin significado real fuera de él. Pero, si son una ilusión, ¿cómo es posible que la ciencia se base de una forma tan necesaria en ellas? Paradojas sin solución, salvo esta: "El tipo matemático en activo es platónico los días laborables y formalista los domingos" (p.28).
Anil K. Seth comienza su artículo "La construcción cerebral de la realidad" con una interesante cita de Anäis Nin en La Seducción del Minotauro: "No vemos las cosas como son, las vemos tal y como somos" (p.28). El autor insiste en todos los engaños a los que nos lleva la percepción, que "nunca ha sido una ventana directa a la realidad objetiva. Todas nuestras percepciones son construcciones activas, conjeturas elaboradas por el cerebro acerca de la naturaleza del mundo, que siempre aparece desdibujada tras un velo sensorial" (p.30). Se pasa revista a todas las teorías que apuntan en esta dirección, desde la caverna de Platón a Kant, pasando por el sabio árabe Alhacén, y deteniéndose especialmente en el fisiólogo alemán Hermann von Helmholtz, que propuso ya en el siglo XIX que "la percepción es una proceso de inferencia inconsciente" (p.30). El autor incide en esta línea a lo largo del artículo: "La percepción se erige como un proceso de construcción activa, una alucinación controlada" (p.31). "Tal vez lo que definimos como real sea el consenso de nuestras alucinaciones" (p.35). Elegimos los datos que mejor se adaptan a nuestro modelos de realidad, datos siempre sesgados, y eso llamamos realidad. Nos ocurre constantemente, con los periódicos que leemos y las redes sociales que visitamos. Entender esto puede que nos haga más comprensivos con "la diversidad de realidades que experimentan los miles de millones de cerebros que pueblan el planeta" (p.35).
En la sección dedicada a las mentiras, Barbara J. King da interesantes ejemplos del fraude en el mundo animal, abundantísimo: no somos la única especie mentirosa. O'Connor y Weatherall analizan las razones psicológicas tras la propagación de información falsa, basadas en el conformismo y la tendencia a actuar dentro de la comunidad con la que nos identificamos. Ariel y y García-Rada estudian la forma en la que la corrupción se expande por contagio en las sociedades humanas. Helena Matute, autora de Nuestra Mente nos Engaña, profundiza en el apasionante campo de los sesgos cognitivos;: el sesgo de familiaridad, la ilusión de causalidad, la ilusión de control. "Nuestra mente nos engaña porque es fruto de muchos años de evolución y adaptación en un ambiente muy distinto al que plantea la vida moderna. Una respuesta que en el mundo de las cavernas resultaba ventajosa puede que en el mundo actual sea poco adecuada, por lo que nos induce a cometer fallos" (p. 57).
Finalmente, en la sección dedicada a las incertidumbres, Baruch Fischhoff incide en cómo nuestro conocimiento parcial de la realidad nos lleva a querer agarrarnos a creencias. Necesitamos soluciones reales en un mundo incierto, por lo que nos apoyamos en esquemas mentales más que en datos objetivos. Michael A. Hogg escribe sobre la incertidumbre de nuestra época, producida por fenómenos como "la globalización, la inmigración, la revolución tecnológica, el ilimitado acceso a la información, la volatilidad sociopolítica, la automatización del trabajo y el cambio climático" (p.75). Este vida líquida, siguiendo la terminología de Zigmunt Bauman, nos lleva a situaciones alienantes y "las personas se ven impelidas a mitigar su sensación de incertidumbre" (p.76), y en esta necesidad se basa el populismo, en la necesidad de identidad y seguridad. Finalmente, Claire Warden analiza el caos en las redes sociales, y cómo "nuestra inclinación a compartir contenido de forma irreflexiva se explota para compartir desinformación" (p.78). Sobre todo se detiene en aquel tipo de desinformación que encierra una dosis de verdad, pues es la más eficaz. Los "memes" (palabra acuñada por Richard Dawkins en El Gen Egoísta), de rápida distribución en las redes, contribuyen a afianzar las mentiras a fuerza de hacerlas familiares. "No hay soluciones permanentes para los relatos nocivos: debemos adaptarnos a la nueva situación" (p.83).
Quisiera terminar con una reflexión de Stuart Firestein sobre el papel de la ciencia en la comprensión de la realidad: "La ciencia no busca la verdad, como muchos creen. Su verdadero propósito consiste en formular mejores preguntas... En ciencia siempre hay cabos sueltos y callejones sin salida. Cuando podríamos creer algo, siempre surge algo nuevo e inesperado. Pero la incertidumbre resulta valiosa. No debería crear ansiedad. Supone una oportunidad" (p. 76).
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